lunes, 8 de agosto de 2016

ESQUILACHE

La acción transcurre durante el reinado de Carlos III (Adolfo Marsillach), en el siglo XVIII, siglo de la Ilustración.
Leopoldo de Gregorio, Marqués de Esquilache (Fernando Fernán Gómez), ministro de Hacienda y de la Guerra, fue el encargado por el Rey de modernizar España, promulgando leyes que el pueblo, manipulado por una parte de la nobleza y otras fuerzas conservadoras, consideró contrarias a sus intereses.
Los motivos más inmediatos que originaron la revuelta popular conocida como el “Motín de Esquilache” fueron sus medidas para el saneamiento de la ciudad y, especialmente, la prohibición de vestir capa larga y sombrero de ala ancha, que favorecía el ocultamiento de las armas y dificultaba el reconocimiento de los delincuentes.
Después de enfrentarse a un grupo de embozados, Esquilache, Fernanda (Ángela Molina), su doncella, y Campos (José Luis López Vázquez), su secretario, consiguen dirigirse hacia el Palacio Real. El Marqués va recordando los acontecimientos que han promovido esa ola de violencia. Rememora sus últimas entrevistas con el rey Carlos III; sus enfrentamientos con los nobles; la corrupción de Pastora (Concha Velasco) su esposa y, sobre todo, su relación con Fernanda, su doncella, por la que se siente fuertemente atraído.
Tras un dramático viaje por el recuerdo y la violenta noche de un Madrid amotinado, Esquilache llega al Palacio Real. Pronto comprende que está siendo víctima de una conspiración muy hábil dirigida por manos muy cercanas y poderosas.
El pueblo se dirige también al Palacio Real, para exponer al Rey en persona sus peticiones que, entre otras, se concretan en el destierro del Marqués y su familia, y en la anulación del decreto sobre capas y sombreros.
Carlos III deja en manos de su ministro la decisión final. Esquilache comprende que el rey tiene que aceptar las peticiones de los rebeldes para evitar una guerra fratricida. La Reina Madre, Isabel de Farnesio (Amparo Rivelles), ya se lo había anticipado durante una partida de cartas: “A veces, en las cartas, es necesario sacrificar un caballo para conservar el rey”.
Aunque se trata de una adaptación muy libre, debe destacarse que la fundamental base de esta película es la obra teatral de Buero Vallejo “Un soñador para un pueblo”, estrenada con gran éxito en el Teatro Español de Madrid el 18 de diciembre de 1958. Faltan escenas y personajes de la obra teatral y hay secuencias y personajes nuevos. La estructura narrativa de la película es muy diferente, pero el inmenso talento de Buero Vallejo para reflejar la esencia de “lo español”, en sus aspectos positivos y negativos, queda patente a lo largo de toda la película.
Especialmente cuidada en su ambientación y recreación de la época. Además de los decorados construidos y de todo el vestuario que se confeccionó con sumo cuidado, se pudo llegar a un acuerdo con Patrimonio Nacional para rodar dentro del Palacio Real, allí donde doscientos años antes habían sucedido realmente los hechos que se filmaban.


Quizá uno de los aspectos que más llama la atención tras el paso de los años, es la presencia de grandes actores y actrices de la escena española que desfilan por el film, aparte de los mencionados, quiero fijarme en dos cuya carrera se consideraba ya entonces, amortizada, y que sin embargo, aportan magníficas actuaciones, el otrora galán Alberto Closas, que se permite robar planos a sus compañeros de reparto y Ángel de Andrés, alejado de los papeles cómicos que hicieron de él uno de los secundarios recurrentes del cine español en blanco y negro y que aquí hace breves pero logradas apariciones interpretando al Marqués de la Ensenada.
La Historia recuerda a Esquilache por el asunto del Motín que lleva su nombre, pero nos dejó algo más que ya casi va en los genes de las personas de este país y que hace que las disputas entre gentes, territorios e ideologías, desaparezcan, sin importar si el dinero recaudado va a la Administración Central o donde quiera que sea, algo cuyo nacimiento se recrea en el film, en una de cuyas escenas asistimos a un acto que tuvo lugar en Madrid el 17 de marzo de 1776, en presencia de los Excelentísimos Señores  Marqueses de Esquilache: El primer sorteo de la Lotería Nacional.




2 comentarios:

  1. Buen conjunto de actores nacionales y excelente el argumento, especialmente para los que somos amantes de la Historia.

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    1. Los amantes de la Historia, como bien dices, disfrutamos de películas como esta que, por otra parte, son tan académicas, en el sentido de que como película siguen perfectamente el canon que, sin poder reprocharles nada, no alcanzan el éxito de público que el asunto y el argumento, merecería. Una lástima.

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