viernes, 9 de octubre de 2020

VIDA OCULTA

 


Franz (August Diehl) y Fani Jägerstätter (Valerie Pachner) son un feliz matrimonio que vive con sus tres hijas en su granja alpina de Sankt Radegund, Austria. Son campesinos, viven y trabajan rodeados de un impresionante paisaje montañés. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz no se deja arrastrar por la corriente mayoritaria. Se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en el primer objetor de un mundo de ferviente nacionalismo y creciente ideología de odio. El amor incondicional de su esposa y su fe inquebrantable, se convertirán en sus principales aliados para afrontar las graves repercusiones que su decisión provocará.


Durante el régimen nazi, los soldados austriacos movilizados, tenían obligación de prestar juramento de lealtad a Hitler. Franz Jägerstätter, reclutado en 1943 para combatir con el ejército alemán en la II Guerra Mundial, se niega a prestar dicho juramento, no quiere participar en una guerra que considera injusta, por lo que fue juzgado y condenado a muerte, siendo guillotinado en la prisión de Brandeburgo el 9 de agosto de 1943, cuando contaba 36 años. Ya cuando Hitler convocó el plebiscito del 10 de abril de 1938 para legitimar el Anschluss (la anexión de Austria a la Alemania nazi), Franz había sido el único de su pueblo en votar en contra. 
Fue declarado mártir y beatificado por el Papa Benedicto XVI en junio de 2007. Su fiesta se celebra el día de su bautizo, el 21 de mayo. La figura de este hombre es el argumento central de la película.


La película es todo un desafío a las emociones y a los sentidos, porque se aprecian en ella, de un lado, una historia que conmueve y, de otro, un auténtico goce visual, artístico y sonoro. 
Con escasos diálogos y un acertado uso de la voz en off de los protagonistas, la película se sigue perfectamente por su desarrollo lineal y el perfecto encaje entre secuencias, todo ello con el sello de Malick de por medio que no tiene empacho alguno en "perder el tiempo" mostrando auténticas maravillas deliciosamente fotografiadas de la belleza alpina, sus valles verdes, sus altas cumbres, las nubes que van de algodonosas a negras presagiando la tormenta, el discurrir del agua cristalina por ríos y canales, la vida rural entre idílica y sacrificada, con las faenas agrícolas, el arado y acondicionamiento de las tierras, el cuidado y el trabajo de los animales, el granero rebosante de heno en el que juegan las niñas... 
La película podría haberse adentrado perfectamente por caminos más explícitos del gusto de un amplio sector del público, mostrando con pelos y señales las torturas, vejaciones y abusos a que el protagonista se ve sometido durante su encierro en prisión o haciendo énfasis y alargando las escenas en que la familia es humillada, menospreciada y señalada por sus conciudadanos como "culpables" de no querer seguir la corriente de los demás y resistirse a doblar la cerviz ante el tirano, o también hacer hincapié en la actitud dubitativa de la Iglesia para con uno de sus feligreses. Pero Malick no se regodea en el sufrimiento, lo vemos, nos lo enseña, está presente durante todo el film, no lo esconde, pero nos lo muestra justo en la medida en que quede claro lo que ocurrió, vemos los golpes y las burlas que sufre Franz, vemos a sus hijas siendo insultadas, incluso apedreadas por los otros niños, a los vecinos volviendo la cabeza o escupiendo al paso de Fani y su hermana, al alcalde reconviniendo a Franz por su actitud, pero son imágenes concretas, austeras, breves incluso, pero concisas y muy ilustrativas, certeras y precisas, más que suficientes para que entendamos el sufrimiento de este hombre y su familia, su entereza y valentía para afrontar el aislamiento y el juicio social, peor que el de los despiadados tribunales, porque viene de sus vecinos en un pueblo pequeño en el que todos se conocen y que es un retrato vívido de lo que ocurrió en aquella Alemania o en la Austria de los años 30, lugares en los que, acabada la guerra, la gente decía que no sabía nada, que ignoraban lo que ocurría. ¿Tampoco sabían lo que ocurría con Franz, con su vecino, o con tantos otros Franz como hubo que plantaron cara a un régimen satánico? 
Un film más actual de lo que pueda parecer, cuando los nacionalismos están arrastrando tras si a tantas "pobres mentes" de gente que está supuestamente preparada intelectualmente y que, a su vez, arrastra tras si a tantos otros menos capaces que integran el rebaño al que se le hace creer que un plebiscito o unas votaciones interesadamente manipuladas (manipuladas las conciencias y las mentes de los que votan), son un argumento irreprochable para reclamar fines equivocados y que solo sirven a los intereses de unos pocos. 
El film es la historia de un ser anónimo, de uno de nosotros, su figura no tiene relevancia alguna, pero es el arquetipo de los que ante la eterna justificación de que uno solo no puede hacer nada ante acontecimientos que nos superan, se rebelan y ponen su granito de arena para hacer buena la frase de George Eliott (seudónimo de la escritora Mary Ann Evans) que se mencionan en el film y de la que se extrae el título del mismo: “[…] que el bien siga creciendo en el mundo depende en parte de actos no históricos; y que las cosas no vayan tan mal entre nosotros como podría haber sido se debe en parte a aquellos que vivieron fielmente una vida oculta y descansan en tumbas que nadie visita”.
"Vida oculta" es una película larga (tres horas casi), si se deciden a verla, háganlo, pero si además quieren disfrutarla, prepárense antes, elijan el día en que puedan estar relajados y sin prisas y deléitense con este delicado bocado cinematográfico en que forma y fondo se conjugan para alcanzar cotas de obra de arte.




8 comentarios:

  1. Me alegra mucho que haya gente capaz de apreciar el cine de Malick; capaz de apreciar precisamente esas "pérdidas de tiempo". Para mí este es el cine de mayor altura, el de directores interesados en crear belleza. Además, en este caso concreto, es una historia de gran enjundia, un gran ejemplo moral.

    Me he animado, tras superar muchas dudas, eso sí, a abrir un blog (con un seudónimo). No sé qué tal me saldrá ni sé si es conveniente anunciarme de este modo tan directo; pero serás bienvenido: umiblue.blogspot.com

    Llevo poco tiempo y aun no me manejo bien; pero en breve enlazaré el tuyo en el mío, y así te hago publicidad. Aunque me parece que tú no la necesitas porque ya te leerá mucha gente.

    Un saludo,
    Marcos M.

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    1. Me encanta Malick desde que "sentí" como se mecía la hierba a través de sus imágenes en "La delgada línea roja".
      Yo creo que no me lee casi nadie, pero aprecio a quienes lo hacen, en realidad, casi que escribo para mí mismo y poco más.
      Por supuesto que me pasaré por tu blog.

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    2. Bueno, pues aprovechando el puente he adecentado el blog: ahora ya está un poco más amueblado. Hasta que te haces con el asunto pasa un poco de tiempo. De todas formas, no quiero llenarlo demasiado con imágenes.

      Aunque no entres a leer por completo los textos, sí me gustaría una opinión, si pudiera ser, sobre el tipo de letra: estoy recabando información para saber si se lee bien. Hay discrepancias entre la gente.

      Saludos,
      Marcos M.

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    3. No se si por impericia o por qué motivo, el caso es que con el enlace que me has enviado, soy incapaz de encontrar tu blog.
      Envíame un enlace desde el que pueda entrar, por favor.

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    4. En principio deberías poder entrar si copias esto:

      https://umiblue.blogspot.com/

      ...en la caja de direcciones del navegador.

      Marcos M.

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  2. Que tal Trecce!
    Te agradezco mucho la reseña, se me había pasado por alto esta película, la historia me parece de lo mas interesante. Anotada queda.
    Saludos!

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    1. Aquí tuvo acogida desigual. Es lo que ocurre con Malick, que hay quien no le traga.

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