Durante el segundo año de la Guerra Civil Española, el Estado Mayor republicano, prepara una ofensiva a gran escala que le haga tomar la iniciativa en una guerra en la que, por el momento, no hace sino tratar de contener al enemigo y retroceder ante su empuje.
Para que el plan tenga éxito, es imprescindible que en los primeros momentos del ataque, desaparezca un puente que es el único camino existente para que las tropas nacionales hagan pasar transportes de hombres y vehículos blindados. La voladura es encomendada a Robert Jordan (Gary Cooper), un experto dinamitero que se ha alistado como voluntario en las filas republicanas.
El puente se halla sobre una garganta en la sierra de Guadarrama, en algún lugar cercano a Segovia y Jordan debe contactar con una partida de partisanos que opera en el lugar.
Allí conocerá a María (Ingrid Bergman), una joven represaliada por los fascistas, de la que se enamorará perdidamente, y también trabará fuertes lazos con algunos de los otros miembros de la banda.
Las dificultades de la vida en la sierra, las diferencias de criterio entre los hombres que apoyan a Jordan y una serie de acontecimientos imprevistos, pondrán en peligro la operación, a pesar del arrojo y el valor de los conjurados.
Basado en una novela del mismo título de Ernest Hemingway, la película tiene uno de sus mayores activos en la presencia de dos figuras que en aquel momento estaban en lo más alto de su carrera, como son Gary Cooper e Ingrid Bergman, que venía de rodar Casablanca.
Al igual que ocurre en el libro, la película es un cúmulo de tópicos y sus personajes están dibujados sin apenas profundidad.
Cooper, más inexpresivo que nunca, parece que no pone una pizca de alma en su papel, por otra parte bastante estereotipado, el típico yankee que sabe de todo y va a salvar el mundo porque está mucho más preparado que los palurdos españoles que le ayudan en su tarea.
A pesar de que los secundarios también representan estereotipos poco profundos, hay dos actores que destacan por encima del resto, Katina Paxinou y el gran Akim Tamiroff, en sus papeles de Pilar y Pablo, pero vamos, ya digo que todo está muy esquemático y un tanto ramplón.
La película no sabe aprovechar la principal virtud de la novela, que es el ritmo narrativo, que aquí, por momentos se hace pesado, recreándose en las escenas románticas entre la pareja protagonista y en los primeros planos del rostro de la Bergman, que es muy atractiva, de acuerdo, pero creo que se pasan y la peli se hace un poco lenta y pasada de minutos, para dar entrada a diálogos que tampoco están muy conseguidos.
Y es que ya no hay historias como aquellas...
ResponderEliminarAbrazotes.
Todo muy al gusto de Hollywood.
EliminarLeí el libro, y he visto la película, pero sin dudas, me gustó más la novela.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Sin ser nada del otro mundo, está mejor, sí.
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