domingo, 16 de enero de 2011

EL APARTAMENTO

¿Cómo transformar la historia de un don nadie en una obra de arte?
Tengo una receta para ello. Verás, sólamente tienes que llamar a Billy Wilder para dirigir la película; encargar el guión a I.A.L. Diamond, poner al propio Wilder para que le secunde al escribirlo y, por último, darles los papeles protagonistas a Jack Lemmon y Shirley MacLaine.
Es sencillo, los genios convierten en geniales las cosas que no lo son.
Hasta esta historia, que es como una especie de homenaje a los que nos son nada, a los que no somos nada. Aquí no hay héroes, ni situaciones que requieren arrojo y valor, ni peligros acechando. Sólo personas corrientes, de las que todos los días nos cruzamos por la calle, nuestros propios compañeros de trabajo, nuestros jefes y subordinados, que nunca figurarán en ninguna relación de hombre célebres.
Tipos del montón, que es lo que somos la mayoría, la inmensa mayoría.


Qué es "El apartamento". Mucha gente os dirá que es una comedia, seguramente le pondrán un apellido, quizá una comedia dramática. Pero yo creo que es una peli difícil de encasillar, porque a nada que escarbes en su superficie y dependiendo de los ojos y la sensibilidad de quien la ve, es otras muchas cosas.


Por ejemplo, un retrato de la soledad del ser humano.
La presentación es demoledora, una instantánea de esta soledad, una foto aérea de la ciudad de Nueva York, precísamente el paradigma de las ciudades donde uno está sólo y rodeado de gente a la vez. Mientras, la voz en off del protagonista nos dice: "El 1 de Noviembre de 1.959, la población de Nueva York era de 8.042.743 personas. Tendidos en el suelo uno tras otro, suponiendo una estatura media de 1,70, llegarían desde Times Square a las afueras de Karachi, Pakistán."
Y para acabar de redondearlo, no menos demoledora la imagen panorámica de la inmensa oficina, donde los empleados paracen gallinas ponedoras en una nave.


Y él, quién es el tipo que nos habla, este C.C. Buxter que interpreta magistralmente Jack Lemmon y que le tira los tejos de una manera bastante desafortunada a la ascensorista del edificio donde trabaja (guapísima y angelical Shirley MacLaine).
Para algunos es un trepa, que utiliza su apartamento (cuyo sentido en la película, sería lo que aquí llamamos piso de soltero y que no queda bien captado en el título al traducir la expresión al castellano) para subir puestos en su trabajo de forma poco ortodoxa.
Volvamos a escarbar, en lugar de quedarnos ahí. Shirley se lo dice: Vd. es una víctima.
Y lo es, un tipo que pierde toda su dignidad, que debe arrodillarse ante sus superiores y entregarles lo que sería el símbolo de su independencia: La llave de su casa.
Y ahí estamos retratados, de nuevo, la mayoría silenciosa. Ellos, los que mandan, se meten en nuestras propias casas, dirigen nuestras vidas. Hoy nos dicen que hay que consumir, que eso es bueno para todos y mañana nos convencen de que la culpa de la crisis es nuestra porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Os suena? Pues eso, si quieres lograr un buen empleo, a callar y a tragar.


Dos almas perdidas que se encuentran en ese maremágnum de gente y cuya soledad queda magistralmente reflejada en otro de los párrafos del portentoso guión: "...vivo como Robinson Crusoe, náufrago entre 8 millones de personas. Entonces, un día vi una huella en la arena, y allí estabas..."
Al fin y al cabo, él sólo es uno de los 31.259 empleados de la Consolidated Life, el que trabaja en el piso 19, Departamento de Pólizas Comunes, División de Contabilidad de Primas, Sección W, mesa número 861. Un número, al fin y al cabo.


En medio de todo esto, tanto la relación entre ambos, como el vecino médico y su esposa, dispuestos a echar una mano cuando hace falta, son todo un canto de esperanza.
Magníficos gags y maravillosas interpretaciones para un film que discurre de forma desenfadada, pero que, sin dejar de ser graciosa, es muy triste a la vez, quizá porque cuenta la verdad, una de las mejores películas de la historia del cine.


Me quedo con el todo, no podía ser menos, pero no quiero dejar de hablar de ese gusto por el detalle, que también nos mostraba Hitchcock en sus films, ese saber convertir a los objetos en personajes de la peli: La raqueta de tenis para escurrir spaghetti, la calculadora que usa en el trabajo, el mando a distancia... y, sobre todo, la llave del apartamento, jamás una llave tuvo tanto protagonismo y creó tal grado de incertidumbre, como en esta película.




10 comentarios:

  1. No sé la de veces que me han recomendado esta película, y lo peor es que la tengo! Pero no hay manera, no saco tiempo :-)

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  2. Par mi,sin duda,la obra maestra de Wilder con un Lemmon magistral y una deliciosa Shirley McLaine (qué gran actriz,y que hermano tan insustancial el amigo Warren Beatty...).
    "El apartamento" no es una comedia como pretenden algunos calificar, si no una ácida crítica hacia el cinismo de una puritana y farisea sociedad americana de los 50.

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  3. Una joya. De las pelis imprescindibles. Algo me ha influenciado. Jamás, de manera consciente,le lamí el culo a un jefe. Claro que asi me fue. Si me dejan seleccionar 25 filmes que hay que salvar en un incendio, El Apartamento estaría entre ellas. Un saludo

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  4. Pues la acabarás viendo, Vir y, sin duda, la disfrutarás, ya lo verás.

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  5. Estoy contigo Natalia, no es una comedia, o al menos no es una comedia al uso, sino una crítica y bien ácida a un tipo de sociedad que estaba eclosionando en aquellos años.

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  6. Yo creo que es la obra cumbre de Wilder, aunque como digo siempre, los gustos son subjetivos.

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  7. A mi me dejó alucinado el jugo tan bueno que le sacaron a una situación que podría ser perfectamente real, pero no un jugo cualquiera, si no de naranjas de Valencia jaja

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  8. La tengo y la he visto varias veces, siempre cuando tengo tiempo, estas pelis hay que saborearlas.

    Un saludo Trecce.

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  9. Tienes razón Candela, un buen gourmet queda satisfecho con estas películas.

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