El 30 de julio de 1864, el ejército unionista de los EE.UU., hizo saltar por los aires las fortificaciones que las tropas del sur habían levantado en los alrededores de la ciudad de Petersburg, lo que en principio supuso, además de las consiguientes bajas, el desconcierto de los defensores, circunstancia que no fue aprovechada por los sitiadores que se empeñaron en atacar de frente las defensas, cayendo en uno de los fosos que estaban preparados para repeler los ataques, donde quedaron atrapados en manifiesta desventaja. Uno de los defensores es el soldado Inman (Jude Law), que resulta herido de gravedad y enviado a un hospital para recuperarse de sus heridas. Allí recibe una carta de su prometida, Ada Monroe (Nicole Kidman), que le espera en el pueblecito de Cold Mountain, en Carolina del Norte, sobreviviendo en duras condiciones, en buena parte gracias a la ayuda de Ruby Thewes (Renée Zellweger), una joven montañesa que será clave a la hora de que Ada, educada como una señorita y sin tener conocimientos prácticos para desenvolverse en la vida, se transforme y aprenda a desempeñarse en el nuevo ambiente que la guerra y la muerte de su padre la ha deparado.
En la carta, Ada suplica a Inman que regrese junto a ella. Éste decide desertar y se fuga del hospital, emprendiendo un largo viaje hasta Could Mountain en el que su vida estará en juego.
El guión adapta la novela del mismo título de Charles Frazier y aunque contó con el visto bueno de Frazier, es evidente que hay muchas diferencias entre la película y la novela que obligan a hablar de creaciones distintas. Anthony Minghella se quejaba de que no podía abarcar en dos horas y media toda la riqueza de matices que emanaba de una lectura detenida de la novela. De hecho, por cada minuto que vemos en la pantalla, se rodaron, nada menos, que 60 minutos de película.
El argumento tiene una clara lectura en clave mitológica que quienes hayan leído la novela tendrán aún más claro, pues Frazier hace menciones explícitas al mundo griego, mientra en la película, el espectador no adentrado en ese mundo de la cultura clásica, puede que ni siquiera detecte los innumerables paralelismos entre el viaje de Inman y el relato de Ulises. Y es que el film, contiene casi todos los ingredientes, adaptados, por supuesto, que vemos en la obra de Homero: El soldado que va a la guerra y deja en casa a su amada previendo una corta separación que se traduce en largos años; el peligroso viaje de regreso, salpicado de aventuras, con muchos personajes arquetípicos; el ciego que adivina las intenciones de Inmman en el hospital (como Tiresias con Ulises); ese mismo hospital convertido en un trasunto del Hades; las sirenas que encantan al viajero y a su compañero (el episodio en el que son apresados por las milicias locales); la travesía del río, donde ha de dar dinero a la barquera (Caronte y la moneda que se pone en la boca de los muertos); la anciana que le da cobijo y comida mientras se recupera de sus heridas (¿Nausicaa?); y para colofón, cuando se reencuentra con Ada, ésta no le reconoce a primera vista y el protagonista ha de enfrentarse a sus rivales, igual que ocurre en la Odisea cuando Ulises llega a casa.
Solamente hay una escena bélica en la película, la recreación de la llamada Batalla del Cráter, que hemos referido al principio, pero resulta suficiente para que el espectador perciba claramente la barbarie desatada entre ambos bandos contendientes.
Muchas de las escenas posteriores, sobre todo las referidas a la crueldad de las milicias locales, acaban de dar ese aire antibélico al film que se posiciona de forma contundente en este aspecto.
Con una maravillosa fotografía que nos muestra los supuestos paisajes naturales de Carolina de Norte (en realidad estamos en Rumanía) y una banda sonora en la que la mayor parte de las canciones insisten en el tema del regreso del héroe. Así, letras como You walk unscathed, no ploughman’s blade will cut thee down. No cutler’s horn will mark thy face. I’ve gone to find my ain true love, o I know my pathway is rough and steep... I’m going home to see my father, I’m going home no more to roam.
De las actuaciones, me van a permitir que deje a un lado a los dos protagonistas principales y destaque la actuación de todos y cada uno de los secundarios, maravillosos, y son muchos, grandes interpretaciones, algunas con apenas diálogos, pero tremendamente profundas, comenzando por Donald Sutherland y Renée Zellweger, con un papel, el de ésta, sin el cual la película no sería lo mismo y perdería gran parte de su frescura e interés.
Un film de esos que, yo personalmente, no tengo inconveniente en ver más de una vez.
Un crítico de cine asegura que toda película es una Odisea o una Iliada. Un viaje, ya sea exterior o interior, que traslada a uno o varios personajes de un punto a otro; o un recorrido que no tiene un destino claro, donde el personaje no hace más que dar vueltas sobre sí mismo sin avanzar para perderse en el camino o para ir a ninguna parte. Está muy claro a que opción pertenece esta película, tú lo has explicado muy bien.
ResponderEliminarHay gente a la que no le gusta la película por su historia de amor, un tanto empalagosa, pero yo creo que eso no es más que lo que en el argot se conoce como un "mcguffin"; el verdadero asunto del film es ese viaje lleno de peripecias, con algunas connotaciones del mundo del western.
EliminarMe gustó más la segunda vez que la vi, que la primera, y respecto al libro, diferente, pero ambas (libro y película) están bien.
ResponderEliminarSon diferentes, en efecto.
Eliminar