Shane (Alan Ladd), un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker (Emile Meyer) pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson (Jack Palance), un peligroso asesino a sueldo.
El guión se basa en un relato del periodista y escritor estadounidense Jack Schaefer, de hecho, aunque ya había publicado por entregas algunas cosas de las que aparecen en el libro en la revista Argosy, Shane es su primera novela. El libro fue todo un éxito, traducido a más de 30 idiomas y del que se vendieron 12 millones de copias. A este relato siguieron unos cuantos más con la temática del western. La película recibió seis nominaciones a los Premios de la Academia: Mejor Película, Mejor Actor de Reparto (Brandon de Wilde), Mejor Actor de Reparto (Jack Palance), Mejor Director, Mejor Guión (de A.B. Guthrie, Jr.), y Mejor fotografía en color, y ganó su único premio Oscar para el fotógrafo Loyal Griggs, que, entre otras cosas, retrata con maestría los hermosos parajes en que se desarrolla la historia.
Las novelas de Schaefer van más allá del western convencional y contienen ingredientes adicionales que hacen de ellas relatos más complejos. Lo podemos ver en el film, donde, junto a la narración central, con la disputa por las tierras y el enfrentamiento entre el poderoso y los débiles con el pistolero que, cual los antiguos adalides de los libros de caballería, defiende a estos últimos, encontramos la historia de amor imposible entre Marian Starrett (Jean Arthur) y Shane.y el despertar del pequeño Joe (Brandon De Wilde) a la realidad de las paradojas de la vida. Sus constantes preguntas, el afán por entender las aparentes contradicciones en las actitudes de los mayores y la lucha interior entre el amor a su padre y la devoción que siente por Shane, constituyen una historia paralela no menos importante que la trama principal, muy lograda y mucho más emotiva.
Ambientada en Wyoming a finales del siglo XIX, en las luchas establecidas entre los ganaderos y los campesinos, ya que los primeros querían que sus ganados camparan a sus anchas por las praderas y vieron como los recién llegados campesinos, vallaban los terrenos e incluso desviaban el agua de sus cursos naturales para poder regar sus tierras. La ausencia de sheriffs en los contornos, hizo que la ley del más fuerte imperara a la hora de dirimir diferencias.
Desde el vestuario, de la mítica Edith Head, hasta el atrezzo y la ambientación en general, están cuidados al detalle para reproducir la época y la situación de aquellos alejados parajes hasta los que llega Shane, un pistolero que pretende redimirse y busca una vida tranquila, algo que cree haber encontrado junto a los Starretts. El marido, aclarado el primer malentendido, será un leal amigo; el pequeño le ve casi como a un héroe y la esposa siente un especial cariño por él. Todo esto cambiará cuando el ambicioso ganadero decide empezar la guerra sucia y Shane se da cuenta de que no puede escapar a su pasado para verse empujado por lealtad a los Starretts a empuñar de nuevo la pistola.
El hombre solitario que viene de no se sabe dónde y cabalga hacia lugares donde nunca antes estuvo, figura tan común en los viejos relatos del oeste, esos que nos acercaron en la pantalla Ford o Hathaway, es el protagonista de este film que tiene todo el sabor de los clásicos del género. Un hombre con trazas de héroe que ya estaba en las historias de las literatura griega y latina, que sabrá renunciar a sus sueños de redención, al amor por el que podría luchar, para anteponer sus particulares códigos morales y hacer lo que mejor sabe: poner su pistola al servicio de una justicia que no está escrita y dar un paso a un lado para no entorpecer la felicidad y la paz de una familia de personas trabajadoras, para seguir cabalgando hacia la puesta de sol.
Un título que no solo no tiene nada que envidiar a los más reconocidos del western, sino que está a la altura de cualquiera de ellos, con personajes arquetípicos muy bien perfilados y magníficamente interpretados.
¿Y a ninguno de los que emigraban al Oeste se le ocurría montar una tienda de venta de munición? Porque mira que había gasto de plomo y pocas veces vemos al vaquero de turno comprar munición de repuesto.
ResponderEliminarSeguro que, aunque no se vea, compraban de cuando en cuando.
EliminarQue buena reseña Trecce, me gusto como describiste los sentimientos que despertaba Shane con cada integrante de la familia Starrerts. Vi muchas peliculas de western con mi papa, cuando era muy chica y recuerdo estos grandes actores Alan Ladd y Jack Palance. Que en los 80s veia un programa que Palance conducia "Aunque usted no lo crea".
ResponderEliminarGracias por la reseña Trecce es una gran pelicula!!
Un gran clásico, con muchas más cosas aún de las que he dicho en la entrada, pero como ya era bastante larga, tampoco he querido estirarla más.
EliminarEl wéstern es lo más parecido a la épica de cuantas manifestaciones artísticas se gestaron en el siglo XX. Y qué decir de George Stevens, uno de los directores más sólidos del Hollywood clásico.
ResponderEliminarMuchos de estos relatos, en efecto, responden al modelo clásico trasladado al lejano oeste.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarUna de esas películas a las que vuelvo de vez en cuando, me fascina y de que manera. Es cierto, se podría hablar de ella largo y tendido. Solo un par de apuntes a tu interesante entrada, la presencia de Elisha Cook Jr (me fascina este actor y ese eterno perdedor al que suele dar vida) y ese momento cuando le planta cara al mismísimo Jack Palance, había leído que Palance atravesaba un momento muy delicado de salud y de ahí sus andares pausados.
Lo dicho, una película que no te cansas de ver. Creo que todavía estoy escuchando esos gritos de Joey al final...
Saludos!
Tú lo has dicho: No se cansa uno de verla.
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