¿Cuántas veces hemos puesto verdes a los jueces? Yo el primero y, supongo, que lo seguiré haciendo, porque la verdad es que algunas veces, más que pena o vergüenza (que también), lo que dan es miedo, porque supones que un día puedes verte ante ellos y te hechas a temblar.
Pero de vez en cuando, la justicia es justa (no, no es una tontería, por desgracia) y hay gente como la magistrada Ángela Murillo o el juez del que hablo hoy, Santiago Pinsach, que te reconcilian con la idea que tenemos de lo que debería ser la Justicia.
No voy a hacer más comentarios, sólo a reproducir la noticia que la prensa de hace dos días publicaba, no tiene desperdicio, sobre todo las consideraciones del juez a quien agradezco, en la parte que me toca, que se haya erigido en portavoz de lo que muchos pensamos:
IBIZA,AGENCIAS/EFE
El juez del juzgado número 4 de Ibiza, Santiago Pinsach, ha absuelto a un profesor del instituto Marc Ferrer de Formentera, de una falta de lesiones y malos tratos contra un alumno del centro. El magistrado recrimina duramente a la madre del menor por haber denunciado al profesor y pide además disculpas al educador «por no haber detenido el proceso a tiempo de evitar que le rozara la presente ignominia».
El pasado 16 de septiembre, poco antes del fin de las clases, el profesor se percató, mientras cerraba las ventanas, de que dos alumnos se estaban peleando. Uno de ellos, de 14 años, estaba encima del otro y se agredían mutuamente. El profesor se acercó y separó al que estaba encima, «sujetándole desde atrás, por la zona del pecho o costillas, para evitar que continuara la agresión, todo ello sin causar lesión alguna». En cambio, detalla el fallo, el menor lanzó varias patadas a las piernas del docente, que impartía Educación para la Ciudadanía.
La sentencia señala que la madre del menor, «en lugar de agradecer al denunciado su intervención y solicitarle las disculpas que merecía por el incalificable comportamiento de su hijo, interpuso la presente y no menos incalificable denuncia». La sentencia añade que el adolescente había sido expulsado tres veces de centros e instantes después de protagonizar el suceso «además de agredir al denunciado, estuvo autolesionándose y propinando patadas a las vallas y papeleras frente a otros profesores». Incluso la reacción del menor hacia su profesor nada más separarle fue la de amenazarle con denunciarle ante la Guardia Civil, ante la mirada atónita del resto de sus compañeros.
El juez indica que, «en realidad, sobran los comentarios y solo procedería preguntar a la denunciante: ¿qué ha denunciado? o ¿cómo ha podido denunciar esto sin rubor? o ya en general, invitar a la reflexión sobre la impúdica desfachatez» a la que puede llegar la sociedad. Y plantea hasta dónde puede llegar «un cuerpo social subvertido o desvalorizado, imbuido de patrones políticos y culturales erráticos, según los cuales no hay responsabilidad sino solo exigencia». Critica que «la sobreprotección enfermiza de los menores destroza sus posibilidades de maduración personal» y califica la denuncia de injusta y descorazonadora.
Ya había leído la noticia por ahí, aunque normalmente los que encuentras por ahí es al revés, algún juez condena a un profesor (u otra persona) por alguna estupidez que deberían agradecercle. Menos mal que aún quedan personas normales en este mundo de locos.
ResponderEliminarMYX
Yo he recibido muchos cachetes tanto de mis padres como mis profesores... y me parece bien la verdad, y ahora, siendo monitor de tiempo libre casi tengo que tener cuidado de no respirar encima de ningún muchacho... no siendo que le pase algo, por no hablar si es una niña en vez de un niño. Me parece más que correcta la sentencia.
ResponderEliminarEn fin, MYX, se impuso el sentido común.
ResponderEliminarManu, lo dice el juez en su sentencia: "...la sobreprotección enfermiza de los menores destroza sus posibilidades de maduración personal..." y tiene más razón que un sant.
ResponderEliminarHola Trece : me parece bien y creo que habría que escuchar más a Emilio Calatayud ,juez de menores en Granada, un ejemplo a seguir.Sin la colaboración de los padres la enseñanza y los educadores están faltos,pero si encima les quitan la razón los padres pues son unos irresponsables.La Comunidad educativa la forman;profesores,alumnos y padres.Te dejo un vídeo de Emilio Calatayud y tiene por ahí un libro que no tiene desperdicio.Saludos Trece.
ResponderEliminarhttp://youtu.be/VWOqDLkkpM0
Las actuaciones de Emilio Calatayud son muy conocidas, además ha dado numerosas conferencias y participado en eventos organizados por diversos ámbitos educativos.
ResponderEliminarMuy interesante Trecce. No conocía la noticia.
ResponderEliminarEs verdad que las familias a veces se ponen una venda y justifican lo injustificable.
Un saludo.
A la juventud de hoy día se la está estropeando. La Ley del Menor, más que proteger al menor, lo perjudica, porque hace inviable su educación.
ResponderEliminarY luego los padres. Hoy día consienten todo a sus hijos, y los profesores, que no levanten la voz a sus alumnos, porque se les echan encima los progenitores, sin darse cuenta que en vez de beneficiar a su hijo, lo perjudican.
Hombre, siempre hay excepciones. Hay padres, lo mismo que jueces, que saben cómo educar a sus hijos, a pesar del ambiente que no ayuda nada.
Un abrazo
sí, esas denuncias deberían salirle caras al denunciante.
ResponderEliminarsaludos blogueros
La lástima es que no hayan más jueces como estos.
ResponderEliminarCon tanta Ley del menor, a veces absurda, estamos haciendo una juventud de intransigentes y de gente que no sabe convivir con los demás. Piensan que solo ellos tienen derechos y obligaciones ninguna.
Un abrazo.
Paloma, a veces no me extraña que cunda el desánimo en ciertor sectores de la docencia.
ResponderEliminarJosé Luis, precisamente esos padres que se preocupan por la recta educación de sus hijos, tienen más mérito dada la situación que vivimos.
ResponderEliminarJosé Antonio, no estaría de más un buen escarmiento por hacer un uso abusivo de la justicia.
ResponderEliminarIsis, por eso son muy instructivas las conclusiones del magistrado que llama la atención sobre el problema social que suponen estas situaciones.
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