El reinado de Felipe IV (desde el 31 de marzo de 1621, hasta el 17 de septiembre de 1665), no fue precisamente una época pacífica en la historia de España.
Una serie de levantamientos de diversos territorios de los que entonces conformaban las posesiones de la corona, se iban sucediendo, cuando no eran coincidentes en el tiempo, con el consiguiente gasto en el mantenimiento de las tropas, casi siempre descargado sobre los hombros de Castilla, que comenzó su camino hacia la miseria y desde entonces no ha vuelto a levantar cabeza y encima carga con el desprestigio de haber sometido al poder central al resto de territorios nacionales, como si esto hubiera redundado en beneficio de los castellanos.
En fin ese es otro tema. Lo que hoy quiero contar es el intento de levantamiento que se iba a producir en Andalucía en 1641, casi coincidente en el tiempo con otros dos mucho más conocidos, el de Cataluña y el de Portugal, este último se tradujo en la definitiva independencia de nuestros vecinos.
D. Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, IX Duque de Medina Sidonia, descendiente del famoso héroe de Tarifa, pasaba por una crítica situación financiera ya que sobre la enorme fortuna ducal pesaban elevadas cargas e hipotecas. Al asumir la jefatura de la casa ducal también asumió otros cargos vinculados, como el de Capitán General de la Mar Océana y Costas de Andalucía (desde el Guadiana a Gibraltar), y por ello al producirse la rebelión de Évora y Algarve portugués en 1637 (entonces bajo dominio español), el duque dirije las operaciones militares para controlar la zona auxiliado por su cuñado el Duque de Braganza (casado con su hermana Luisa de Guzmán), y por su primo Francisco Antonio de Guzmán y Zuñiga, Marqués de Ayamonte. El caso es que la sublevación fue inmediatamente sofocada por Margarita de Saboya, virreina de Portugal.
Pero en 1640 la sublevación en Portugal rebrotó. En esta ocasión, los nobles portugueses que combatieron contra el primer intento secesionista mataron a Miguel de Vasconcelos, apresaron a la virreina y coronaron al duque de Braganza en Évora como Juan IV de Portugal, iniciándose con él la Casa real de Braganza. Se cree que la sublevación tramada por el Duque de Medina Sidonia y el Marqués de Ayamonte, estaba muy ligada a estos hechos en Portugal, pues al parecer iban a recibir ayuda del nuevo monarca del vecino país, además de ser apoyados por las flotas de Francia y Holanda desde el mar. Sea como fuere los planes fueron descubiertos y la conspiración desbaratada. Los dos presuntos cabecillas apresados, acabaron confesando su culpa y les fueron confiscados buena parte de sus bienes y condenado a muerte y ejecutado el Marqués de Ayamonte y perdonada la vida, pero condenado a vivir siempre lejos de sus posesiones en Andalucía y de la corte de Madrid y a pagar una fuerte multa (un donativo a favor del Rey oficialmente hablando), el Duque de Medina Sidonia, de hecho cuando se saltó alguna de las prohibiciones fue encarcelado en el castillo de Coca.
Hay muchos puntos oscuros alrededor de esta conspiración, ya que al ser descubierta antes de que se llevara a término, algunas cosas son meras suposiciones. Para algunos era una mera revuelta de nobles contra la corona y para otros un verdadero intento de secesión de Andalucía, cuya corona hubiera recaído en el Duque. La falta de apoyo del resto de nobleza y la escasa o nula implicación del pueblo, cuyo descontento no supieron aprovechar para unirlo a su causa, en una clara muestra de desprecio, muy típico de esta nobleza terrateniente, hacían que, de haber ido más adelante, hubiera sido prácticamente imposible que triunfasen. A la historia pasó una frase del Duque de Medina Sidonia: Una mentira, aun siendo repetida un millon de veces, no deja de ser una mentira. España es un invento, y el que no lo vea es que lo ciega su intelecto, o es que le han lobotomizado desde pequeño.
Una serie de levantamientos de diversos territorios de los que entonces conformaban las posesiones de la corona, se iban sucediendo, cuando no eran coincidentes en el tiempo, con el consiguiente gasto en el mantenimiento de las tropas, casi siempre descargado sobre los hombros de Castilla, que comenzó su camino hacia la miseria y desde entonces no ha vuelto a levantar cabeza y encima carga con el desprestigio de haber sometido al poder central al resto de territorios nacionales, como si esto hubiera redundado en beneficio de los castellanos.
En fin ese es otro tema. Lo que hoy quiero contar es el intento de levantamiento que se iba a producir en Andalucía en 1641, casi coincidente en el tiempo con otros dos mucho más conocidos, el de Cataluña y el de Portugal, este último se tradujo en la definitiva independencia de nuestros vecinos.
D. Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, IX Duque de Medina Sidonia, descendiente del famoso héroe de Tarifa, pasaba por una crítica situación financiera ya que sobre la enorme fortuna ducal pesaban elevadas cargas e hipotecas. Al asumir la jefatura de la casa ducal también asumió otros cargos vinculados, como el de Capitán General de la Mar Océana y Costas de Andalucía (desde el Guadiana a Gibraltar), y por ello al producirse la rebelión de Évora y Algarve portugués en 1637 (entonces bajo dominio español), el duque dirije las operaciones militares para controlar la zona auxiliado por su cuñado el Duque de Braganza (casado con su hermana Luisa de Guzmán), y por su primo Francisco Antonio de Guzmán y Zuñiga, Marqués de Ayamonte. El caso es que la sublevación fue inmediatamente sofocada por Margarita de Saboya, virreina de Portugal.
Pero en 1640 la sublevación en Portugal rebrotó. En esta ocasión, los nobles portugueses que combatieron contra el primer intento secesionista mataron a Miguel de Vasconcelos, apresaron a la virreina y coronaron al duque de Braganza en Évora como Juan IV de Portugal, iniciándose con él la Casa real de Braganza. Se cree que la sublevación tramada por el Duque de Medina Sidonia y el Marqués de Ayamonte, estaba muy ligada a estos hechos en Portugal, pues al parecer iban a recibir ayuda del nuevo monarca del vecino país, además de ser apoyados por las flotas de Francia y Holanda desde el mar. Sea como fuere los planes fueron descubiertos y la conspiración desbaratada. Los dos presuntos cabecillas apresados, acabaron confesando su culpa y les fueron confiscados buena parte de sus bienes y condenado a muerte y ejecutado el Marqués de Ayamonte y perdonada la vida, pero condenado a vivir siempre lejos de sus posesiones en Andalucía y de la corte de Madrid y a pagar una fuerte multa (un donativo a favor del Rey oficialmente hablando), el Duque de Medina Sidonia, de hecho cuando se saltó alguna de las prohibiciones fue encarcelado en el castillo de Coca.
Hay muchos puntos oscuros alrededor de esta conspiración, ya que al ser descubierta antes de que se llevara a término, algunas cosas son meras suposiciones. Para algunos era una mera revuelta de nobles contra la corona y para otros un verdadero intento de secesión de Andalucía, cuya corona hubiera recaído en el Duque. La falta de apoyo del resto de nobleza y la escasa o nula implicación del pueblo, cuyo descontento no supieron aprovechar para unirlo a su causa, en una clara muestra de desprecio, muy típico de esta nobleza terrateniente, hacían que, de haber ido más adelante, hubiera sido prácticamente imposible que triunfasen. A la historia pasó una frase del Duque de Medina Sidonia: Una mentira, aun siendo repetida un millon de veces, no deja de ser una mentira. España es un invento, y el que no lo vea es que lo ciega su intelecto, o es que le han lobotomizado desde pequeño.
Hubieran acabado todos en el bando ingles,francia no habría disparado un cañon y la perfida albion lo hubiera aprovechado.¡¡menos mal!!
ResponderEliminarPor desgracia en España, siempre ha habido gente dispuesta a separarse y a formar país a parte. Lo que hoy tenemos con Cataluña y con el País Vasco, siempre ha sido una constante desdfe tiempo inmemorial. Esas luchas más o menos declaradas por la independencia de regiones, nos ha empobrecido a todos. Y no se si es que no son conscientes que Cataluña, por ejemplo, separada de España, se empobrecería a ojos vista. Ese último rebrote de independentismo, ha llevado a esta región a perder la primacia económica que ostentaba.
ResponderEliminarUna vez más, la penitencia va en el pecado.
Saludos
¡Vaya con el duque de Medina-Sidonia! Creo que aciertas en la nula implicación popular en estos intentos periféricos, que por lo demás creo que son comparables a los que se dieron en muchas otras naciones.
ResponderEliminarNotable post.
Saludos blogueros
Navegante: No me hubiera extrañado para nada.
ResponderEliminarJosé Luis: Yo siempre he creído que detrás de todas estas cosas siempre hay algún Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, que pretende ponerse la corona en su cabeza a costa de exacerbar ciertos sentimientos echando mano de cuanta demagogía sea menester.
ResponderEliminarLos nobles a lo suyo, el pueblo a buscarse la vida y los espabilados sacando tajada en cuanto te descuidas.
ResponderEliminarSaludos, José Antonio.