En el Norte de África, en un destacamento de la legión, El Grajo (Alfredo Mayo), un veterano de reconocido valor, y Mauro (Luis Peña), un joven recién llegado, se hacen amigos. Un día, durante una pelea, muere un hombre y todos los indicios apuntan a que Mauro es el culpable. Convencido de su inocencia, El Grajo investiga por su cuenta y logra que su amigo quede en libertad, pero una misteriosa carta lo hace regresar al lugar del que procede. Años más tarde, liberado de sus obligaciones militares, El Grajo está en un país extranjero y descubre un complot contra el nuevo rey que resulta ser Mauro.
Con guión de Luis Lucia, entre otros y dirigida por Juan de Orduña, dos hombres que sabían de cine, pero que en este, tienen uno de sus peores trabajos, a mi juicio.
Guión muy pobre, situaciones que, de no ser patéticas, a veces parecen verdaderas humoradas, pretende ser una película para exaltar el valor, el coraje y el desprecio por la propia vida, supuestamente, algunos de que los promueve el credo legionario.
Lo cierto es que yo no se si les diría algo a los propios legionarios o les parecería también un producto que deja bastante que desear, del que pocas consecuencias positivas se pueden sacar ni siquiera situándose en el momento histórico en que fue rodada la película.
Con sólo escuchar el título de esta película, me vienen a la mente adjetivos como "chusquero" o "casposo".
ResponderEliminarNo me extraña.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarNo es una película de esas que vuelvo a ver. No se como seria el ambiente cuartelero por aquel 1942, yo me aliste voluntario en 1984 con 16 años, salí con 18, mi intención era ir a los paracaidistas pero por edad no era posible, me ofrecieron la posibilidad de la legión y allá que me fui. Fue una decisión alocada, yo necesitaba irme de casa, una historia muy larga... Hay muchos mitos a desmontar, evidentemente el concepto de la muerte y toda esa parafernalia esta muy presente, pero bueno, con esto también se mercadea en otros contexto geográficos y políticos muy diferentes. Por cierto, tuve un compañero de Bilbao que tenia tatuada el hacha y la serpiente, ya te digo, el ambiente era muy variopinto...
Un saludos!
Alguna historia legionaria podría contar yo también, no porque sirviera en el Tercio, que no lo hice, sino por mis visitas al acuartelamiento García Aldave, donde vi cosas curiosas y otras no tanto y por alguna cosilla de cuando hice la mili.
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