Miraba tranquilamente un escaparate y, al darse la vuelta, le vio venir, desabrochando los botones del largo guardapolvo con que se cubría y echando un poco atrás el faldón derecho del mismo, como dejando acceso libre a su mano para acercarse a la cadera de ese lado.
Él comenzó a andar, a su vez, hacia el otro, sin mayores prevenciones, pero cuando le vio detenerse, se puso en tensión. De repente se dio cuenta de su apurada situación, varios desconocidos, saliendo de quién sabe dónde, se unían a su potencial enemigo alineándose codo con codo, mirándole, algunos serios, otros con un rictus que podría ser una sonrisa o un gesto de desprecio, desafiantes todos.
Les separaban no más de cien de pasos y no había marcha atrás, tendría que hacerles frente.
Seguían inmóviles, si acaso alguno con un ligero balanceo de caderas, como estudiándose, midiendo el tiempo.
De repente, como si una voz inaudible hubiera dado la orden, comenzaron a caminar hacia él que permanecía inmovil, atenazado por una fuerza superior que le lastraba al piso. Algo no encajaba en todo aquello, venían demasiado aprisa, perdiendo la alineación, como queriéndose adelantar unos a otros, incluso llegó a percibir algún codazo. Además, cuando buscó en su costado derecho, a la altura de la cintura, no encontró nada con qué defenderse.
Ya está, pensó, se acabó todo y cerró los ojos esperando lo irremediable. Cuando los volvió a abrir de nuevo, no había nadie frente a él, quienes se le habían enfrentado, le habían rebasado dejándole atrás, los automóviles volvían a pasar y el semáforo volvía a estar rojo para los peatones.
Él comenzó a andar, a su vez, hacia el otro, sin mayores prevenciones, pero cuando le vio detenerse, se puso en tensión. De repente se dio cuenta de su apurada situación, varios desconocidos, saliendo de quién sabe dónde, se unían a su potencial enemigo alineándose codo con codo, mirándole, algunos serios, otros con un rictus que podría ser una sonrisa o un gesto de desprecio, desafiantes todos.
Les separaban no más de cien de pasos y no había marcha atrás, tendría que hacerles frente.
Seguían inmóviles, si acaso alguno con un ligero balanceo de caderas, como estudiándose, midiendo el tiempo.
De repente, como si una voz inaudible hubiera dado la orden, comenzaron a caminar hacia él que permanecía inmovil, atenazado por una fuerza superior que le lastraba al piso. Algo no encajaba en todo aquello, venían demasiado aprisa, perdiendo la alineación, como queriéndose adelantar unos a otros, incluso llegó a percibir algún codazo. Además, cuando buscó en su costado derecho, a la altura de la cintura, no encontró nada con qué defenderse.
Ya está, pensó, se acabó todo y cerró los ojos esperando lo irremediable. Cuando los volvió a abrir de nuevo, no había nadie frente a él, quienes se le habían enfrentado, le habían rebasado dejándole atrás, los automóviles volvían a pasar y el semáforo volvía a estar rojo para los peatones.
hola mi nombre es Nati y hoy he decidido pasearme por blog al azar para ver que me encuentro y me he encontrado con TU blog es fantastico y tiene mucha personalidad,le has dado un toque que lo hace especial sin contar lo interesante que és, me gusta lo que haces y te Felitito por lo que has logrado, me quedo aquí como segidora y en un futuro Amiga.
ResponderEliminarYo tengo un blog que me gustaria que conocieras se llama:"LOS CUENTOS DE NATI". Si te gusta que crees que merece la pena estás invitad@ a quedarte seria un honor para mí.
Hasta pronto besos Nati.
Muy agradecido, Nati, no dejaré de visitar tu blog al que amablemente me invitas.
ResponderEliminarMonsieur, me habia engañado usted! Ya los estaba viendo en el OK corral y de repente me sobresaltó un claxon.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
En garde, Madame.
ResponderEliminarY es que a menudo nos creemos demasiado importantes y luego nos llevamos una desilusión.
ResponderEliminarEn cuánto sabemos que somos una simple molécula en el universo la cosa fluye de maravilla creo yo.
Me ha encantado, besicos.
Y crees bien. Gracias por la visita.
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