Cayo Julio César (John Gielgud) regresa a Roma tras haber derrotado a Pompeyo en la batalla de Munda, en tierras de Hispania. La ciudad le recibe como triunfador y le ofrece el cargo de cónsul perpetuo.
Una serie de patricios romanos, encabezados por Cayo Casio (Richard Johnson), ven en todo ello el peligro de la muerte de la república, pues consideran que César aspira a ser rey, a pesar de que el propio César ha rechazado por tres veces la corona que se le ofrece, pero piensan que sólo es cuestión de tiempo que la acepte y eso se contrapone con sus firmes convicciones de que la república es sinónimo de libertad que se perderá con el advenimiento, de nuevo, de la monarquía.
Traman el asesinato de Julio César, pero para dar fuerza a sus argumentos, antes quieren atraer a su bando a Marco Bruto (Jason Robards), a quien el pueblo tiene por un hombre íntegro.
Nueva recreación cinematográfica de la obra de Shakespeare, en la que el autor inglés reflexiona sobre la ambición, la tiranía y la legitimidad de deshacerse del tirano.
Quizá en esta ocasión, el guión es menos fiel a la pieza teatral. El vestuario no se ajusta a la época en la que se desarrolla la acción, sino que se opta por unas vestiduras más de época tardo imperial o de la alta edad media. Esto es una licencia cinematográfica y desconozco si tiene alguna relación con el vestuario que llevaran los actores que la interpretaban en la época de Shakespeare, pues se observan algunos rasgos curiosos dirigidos a guíar al espectador, como el hecho de que las piezas de vestuario que componen cada escena sean de colores y cortes parecidos o iguales, excepto las de los personajes principales que tiene un color distinto y más llamativo y una presencia más elaborada.
Todo el film adopta una estructura teatral, se pueden distinguir casi a la perfección los diversos actos que componen la obra en que se basa.
Las únicas escenas que salen del estudio, son algunas de la parte final, correspondientes a los prolegómenos de la batalla de Filipos y al mismo enfrentamiento en sí, y la maravillosa escena inicial que recorre la desolación de lo que supuestamente es el escenario de la batalla de Munda, sembrado de cadáveres y despojos.
El film cuenta con un elenco de actores muy conocidos en el momento, encabezado por Charlton Heston en el papel de Marco Antonio. Es cierto que alguno de ellos apenas tienen intervenciones testimoniales, como es el caso del entonces joven Richard Chamberlain o de la ya consagrada y famosa, sobre todo gracias a la serie televisiva "Los vengadores", Diana Rigg.
Todos ellos cumplen bastante bien, quizá el que menos se acomode al papel sea Jason Robards, a cambio de las notables interpretaciones del propio Heston, de Robert Vaughn, como Servilio Casca o de Richard Johnson y, por supuesto, de Sir John Gielgud.
La vi hace bastante tiempo. Curiosa "puesta en escena" cinematográfica de la obra de Shakespeare, pero demasiado "acartonada"...
ResponderEliminarEsa puesta en escena fue lo que más me llamó la atención.
ResponderEliminarNo la he visto. Para mí la mejor versión de la obra de Shakespeare es una cinta del año pasado de los hermanos Taviani: "César debe morir"; muy original.
ResponderEliminarSaludos
La peli de Paolo y Vittorio Taviani la tengo pendiente. Me han hablado muy bien de ella: Corta pero intensa, al parecer.
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