Un obispo que padece una extraña enfermedad de la piel, una ciudad pequeña que vive entre los "chismes" de casino y tertulia, un amor imposible entre Pablo y María Fulgencia, y el devenir pausado de acontecimientos anodinos, sin más importancia que la que tienen para sus protagonistas, gente vulgar sin nada especial, todo ello narrado en episodios con cierta inconexión y poco más, ese el argumento de esta novela escrita por Gabriel Miró (1879-1930), de la que, por otra parte, tanto he disfrutado, porque aquí lo de menos es la historia, lo que de verdad importa es el lenguaje, el maravilloso dominio del léxico, la musicalidad de las descripciones, la imaginación para construir frases, el estilo impecable que va más allá de la mera pulcritud. Si alguien me preguntara qué es el novecentismo en literatura, le diría: lee esta novela de Miró, eso es el novecentismo, un estilo en el que la forma, la estética, lo es todo, por encima de un argumento. Quizá por eso Miró no asciende el escalón en el que descansan Galdós, Baroja o Blasco, porque sus obras se ocupan menos de crear y contar historias que del placer de escribirlas y describirlas.
Oleza, la humilde ciudad episcopal en que se desarrolla el argumento, nos trae ecos de la Vetusta de Clarín, aunque en este caso, según el unánime parecer, estemos ante un trasunto de Orihuela, y la luz mediterránea sustituye al gris cantábrico.
Quien se acerque a esta lectura, que no espere pues una trama argumental, o un misterio que nos atraiga, que disfrute del cómo, de la belleza de las descripciones y la sutileza del lenguaje, porque ahí es donde reside la magia de Miró.
Afortunadamente tú eres lo contrario de ese estilo basado en la estética de la frase y sin sustancia alguna. Pero hay blogueros que tras leerles dos folios de entrada te preguntas qué es lo que quiere decir. Y es porque han caído en eso que denominas ESTETICISMO de las palabras.
ResponderEliminarCada cual con sus gustos pero a mi edad disfruto mucho más con Kem Follet que con Gabriel Marquez.
De cualquier manera, la prosa de Miró es algo más que puro esteticismo, es dominio del idioma, descripciones y luminosidad.
EliminarNo se si Gabriel Miró tuvo amistad con algún pintor famoso de su época. Porque si analizamos detalladamente su obra, vemos que ha plasmado en sus novelas una especie de cubismo que suele encartar a sus lectores
ResponderEliminarPues que yo sepa no, pero su cercanía la modernismo hae que su lenguaje tenga esas connotaciones que apuntas.
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