lunes, 30 de junio de 2014

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

Charles Nesbitt Wilson conocido como Charlie Wilson (Tom Hanks), es un congresista norteamericano que había comenzado su carrera política colaborando en la campaña presidencial de John F. Kennedy, durante 25 años consiguió salir elegido representante por el segundo distrito de Texas en la candidatura demócrata.
Joanne Herring (Julia Roberts), una empresaria estadounidense ultraconservadora, amante ocasional de Wilson, convence a este para iniciar una campaña de ayuda a los muyahidines afganos, a los que consideran luchadores anticomunistas por la guerra que mantienen contra las tropas soviéticas que ocupan su país a principios de los 80.
Charlie Wilson, a quien se nos presenta como un bebedor, amante de las diversiones, de la buena vida, del lujo y las mujeres hermosas, se compromete a conseguir fondos para lo que es su verdadera obsesión, que los combatientes afganos tengan el sofisticado material bélico que les permita derribar los helicópteros rusos, pues considera que estas aeronaves, muy bien acorazadas para soportar los disparos de fusilería, dan una ventaja determinante a los soviéticos en su lucha por controlar el país asiático.
De momento consigue que se eleve el presupuesto de la CIA para la guerra encubierta en Afganistan hasta 5 millones de dólares, pero esto es sólo el principio, al final de su campaña, la cantidad destinada a tal fin, entre los fondos reservados norteamericanos y las cantidades aportadas por Arabia Saudí, ascenderá a mil millones.


Curiosa película sobre la decisiva intervención de este personaje de la vida pública americana en el desarrollo de la Guerra afgano-soviética.
Tanto Julia Roberts como Tom Hanks, con unas actuaciones sencillamente correctas, parecen desempeñar sus papeles con cierto aire de ir sobrados y cuando esa actitud se hace patente, resulta un tanto repelente. Más interesante, para mi gusto, la actuación de Philip Seymour Hoffman en su papel del peculiar agente de la CIA Gust Avrakotos y algunos momentos de la de Amy Adams, que interpreta a la secretaria del congresista.
Por lo demás, el film se centra en una época determinada de la biografía de este hombre, que había sido furibundo defensor del dictador nicaragüense "Tachito" Somoza, en la época en la que los sandinistas comenzaban a emerger, esa etapa es, como queda dicho, la de la guerra afgana y la contribución norteamericana a la lucha armada de los muyahidines contra los soviéticos, a quienes se presenta como unos sanguinarios asesinos que se dedican a ametrallar y bombardear poblados afganos y a asesinar a mujeres y niños, por supuesto, ellos son los únicos culpables de la guerra, obviando en todo momento que, como reconoció posteriormete la administración norteamericana, ellos llevaban años alentando la sublevación con la esperanza de provocar la invasión soviética que, finalmente, se produjo. ¿Se imaginan la reacción de los EE.UU. si los rusos fueran sorprendidos haciendo lo mismo en México, por ejemplo?


El film, que tiene buen ritmo narrativo, se presenta bajo la forma de una comedia, a pesar del tema tratado, con sus toques de humor y unos diálogos que, en bastantes momentos, no están nada mal. Pero a la hora de plantear sus críticas sobre lo que aquello supuso y sus porteriores consecuencias, que obligarían a los EE.UU., a la larga, a acabar interviniendo para combatir a quienes ellos habían armado y, de forma indirecta a sufrir esas consecuencias en sus propias carnes el 11-S, lo hace de esa manera típicamente americana que a muchos, aunque conocida, nos sigue llamando la atención. Al final, resulta que la Comisión de fondos reservados, que ha dado millones para armar a los afganos, se opone a una ayuda de un millón de dólares para reconstruír escuelas y lo que da a entender el film es que los americanos, en palabras de propio Wilson, estropearon el partido en la última jugada, y se quedan tan orondos, pensando que se han autocriticado y asumido sus errores. Y uno piensa, ¿me estás tomando el pelo? ¿La más grande de las guerras encubiertas en la historia de Estados Unidos está bien, siempre y cuando ayudemos a construír unas pocas escuelas al final? Como si tirar unos cuantos dólares en la reconstrucción de las infraestructuras del país pudiera compensar el daño incalculable que armar y entrenar a muchos futuros miembros del ejército Talibán causó.





sábado, 28 de junio de 2014

ANDRÉ LE NÔTRE

Algunas veces no nos damos cuenta, pero en otras ocasiones, cuando vemos algo que nos llama la atención, sobre todo si está hecho por la mano del hombre, nos preguntamos quién estará detrás de aquello. Edificios, obras de arte, incluso cosas mucho más modestas, como un campo bien labrado, tienen detrás a una persona que dejó sudor, esfuerzo e imaginación y bien hacer para que aquello lo veamos como lo vemos.
André Le Nôtre, arquitecto y pintor, descendiente de una familia de jardineros, es recordado sobre todo por haber diseñado algunos de los más bellos jardines del mundo, entre ellos los que alegran el entorno del Palacio de Versalles.
Le Nôtre trabajaba a las órdenes de Nicolás Fouquet, el inefable superintendente de finanzas de Mazarino, pero cuando su protector murió, Fouquet cayó en desgracia y el espabilado de Luis XIV, sabedor de que a Fouquet le gustaba rodearse de lo mejorcito, reclutó al jardinero y le encargó el diseño y construcción de los jardines versallescos.
En Versalles, Le Nôtre desarrolla nuevos conceptos, jugando con luces y sobras, alternando bosquetes que procuran espacios más oscuros, con parterres luminosos. Esa alternancia también consigue dar al espacio una magnífica amplitud.
Su influencia fue notable en el siglo XVIII, como lo demuestran los jardines del palacio real de Caserta (1752), quizá los que mejor asimilaron el espíritu de Le Nôtre. Otros se fijaron más en la pompa de Versalles que en la sensibilidad del autor de sus jardines, como son los casos de los dieciochescos jardines de Schönbrunn, en Austria, Peterhof, en Rusia, y La Granja, en España.



viernes, 27 de junio de 2014

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD

Los hermanos Frank (Sam Shepard) y Jesse James (Brad Pitt), famosos y sanguinarios bandidos, planean el que será su último "trabajo", el asalto a un tren del que pretende robar el dinero del furgón de correos. Como quiera que la mayor parte de los integrantes de sus banda están muertos o en prisión, reclutan a un puñado de campesinos y buscavidas locales, casi todos ellos jóvenes y a los que apenas conocen.
Entre ellos están los hermanos Charley (Sam Rockwell) y Robert Ford (Casey Affleck), este último tiene aires de grandeza y se cree un elegido por el destino para conseguir grandes azañas, sin embargo, tanto Frank, como Jesse, le desprecian cuando les cuenta sus proyectos y, más aún, cuando les plantea la posibilidad de asociarse con ellos.
Robert Ford, desde siempre, ha sido un gran admirador de Jesse, guarda las novelas que se han escrito sobre él y conoce muchos de los relatos que se cuentan sobre sus "hazañas".
Jesse cambiaba constantemente de domicilio y en esta última época, solamente se le ve con los hermanos Ford, Robert desilusionado con Jesse, ya ha decidido que, cuando tenga la ocasión, matará a su antiguo ídolo. El miedo a que Jesse le mate, como ha hecho con otros miembros de su banda de los que desconfiaba, la recompensa de 25.000 dólares y la promesa del gobernador del estado de que no será perseguido por sus fechorías, son las razones de Robert para llevar adelante su idea.


Película detallista, deliberadamente lenta en su desarrollo, que su realizador, Andrew Dominik, conduce con calma, con tranquilidad y con una cuidada planificación de cada una de las escenas. De esas películas que no están hechas para todos los paladares y que puede despertar sensaciones contrapuestas dependiendo de los gustos de quien la vea.


La figura del famoso bandido, es presentada de forma que se aleja de esa leyenda de una especie de Robin Hood moderno, es un personaje un tanto paranoico, pretencioso, prepotente, que desprecia a sus semejantes a los que avasalla y no tiene reparo en disparar por la espalda.
Pero en realidad, el verdadero protagonista del film, es Robert Ford, su asesino, con una magnífica y lograda interpretación de Casey Affleck que logra hacernos partícipes de todos los miedos y el nerviosismo del personaje que interpreta.
Con una espléndida fotografia (maravillosa la escena de la llegada del tren nocturno), con muchos encuadres a través de puertas y ventanas que se abren al exterior.


Western peculiar, en el que las balas tienen menos importancia que las razones de quienes las disparan para hacerlo, con una escena culmen, el asesinato de Jesse James, y que, a partir de ese momento, aunque el epílogo resulte interesante para saber que fue de Robert Ford, se me antoja excesivamente largo.
Buen estudio psicologico de los personajes, con algunas escenas, sobre todo al principio, que parecen no conducir a ninguna parte y un desarrollo de la historia algo desigual. En general, me ha parecido interesante la propuesta, diferente, aunque quizá el realizador no ha medido bien las proporciones.





jueves, 26 de junio de 2014

LA BATALLA DE SPION KOP

En el contexto de la Segunda Guerra anglo-boer, la batalla de Spion Kop se libró a 24 millas al suroeste de Ladysmith, en la cima de Spion Kop, entre las fuerzas de la República de Sudáfrica y el Estado Libre de Orange y las fuerzas británicas.
Aunque el resultado final de aquella guerra fue la victoria de ejército británico, algunas de las batallas libradas entre fuerzas muy desiguales tanto en número de hombres, como en la equipación de que disponían, supusieron un estruendoso fracaso para el todopoderoso ejército imperial.
Sin duda, la derrota de Spion Kop fue una de las más denigrantes por las circunstancias en las que se produjo.
El General Redvers Buller, comandante de las fuerzas británcias, encargó al general Sir Charles Warren avanzar y tomar la colina, su propósito era forzar una batalla definitiva con los boers, que pusiera fin a la interminable serie de escaramuzas que se estaban produciendo entre ambas fuerzas sin que la guerra tomara un rumbo definido. La superioridad de las fuerzas de Warren, equipadas con los modernos fusiles Mauser, era de cuatro o cinco a uno y el tipo, convencido de que aquello sería un paseo, se lo tomó con calma, en lugar de cruzar rápidamente el río Tugela como manda cualquier manual de estrategia militar ante un accidente geográfico de este tipo, se demoró allí nada menos que 26 horas, dando tiempo al enemigo a reforzarse y fijar posiciones. Cuando llegó frente a la colina, había bajado la niebla, pero no detuvo el avance, sino que sus tropas ascendieron sin saber muy bien a donde iban, pues desconocían el terreno, cuando la niebla levantó, fueron conscientes de que ocupaban una cota más baja que las tropas boers, que inmediatamente comenzaron a machacarlas con fuego de artillería desde posiciones más elevadas.
Los 2.000 hombres atrapados en la colina, disponían de 30 palas para cavar trincheras, con lo que estas fueron superficiales y el ínclito general Warren, no había dado orden de instalar el telégrafo de campaña con el que iban equipados, así que cuando sufrieron el ataque boer, su superior, no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en Spion Kop. Todos los ocupantes ingleses de la colina, murieron o quedaron mal heridos, el resto, puso pies en polvorosa y se libraron de un desastre mayor porque la debilidad de los boers les impidió perseguir a los que huían.
Casi 27 años después, el general Warren moría en su lecho víctima de una neumonía, pero quien visite la colina de Spion Kop, puede ver una larga franja de tierra removida flanqueada por piedras pintadas de blanco, es la tumba colectiva de cientos de soldados británicos enterrados en la trinchera en que murieron.
Allí estuvo Mahatama Gandi que era camillero en el cuerpo de ambulancias de la India del ejército británico.
La batalla de Spion Kop, como ha ocurrido en otras ocasiones, fue convertida por la propaganda en un motivo de recuerdo y orgullo por el valor demostrado por los jóvenes británicos en aquella colina africana. En su honor, se erigieron estatuas y se nombraron calles, pero el homenaje más curioso, seguramente, es el de la mítica grada del fondo del estadio de los Reds (el Liverpool), opuesta a la grada llamada de Anfield Road que da nombre al estadio. Este histórico graderío ya demolido, fue uno de los templos del fútbol mundial. Sus indestructibles hooligans animaron desde allí a su equipo con fervor inigualable.
 
 
 


miércoles, 25 de junio de 2014

LAS 13 ROSAS

El 1 de abril de 1939, la Guerra Civil española, acaba de forma oficial. Madrid es ocupada por las tropas franquistas y, como en tantos otros lugares, comenzará una larga y oscura posguerra, para muchos hambre y lucha para sobrevivir, para otros, menos afortunados, los perdedores, un tiempo de miedo, odios desatados, envidias, peligros, detenciones y muerte.
Aunque los vencedores habían asegurado que sólamente pagarían con su vida quienes tuvieran las manos manchadas de sangre, las circustancias se imponen y, en ocasiones, la venganza toma la delantera a la razón.
A pesar de que la resistencia republicana se encontraba prácticamente aniquilada, algunos grupos que no habían podido, o no había querido exiliarse, organizaron su última lucha en Madrid. Los vencedores, por su parte, iniciaron el asentamiento final mediante una selectiva serie de asesinatos y torturas. Entre las detenidas en aquellos días, un grupo de mujeres, militantes de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), la organización juvenil del PCE, son detenidas, llevadas a comisaria donde algunas sufren tortura y, posteriormente, ingresadas en la cárcel de Ventas, donde se hacinan 4.000 mujeres.


El guión reconstruye la peripecia de estas mujeres, conocidas como las 13 rosas, todas ellas, a excepción de Blanca Brisac (Pilar López de Ayala), militantes comunistas.
La película adapta de manera un tanto peculiar los hechos históricos, si bien respeta los rasgos generales de los acontecimientos, hay cosas que quedan diluídas o explicadas de tal manera que quien no conozca la historia, se quedará sin saberla o sacando conclusiones equivocadas, como mínimo inexactas.


Emilio Martínez-Lázaro opta por un camino que suaviza un tanto algunos aspectos de lo ocurrido con estas mujeres y, por otro lado, quita valor a su condición de militantes de un determinado partido, a mí me ha parecido un tanto decepcionante por momentos, pero no sé cómo habrá sido tomada por quien se tope con el relato sin saber nada de lo que la Historia nos narra, confieso que yo estaba mediatizado por esta circunstancia.


Bien fotografiada por el maestro José Luis Alcaine y acompañada de un evocadora banda sonora con música de Roque Baños, que incluye algunas canciones de movimientos políticos de la época, lo mejor del film es la conseguida ambientación del Madrid de la posguerra y algunas de la interpretaciones a pesar de que, en algún caso, se ven lastradas por el recurso a los tópicos, algo que puede resultar ineludible, pero que también hay que saber manejar.


En cualquier caso, estamos ante uno de esos films en los que la potencia de la historia narrada, puede con todo, es tal la fuerza dramática del calvario y la injusticia que vivieron estas mujeres (como otros tantos) que supera cualquier defecto de los que pudiéramos señalar, porque el relato emociona, aunque no lo haga el film, ni la manera de contarlo.
Por encima de todas las demás consideraciones, está la intención de la película, mantener vivo el testimonio de estas jóvenes, algunas de ellas prácticamente unas niñas que murieron víctimas de la situación de odio, venganza y miedo que las rodeaba, más que por sus ideas políticas que, en todo caso, les habrían supuesto una condena de prisión.
Aquellas chicas fueron víctimas de una venganza, inocentes del delito por el que fueron fusiladas y el juicio que sufrieron, una farsa, con la sentencia dictada de antemano.
Que el último deseo de Julia Conesa (Verónica Sánchez) se cumpla: “Que mi nombre no se borre en la historia”. Si la película contribuye a que la memoria de Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, siga viva y en su nombre el de tantas otras víctimas de odio, sea bienvenida su intención.





martes, 24 de junio de 2014

ANA KARENINA

Ya se sabe que eso de que esta obra o aquella sea la mejor en su género, es cuestión de gustos, en todo caso, algo imposible de dilucidar con objetividad, pero muchos califican esta obra de Tolstoi como la mejor novela de la Historia. Es mucho decir, pero de lo que no cabe duda es que estamos ante uno de los grandes hitos de la literatura universal. Sus maravillosas descripciones de las más diversas escenas, nos dejan absolutamente ensimismados. Las escenas de caza, las reuniones sociales, las carreras de caballos en el hipódromo, la vida doméstica de las clases acomodadas... todo ello descrito con sencillez y riqueza de lenguaje, como el resto de la novela, con una prosa que huye de los artificios y de las formas rebuscadas.
La novela, centrada en el ambiente de las clases acomodadas de Moscú y San Petersburgo, narra los amores adúlteros entre Ana Karenina (Anna Arkádyevna Karénina) y el conde Vronski (Alekséi Kiríllovich Vronski). Ana está casada con Alekséi Aleksándrovich Karenin, un hombre mayor que ella, del que tiene un hijo y al que no ama. Cuando viaja a Moscú, para tratar de recomponer el matrimonio entre su hermano Stiva Oblonski (Príncipe Stepán Arkádyevich Oblonski) y Dolly (Darya Aleksándrovna Oblónskaya), que pasa por sus momentos más delicados debido a la infidelidad del Príncipe, conoce en la estación de tren al conde Vronski, que queda prendado de ella y la asedia sin tregua, hasta que consigue que Ana sucumba a sus deseos y se entregue a él. Él idilio será apasionado, pero les acarrea problemas e insatisfacciones, desde ese instante, estarán en boca de todos.
Paralela a esta historia, asistiremos a la de Lyovin (Konstantín Dmítrievich Lyovin), enamorado de Kitty (Ekaterina Aleksándrovna Shcherbátskaya), a quien pide en matrimonio, sin embargo, esta le rechaza, pues está enamorada de Vronski. Cuando Vronski se va con Ana, Kitty entra en una aguda crisis, de la que se recupera, dándose cuenta de que el hombre de su vida es Lyovin, con el que acaba casándose. La vida feliz de Lyovin y Kitty, que siempre acaban reconciliándose tras sus pequeñas disputas domésticas, es el contrapunto a la infelicidad de Ana y Vronski, cuyo amor es mucho más apasionado, pero que ambos viven con una continua insatisfacción.
La narración romántica es una envoltura para la crítica a una sociedad que vive de las apariencias, en la que las diferencias de clases son más que palpables y que asiste al nacimiento de las primeras teorias que devendrán, con el tiempo, en los conflictos sociales que se vivieron en Rusia en las épocas finales del zarismo. Además, el autor reflexiona sobre la institución del matrimonio, la introducción de avances en las economías agrarias y, sobre todo, en la idea de que la felicidad no está en la satisfacción de los deseos. La espléndida galeria de personajes que se ve embarcada en todos estos debates, ayuda al lector a profundizar en estas reflexiones que nos plantea Tolstoi en esta novela que comenzó a escribir en 1873, para verla publicada en forma de libro, cinco años después.




lunes, 23 de junio de 2014

RANG DE BASANTI

Sue McKinley (Alice Patten), es una joven británica que sueña desde hace tiempo con poder llevar a la pantalla una historia basada en el diario que su abuelo, director de una prisión en la India colonial, dejó escrito. En él narra la valentía con la que afrontaron las torturas y la muerte en la horca, un grupo de activistas por la independencia.
Tras algunas discusiones en la agencia para la que trabaja sobre el presupuesto con el que puede contar, Sue se traslada a la India, donde la recibe su amiga Sonia (Soha Ali Khan), el primer objetivo es seleccionar el casting del film, para lo que hacen pruebas a varios estudiantes de la universidad de Delhi, con resultados desalentadores.
Una noche, Sonia la lleva a un lugar de las afueras de la ciudad, donde un grupo de jóvenes amigos suyos, se reunen para divertirse, allí conoce a DJ (Aamir Khan), y a su pandilla, Karan (Siddhart), Sukhi (Sharman Joshi) y Aslam (Kunal Kapoor), desencantados universitarios que piensan que nada se puede hacer en su país, un lugar que se liberó de los ingleses para caer en manos de políticos corruptos. En ellos encontrará Sue a los intérpretes que estaba buscando para su película.
Para los chicos aquello supone un divertimento, una más de sus gamberradas juveniles que les sacará de la atonía en la que viven, pero poco a poco se va convirtiendo en un acicate para el despertar de sus conciencias al darse cuenta de cómo eran y lo que sentían aquellos jóvenes luchadores a los que interpretan.


El guión arranca de un poema del autor hindú Dushyant Kumar y se plantea la historia de una manera muy original. Lo que en principio nos parece que es una peli a medio camino entre lo cutre y el viodeclip, en realidad no hace sino representar la despreocupación de unos jóvenes descreídos y totalmente desencantados, imbuídos de la estética y el pensamiento occidental, alejados de toda preocupación política y social en el convencimiento de que la corrupción del país es incorregible.
Sin embargo, cuando se deciden a ayudar a Sue interpretando a aquella gente que cien años antes dio su vida por la independencia de la India, sus conciencias descubren un mundo nuevo, en el que el compromiso social sustituye a la apatía en la que vivían.


Con una fotografía colorista y unos interludios musicales que a algunos, seguramente, les resultarán extemporáneos, pero que a mí no me desagradaron, muy típicos del cine de Bollywood, Rang de Basanti es una película distinta, una propuesta refrescante para el tipo de cine que estamos acostumbrados a ver que, aún en sus tramos menos interesantes, notas que te atrapa por la originalidad con la que está planteado el mensaje que nos acerca.


Quizá hubiera suprimido la última parte del film, en la que nos narra los hechos que se desencadenan con la muerte de un joven piloto de la fuerzas aéreas indias, en un accidente que las autoridades tratan de tapar, aquí el film se vuelve maniqueo y lo que hasta ese momento se nos había narrado de una manera sencilla y original, se vuelve artificioso y hasta cierto punto manipulador e interesado y pierde frescura.
El título hace referencia a una frase hindú, "Main rang de basanti", que se occidentalizó por "píntate de amarillo", que viene a ser lo que hace alguien que está dispuesto a dar su vida por sus ideales.
La película pretende transmitir un mensaje de alegría, la juventud es así y no puede perder ese sello aún en las circunstancias más trágicas, de hecho, cuando alguno de los protagonistas está en situación desesperada, los rostros sonrientes, incluso las bromas entre ellos, tratan de resaltar ese mensaje de optimismo ante la adversidad.





sábado, 21 de junio de 2014

LE FORT DOUAUMONT

Ya hemos hablado aquí en alguna ocasión de la guerra de trincheras durante la I Guerra Mundial, en la que miles de soldados, sobre todo británicos, franceses y alemanes, estuvieron hundidos en el fango y el barro o soportando el inclemente calor veraniego, prácticamente durante los cuatro años de conflicto, sin que las líneas se movieran apenas.
En los alrededores de Verdún, se habían construído 19 fuertes que componían el cinturón defensivo de la ciudad, pudiéndose cañonear desde cada uno de ellos al inmediato en caso de ataque. De entre todos ellos destacaba el fuerte Douaumont, situado en una posición dominante por encima del valle, a 1.300 metros sobre el nivel del mar.
La construcción de este fuerte comenzó en 1885 y duró hasta 1913, con un coste de seis millones de francos oro (se calcula que su valor actual podría rondar los 265 millones de euros). Con una superficie total de 30.000 mil metros cuadrados y 400 metros de longitud, se edificaron dos niveles subterráneos de acero protegidos por un techo de hormigón armado de doce metros de espesor. El interior del fuerte tenía un laberinto de galerías de piedra que conducían a los búnkeres donde estaban las habitaciones para una guarnición de unos 500 hombres, además de almacenes de alimentos y municiones. Las defensas exteriores de la fortaleza eran esencialmente un anillo exterior de alambres de púas en cuyo interior había una profunda zanja. Fort Douaumont era un orgullo nacional. Tras la destrucción de los fuertes belgas en 1914, por la artillería alemana, las autoridades francesas tomaron la decisión de reducir la guarnición de Douaumont, que pasaría a ser habitado por tropas de reserva. Además muchas de sus piezas de artillería pasaron a reforzar la de las unidades de campaña. En febrero de 1916, debía haber en el fuerte apenas 56 artilleros por toda guarnición, pero ante la importancia estratégica del mismo , el gobernador de Verdún telefoneó al general Chrétien, el comandante de las tropas de la zona en que estaba situado el fuerte, y le ordenó ocuparlo de nuevo y defenderlo mientras le quedara un hombre. Chrétien aceptó hacerlo y trasladó la orden a su Estado Mayor. No obstante, ese mismo día, Chrétien fue sustituido por el general Balfourier; cuando este llegó, el cansado Chrétien le aseguró que la ocupación del fuerte estaba en marcha y que no se preocupara de ello. La orden de enviar más personal que reforzara el fuerte había sido dada, en efecto, pero en alguna parte de la cadena de comunicaciones interna del ejército francés, la orden se perdió, y el fuerte quedó abandonado con la escasa guarnición que tenía.
Mientras tanto, los alemanes, que nada sabían de todo esto, el 25 de Febrero de 1916, ordenaron al 24° Regimiento de Brandenburgo, que avanzara hacia el Fuerte. Acompañando a las tropas germanas, iba un grupo de zapadores, mandado por el sargento Kunze, con la misión de cortar el almabre de espinos y limpiar otros obstáculos que pudiera encontrar el grueso de la fuerza en su avance. Al llegar junto al foso que rodeaba el fuerte el sargento ordenó a sus hombres que formaran una torre humana para que él pudiera trepar hasta una tronera de los cañones . Kunze exploró con sólo dos compañeros los largos túneles del interior del fuerte y finalmente siguió en solitario, se topó con cuatro artilleros franceses encargados del cañón de 155 mm., los arrestó e inmediatamente se extravió y perdió contacto con sus compañeros. Caminando con sus cuatro prisioneros delante, Kunze llegó a un patio interior cuando, repentinamente, sus prisioneros lograron escapar. Kunze estaba a punto de abrir fuego cuando advirtió un barracón en el que había gente reunida. Sin intimidarse, arrestó rápidamente a los 20 soldados franceses presentes, momento en el que un obús alcanzó el fuerte y apagó las luces de la habitación. Con gran presencia de ánimo, Kunze cerró la pesada puerta y la trabó desde el exterior. La llegada de tres oficiales alemanes, Radtke, Haupt y Von Bradis, al frente de más tropas, sirvió para completar la labor de Kunze, con lo que el fuerte se capturó intacto. Tras consolidar la posición, se zamparon una bien ganada cena, con las provisiones del Fuerte. En toda la jornada, no se había disparado un solo tiro, y la única baja registrada fue un soldado alemán que se hirió la rodilla por error.
La propaganda francesa trató de minimizar el incidente dando cuenta de las numerosísimas bajas que la toma del fuerte había costado a los alemanes, mientras en Alemania todos los periódicos recogieron la noticia con grandes titulares, los niños no tuvieron escuela, y repicaron las campanas.
A pesar de los incesantes ataques, en los que los oficiales enviaban a los soldados al matadero empleando tácticas del siglo XIX, con avances frontales frente a ametralladores, cañones y fusiles automáticos, el fuerte no fue reconquistado hasta el 24 de octubre del mismo año. El Regimiento de Infantería Colonial de Marruecos, fue el que consiguió la hazaña. Los franceses se dejaron en el empeño 10.000 vidas.
En el bando alemán, al sargento Kunze le fueron reconocidos sus méritos, no obstante, las máximas condecoracociones fueron para los oficiales Oberleutnant Cordt von Brandis y Hauptmann Hans-Joachim Haupt.




viernes, 20 de junio de 2014

AMAZING GRACE

A finales de siglo XVIII, más de once millones de africanos habían hecho el viaje de la muerte a través del Atlántico, convertidos en esclavos para acabar sus días en las plantaciones americanas. Muchos otros, ni siquieran llegaron allí, murieron en la travesía a causa de enfermedades, malos tratos o, sencillamente, fueron arrojados por la borda de los barcos que los transportaban como simple mercancia, carne humana, mano de obra barata de personas sin derecho alguno a quienes la hipocresía y los intereses comerciales de los blancos habían catalogado como seres sin alma.
En Inglaterra, algunas voces se levantaron contra esta tragedia, reclamando el fin del comercio de esclavos. Siempre se encontraban con el muro de los intereses de quienes sacaban buenos réditos de aquella barbarie, siendo acusados incluso de revolucionarios y enemigos de la corona.
Una de aquellas personas, fue William Wilberforce (Ioan Gruffudd), hijo de un próspero comerciante y miembro del Parlamento Británico. Wilberforce era un personaje de vida un tanto disoluta que en un momento determinado de su vida, sintió la llamada de la fe y se acercó a la Iglesia Evangélica, dudando si continuar con su carrera política o convertirse en ministro del Señor. Su íntimo amigo William Pitt (Benedict Cumberbatch), futuro primer ministro, le pone en contacto con los abolicionistas, que le convencen para que, desde su puesto en el Parlamento, se involucre en la causa antiesclavista. Wilberforce se entrega en cuerpo y alma a la tarea y no cejará en su empeño, pues aquella misión encaja en su ideal de mejorar las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas de su país.

 
El guión es una crónica de la vida de William Wilberforce, un pionero en la lucha contra el tráfico de esclavos, actitud que le costó el enfrentamiento con las clases poderosas de la Inglaterra de su época. Nos narra su relación con John Newton (Albert Finney), un antiguo negrero, que se había empleado con toda crueldad en la anterior etapa de su vida y que ahora se ha convertido en un hombre de iglesia buscando la redención de sus pecados, como él mismo dice, las almas de 20.000 negros, personas con bellos nombres africanos a quienes había convertido en esclavos, le perseguían cada día.
Newton fue el autor de un poema que se convertiría en un himno carismático en la tradición cristiana anglosajona: Amazing Grace, una canción entonada miles de veces en las reuniones de fieles de las iglesias metodístas, evangélicas, anglicanas, etc. y del que han hecho versiones modernas Mahalia Jackson, Aretha Franklin, Rod Stewart, Johnny Cash, Elvis Presley o Mike Oldfield entre otros muchos.
El himno se convirtió en un canto paradigmático para los negros, porque expresa la alegría de verse liberados de la esclavitud y las miserias del mundo y más adelante fue adoptado por los grupos que se oponía a la guerra de Vietnam.

 
Magníficamente ambientada, con ese toque de distinción que saben dar los británicos a las películas de época, que logran transportarte al momento histórico porque todo se ve natural, desde el vestuario hasta las construcciones, está muy bien fotografiada por el maestro Remi Adefarasin y en los títulos de crédito figura como productor Terrence Malick.
Interpretaciones logradas, con algunos secundarios de esos a los que da gusto ver (Albert Finney o Michael Gambon, por ejemplo).

 
La película se adereza con una historia de amor, nada empalagosa y perfectamente imbricada en el discurrir del conjunto, la relativa al protagonista y la que será su esposa, Barbara Spooner, acertadamente interpretada por Romola Garai.
Además, es un retrato de la vida parlamentaria de la Inglaterra del XVIII-XIX y las varias escenas en las que asistimos a las reuniones de la Cámara de los Comunes, están filmadas con viveza y no suponen, ni de lejos, ningún paréntesis aburrido para el espectador, todo lo contrario, ilustrativas y aleccionadoras; los debates sobre las iniciativas abolicionistas, están retratados de manera magistral.

 
Los cambios de escenarios, la forma adecuada de entrelazar los distintos planos en los que se mueve la narración, dotan al film de viveza y agilidad, para conseguir un resultado final brillante, en una película aleccionadora, sobre la lucha de unas personas que se preocuparon por la injusticia a la que se veían sometidos unos semejantes, cuyo dolor hicieron propio.
Tremendamente evocadora la escena final, con la Abadía de Westminster, donde está enterrado William Wilberforce, al fondo y el Amazing Grace interpretado por una banda de gaitas y tambores, siguiendo la versión que hizo famosa el regimiento escocés del ejército británico Royal Scots Dragoon Guards.

 
 
 

jueves, 19 de junio de 2014

LOS INKLINGS

Los Inklings (palabra intraducible al castellano, pero que podría significar muy libremente algo así como "los diletantes" o "los aficionados", los que tienen alguna idea de algo), eran un grupo de personas, todos hombres, relacionados con los ambientes literarios vinculados a la Universidad de Oxford.
Los años de esplendor del grupo fueron las décadas de los 30 y 40 del pasado siglo y tenían una serie de costumbres no escritas, pues no existan reglas como tales. La mayoría (puede que todos ellos), de credo católico o protestante, eran creyentes cristianos. Una de esas costumbres, era reunirse los martes a mediodía en el pub Eagle and Child de Oxford, al que coloquialmente se referían con la aliteración The Bird and Baby o simplemente como The Bird. En esas reuniones mantenían discusiones filosóficas y literarias, o leían y se criticaban mutuamente fragmentos inéditos de sus obras, pero se dedicaban también a otras cosas más divertidas, como hacer algunas competiciones originales, del tipo de quién era capaz de leer más tiempo sin reirse libros de prosa reconocidamente mala y otras cosas por el estilo.
Inklings famosos fueron C.S. Lewis (el famoso autor de "Las Crónicas de Narnia"), Charles Williams o el propio John Ronald Reuel Tolkien y en algunas de aquellas reuniones, los asistentes tuvieron el privilegio de escuchar antes que nadie, lecturas de fragmentos de "El Señor de los Anillos".
Por cierto que aunque parece claro que Tolkien sí influyó en Lewis y sus "Crónicas de Narnia", no ocurrió así al revés, pues como el propio C.S. Lewis escribía: "Nadie ha tenido ascendente sobre Tolkien (...). Escuchábamos la lectura de su obra, pero sólo influíamos en ella mediante el estímulo. El sólo reacciona de dos maneras ante las críticas: o bien reescribe toda la obra desde el principio o no hace el menor caso"




miércoles, 18 de junio de 2014

UNITED 93 (VUELO 93)

A las 8:42 del día 11 de septiembre de 2011, tras un retraso de más de cuarenta minutos debido a la intensidad del tráfico aéreo en esa hora punta, el vuelo 93 de la United Airlines, despega del Aeropuerto Internacional Libertad de Newark (New Jersey), su destino, el Aeropuerto Internacional de San Francisco.
Además de los pasajeros y la tripulación habitual del avión, a bordo viajan cuatro terroristas de Al-Qaeda con billetes de primera clase, con objeto de estar más cerca de la cabina del piloto.
A las 9:28, estos cuatro individuos ponen en marcha su plan de acción, asesinan al piloto, capitán Jason Dahl (J.J. Johnson), al copiloto Leroy J. Homer (Gary Commock) y a la azafata Deborah Welsh (Polly Adams), hiriendo mortalmente al pasajero Mark Rothenberg (Chip Zien).
Los pasajeros consiguen hablar por teléfono con sus familiares en tierra y por ellos se enteran de que dos aviones se han estrellado contra el World Trade Center de Nueva York y otro contra el edificio del Pentágono. A partir de ese momento saben que aquello no es un secuestro, que los terroristas no van a negociar con nadie la liberación de los pasajeros y que se trata de una acción suicida, así que deciden unirse y se proponen atacar a los piratas y tratar de reconducir la aeronave.


La película no se centra únicamente en la peripecia del vuelo 93 de la United, sino que narra la pesadilla que se vivió en los centros de control implicados en el seguimiento de los aviones.


El realizador, Paul Greengrass, opta por narrar los acontecimientos de una manera objetiva, sin tomar partido, aunque es cierto que de la forma en que está contado el secuestro del vuelo 93, se despierta en el espectador la animadversión contra los terroristas y el deseo de que los pasajeros les ataquen y se defiendan, pero es una opción personal del espectador, no es que la película nos manipule, sino que vemos la injusticia de una situación en la que unas personas inocentes son llevadas a la muerte por unos fanáticos que desprecian la vida de quienes van en el vuelo.
Aquellos 50 minutos de retraso en el despegue, se mostraron vitales y dieron tiempo a que los pasajeros del vuelo 93, se enteraran por sus comunicaciones con tierra, de los atentados que estaba sufriendo su país, reaccionaron contra sus secuestradores y se convirtieron en héroes contra su voluntad al evitar que el avión se estrellara contra su objetivo, seguramente el edificio del Congreso o la Casa Blanca.


Está rodada con cámara en mano, algo a lo que nos tiene acostumbrados Greengrass y que domina muy bien, consiguiendo viveza y dinamismo en las imágenes y dando al film un toque de documental. Recuerdo ahora Bloody Sunday, rodada de la misma manera y que consigue resultados parecidos, al igual que ésta, basada en hechos reales, logra también un gran trabajo.
La narración se apoya en las conversaciones telefónicas de los pasajeros y en las que mantenían entre sí y con otros centros, los controladores aéreos, tanto civiles, como militares, ellos son los que nos conducen y hacen avanzar la película.


Una magnífica película, que huye del tono panfletario, limitándose a contar una historia, en parte construida sobre supuestos, ya que no hubo supervivientes y lo que ocurrió en el vuelo 93, el guión lo ha reconstruido entrevistando a esos familiares que hablaron con los pasajeros, algunos de los cuales participan en el film, al igual que muchos de los controladores. El film está muy bien documentado y la media hora del final es auténticamente trepidante, aunque sabemos de sobra lo que ocurrió, consigue, con la tensión que ha ido creando, que cuando el avión se estrella contra el suelo, sintamos una especie de shock por la frustrada esperanza de que se van a salvar.
Igualmente conseguido el retrato de la locura del fanatismo terrorista, disfrazado de lo que sea, motivos políticos o religiosos, su desprecio por la vida ajena (con la suya que hagan lo que les de la gana) y por la dignidad de las personas, de unos seres que se creen superiores a los demás.
Ese día, los norteamericanos recibieron una bofetada en pleno rostro y muchos de ellos, autoridades e instituciones incluidas, que había flirteado con el IRA, con ETA y con otros grupos que, según ellos, eran luchadores por la libertad, se dieron cuenta de que esta gentuza no tiene sino un ideal: sembrar el mal, pero, claro, eso a ellos, siempre les tocaba de lejos, en su país nadie iba a cometer tales barbaridades, son el país de la libertad. Lástima que tuvieran que darse cuenta de esta manera, a costa de vidas inocentes. De repente, aquellos a los que justificaban porque defendían la emancipación de su pueblo, o luchaban por su religión, pasaron a ser odiados, pero en otros lugares del planeta, sabíamos, desde hacía mucho tiempo, lo que esta plaga del mal significa.




martes, 17 de junio de 2014

LOS CIMIENTOS DE MANHATTAN

Durante la II Guerra Mundial, cuando los nazis bombardearon Londres y otras ciudades británicas en lo que se conoció como la Batalla de Inglaterra, buena parte de la infatigable resistencia inglesa a estas devastadoras incursiones aéreas, estuvo fundamentada en el incesante caudal de suministros que cargueros norteamericanos llevaban a las islas salvando los peligros de un océano plagado de submarinos alemanes.
En su viaje de regreso, los mercantes necesitaban lastre, algo que en condiciones normales se soluciona llevando de vuelta productos del lugar donde se ha dejado lo que llevaban, así se pueden sacar algunos beneficios económicos, al tiempo que se soluciona el problema del lastre, imprescindible en una nave. Pero la Inglaterra de aquellos momentos, no tenía nada con que comerciar, toda la industria estaba volcada en el esfuerzo de guerra, nada sobraba en aquella devastada nación ¿o quizá sí? Pues en efecto, siempre hay algo de lo que prescindir, ese algo eran escombros y en una ciudad como Bristol, principal destino de los cargueros americanos y, por tanto, objetivo de guerra de primera magnitud para los alemanes, que bombardearon la ciudad de manera sistemática, por desgracia para ellos, había edificios derruidos para dar y tomar y eso fue lo que se empleó como lastre de los barcos.
Una vez llegaban los navíos a tierras neoyorkinas, era necesario desembarazarse de tan inservible carga. La solución adoptada, fue emplear todos estos escombros como tierra de saneamiento para la construcción de nuevas zonas residenciales en Manhattan. Concretamente en la orilla de East River. Todos estos escombros fueron vertidos entre las calles 23 y 34, lo que ahora conforma la Franklin D. Roosevelt Drive, antes conocida como East River Drive. En la foto que encabeza la entrada, puede verse, en primer término, el lugar donde se vertieron los escombros, con la autopista y edificios construidos sobre ellos.
En aquella zona hay una placa en recuerdo de los caídos y de todos los que ayudaron en la lucha contra los alemanes. Esta placa fue descubierta por un nativo de Bristol, cuya familia sufrió en propias carnes los tremendos bombardeos, nada menos que el gran actor Cary Grant.



lunes, 16 de junio de 2014

FLY BOYS: HÉROES DEL AIRE


Blaine Rawlings (James Franco) un cowboy cuyo rancho ha sido embargado por el banco, es avisado por el sheriff de su localidad de que hay una orden de arresto contra él, le aconseja que antes de media hora desaparezca del pueblo y se vaya muy lejos. En el documental que está viendo en esos momentos en el cine, se habla de los jóvenes norteamericanos que se han alistado voluntarios para combatir como pilotos en la escuadrilla Lafayette que el ejército francés ha creado especialmente para ellos.
Otros jóvenes viajan a Francia junto a Rawlings, sus motivaciones para emprender tal aventura son de lo más variopinto, desde quien, como Rawlings, huye de la justicia, hasta otros que van en busca de gloria, pasando por quienes desean luchar por lo que consideran una causa justa.
Una vez en el campo de entrenamiento, son adiestrados por el capitán Thenault (Jean Reno). En un breve plazo de tiempo aprenden a pilotar y se encuentran en disposición de participar en sus primeras misiones de guerra, para lo cual servirán al mando del oficial norteamericano Reed Cassidy (Martin Henderson), un experimentado piloto que bajo su capa de hombre duro y sin sentimientos, velará porque sus hombres salgan lo mejor librados posible de los encuentros con los aviones alemanes.


En el contexto de la I Guerra Mundial, la película recrea las andanzas de los voluntarios norteamericanos enrolados en la Escuadrilla Lafayette. Los aviones son un elemento nuevo como arma de guerra y sus pilotos se consideran a sí mismos una especie de élite dentro de las fuerzas armadas, los herederos de aquellas guerras caballerescas en las que los códigos de honor aún tenían cierta importancia.


Las escenas de combate, tan espectaculares como repetitivas y un tanto faltas de emoción, se rellenan con una historia de amor un tanto insulsa entre el protagonista, James Franco y la actriz francesa Jennifer Decker, en el papel de Lucienne.
El rigor histórico es más que dudoso y algunos de los planteamientos bastante increíbles en tiempos de guerra, haciendo de la película más una historia de aventuras que un film bélico, porque cuando se quiere poner trascendente, resulta incluso cómico.
Resulta bastante más atractivo el personaje de Reed Cassidy, un tipo descreído y de vuelta de todo, que ha visto morir en combate a todos sus amigos, que el del propio protagonista del film que, por momentos, se presenta desangelado.


A pesar de todo, la película entretiene, aún con ese tufillo de prepotencia de los norteamericanos que han venido a salvar el mundo porque ellos saben cómo se hacen las cosas y los franceses no. De los alemanes, mejor no hablar de cómo son tratados, aunque se hace un pequeño homenaje a von Richthofen, o a un piloto inspirado en el as alemán, que, por supuesto, a la postre es derribado por los americanos.
Al final uno queda con la sensación de haber presenciado un film mediocre plagado de tópicos.





sábado, 14 de junio de 2014

LA JUNGLA (UPTON SINCLAIR)

No voy a hablar de un libro, sino sobre lo que este libro significó en un determinado momento, allá por 1906, hace más de un siglo.
Todos conocemos publicaciones, películas, programas de radio o televisión, etc., que han tenido impacto en la sociedad y esta novela es un caso claro de ello.
A su autor, Upton Sinclair, le encargaron un trabajo para investigar la industria cárnica de Chicago, sus malas prácticas laborales y sanitarias y sus posibles efectos perniciosos en la salud. Lo que podía haberse quedado en un informe se convirtió en un clásico de la literatura. En su novela, Sinclair se dedica a contar todo lo que pasa con la carne, desde que la ternera o el cerdo están vivos en el matadero, hasta que llegan a la mesa del consumidor estadounidense. Trabajos sin unas mínimas condiciones de dignidad, viviendas insalubres, explotación constante, abusos y estafas en los servicios, ausencia de garantías o posibilidades de defensa... Los lectores estadounidenses reaccionaron con repulsión, no sólo por la descripción del trabajo de las mujeres y de los niños en los mataderos de la ciudad, sino también al darse cuenta de que al comer carne de ternera, algunas veces también comían la carne de los operarios que se caían vivos a las trituradoras, y por los cuales, por cierto, nadie se preocupaba demasiado. El caso es que el clamor popular, consiguió que el presidente Theodore Roosvelt plantease una serie de cambios legislativos dirigidos a “humanizar” las condiciones de trabajo de los empleados de los mataderos, se envió un ejército de inspectores a los mataderos, que confirmaron casi todas las denuncias de Sinclair, aunque, a la hora de la verdad, el alcance de las reformas fue bastante más limitado de lo que prometían, y la batalla colectiva continuó siendo necesaria.
Hay también un trasfondo en la novela, del que apenas se habla en ella, ya que entonces aún no se había despertado la conciencia colectiva sobre el asunto, es el sufrimiento de los animales.
Sinclair comentó con cierto sarcasmo sobre las repercusiones de su novela: "Yo apunté hacia el corazón del público, y por accidente le di al estómago".
 
 
 


viernes, 13 de junio de 2014

BOBBY

El 5 de junio de 1968, el hotel Ambassador de Los Ángeles es un cosntante ir y venir de gentes variopintas, en el edificio está el cuartel general de la campaña del senador por Nueva York Robert "Bobby" Kennedy, en su carrera por ser el candidato demócrata a las elecciones a la presidencia de 1968, las primarias de California se antojan cruciales para conseguir su objetivo.
El hotel, mientras tanto, continúa con su día a día, esta vez alterado por las circunstacias y por lo que se prevee será una larga noche a la espera del resultado del escrutinio. Muchos de los trabajadores, habrán de soportar doble turno, lo que provoca descontentos, pero los responsables del establecimiento se afanan para que todo siga su curso y la gente alojada en él, reciba el mejor trato posible.
Las personas involucradas en la campaña, también se afanan en su trabajo, saben que cada voto puede ser decisivo, pues los márgenes que barajan las encuestas son mínimos.
Todo este mosaico de personas procura convivir con sus propias inquietudes, miserias, sueños y esperanzas que, al menos durante el tiempo que dediquen a su labor profesional, quedarán en un segundo plano ¿o quizá interfieren en sus tareas?


El actor Emilio Estevez, sí ese que es hermano de Charlie Sheen e hijo de Martin Sheen, es el realizador de esta película, alrededor de cuyo proyecto estaba trabajando desde siete años atrás, sin acabar de encontrar financiación.
Con un formato que me ha recordado el de aquellas teleseries de gran éxito en los 80 como "Hotel" o "Vacaciones en el mar", el guión nos cuenta una serie de pequeñas historias de personajes que están alojados o trabajan en el Ambassador, muchas de ellas, estereotipos que sirven para acercarnos a las inquietudes y formas de vida de la clase media americana del momento y, sobre todo, a los problemas que les acuciaban y cuyas soluciones formaban el eje central del discurso del joven Kennedy: la guerra, de la que muchos conocidos han regresado en una bolsa de plástico; los problemas de las minorías; el racismo; la inmigración ilegal; la liberación femenina; la conservación del medio ambiente...


Con un plantel de intérpretes en el que cada uno supera en renombre al anterior, Estévez se revela como un eficaz director de actores, pues si cuenta con la ventaja de tener a sus órdenes gente que conoce de sobra su trabajo, todos sabemos que esto no deja de ser un arma de doble filo. En la película vemos a gente de tan conocida como Harry Belafonte, Laurence Fishburne, Heather Graham, Anthony Hopkins, Helen Hunt, Shia LaBeouf, Lindsay Lohan, William H. Macy, Demi Moore, Freddy Rodríguez, Martin Sheen, Christian Slater, Sharon Stone o Elijah Wood.
Todos ellos tienen su momento, algunos con intervenciones más relevantes que otros y, aunque quedemos subyugados por la enterpretación del siempre seguro Anthony Hopkins o el protagonismo que en este film tiene William H. Macy, me han llamado poderosamente la atención dos mujeres, una encantadora y desconocida Lindsay Lohan y la buena interpretación de Sharon Stone. Pero todos ellos, rayan a gran altura, incluso los que menos minutos tienen, todos están de sobresaliente y es una delicia verlos desfilar por el film.


Paciente trabajo de montaje para ir alternando las imágenes de archivo y la ficción de la película. El mensaje del senador demócrata nos llega alto y claro y consigue hacernos comprender por qué aquella nación que vivía momentos tan controvertidos, puso buena parte de sus esperanzas en aquel hombre con ideas nuevas y un discurso sincero y por qué tanta gente lloró cuando se enteraron de que los disparos de Sirhan Bishara Sirhan habían segado la vida de otro Kennedy.


El film no deja de ser un homenaje a la figura del desaparecido Robert Kennedy, pero está llevado a la pantalla de forma original, sin efectismos, aunque haya críticas que vean una especie de panfleto, algo con lo que no estoy de acuerdo.
El compendio de historias humanas contribuye a ese homenaje que llega a emocionar por lo sentido, al tiempo que sencillo del mismo.