Con esta obra se cierra la trilogía que comenzó con Garras de astracán y continuó con Mujercísimas, en las que Terenci Moix novela sobre algunos comportamientos actuales centrados en un tipo de mujeres modernas.
El personaje de Miranda Boronat, también presente en Mujercísimas, sirve al autor para dar otra vuelta de tuerca sobre el esperpento de estos seres que viven pendientes de salir en el papel couché y en los programas basura de la tele: Un Autor -trasunto del propio Terenci- se apropia del diario de una mujer al no encontrar asunto y trama para una novela. Con este texto ideado como un tenso diálogo entre Miranda, una “lesbiana vocacional”, y un Autor, “un mariquita barcelonés que presume de escritor”, se cierra la trilogía sobre la farsa contemporánea.
Aristócratas, ricos y famosos concentran los dardos divertidos y envenenados del escritor. Tras los nombres imaginarios (algunas veces prácticamente explícitos) se esconden figurones reales más o menos transparentes, pero constituyen sólo la espuma de la realidad que se denuncia: una sociedad, la nuestra, convertida en puro escaparate de frivolidad.
Todo cae bajo la mirada entre juguetona, irreverente y vitriólica del escritor: valores morales, religiosos, económicos, políticos, culturales... Si la historia empieza con el entierro de un Pujol momificado termina con una epidemia de SIDA en el Vaticano por falta de preservativos. Y nadie podrá quejarse porque el propio Moix se flagela y se burla de su literatura con inteligente cinismo.
Es una novela artística, una apuesta creadora interesante -heredera del espíritu renovador del joven Moix-, pero de resultados discutibles por no llevar dichos planteamientos a su último extremo. Hay en el libro gran capacidad verbal e inmejorables dotes satíricas, pero a veces se cae en gracias cercanas al chiste, en licencias personales y en situaciones de humor fácil. Y la fuerza imaginativa se desborda hasta producir un poco de fatiga.
Una reflexión pesimista, envuelta en una historia que pretende ser hilarante, que a veces no lo es tanto, pues no siempre consigue hacer gracia, en que la majadería de un grupo social se convierte en metáfora de todo un país.
Ramón Moix supo reírse elegantemente de la sociedad que le rodeaba. Se permitió hasta satirizar la propia cultura catalana en una de sus obras (El sexo de los ángeles) y en Chulas y famosas deja perfectamente retratadas a las mujeres de hoy día, que son muchas, que viven pendientes de la crónica rosa.
ResponderEliminarUn iconoclasta.
Eliminar