Días Contados es una historia de amor entre dos personajes que viven al límite. Ella, Charo (Ruth Gabriel), casi ha cruzado esa frontera irreversible de la droga y, a pesar del ambiente sórdido en el que ha crecido no puede ocultar la ingenuidad propia de sus dieciocho años. Él, Antonio (Carmelo Gómez), doce años mayor que ella, ha dedicado este tiempo a una causa en la que ya no cree y está atrapado en una dinámica de destrucción y muerte. En torno a ellos deambula una serie de personajes empeñados en apurar sus vidas al límite y que no se conforman con ser meros comparsas de esta historia en la que prácticamente todos tienen sus días contados.
Antonio es un miembro de ETA y está de vuelta de los principios que le llevaron a militar en la lucha terrorista. Cuando llega a Madrid para preparar un atentado, conoce a su vecina Charo, una heroinómana de 18 años y el entorno sórdido y marginal en que se mueve. Ambos inician una aventura amorosa que hará que Antonio se cuestione el rumbo de su vida. Pronto se verá obligado a elegir entre el amor o seguir matando.
La película adapta de manera muy libre, una novela del mismo nombre de Juan Madrid que se desarrolla en el entorno de la llamada movida madrileña, a la que aquí no se hace alusión, introduciendo por contra el mundo de ETA, que no está presente en la novela.
Un argumento interesante para un guión bastante mediocre (pienso yo) y un final bastante llamativo, pero antes has tenido que soportar muchos minutos de situaciones que o bien no aportan mucho a la historia, o no están muy bien planteadas y mucho menos conseguidas.
En fin que, en ocasiones como esta te das cuenta de lo que a veces encierran los premios y los intereses que hay detrás de ellos; nada menos que 8 Goyas (11 nominaciones), pero es que también se llevó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Y es que este film fue acogido en su momento, con gran regocijo, como una película osada y valiente que hablaba sobre el terrorismo de ETA, pero qué quiere que le diga, al menos vista hoy, da un poco de grima, tanto la manera, un tanto interesada y poco imparcial, de presentar el mundo de ETA, como la forma en que se desarrolla la historia, con una exhibición gratuita de pechos y pubis a mansalva, sin que venga mucho a cuento y unas actuaciones que no están muy allá que digamos.
Floja película que ofrece mucho, pero da poco.
Una más de las autocomplacientes películas que aparecen de vez en cuando en nuestro cine. Usadas para que el establishment "cultural" se sienta bien consigo mismo.... y si luego no gustan al público poder pretender que hay un boicot por parte de los fachorros iletrados, o decir que no esta hecha la miel para la boca del asno.
ResponderEliminarLa verdad es que puede haber quien la interprete como una visión demasiado condescendiente con el mundo del terrorismo.
EliminarMas que condescendiente a mi me pareció una película que se quedó a medias. No se si por miedo o por simpatía ideológica, en su momento tuvo su tirón porque aunque ya se habían pasado los años de plomo todavía no habíamos llegado a la respuesta social que produjo el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Personalmente me decepcionó bastante en su momento porque esperaba más, políticamente hablando, del tema. Al final y con los premios acabó quedándome la sensación de lo que he comentado antes, que Uribe había hecho una película más para sentirse mejor consigo mismo por haber apoyado anteriormente a ETA
EliminarPuede ser.
EliminarVaya, a mí sí me gustó, pero hace mucho que la vi, aunque desde luego era muy benévola con el mundillo etarra.
ResponderEliminarYo no sé exactamente si Imanol Uribe, no quiso o no se atrevió a pintar las cosas de otra manera.
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