Primer libro de la serie Episodios Nacionales, relatos en los que Benito Pérez Galdós, uno de los más preclaros escritores en lengua española dibuja un ambicioso fresco sobre un periodo crucial de la vida española, el comprendido entre 1805 y 1812.
En esta primera entrega, Gabriel Araceli, es el narrador de los acontecimientos que recuerda cuando ya transita por la edad provecta. Él, entonces apenas un niño, será la voz del pueblo, un muchacho que recuerda su mísera infancia, entre la pobreza de su madre viuda y los malos tratos de su infame tío que, afortunadamente, solo aparece por la casa de su hermana de tarde en tarde, en los periodos en que no está embarcado. Evoca sus correrías por la playa de la Caleta gaditana, tiempos en los que coqueteó con la picaresca, aunque por suerte para él, fue rescatado de su negro futuro por don Alonso Gutiérrez de Cisniega, un oficial de marina retirado que le toma como paje y lo acoge en su hogar junto a su esposa doña Francisca y su hija Rosita, compañera de juegos del muchacho hasta que la chica se convierte en mujer, prometiéndose con el joven oficial de artillería Rafael Malespina y dejando un agujero en el corazón de Gabrielillo.
A pesar de sus años y de las protestas de doña Francisca, don Alonso decide embarcarse con la armada que se prepara para combatir a los ingleses, le acompañarán su amigo Marcial, otro viejo lobo de mar a quien apodan medio hombre, por los numerosos quebrantos que las heridas de combate han dejado en su cuerpo y Gabriel en calidad de criado.
Lo harán a bordo del Santísima Trinidad, un barco que, en palabras del novelista, era gigantesco y solemne como una catedral y desde allí, asistirán en primera persona al desastre de la armada combinada que Galdós narra sin caer en sentimentalismos aunque lo adorne de cierta prosa patriótica, pero sin renunciar a las alabanzas hacia el enemigo y al reconocimiento que hacen los propios personajes hacia la superioridad y mejor entrenamiento de los británicos.
Junto a los nombres de personajes históricos (Churruca, Gravina, Alcalá Galiano, Nelson, Collingwood, Villeneuve), está la marinería anónima que muchas veces expresa llanamente y sin ambages, la realidad de los hechos y de los sentimientos.
Junto a la épica, Galdós va dejando sus mensajes pacifistas y de crítica al poder y a los reyes y políticos del momento a quienes hace responsables la voz popular de este y de otros desastres producidos por la guerra del que las clases menos favorecidas no sacan sino mayor miseria, reflexionando sobre el hecho de que, en la mayoría de las ocasiones, los pueblos se lanzan a la guerra empujados por sus gobernantes con pretextos fraudulentos.
Las descripciones de la vida en los barcos, de su impresionante porte, de la batalla y de los sucesos acontecidos tras la misma, mezclan realismo y un cierto tono romántico envueltos en una prosa fluida y no carente de lirismo.
Es imperdonable que aún no lo haya leído. A ver si saco tiempo y me pongo a ello, gracias por recordarlo.
ResponderEliminarYo lo había leído hace mucho y ahora vuelvo a retomar algunos de los "Episodios" que me faltaban de reseñar en el blog.
EliminarAunque los Episodios Nacionales de Galdós no son (estrictamente hablando) historia de España, nos enseñan a amarla y a interesarnos por ella. Y por supuesto, a detestar las insensateces de la Memoria Histórica. Saludos
ResponderEliminarEn efecto, sin renunciar a esa especie de liberalismo y modernidad que, en su época, supuso el pensamiento galdosiano, nada que ver con el absurdo partidismo que ahora vemos en algunos sectores. D. Benito sabía ser crítico sin faltar a la verdad de los hechos.
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