martes, 22 de enero de 2013

EL TRONO VACÍO

El Imperio Bizantino se consideraba a sí mismo como sucesor del Imperio Romano, y ante la caída de occidente bajo lo que ellos estaban convencidos era la barbarie de los pueblos del norte, se tomó muy en serio la idea de que ellos eran la única fortaleza del Cristianismo. El poder cobra carácter sagrado, es teocrático y cesaropapista; el emperador es considerado como representante viviente de Dios, y su reino es la imagen del reino de Dios; el poder se reviste de autoridad divina y el gobierno se ejerce en nombre de Dios; la forma de gobierno fue la teocracia o cesaropapismo, concentración del poder temporal y espiritual en un autócrata, con supremacía del emperador sobre la Iglesia porque los emperadores lo eran por la gracia de Dios; de ahí la rigidez jerárquica, los rituales solemnes y reglamentados de la Corte y la Iglesia, que tendrán expresión en el arte a través de la frontalidad y el hieratismo.
Todo el ritual del rígido protocolo de la corte estaba dirigido a resaltar ese caracter cuasidivino del emperador, que gobernaba en nombre de Cristo, y a impresionar a los súbditos y a los dignatarios y embajadores extranjeros. Pondremos algún ejemplo de alguna de las curiosidades que podía contemplar quien era recibido por el emperador:
El rito de recepción a los visitantes, por parte del Emperador, no podía ser más grandilocuente. La habitación tenía forma octogonal, y estaba rematada por una gran cúpula. En el mobiliario había toda clase de bestias confeccionadas en oro: leones, pájaros, quimeras... Cuando el visitante llegaba, todo aquel grupo de esculturas se activaba de improviso por mecanismos ocultos, llenando la habitación de estruendo, al tiempo que las bestias de oro parecían animadas por medios que debían parecer magia para el inculto visitante de aquellos tiempos.
El domingo de Pascua, se hacía rodear de doce personas, que representaban a los doce Apóstoles, en medio de los cuales el Emperador es un verdadero Cristo.
Pero quizás la mayor muestra de este sentimiento de ser gobernados por Cristo mismo, se encuentra en las recepciones de embajadores. Ahí, frente a los plenipotenciarios extranjeros, había dos tronos, uno al lado del otro. Uno de ellos estaba ocupado por el Emperador del Imperio Bizantino. Y el otro estaba vacío, con sólo el Evangelio abierto delante suyo. Y los bizantinos se le acercaban con reverencia y emoción. Ese trono, era aquel en el cual Cristo invisible se sentaba, para gobernar a todos los bizantinos...



5 comentarios:

  1. Uno de los rasgos más característicos de la civilización bizantina es la importancia de la religión y del estamento eclesiástico en su ideología oficial, Iglesia y Estado. Fue un importante factor de cohesión política y social, lo que no impidió que surgieran otras corrientes.

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  2. Vamos que estos también eran unos meapilas de cojones, y hasta veían a Cristo invisible. Pues si lo veían no sería tan invisible. Y doce personas que representaban a los doce Apóstoles, joder que cosas amigo. Yo creo que a estos bizantinos se les iba la pinza en cantidad.

    Saludos Trecce.

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  3. Aquello debía ser la reserva espiritual de Oriente.

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