Un barón arruinado después de haber dilapidado su fortuna en el juego y las mujeres, congenia con Pepel (Jean Gabin), un ladrón profesional del que están enamoradas dos hermanas. El marido de una de ellas regenta una sórdida posada en la que vive Pepel y en la que se acabará instalando el barón.
El guion se inspira en una obra teatral del mismo título, del autor ruso Máximo Gorki, un relato sobre las clases humildes que el original ambienta en la Rusia zarista.
En 1957, Akira Kurosawa adaptó la misma obra en su película Donzoko.
Con su acostumbrada visión realista, Jean Renoir nos sumerge en el mundo de los desheredados, una panoplia de personajes, cada cual con su pequeña historia, cuyas vidas les han llevado a la miseria.
Con algunos planos muy llamativos, el film, además de sus sufrimientos, deja entrever la solidaridad que existe entre ellos, la amistad y camaradería que, por la penuria en que viven, les lleva a comprenderse y a ser solidarios unos con otros. Personajes que encierran un fondo de bondad, el optimismo que suelen destilar los films de Renoir, le lleva a dejarnos un final que muchos califican de chapliniano y que abre una amplia ventana a la esperanza.
¿Final champliniano ?...caray... no tengo idea del sentido del término
ResponderEliminarEsos finales en los que, tras pasar las mil perrerías y desgracias, el protagonista avanza hacia el horizonte con la niña, el niño o quien quiera que sea su compañero de infortunio, de espaldas al espectador y con un aire de esperanza en el futuro.
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