Tras una ausencia de cuatro años, el otrora detective Nick Charles (William Powell) regresa a Nueva York con su nueva esposa Nora (Myrna Loy) y su perro, Asta. Nick se vuelve a encontrar con muchos de sus viejos conocidos, varios de los cuales son personajes excéntricos. También se encuentra a Dorothy Wynant (Maureen O'Sullivan), que era una niña la última vez que la vio y cuyo padre, el inventor Clyde Wynant (Edward Ellis), es sospechoso de varios asesinatos. Nick no está nada interesado en reanudar su antigua profesión, pero, alentado por su esposa, que encuentra todo esto muy emocionante, accede a ayudar. Resuelve el caso y anuncia la identidad del asesino en una cena para todos los sospechosos.
Concebida prácticamente como una producción de serie B, nadie esperaba el éxito obtenido por esta película basada en una novela de Dashiell Hammett. El guión sigue casi palabra por palabra el original, pero a la postre, esto es lo menos interesante, pues el éxito del film se debió en buena parte a la excelente química de la pareja protagonista que logra traspasar la pantalla y transmitir al espectador su atractivo comportamiento, como si fueran una pareja de amantes disparatada a pesar de estar casados. Esta ingeniosa actitud, sin duda encandiló al público y, además de conseguir cuatro nominaciones a los premios de la Academia, dio origen a varias películas posteriores y a una popular serie de radio y televisión.
La primera escena se desarrolla en el laboratorio del inventor Wynant, el decorado y las sombras agigantadas, nos recuerdan, de manera explícita al expresionismo alemán que tanto influyó en el cine negro, además, a lo largo del film, encontramos algunos movimientos de cámara y composiciones de planos, realmente llamativos y logrados. Pero no nos engañemos, ni el argumento, que es cierto que despierta la curiosidad del espectador por saber quién es el criminal y sus motivos (lo primero, se sabrá, lo segundo, no queda tan claro), ni la amable crítica de algunos aspectos de la sociedad del momento, son los motivos que nos harán recordar este film. Es la pareja protagonista, pues al fin y a la postre, el film es, sobre todo, una comedia, con fondo policiaco y todo lo que se quiera, pero una comedia. Los diálogos vivaces e ingeniosos, las escenas con un logrado contenido cómico (impagables las escenas de la cena final), los gags, las frases de doble sentido y, sobre todo, el comportamiento casi gamberro de Nick y Nora, como si fueran dos camaradas, dos cómplices que además se hacen arrumacos de vez en cuando y no pierden ocasión de saciar su afición por los martinis.
Una película muy divertida, con maravillosas interpretaciones y al frente de todo, un W.S. Van Dyke, tan apreciado por la Metro por su versatilidad, que demuestra conocer el oficio a la perfección y dejar sus pequeños toques artísticos, pero, sobre todo, su eficacia para saber aprovechar los escasos recursos de que dispuso para el rodaje.
Hola Trecce!
ResponderEliminarLa volví a ver recientemente, coincido con lo que has comentado. Por cierto, Powell si lo dejan se bebe los floreros, si es que tienen el mueble bar en el dormitorio...
Saludos!
Es cierto, se pasa la película trasegando todo lo que pilla.
EliminarSegún parece, los actores tenían prohibido jugar con el perro entre tomas: se trataba de un animal minuciosamente amaestrado y, por ende, valiosísimo.
ResponderEliminarSin duda lo era, aunque en esta película tiene sus pequeños momentos, iría tomando mayor protagonismo en las películas que se hicieron después.
EliminarQué gran película, es una joya.
ResponderEliminarGracias por traerla de nuevo a mí memoria y feliz tarde.
Es la mar de divertida.
EliminarElla, él y Asta, menudo trío. Me encanta esta película que inaugura la serie. Es verdad que navega entre la screwball comedy y el noir. Para volver a verla.
ResponderEliminarApuesta segura para un rato divertido.
Eliminar