martes, 29 de octubre de 2013

GRANDEZA Y DECADENCIA DE CÉSAR BIROTTEAU

Balzac quería dejar plasmada la figura del tendero parisino, en sus palabras, un hombre bastante torpe, bastante mediocre, con desgracias vulgares, que simboliza aquello de lo que nos burlamos enormemente, pero que para el escritor tenía mucha importancia en la vida y el desarrollo de la ciudad. Así pues, deció transfigurarlo y hacer de él la imagen de la honradez.
En la primera parte de la obra se relata el ascenso de Birotteau, su éxito en la perfumería y su intervención en una especulación que se augura afortunada y que le obliga a una inversión que está por encima de sus posibilidades, pero que, de salir bien, le hará rico. 
El gran baile que ofrece el protagonista en su nueva y lujosa casa para celebrar la liberación del territorio nacional y su nombramiento como caballero de la La Legión e Honor, supone el punto de inflexión en su vida. Su cáculo equivocado de lo que van a suponer en su economía los nuevos negocios en los que se embarca, junto con la huida del notario en el que había depositado su dinero y las malas artes del maquiavélico Tillet, un antiguo empleado resentido, le llevarán a la quiebra; a partir de ahí el único pensamiento de César Birotteau es su rehabilitación, algo que sólo conseguirá después de haber pagado sus deudas.
A través de su protagonista, Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida y confiere a un hombre común la grandeza de los héroes épicos. Birotteau es en el universo de Balzac el símbolo del honor comercial y su aventura en los negocios, narrada como epopeya, es trasunto de los nuevos tiempos, que exigen otros títulos de gloria, que habrá que conquistar después de difíciles travesías por las turbulentas aguas de una sociedad y una economía que aún no se han consolidado.



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