EL ENEMIGO PÚBLICO

Una infancia vivida entre gamberretes de barrio y raterillos que a cambio de unos pocos centavos venden los productos de sus rapiñas a un perista a través del cual va entrando en el submundo turbio de la delincuencia, en plena época de la Ley seca.

Esa es la vida de Tom, cuyo hermano Mike, por contra, sabe ganarse el pan honradamente, lo que provoca ciertos celos del protagonista que siempre ha considerado que su madre quiere más a uno que a otro.

Ires y venires, éxitos y fracasos, lealtades y traiciones, bien contra mal, el punto de vista particular de los gansters sobre el el honor... Todas esas cosas que componen el cuadro clásico de este tipo de relatos.

Historia principal y subtramas, perfectamente engarzadas, para un film que es tenido por uno de los pilares del cine negro.

La película tiene un eje sobre el que se asienta todo el peso: La figura de James Cagney que con todas sus virtudes y defectos, es el centro de todo.

Sin duda, una figura gigantesca en la historia del cine, en un papel que le va a las mil maravillas y del que sabe sacar un gran partido. A mí me parece, en algunos pasajes, algo sobreactuado, pero eso puede ser una herencia del cine mudo que aún estaba ahí, el sonoro, como quien dice, estaba en pleno despegue.

Visto desde la perspectiva actual, el film tiene algunas cosas que nos pueden resultar chocantes, además de esa sobreactuación del protagonista (esto es una opinión muy personal mía), está Jean Harlow, todo un mito erótico del Hollywood de la época y que, opino, no responde para nada al ideal de belleza que hoy nos venden, al menos tal cual aparece en esta cinta.

Sin embargo, también tiene muchas cosas que, analizándolas, resultan sorprendentes, cuando no adelantadas para el momento.

Quizá uno de los peros que se le puedan poner, siguiendo con esas cosas que resultan chocantes en la actualidad, es el afán moralizante que continuamente nos va dejando y que a lo largo de la peli, se nos ofrece por medio, sobre todo, de las escenas en las que el enfrentamiento entre los dos hermanos queda patente, con la pobre madre asistiendo a las disputas con el corazón dividido.

De esas cosas positivas que la han hecho mítica dentro del género, está la brutalidad, en algunos casos desmedida para el año 1931 en que fue estrenada, parecen impensables y se rematan con la memorable escena final, uno de esos finales que arreglan cualquier deficiencia anterior.

A mí me ha maravillado algo que esta gente manejaba de maravilla, los fuera de campo, escenas con las que solventaban cualquier dificultad con la censura a la hora de mostrar asesinatos explícitos y que, a la hora de la verdad, algunas veces los hacen más reales que si los viéramos directamente.

Y también el fascinante juego de luces y sombras que hacen especialmente encantadoras a estas pelis en blanco y negro. Es toda una gozada.

También me llamó la atención la dureza con la que el protagonista trata a las mujeres que le rodean, icluída su madre cuando le dan los ataques de celos contra su hermano. Y las ecenas finales, bajo la lluvia, cuando va a vengar la muerte de su amigo (Edward Woods)

Un clásico del cine negro, con un James Cagney en todo su esplendor, un prodigio de gestualidad (una mirada suya hace vano cualquier diálogo) y el retrato de una sociedad y de una época que ahora nos resultan lejanas, pero que en aquel momento eran pura actualidad.