Cada vez que la gente de la calle, gente común y corriente, ciudadanos normales que no son antisistema ni nada parecido, alzan la voz, protestan, se quejan de lo mal que lo hacen nuestros mandamases, estos se llevan las manos a la cabeza ante lo que consideran pataletas a destiempo, rabietas de niño pequeño (será por eso que nos tratan como a tales).
No entienden que nos quejemos cuando ellos se dejan el alma y la piel por hacernos la vida más fácil, enseguida empiezan a buscar movimientos orquestados, fuerzas ocultas que se mueven en la sombra para entorpecer su brillante gestión. Todo antes que pensar que puede que estén haciendo algo mal.
Ellos se mueven en el convencimiento de que al haberles otorgado nuestro voto, les hemos dado un cheque en blanco para los próximos cuatro años y que, mientras tanto, hasta que lleguen los siguientes comicios, lo que tenemos que hacer es estar calladitos, portarnos bien, aguantar los chaparrones que caigan y rezar para que no se lleven crudo el dinero que ponemos en sus manos, en teoría para que hagan un buen uso de él, para que lo gestionen con ánimo de mejorar las condiciones de vida del ciudadano.
Las protestas no están bien vistas entre quienes mandan, de vez en cuando sale algún bicho raro diciendo que comprende que la ciudadanía esté cabreada, pero por cada uno de esos, hay miles que opinan como el general Kitchener cuando se refería a los boers.
Este hombre, Horatio Herbert Kitchener, de origen irlandés, fue el que consiguió aplastar el levantamiento de estos descendientes de holandeses allá a comienzos del siglo XX, cuando el descubrimiento de minas de diamantes en lo que hoy es Sudáfrica despertó la codicia británica y se enfrentó con ellos para hacerse con el total control de territorio.
En sus combates, los boers, que eran granjeros sin adiestrar en la milicia, usaban cualquier táctica, menos la de los ejércitos regulares, que se enseñaba en las paradas y desfiles de los granaderos de Su Majestad en Londres. A los británicos les resultó desconcertante y ofensivo que tomaran la muy saludable decisión de disparar a cubierto desde sus reductos, en vez de salir a pelear a campo abierto.
Pues bien, este Kitchener se refería a esta actitud en los siguientes términos: "Los bóers no son como los sudaneses que permanecen de pie para combatir de forma limpia. Se escapan permanentemente montados en sus pequeños ponis..."
Lo dijo el autor teatral Publilius Syrus (o Publio Siro si lo prefieren), allá por el siglo I anterior a nuestra era: "Patiendo multa, venient quae nequeas pati" (A fuerza de soportar mucho, llegará lo que no pueda soportarse).
Muy buen artículo Trecce, muy bueno. Hasta los pocos políticos que dicen que entienden que los ciudadanos estén cabreados yo creo que lo dicen con la boca pequeña. Para la mayoría del Gobierno de Rajoy, todos los que se manifiesten aunque lo hagan hasta niños, mujeres y ancianos son antisistemas. Y no es que lo diga yo, es que estos lo han dicho mandamases del PP. Me parece a mí que aquí hay mucho Kitchener.
ResponderEliminarSaludos.
En general, el poder es muy dado a recomendar "deportividad" a los ciudadanos, pero cuando surgen las protestas demuestran que su propio espíritu desportivo es más bien escaso.
EliminarEl Gobierno actual no lo está haciendo precisamente muy bien. Se empeña en solucionar la crisis aumentando los ingresos con impuestos y recortes y se olvida que donde tienen un verdadero filón es en la reducción de gastos de la administración.
ResponderEliminarY está bien que la gente proteste, se manifieste, pero, en las circunstancias actuales hacer una huelga, sinceramente creo que es pasarse; es terminar de ahogar económicamente a muchos autónomos sobre todo y pequeños empresarios, lo que redundará en aumentar el paro. Una huelga en la situación actual, para mí es suicida.
Un abrazo
Nadie habla de huelgas, eso de la huelga es algo opinable, pero no lo es la manifestación civilizada del desacuerdo y ahí, los políticos (y no sólo los que ahora detentan el poder), demuestran poca cintura y una escasa capacidad para la comprensión de las razones que llevan a esa gente a la protesta, suelen despacharse con aquello tan socorrido de que son campañas orquestadas y para orquesta la suya, lo malo es que desafina.
EliminarHago alusión a la huelga, porque está ahí a la vista.
ResponderEliminarEn cuanto a lo demás, el Gobierno actual ha dado motivos más que sobrados para que la gente esté descontenta y proteste. Son muchos los decepcionados, incluso dentro del mismo PP. y con razón.
Cierto José Luis, la huelga se avecina, pero yo no entro en eso, aunque no creo que sea lo mejor en estos momentos.
EliminarLo que quiero decir, aunque seguramente me he explicado fatal, es que a los políticos en general (no me centro sólo en el PP), no es ya que les siente mal que protesten contra su forma de hacer, sino que les extraña, les parece poco menos que inconcebible, supongo que es algo producido por esa especie de burbuja en la que muchas veces parece que viven.