Creados para ser representados en los intermedios de las obras teatrales, a modo de esos teloneros que hoy entretienen al público en los conciertos de las grandes figuras, a pesar de esa humilde condición, se pueden encontrar verdaderas joyas de teatro breve en este tipo de obras.
Los más conocidos creadores de entremeses, son el propio Cervantes, Francisco de Quevedo y Luis Quiñones de Benavente. Contaban con unos personajes tipo, aunque con variaciones entre unas obras y otras y, tras la aparente búsqueda de la risa fácil, se esconden una crítica social, feroz en ocasiones y libre de vergüenza siempre, pues en estas obritas podemos encontrar, más de una vez, un lenguaje más atrevido que en otras más largas y que eran vigiladas por el poder con ojo más atento.
Los ocho títulos que se incluyen en el libro que he tenido en mis manos, son:
El juez de los divorcios.
El rufián viudo llamado Trampagos.
La elección de los alcaldes de Daganzo.
La guarda cuidadosa.
El vizcaíno fingido.
El retablo de las maravillas.
La cueva de Salamanca.
El viejo celoso.
Los habladores.
Todos ellos, muy divertidos y aleccionadores, en los que se ponen en evidencia algunos de los vicios de la sociedad de la época, echando mano de la ironía y el ingenio.
No deja de ser un alivio cuando se ve que alguno de los libros que comentas ya han sido leídos.
ResponderEliminarBueno, son libros de siempre.
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