Oliver Twist (Mark Lester) es un niño que vive en una especie de orfanato situado en una indeterminada ciudad inglesa, donde fue recogido poco después de nacer y tras el temprano fallecimiento de su madre.
Los niños trabajan en condiciones inhumanas y como la comida que les dan, además de mala es escasa, un buen día, Oliver es elegido entre sus compañeros para solicitar más ración. Esto enfurece al encargado del orfanato que está decidido a vender al niño, así que se lo deja a prueba a un funerario, pero Oliver acaba teniendo una disputa con uno de los empleados que estaba insultando a su difunta madre y se ve obligado a escapar del sótano donde lo tenían encerrado.
Tras un azaroso viaje, llega a Londres en busca de fortuna y mejor suerte. Allí entabla amistad con un pilluelo, Artful Dodger (Jack Wild), que se lo presenta a Fagin (Ron Moody), un tipo que recluta niños que roban para él.
Una película de esas que no te dejan indiferente, o te parece un pequeño fiasco, por darle ese aire alegre y con cierto toque de humor a una obra, como esta de Dickens cuyo principal valor es la fuerza dramática que tiene o, por contra, te parece una pequeña obra de arte, sobre todo musicalmente hablando. Opiniones hay para todos los gustos y partidarios de una de las dos opciones no faltan.
Magnífica ambientación, con una recreación maravillosa de las calles del Londres decimonónico que les valió a sus artífices Jonh Box y Terence Marsh, un merecido Oscar, entre los seis que se llevó el film. Muy acertada la dirección de Carol Reed, a pesar de las controversias que originó su elección, al final se ha demostrado que destila talento narrativo y que sabe conjugar perfectamente todos los elementos que componen la película.
Los actores, bien en general, con un Oliver Reed (sobrino del director) haciendo de malo malísimo; una maravillosa Shani Wallis en su papel de Nancy; Mark Lester, angelical y, para mí, los dos actores que mejor están, el pequeño Jack Wild (el amigo de Oliver) y sobre todo, un genial Ron Moody, el único que la peli acoge de quienes la representaban en el teatro y que consigue una gran interpretación.
En cuanto a los maravillosos números musicales, evidentemente lo mejor del film, me gustaron mucho la escena inicial en la que al ritmo de "Food glorious food", nos muestra un plano general de los niños bajando al comedor como los autómatas del filme futurista de Lang, y la presentación de Fagin, surgiendo del humo con una salchicha trinchada en la mano y la posterior coreografía y la alegre canción "Pick a pocket or two", en la que el avaro, acompañado por su equipo de ladronzuelos, escenifica para Oliver cómo realizar el robo de las carteras y pañuelos de los “descuidados” viandantes.
Muchos añorarán la versión de David Lean, con aquella maravillosa interpretación de Alec Guinness como el ávaro Fagin, quizá la mejor versión del clásico de Dickens para el cine, pero esta es otro tipo de película, que respeta bastante la historia del literato británico, pero cuyos principales valores y méritos son otros, de los que hay que disfrutar. Uno de los musicales más completos y mejor realizados de la historia del cine.
Si se edulcora el mensaje llega menos a más, y si no se edulcora llega más a menos. Hay que elegir.
ResponderEliminarAquí el mensaje casi queda perdido entre el envoltorio.
EliminarPick a pocket or two, verdadero himno de los cursos de dirección en las entidades financieras de medio mundo. Es, como bien señala Trecce, una gozada de musical.
ResponderEliminarDe lo mejorcito que se ha hecho en el género.
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