María Josefa Pimentel, XV Condesa-Duquesa de Benavente y Duquesa de Gandía, Condesa de Alba de Liste, Marquesa de Jabalquinto, Princesa de Anglona, Duquesa de Béjar, Duquesa de Arcos, entre otros muchos títulos, había nacido en 1752 y desde los doce años, por fallecimiento de su padre, era titular de los títulos mencionados. Prometida en matrimonio con Pedro Alcántara Téllez Girón, segundo hijo del Duque de Osuna, quiso el destino que unos meses antes de celebrarse los esponsales (tuvieron lugar el 29 de diciembre de 1771), falleciera el primogénito de los Osuna, convirtiéndose don Pedro Alcántara en heredero del ducado de Osuna, produciéndose la indeseada unión (al menos por parte de los Benavente) de dos de las casas que más títulos nobiliarios concentraban en su poder.
A partir de entonces, el condado-ducado de Benavente, pasó a formar parte de la casa de Osuna, por la prevalencia de esta, a pesar de lo cual, doña María Josefa, siempre fue conocida en la época como la condesa-duquesa de Benavente.
Mujer de su tiempo, es ejemplo de dama ilustrada de la época, siempre atenta a las novedades y nuevas tendencias en los ámbitos económicos, científicos y culturales, fue nombrada en 1786 académica de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y formó parte de la Junta de Damas, versión femenina de la Sociedad Económica Matritense, de la que fue presidenta en 1787, preocupada sobre todo, por llevar adelante iniciativas que mejoraran la higiene y la prevención de enfermedades a través de medidas innovadoras como la vacunación (tarea nada fácil, por las reticencias que encontraba), la educación y la asistencia social a niñas y mujeres en campos como la escuela, el hospicio o la cárcel.
Este deseo de fomentar la ilustración de los Duques, les lleva a crear en su villa solariega, la Sociedad Económica de Benavente, a fin de promover la agricultura, la industria y la educación. Sin embargo la suspicacia campesina a la innovación y la sorpresa que producen las ideas de los Duques, halló en Benavente una resistencia pasiva que resume en su carta Fray Francisco Vélez Cossío, caballero de la Orden de San Juan y cura de la benaventana parroquia de San Juan del Mercado, escrita desde allí al año de inaugurarse la sociedad: "... el clero no ha tenido estímulo como V.E. conocerá. Los seglares se han enfriado infinito" (Archivo Histórico Nacional. Archivo de Osuna).
La Condesa visita sus estados de Benavente y con esta ocasión, nace en la localidad de Quiruelas de Vidriales, el 15 de septiembre de 1787, Pedro Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, segundo varón de la familia.
El libro resulta curioso, por cuanto estamos hablando de una mujer, cuya dilatada vida, le permitió atravesar los reinados de Carlos III, Carlos IV, Fernando VII y el principio del de Isabel II. Su copiosa correspondencia da noticia de la intensa vida social en su casa de la Puerta de la Vega, o en la Alameda de Osuna, donde mandó construír los jardines de El Capricho, destacando la protección brindada a distintos artistas, desde Goya, a literatos como Iriarte (que escribió alguna obra para el teatro instalado en casa de la Condesa), don Ramón de la Cruz o Juan Meléndez Valdés; músicos como Boccherini o Barbieri; bailarines; actores (Pepa Figueras o Isidoro Máiquez, entre otros). De esa correspondencia se infieren datos y vivencias de la vida cortesana y también de las clases populares, no sólo en España, sino en Europa (la familia pasó una larga temporada en París a la espera de la frustrada toma de posesión del Duque como embajador en Viena), en la azarosa época posterior a la Revolución Francesa. Las cartas intercambiadas con los administradores de sus extensas posesiones, también nos acercan noticias de los tiempos tempestuosos de la invasión francesa y posterior Guerra de la Independencia y de la permanente inestabilidad durante el reinado de Fernando VII, con las constantes disputas entre absolutistas y liberales.
No menos interesante resulta la figura de la autora del libro, la Condesa de Yebes. Carmen Muñoz Roca-Tallada (Biarritz, 26.VI.1901 – Madrid, 4.V.1988), escritora, traductora e intelectual, precursora a la hora de abrir nuevos caminos hacia el papel que debía jugar la mujer en los nuevos tiempos. Descendiente de ilustres linajes aragoneses, su sensibilidad hacia la cultura y su espíritu tolerante, la llevaron a colaborar estrechamente con María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, como tesorera de la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes, lo que a su vez, le permitió mantener amistad con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Antonio Marichalar y Ramón Gómez de la Serna. Precisamente su admiración por Ortega le abrió las puertas de las reuniones de la Revista de Occidente, un sancta santorum de la inteligencia masculina sólo accesible a una minoría de mujeres: María Zambrano, Maruja Mallo, Rosa Chacel y algunas damas escogidas como la propia Carmen Muñoz Roca-Tallada.
Entre 1928 y 1929 el matrimonio (había contraído nupcias con Eduardo de Figueroa y Alonso-Martínez, VIII conde de Yebes e hijo del conde de Romanones) visitó Estados Unidos y trabó amistad, entre otros, con Charles Chaplin, que plasmó a la pareja en un documental. Los salones de la casa de los condes de Yebes en Madrid ofrecieron hospitalidad a las figuras de la generación del 27 y a las personalidades que visitaban la capital, desde Jean Cocteau a Igor Stravinski.
ResponderEliminarEn esta obra, la Condesa de Yebes, Carmen Muñoz Roca-Tallada, no solamente nos relata la vida y las andanzas de la Condesa-Duquesa de Benavente. Retrata además de una manera muy precisa y maravillosa la vida social y el estilo vital de aquella época´. Y es que a la condesa de Yebes se le pegó el estilo de los literatos de la generación del 27
Es verdad, no obstante, que hay unas cuantas cosas que se repiten y largos párrafos en los que cita impresiones de otras personas de la época que, en ocasiones, poco o nada tuvieron que ver con la Condesa.
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