lunes, 28 de abril de 2014

LA PASIÓN DE CRISTO

Jesús (Jim Caviezel), hijo de María (Maia Morgenstern), es un humilde carpintero que vive en Nazaret, pequeña población de Galilea que se ha dedicado durante los últimos años a recorrer Israel predicando que es el hijo de Dios, el Mesías que su pueblo estaba esperando y que ha venido a este mundo para redimir a la humanidad de sus pecados.
Las autoridades religiosas le ven como un hereje y un blasfemo, por lo que recurren a uno de sus discípulos llamado Judas (Luca Lionello), al que sobornan para que traicione a Jesús y prenderlo. Conducido ante el Sanedrín, es condenado a muerte, pero como quiera que los romanos, potencia ocupante, no les dejan emitir condenas de muerte, se lo llevan al gobernador romano Poncio Pilatos (Hristo Shopov) para que ratifique la condena. Éste declara que no le encuentra culpable de ningún delito, pero ante el temor de que se produzca una revuelta instigada por los sacerdotes, decide someterle a un castigo, dejándolo en manos de los verdugos que le tratan como a un vulgar delincuente, le azotan salvajemente y le someten a todo clase de vejaciones. Sin embargo los sacerdotes judíos no se conforman con esto y Pilatos acaba claudicando, ordenando que sea crucificado.


El guión se basa en los textos evangélicos, desde los momentos inmediatamente previos al prendimiento, hasta la muerte de Cristo. A través de breves flashbacks, asistimos a algunos instantes concretos de la vida del Mesías y el film se cierra con un mensaje de esperanza, mediante una breve alusión visual a la resurrección.


Técnicamente la película está muy bien realizada, otra cosa es el empleo de ciertos recursos y que su uso pueda agradar más o menos, por ejemplo, la utilización recurrente de la filmación a más de 24 fotogramas/segundo, lo que transmite ese efecto de cámara lenta, o el también recurrente recurso a la sangre que acaba salpicando a todo aquel que esté alrededor de la figura de Jesús (María, el Cirineo, los sayones...)


La violencia de las imágenes ha sido criticada por un cierto sector del público y la crítica. En primer lugar, recuerdo que ya cuando se estrenó la película, la gran mayoría de la gente que iba a verla sabía del hiperrealismo del film y en segundo que es posible y hasta probable que las situaciones que se nos muestran fueran más o menos parecidas, en aquellos tiempos, con los condenados a morir en la cruz. Tal vez lo que rechina un tanto es que se centre en demasía en el sufrimiento físico y no logre transmitir al espectador el sufrimiento emocional del protagonista. Tal vez sea un recurso buscado, lo que sufre el cuerpo es visualmente más fácil de transmitir, el otro tipo de padecimiento es muy difícil de plasmar, por ello precisamente, quien lo logra, aunque sea fugazmente, salta la línea de la maestría, algo que aquí, en ese aspecto, no ocurre.


Trabajos como este, se topan con el problema de que hay quien no distingue entre los dogmas religiosos y la obra de arte, esto es, por encima de otras cosas, una película y debemos tenerlo presente. De hecho, el autor introduce figuras extravagantes (tómese la palabra en sentido literal) y situaciones que no están recogidas en ningún texto histórico o religioso.
Si logramos verla con cierta perspectiva, veremos que estamos ante un film que narra situaciones bastante más actuales de lo que se podría pensar, seguimos crucificando a gente por el delito de ser molestos, por decirnos cosas como las que predicaba Jesús: Habéis oído que fue dicho: Amaras a tu prójimo y aborrecerás a tus enemigos. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. Pues si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen eso también los publicanos? (Mt 5,44-46). Palabras, como se ve, altamente perturbadoras, para muchos, sobre todo para los poderosos, pero también para los fundamentalistas, gravemente subversivas.
Cuando veía a los sayones repartiendo porrazos; a los soldados dando con el látigo al mismo Jesús cargado con la cruz, incluso caído en el suelo, pero también a quienes estaban conteplando su viacrucis o al propio Simón de Cirene (Jarreth J. Merz), a quien habían obligado a ayudar a Jesús y que simplemente pasaba por allí ¿qué imagenes creen que se me venían a la cabeza?, pues eso, algunas que tenemos bien recientes en nuestras retinas.
Película correcta en su realización, llamativa en cuanto a su forma de contar las cosas, efectista si se quiere, pero yo pienso que obedece a la idea que tenía Mel Gibson en la cabeza, cuenta lo que quiere contar y como quería contarlo, huyendo del envoltorio amable y buscando la crudeza.
Después están los gustos de cada cual para juzgar hasta qué punto estamos dispuestos a que se nos cuenten las cosas con ese hiperrealismo del que hablaba o preferimos lo edulcorado. Aunque es cierto que en el cine siempre ha existido la elipsis para sortear estos caminos extremos y golpearnos igualmente la conciencia.

6 comentarios:

  1. No me gustó y me sigue sin gustar. Las visiones fanáticas no me agradan y Mel Gidson no oculta su fanatismo y fundamentalismo en ningún momento. Esteticamente sin reproche alguno, e incluso tiene momentos de buen cine. Me sigue emocionando más Pasolini en su visión del evangelio y en esas imágenes que siempre me recordaron a Bercianos de Aliste.-- (siento haber estado ausente tanto tiempo-- motivos de salud cortan la rutina.--

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    1. Tiene sus cosillas buenas y otras, no tanto, en fin eso que dices es una de las críticas más repetidas.
      Espero que tu ausencia haya concluído, no por otra cosa, sino por lo que eso significa. ¡Ánimo!

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  2. Pues fíjate que tanta vara y comentarios de todo tipo, que se vertió en su día, y yo no la he visto.

    Saludos Trecce.

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  3. Tampoco yo la vi cuando se estrenó.

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