No te vayas sin hablar, parece el eslogan de cabecera de algunos periodistas que son enviados por sus medios a cubrir noticias.
Se plantan en medio de la calle y entrevistan al primero que pasa por allí para que hable sobre lo que se tercie, da igual, porque esa es otra, no es lo mismo decir tonterías sobre un partido de fútbol de la máxima rivalidad, que sobre un caso de asesinato, un secuestro o un caso de violencia de género, algunas temas deberían ser tratados con un mínimo de delicadeza, pero nada, ni por esas, ellos (y ellas), desenfundan la alcachofa y la plantan delante de la cara del primer insensato que pasa por allí para que escuchemos las frases recurrentes: "Parecía un buen chico", "es una familia muy buena, no comprendo cómo pudo hacerlo"... En fin, las tontadas de costumbre para que el entrevistador, que suele ser el que menos culpa tiene, porque se está jugando las habichuelas como vuelva de vacío, pueda regresar a la sede de su emisora o periódico, con la satisfacción del deber cumplido y algunos, me consta, con la sensación de que se han pasado cuatro años en la facultad y dos haciendo másters, para servir de comparsa a los fabricantes de la carnaza que demanda la sociedad y sentir vergüenza por formar parte del circo mediático.
Habría que distinguir entre periodistas con solera ya y esa nube de periodistas jóvenes que van a cubrir la mayor parte de los eventos imprevisibles. Y cuando lees tus propias declaraciones posteriormente, te cuesta trabajo reconocerte. Bueno, esa es al menos mi experiencia personal
ResponderEliminarA veces, ni te reconoces.
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