Tras dieciséis años de mentiras, Bernie Madoff (Robert De Niro) está harto. A lo largo de esta década y media, ha estafado y embaucada a todos los inversores potenciales que se le han puesto a tiro, erigiendo una gigantesca estafa piramidal que, al estallar, deja tras de sí decenas de víctimas. Entre ellas, la mujer de Bernie, Ruth (Michelle Pfeiffer), y sus dos hijos, Andrew (Nathan Darrow) y Mark (Alessandro Nivola).
El “mago de las mentiras” del título no es otro que Bernard Madoff, artífice de un monumental esquema Ponzi –una estafa que implica pagar intereses a los inversores con su propio dinero invertido o con el dinero de nuevos inversores–, que colapsó el 11 de diciembre de 2008.
Bernie Madoff había sido presidente de una casa de inversión americana fundada en 1960 bajo su propio nombre. Empezó como corredor de bolsa y fue impulsor del NASDAQ, del que llegó a ser presidente y una de las figuras más respetadas en Wall Street. La categoría del personaje no se queda en lo meramente profesional, sino que alcanza una notoriedad sobresaliente como una verdadera celebridad y un filántropo reconocido.
Pero toda esta fachada, ocultaba tras de si a una persona sin escrúpulos que de alguna forma se convenció a sí mismo que sus acciones criminales estaban justificadas y que el siempre sería el protector de su familia. En 2009 fue condenado a 150 años de cárcel por, entre otros, fraude de valores y blanqueo de capitales.
Adaptación del libro de Diana Henriques (quien se interpreta a sí misma en la película) sobre el caso real del fraude de Bernard Madoff.
La película recorre, de forma no lineal, sino intercalando numerosos flashbacks, la gran estafa perpetrada por Madoff. La historia comienza con la única entrevista que llegó a conceder Madoff al New York Magazine. Desde el primer minuto los recuerdos y la particular visión del protagonista y de algún otro de los implicados, se reproducen y van saltando en el eje temporal recorriendo desde la detención del personaje principal, pasando por cómo se forjó el engaño con sus protagonistas, hasta llegar al juicio que acabó con la ejemplar condena contra el que perpetró el mayor engaño bursátil de la historia.
El epílogo, está cargado de dramatismo y dolor, y nos acerca a lo que las víctimas de este criminal de guante blanco sufrieron, pues entre ellas estaban no solo grandes corporaciones, bancos, fondos de inversión y personas adineradas, sino simples ahorradores e incluso, su propia familia, que sufrió el desprecio y el estigma por ser quienes eran.
Desde luego, la cinta no es perfecta: a una primera hora realmente cautivante le sigue una segunda mitad quizá algo repetitiva, y en ocasiones, echa mano de efectismos exagerados que no terminan de funcionar, pero en general el de Levinson es un buen trabajo.
Una película que en sus momentos más inspirados sabe tocar las fibras necesarias para mover a la vez cabeza y corazón y que esquiva los maniqueísmos para lanzar las preguntas adecuadas: ¿es Madoff un sociópata? ¿Tienen parte de responsabilidad el gobierno o las víctimas, por no haberse responsabilizado del todo de su dinero invertido? ¿Nos lanzamos demasiado pronto como sociedad a declarar culpables a personas sin juicio previo? The wizard of lies lo plantea y deja más o menos claro que este tipo fue un delincuente, pero también deja un lugar para que el espectador saque sus propias conclusiones y mantenga sus dudas o, por contra, exprese su veredicto.
De Niro está muy creíble (cosa normal en él), interpretando con una contención un tanto inhabitual en él y bien caracterizado, de hecho, la autora del libro, cuando iba a rodar las escenas de la entrevista y se vio cara a cara con el actor, confiesa que quedó sorprendida porque le pareció estar de nuevo en la prisión entrevistando al auténtico Madoff. La historia está bien contada y proporciona al espectador una visión bastante imparcial. El guión no se decanta moralmente, y más allá de contar la historia con el mayor grado de fidelidad posible, se consiguen los instrumentos necesarios para tener una idea aproximada del escándalo que sacudió al mundo financiero en Wall Street y que arruinó a tantos y tantos ahorradores e inversores.
Tiene algunas escenas muy logradas, como aquella en que el matrimonio (muy bien asimismo Michelle Pfeiffer en su interpretación) se va a la cama a tomarse pastillas con intención de suicidarse y otra que me gustó mucho, la de la fiesta en la playa al ritmo de Sweet Caroline, que muestra cómo vive esta gente y quienes les rodean, en medio de la opulencia, el lujo, el esplendor y el menosprecio a los inferiores, que somos la inmensa mayoría.
Recomendable para el que quiera pasar el rato y conocer algunos detalles de cómo se forjó semejante fraude. Realmente interesante como se plasma en la película lo vivido por la malograda familia Madoff y el “Purgatorio” personal al que el cabeza de familia se ve sometido en sus últimos años de vida, quizás mucho peor que la propia condena judicial y el cumplimiento de pena de cárcel.
Una buena excusa para reflexionar sobre el poder, el dinero y su fuerza y cómo un mismo atropello puede resolverse de una forma u otra en función de quien lo perpetre.
Me satisface que la historia esté bien contada porque el personaje además de casi-actual es un desconocido que desestabilizó a Occidente con sus ingenierias inversionistas.
ResponderEliminarEstá bastante bien y han sabido hacer una película sobre un asunto que, mal contado, podría haberse convertido en un tostón.
EliminarLo malo del personaje es que estafó también a pobres desgraciados: Si hubiera sido solo a las grandes empresas y corporaciones que se jodan ya que bastante estafan ellos.
ResponderEliminarSalud Trecce.
En efecto, el tipo se llevó por delante todo el dinero que pilló, sin importarle si venía de grandes corporaciones o de pequeños ahorradores.
EliminarAyer, 14 de abril de 2021, falleció en prisión Bernie Madoff, donde cumplía una condena de 150 años. Tenía 82 años.
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