Ángel (Santiago Ramos), un médico forense, se enfrenta a la soledad desde que le dejó su pareja. Mario (Enrique San Francisco), psiquiatra, amigo y vecino de Ángel, intenta ayudarle animándole a que solicite los servicios de una agencia de contactos. A través de ella, el médico conoce a Bruno (Jorge Sanz), un joven chapero. En el pasado de Bruno figura Guillermo Carrión (José Manuel Cervino), un ex policía cincuentón que fue su chulo hasta que lo metieron en la cárcel.
Película extraña, dura y triste, porque refleja una realidad de marginalidad forzada a la que se ven obligadas personas cuya vida sería normal de no ser por la intolerancia social. El guión es bastante flojo y ni las actuaciones, ni la misma historia, acaban de ser convincentes. El director, Ernesto Del Río, no volvería a dirigir hasta quince años después y vuelve a darse una circunstancia parecida a la que envuelve este film, pues aunque es un realizador con varios premios en festivales de los llamados menores y director del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, de no ser por el importante aporte de subvenciones de instituciones relacionadas con el gobierno vasco, no sé si habría podido llevar adelante este proyecto.
El resultado es bastante decepcionante, a pesar de que para nosotros tiene el atractivo de ver a una serie de actores que forman parte de la primera línea de la escena nacional.
Me parece que no la he visto, pero el cine español en general me gusta todo, aunque por supuesto hay grandes y sonados petardos.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Pues esta no será de las que pasen a la historia, creo yo.
EliminarTrecce estoy de acuerdo; una peli que se olvida con facilidad.
ResponderEliminarEso creo yo también.
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