Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un grupo de soldados británicos se encuentra perdido en medio del desierto de Mesopotamia.
El joven teniente que los manda, es alcanzado por un disparo de un árabe oculto tras las dunas y muere sin haber confiado el destino de la misión a su sargento.
Cuando la patrulla encuentra un oasis, acampa en él, pero los árabes penetran en el campamento, matan a un centinela, dejando malherido a otro y roban los caballos. Más adelante, uno de los soldados es abatido cuando el sargento le permite encaramarse a una palmera expuesta al fuego enemigo. Y así, uno tras otros, los soldados van cayendo atrapados en las dunas del desierto, algunas veces corriendo presas del pánico, bajo los disparos de un enemigo a quien no consiguen divisar.
Para colmo de desdichas, cuando quedan pocos con vida, un avión británico sobrevuela a los esperanzados soldados. Sin embargo, para su desesperación, el piloto aterriza en un lugar próximo y camina despreocupado hacia ellos, por lo que es también abatido por el enemigo.
El guión se basa en la novela "Patrol" de Philip MacDonald, que ya había sido llevada al cine por un hermano de Victor McLaglen (protagonista de este film), Cyril.
La música de Max Steiner estuvo nominada al Oscar a la mejor banda sonora y la reutilizó en Casablanca aunque con otro tempo e instrumentación diferentes.
Ford nunca captura completamente la tensión tan ardiente como las arenas del desierto, que se respira entre los personajes que MacDonald describió en su novela, lo que convierte la película en un film que se hace un tanto tedioso y lento en muchos momentos. De hecho, de las mejores cosas de la película es su corta duración (no llega a los 70 minutos).
Quizá lo más interesante es que nos acerca a uno de esos episodios olvidados de la historia reciente, como es la campaña de Mesopotamia durante la I Gran Guerra, una acción exclusiva del ejército británico que buscaba principalmente proteger sus intereses petrolíferos en la región.
¿Les apetece una anécdota? Ahí va una que me parece característica de algunas cosas que ocurrían entre bambalinas en las películas de Ford:
El rodaje se llevó a cabo en el desierto de Yuma, bajo un calor infernal y no estuvo exento de dificultades. Los ánimos echaban chispas, produciéndose a menudo violentas peleas. En una escena en la que McLaglen ametrallaba a un árabe, el actor estaba completamente borracho y Frank Baker, que interpretaba al árabe, era plenamente consciente de ello. De ahí su consternación cuando las balas (Ford siempre utilizaba munición real) pasaron rozándole los pies. Cargó con furia contra un McLaglen que gimoteaba y lo hubiera matado si, de repente, no se hubiera dado cuenta de la existencia de una segunda ametralladora manejada por experto tirador, que Ford había colocado detrás de McLaglen (cuyo arma no tenía munición), sin que Baker lo supiera.
Se ve que ya sabían los árabes la jugarreta que les iba a hacer el imperio británico unas décadas después...
ResponderEliminarY en ello siguen.
EliminarCoño por lo que cuentas esto en vez de una película se podía haber convertido en una guerra abierta en toda regla. Eso de utilizar munición real, me parece muy arriesgado; más eso, si te topas con un pirado o un actor borracho.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Yo creo que Ford era un poco capullo en ocasiones y se divertía con estas cosas, aunque, como ves, tomaba sus precauciones.
EliminarEsta película me encanta (como casi todas de las del maestro). En efecto, el enemigo es como un fantasma, nunca se le ve. Muchos directores copiaron este efecto simbólico o metáforico, uno de los últimos fue Clint Eastwood para su "Cartas desde Iwo Jima".
ResponderEliminarA mí siempre me pareció que me ofrecía menos de lo que esperaba de ella.
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