viernes, 26 de febrero de 2021

NUNCA, CASI NUNCA, A VECES, SIEMPRE

 


Autumn (Sidney Flanigan), una apática y callada adolescente de 17 años, trabaja como cajera en un supermercado rural de Pennsylvania. Viéndose obligada a sobrellevar un embarazo accidental y sin alternativas viables para poder realizar un aborto en su propio estado, ella y su prima Skylar (Talia Ryder) reúnen algo de dinero y se embarcan en un autobús rumbo a Nueva York. Con la dirección de una clínica apuntada en un papel y sin un lugar en el que pasar la noche, las dos chicas se adentran en una ciudad que desconocen.


El título del film, Never rarely sometimes always, alude a las opciones de respuesta para un cuestionario sobre relaciones sexuales y de pareja que una doctora hace a la protagonista en un pasaje de la historia. La intensidad de las consultas va crispando la mirada y la expresión de la muchacha a medida que la profesional las enuncia. Cuando llega a la pregunta sobre si tuvo sexo sin consentimiento, Autumn ya ni siquiera podrá articular “nunca”, “rara vez”, “a veces” o “siempre”. Su silencio le otorga a la doctora la respuesta acerca de por qué este embarazo no tiene que ver con la voluntad de su paciente. 
La directora y guionista, Eliza Hittman, construyó el guión a partir de sus propias investigaciones en varios pueblos de Pennsylvania. Se hacía pasar por una mujer que creía estar embarazada y lo normal era que en los llamados “centros de embarazo en crisis” le aconsejaran que bajo ningún motivo intentara un aborto.
Esta es la realidad con que se encuentra Autumn Callahan, las leyes de Pennsylvania sólo permiten el aborto con el consentimiento de los padres. Ninguno de ellos parece demasiado comprensivo y opta por viajar cinco horas en autobús hacia Nueva York, donde no es necesario el permiso parental. 


En ningún momento de la historia hay arengas ni toma de postura a favor del aborto. Lo que sí hay son las experiencias de una muchacha (y su inseparable prima Skylar) en un pueblo y luego en una ciudad donde la hostilidad parece ser la moneda de cambio, salvo excepciones. Eliza Hittman se refería al punto de vista de su película de la siguiente manera: “No creo que la película intente cambiar a propósito la opinión de nadie. Simplemente pide ponerse por un momento en la piel de la protagonista”.




jueves, 25 de febrero de 2021

ESTOY PENSANDO EN DEJARLO


A pesar de las dudas sobre su relación, una joven hace un viaje por carretera con su nuevo novio, Jake (Jesse Plemons), a la granja de su familia. Atrapada en la granja durante una tormenta de nieve con los padres de Jake, la joven comienza a cuestionar la naturaleza de todo lo que sabía o entendía sobre su novio, el mundo y hasta su propia vida.


El guión adapta la novela I'm Thinking of Ending Things (algo así como Estoy pensando en acabar con las cosas o Estoy pensando en poner fin a las cosas), el mismo título original del film, del canadiense Iain Reid. El título en castellano cambia bastante el sentido ambiguo del título original que juega con la posibilidad de un suicidio.


Charlie Kaufman viene precedido de su reconocida fama como guionista (Cómo ser John Malkovich u ¡Olvídate de mí!, por la ganó un Oscar, entre otras), así que no estamos ante ningún desconocido en este mundo del cine. En esta película trata de explorar las profundidades del pensamiento, de la psique humana y lo hace de una manera al tiempo original y muy críptica. La verdad es que poco puedo comentar sobre el argumento si no quiero destripar el principal valor de la película: su mensaje está en clave. Sí les adelanto que no hagan caso de la sinopsis, de la que encabeza esta entrada tampoco, pues la película no va exactamente de eso y es que eso es lo que ve el espectador, pero lo que se esconde tras esa fachada es otra cosa que el espectador debe ir descubriendo a base de las claves, unas complejas y otras más evidentes, que nos va dejando la narración, qué es lo que realmente se nos está contando, si es algo real o si producto de la imaginación de alguien (y ya estoy hablando de más). 
El film requiere atención y si logras desentrañar la clave, lo verás todo de otra manera y lo que de otro modo sería una película soporífera, se transforma en un ejercicio de estilo para hacer llegar al espectador los pensamientos que el protagonista encierra dentro de sí y más que los pensamientos sus sentimientos más ocultos y profundos, sus frustraciones y sus anhelos no conseguidos, es decir, esas cosas que uno sueña despierto. Tal vez puede resultar un poco larga, pero si te interesan este tipo de películas en las que se juega con que el espectador vaya descubriendo lo que aparentemente está escondido tras lo que se ve, creo que puede resultarte muy interesante.


 

miércoles, 24 de febrero de 2021

BORAT, PELÍCULA FILM SECUELA

 


Catorce años después de su primera aventura, Borat (Sacha Baron Cohen), el cuarto mejor periodista de Kazajistán vuelve a Estados Unidos, pero esta vez viaja con su hija, Tutar (Maria Bakalova), con el objetivo de entregarla como obsequio a un gran hombre estadounidense. Una misión secreta en contra de su voluntad por orden de su perfecta y adorada patria.


La crítica principal que se le hace al film es que se apunta a vientos favorables, si por tales tenemos corrientes llamadas progresistas (feminismo, multiculturalismo...), y hacerlo de manera descarada y poco ingeniosa, como si quisiera alinearse con determinados sectores culturales hollywoodenses. Yo no se si una película de humor que se mete en terrenos de actualidad, tiene que ser equitativa para ser tenida como bien lograda, creo más bien que el ser mejor o peor se debe al ingenio de su guión y al buen trabajo de actores y realizador y aquí, hay momentos en que sí, pero otros en que no.


Siempre es complicado hacer una segunda parte de algo, es inevitable la comparación y, en esta ocasión, aunque en general sale airosa, porque consigue arrancarte risas, al fin y al cabo, el mejor termómetro para un film que se basa en el humor, se pierde el factor de novedad y cierta frescura que tenía la primera entrega, ya no hay sorpresa que valga. Sigue con su lenguaje vulgar en ciertos tramos, que no ofende, es cierto, pero tampoco hace mucha gracia. Sí lo hacen ciertas situaciones y llaman la atención sus críticas mordaces, aunque también algo faltas de ingenio sobre los conservadores y negacionistas estadounidenses, pero tienen algo de artificioso. Yo creo que, con el paso del tiempo, la película tendrá también valor como documento de época, igual que ocurre con algunos films de humor carpetovetónico (Martínez Soria, Landa, Pajares y Esteso...) y que cuando todo esto de la pandemia haya quedado atrás, sirva para recordar como fueron algunas de las situaciones ridículas que se vivieron entonces. 
De cualquier manera, para pasar un rato divertido, sin demasiadas exigencias, no es mala elección y, desde luego, te vas a reír en más de un momento.




martes, 23 de febrero de 2021

LA TRISTEZA DEL SAMURÁI

 

Isabel, una aristócrata española que vive en Extremadura, en la España de postguerra (1941), se ve envuelta en un complot para matar a su marido, un todopoderoso jerarca falangista, viéndose traicionada por su misterioso amante. Los efectos de su traición se manifiestan en una violenta lucha por el poder tanto en la familia como en ámbitos políticos, durante tres generaciones, entrelazando su historia con la de una joven abogada llamada María cuarenta años después. 
Durante el intento de golpe del 23 de febrero de 1981, María es acusada de planear la fuga de la prisión de un hombre al que envió a la cárcel por asesinato, actuando como abogada de la parte contraria.
La novela contiene una historia de amor, por un lado y de malos tratos, por otro, pero también nos habla de traición, justicia y esperanza en que esta triunfe al final. Víctor del Árbol elabora con buena mano, una novela que traslada al lector de la España de los cuarenta a la España de los ochenta, el período en el que el país atravesaba una de las pruebas más serias de la recién estrenada democracia. 
El libro cuenta con un complejo elenco de personajes y una historia algo truculenta que en algunos momentos recurre a algún atajo interesado para ajustar la narración que, en ocasiones, resulta un tanto increíble y quizá se hace un poco larga a la hora de retorcer y buscar demorar el desenlace final. Está bastante bien escrito y despierta el interés del lector por conocer cómo acabará todo el maremágnum de intereses oscuros que ha ido creciendo a lo largo de sus páginas. A pesar de lo complejo de la trama y de esa variedad y cantidad de personajes, es cierto que el autor se maneja bien y con claridad, evitando que el lector se pierda.



lunes, 22 de febrero de 2021

UNDER THE SKIN

 


En Glasgow, un motorista recoge el cuerpo de una joven a pocos metros de la carretera y lo coloca en la parte trasera de una furgoneta, poco después, una mujer desnuda se pone su ropa. Después de comprar ropa y maquillaje en un centro comercial, la mujer conduce la camioneta por Escocia, deambulando por calles y parajes, arrastrando a hombres solitarios y confiados a un destino fatal.


El guión adapta un relato de Michel Faber publicado en 2000. La película, como ya es de sobra conocido, ha llegado a las pantallas españolas con siete años de retraso por razones puramente económicas (como casi todo en este mundo nuestro), pues ninguna distribuidora española vio su viabilidad comercial debido al alto precio que se pedía desde su productora británica. Pero hubo una que esperó, reiterando año tras año una oferta que, al final, ha terminado con la película exhibida en treinta cines de España en 2020.


Como tantas veces ocurre, disparidad en las valoraciones del film, sobre todo entre los espectadores, ya que la crítica, en general (también hay alguna voz discrepante) la alaba, incluso llegando a calificarla como una de las mejores películas del cine británico de los últimos años. Sea como fuere, la película, prácticamente desde su estreno, es considerada como un film de culto y mi opinión personal es que perdurará en el tiempo como tal. Salvando las distancias, en cuanto que el argumento no sigue los mismos derroteros, no están muy errados quienes la comparan con Blade Runner, pues aparte de la estética diferente, de la disparidad en los argumentos y del anecdótico desnudo de Scarlett Johansson, hay un punto que se me antoja esencial en los argumentos de ambas películas que las hace converger y es el de la humanización de los androides en el caso de la película de Ridley Scott y de esta presumible alienígena en Bajo la piel. Al menos en este film, ese es el centro, el eje sobre el que pivotan las posibles reflexiones que se quieran hacer sobre la película. La mujer va descubriendo cosas sobre los humanos para las que no ha sido preparada o instruída y el momento clave es la caída en plena calle, cuando ve a gente a su alrededor que se preocupa por ella y que desea ayudarla, lo que supone un choque y una especie de despertar moral para alguien que, hasta ese instante, no hacía otra cosa que cumplir con la misión de cazadora de cuerpos para la que había sido enviada, sin verse acuciada por reparos morales. Otro choque posterior vendrá cuando descubra que esa misma humanidad, esos hombres en los que ha descubierto que se mueven también como un rebaño (en el mejor sentido del término), que pueden ser solidarios y bondadosos, son también peligroso y malvados.


La película, de ritmo pausado, tiene mucho de espectáculo sensorial, tanto por su banda sonora, como por esos momentos en los que Jonathan Glazer se recrea en las secuencias en que los hombres siguen a Johansson hasta sumergirse y desaparecer en esa especie de líquido negro transparente. También tiene algunas secuencias de gran belleza plástica y con un fondo emotivo, muy sugerentes, como la de la playa con el bebé llorando abocado a una muerte segura en cuanto suba la marea o el sueño de la protagonista en que parece fundirse con la naturaleza. 
Como suele ocurrir con este tipo de películas, seguirá levantando opiniones encontradas y, seguramente, así será ya para siempre, entre quienes disfruten de ella y aquellos a los que decepcione.




domingo, 21 de febrero de 2021

THE VAST OF NIGHT

 


A finales de los años 50, en la pequeña población de Cayuga, Nuevo México, la joven operadora de teléfonos Fay Crocker (Sierra McCormick) y el carismático locutor de radio local Everett Sloan (Jake Horowitz) descubren una misteriosa frecuencia en las ondas que podría cambiar su vida y la de toda la humanidad para siempre.


La película se presenta como si de un capítulo de la mítica serie televisiva The Twilight Zone (en España creo recordar que se llamó En los límites de la realidad o algo así), del no menos mítico Rod Serling. La primera temporada de la serie se emitió en televisión allá por 1959 y si tenéis curiosidad podéis encontrar las decenas de personas muy conocidas que participaron en ella como guionistas, realizadores o intérpretes, son muchos y muy famosos.


Y eso es el film, como un capítulo extendido de aquella serie. Rodada con un presupuesto mínimo (todo lo que esté hoy en día por debajo del millón de dólares ya es digno de mérito), no tiene más remedio que ceñirse a lo que hay y exprimir los recursos a base de inventiva, en este caso, incesantes diálogos que, eso sí, durante los veinte o treinta primeros minutos de la película parece que nada aportan si no es convertirse en una extensísima presentación de los dos personajes protagonistas, con idas y venidas por las calles del pueblo y el consuelo que nos queda de que, al menos, la recreación de la época, está muy conseguida. 
Por lo demás, no esperéis grandes efectos especiales, ni alienígenas, ni naves espaciales espectaculares, ni nada de eso, todo muy modesto y basado, reitero, en gran parte en los diálogos. La película está bien dentro de su modestia y la historia, una de tantas sobre seres que nos vigilan e intervienen en nuestras vidas desde otros mundos, puede resultar entretenida.




sábado, 20 de febrero de 2021

VITALINA VARELA

 


Vitalina Varela es una mujer de 55 años que, procedente de Cabo Verde, llega a Lisboa tres días después del entierro de su marido, que tiempo atrás emigró. Ha estado esperando este momento durante más de 25 años.


Vitalina ha estado mucho años esperando poder tener en sus manos el billete de avión para viajar a Portugal y ha llegado para quedarse a pesar de que no hacen más que repetirle que allí no hay nada para ella y que toda la herencia que le ha dejado su difunto marido es un cuchitril destartalado que se cae e pedazos. 
Retrato de la pobreza, de la miseria y desolación de una población inmigrante que vive en ghettos en medio de la gran ciudad, sin esperanzas y sin apenas ilusiones Retrato también de una mujer que planta cara. Vitalina vive el duelo al que llegó tarde a través de una película cuyo guión escribió prácticamente ella misma, porque quiere que su sufrimiento y el de tantas otras mujeres sea escuchado.


Se ha dicho de Pedro Costa que es el cineasta que mejor fotografía el negro, porque no se limita a mostrarnos sombras, no, da al negro la categoría de color y como tal lo trata, con ese tenebrismo que se adueña del film. Veinte minutos (o quizá más), tenemos que esperar para ver un poco de claridad diurna en la película, una oscuridad que se va volviendo luminosa a medida que Vitalina encuentra la reconciliación consigo misma y sus miserias. 
Película para tomarse con calma, muy contemplativa y, ni que decir tiene, que no es para todos los gustos.




viernes, 19 de febrero de 2021

SAINT MAUD

 


Maud (Morfydd Clark), una joven enfermera, se muda a la fastuosa mansión de Amanda (Jennifer Ehle), una veterana y famosa bailarina retirada, debilitada por una enfermedad terminal que la mantiene encerrada. Maud, atormentada por un terrible secreto y por los mensajes que cree recibir directamente de Dios, se convence a sí misma de que debe cumplir una misión: salvar el alma de Amanda de las garras demoníacas que ella está convencida retienen a su nueva paciente.


El comienzo del film, no puede ser más canónico: Una solitaria mansión con algo de victoriano en las afueras de la ciudad a la que se accede por una larguíiiiisima escalinata que transcurre por una cuesta casi vertical. Hay otras cosas que de modo innegable nos recuerdan a algunos clásicos del género (Carrie o La semilla del diablo entre otros), pero la jovencísima realizadora británica Rose Glass, autora también del guión, sabe tomar su propio camino y dotar al film de personalidad propia. Una protagonista, muy bien interpretada por Morfydd Clark, de la que sabemos que sufre un desequilibrio emocional por un turbio asunto en el hospital en que trabajaba y del que no se nos aclara si fue antes el huevo o la gallina, es decir, si quedó perturbada por lo ocurrido, o el suceso fue consecuencia de su estado. La película trata, con un tono que encierra mucha sensibilidad, temas como el equilibrio mental, la religión, la soledad, los cuidados paliativos, etc. A Maud, la joven enfermera, la acompañamos en un viaje de sube y baja, como la mansión en la que trabaja para Amanda (el otro gran personaje femenino al que da vida espléndidamente Jennifer Ehle), su soledad nos hace comprenderla, incluso sentir algo de compasión por ella, pero sus arranques de desmedido fervor religioso, nos llevan a tomar una actitud preventiva. Esta ambivalencia respecto al personaje, la consigue muy bien la realizadora y guionista que, al parecer quería que el espectador se sintiera cercano a Maud, pero sin sentir pena por ella.


La narración transcurre por lo que yo llamó la senda del terror suave, el espectador no tendrá que taparse los ojos, porque el film no necesita recurrir a los grandes golpes de efecto, ni a los trucos sonoros que nos hacen saltar en la butaca, es ese tipo de terror que juega más con la psicología y que casi ni es terror, lo llamamos así por esa necesidad de encuadrar las cosas en algún género reconocible. La película es perturbadora, pero en el fondo solo está sacando a la luz lo que hay dentro de una persona y a saber las cosas que se encierran en el mundo interior de cada cual, quizá nos darían más miedo de no ser porque no suelen llegar al extremo que aquí se plantea de que la protagonista comience a alejarse cada vez más de la realidad y ahí es donde empieza el verdadero peligro.




jueves, 18 de febrero de 2021

EL HUEVO DEL DINOSAURIO (ÖNDÖG)

 


El cadáver de una mujer asesinada, aparece en medio de la estepa de Mongolia. Durante una noche, un policía joven e inexperto tiene que custodiar la escena del crimen. Dado que desconoce los peligros del lugar y a que está desarmado, le envían a una pastora lugareña para protegerle a él y al cadáver. Se trata de una resuelta mujer, de unos treinta y tantos años, que sabe cómo manejar un rifle y ahuyentar a los lobos. Ella se encarga de encender una hoguera para combatir el frío. El alcohol también ayuda a este propósito, así como la cercanía de los cuerpos que la mujer propicia.


Cuenta el realizador chino Wang Quan'an, director y guionista de esta película, que cuando viajó a Mongolia, la tierra de su madre, para rodarla, no tenía guión. Esto me hace pensar unas cuantas cosas, entre ellas, en primer lugar, que seguramente es cierto lo que dice y en segundo, que quizá tenía pensado el arranque y ante la magnitud de las sensaciones que, conforme él dice, poco menos que le abrumaron al verse en aquella tierra, entre aquellas gentes, en aquel paisaje y aquel modo de vida, la película fue tomando su propio camino, como un lienzo en blanco ante el que el artista deja fluír la mano libremente para encontrarse después con algo que parece que se ha pintado solo.


Lo digo, porque la película parece que cambia el enfoque narrativo en cierto momento. Comienza como una película de crímenes de esas que tan de moda se han puesto en el cine chino y coreano, al estilo de Memories of murder, de Bong Joon-ho, pero el asunto este del cadáver en medio de la nada, pronto vemos que no va a ninguna parte y el film se torna en una especie de película etnográfica sobre la estepa de Mongolia, sus habitantes y su modo de vida, con un personaje central, el de la pastora, una mujer fuerte y aún joven, independiente y libre. 
Interpretada por actores no profesionales, el espectador siente una especie de cercanía por la historia que se nos antoja real en todo momento y está salpicada de algunos momentos que destilan cierto sentido del humor que se desprende de lo paradójico de algunas situaciones, sobre todo a ojos de un occidental. 
Tiene una espléndida fotografía, de Aymerick Pilarski, que sabe realzar la belleza del monótono paisaje estepario jugando mucho con la presencia del cielo cambiante que, en muchos momentos de la película, ocupa las tres cuartas partes superiores de la pantalla. Al principio, el film recurre a planos lejanísimos, para irse acercando a los personajes cuando se vuelve más intimista. Está rodada con bastante parsimonia y hay que tratar de verla con la calma que requiere y disfrutando de la sencilla historia que nos cuenta y del acercamiento que nos procura hacia una cultura para nosotros ya desaparecida de convivencia con la naturaleza, sufriendo de su dureza, pero disfrutando de su libertad.
En la Seminci de 2019, obtuvo la Espiga de Oro, pero alguna gente se salió de la sala y es que como dice el amigo Juan, no hay películas lentas, sino público impaciente (bueno, él dice espectadores acelerados).




miércoles, 17 de febrero de 2021

SOBRE LO INFINITO

 


Deambulamos, como en un sueño, suavemente guiados por una voz en off al estilo de la Scheherazade de Las mil y una noches. Los momentos imaginados adquieren el mismo significado que los acontecimientos históricos: una pareja flota sobre la ciudad de Colonia devastada por la guerra; de camino a una fiesta de cumpleaños, un padre se detiene para atar los cordones de los zapatos de su hija bajo la lluvia; unas jóvenes bailan en el exterior de un café; un ejército derrotado marcha hacia un campo de prisioneros de guerra...


Seres vencidos, cansados, abatidos por la vida, junto a algún momento de ese especial humor marca de la casa. Más o menos así transcurre la última película de Roy Andersson, reconocible en su sello, más conceptual que nunca, escueta en su decorado y con sus característicos cielos grises y sus colores desprovistos de saturación.


No voy a decir que sea devoto, pero me gustan las películas de Andersson, aunque comprendo perfectamente a aquellos que solo ven una sucesión de viñetas inconexas donde yo observo cuadros en movimiento y un estilo que ha elevado el plano fijo a la categoría de arte. La narrativa del film, que él mismo ha reconocido inspirada en las narraciones de Las mil y una noches, nos acerca situaciones cotidianas para reflexionar sobre problemas actuales que también lo son de siempre para el ser humano: La crisis de fe, la belleza, el dolor, la envidia al prójimo, la crueldad, la derrota..., con un canto de esperanza representado por el cuadro de Chagall Sobrevolando la ciudad (1918), que cobra vida en la película sobrevolando las ruinas de Colonia arrasada por los bombardeos y que nos viene a decir que el amor es la única forma de vencer la barbarie de la humanidad.




martes, 16 de febrero de 2021

AÑOS LENTOS

 

Cuando la novela fue galardonada con el Premio Tusquets 2011, el jurado destacó de ella "la brillante reflexión sobre cómo la vida se destila en una novela, la mediación y el trasvase entre recuerdo sentimental y memoria colectiva, en una escritura diáfana que, sin embargo, deja ver un fondo turbio de culpa en el marco de la historia reciente del País Vasco". 
Relata la vida de un niño de ocho años (Txiki, como le llamaba cariñosamente su primo Julen) que se va a vivir con sus tíos a San Sebastián a finales de los años sesenta y es testigo de cómo transcurren los días en la familia y el barrio. Su tío Vicente, de carácter débil, reparte su vida entre la fábrica y la taberna y es su tía Maripuy, mujer de fuerte personalidad pero sometida a las convenciones sociales y religiosas de la época, quien en realidad gobierna la familia. Por otro lado, su prima Mari Nieves vive obsesionada por los chicos, y el hosco y taciturno primo Julen es adoctrinado por el cura de la parroquia para acabar enrolado en una incipiente ETA. El destino de todos estos personajes es el de muchas personas arrinconados entre la necesidad y la ignorancia.
Es una novela breve y está estructurada como si fuera el protagonista el que le envía sus recuerdos al autor para que los de forma y los publique, intercalando notas de este sobre ideas que se le ocurren para la construcción de la novela.
Desde esa óptica personal con la que Aramburu escribe sobre lo que ocurrió en el País Vasco a cuenta de ETA, sin miedo a cuestionar quiénes fueron víctimas y quiénes verdugos y el sufrimiento añadido que supuso para tanta gente que se vio señalada sin tener arte ni parte, el novelista nos acerca al nacimiento de la banda terrorista a través de uno de tantos personajes secundarios, Julen, que fueron adoctrinados para tomar parte en una lucha gestada entre ciertas élites amparadas en el incienso de las sacristías.
Julen es un pobre muchacho, un trabajador sin apenas cultura que, cuando lleguen mal dadas y haya de huir a Francia, se encontrará con que no tiene contactos entre quienes mueven los hilos y ha de vivir un duro exilio, con pocos medios y con la perpetua añoranza de regresar.
Por razones que no se aclaran, aunque pistas hay para que saquemos conclusiones, Julen regresa a San Sebastián y acaba siendo señalado como delator ("un mal vasco", en el lenguaje cotidiano), con las consecuencias que aquello tenía para el señalado y su familia, para acabar huyendo a Sudamérica, donde encontrará acomodo y, de paso, liberar a su familia del cerco de odio y menosprecio a que se ve sometida.
La novela, aparte del tema que parece central, funciona en otros ámbitos, pues las situaciones que retrata tienen mucho de costumbrismo, de cómo era la vida entre las familias de clase media baja, incluso pobres podríamos decir, no sólo en el País Vasco, también en el resto de España, aunque aquí conviviendo con una realidad que añadía a otros contratiempos el de la violencia y sus consecuencias. Cómo influía la Iglesia y sus ministros en el día a día; la brutalidad policial que no tenía que rendir cuentas de sus actuaciones; la manera de actuar de la banda con sus acólitos, a veces totalmente indigna; el comportamiento de una sociedad que se movía entre el miedo y la colaboración. Todo eso, que atañe específicamente a la zona geográfica en que se desarrolla la novela, se compagina con el retrato de la descomposición del núcleo familiar.
La novela resulta de fácil lectura, Aramburu consigue atrapar al lector con su historia y la manera de contarla y hasta los momentos que podrían ser trágicos, están tratados con un sentido del humor muy conseguido, pues no convierte en chiste lo que es serio, pero ayuda a que la lectura sea más distendida.



lunes, 15 de febrero de 2021

LAS NIÑAS

 


Celia (Andrea Fandos), es una niña de 11 años que estudia en un colegio de monjas en Zaragoza y vive con su madre Adela (Natalia de Molina), una madre soltera de 30 años que sueña con que su hija tenga todo aquello que se le negó a ella, como la oportunidad de ir a la universidad. Pero un día entra en su vida Brisa (Zoe Arnao), una nueva compañera recién llegada de Barcelona, que la empuja hacia una nueva etapa en su vida: la adolescencia. Estamos a principios de los noventa del pasado siglo, la España de la Expo y de las Olimpiadas del 92, Celia se encuentra entre dos mundos, el de su educación en casa y en el colegio y en el de un nuevo mundo que le espera fuera. Es el momento de descubrir que la vida está hecha de muchas verdades y algunas mentiras.


No es una gran película en mi humilde opinión de sencillo aficionado que apenas sabe apreciar el arte o la técnica y se deja llevar más por el gusto particular. A pesar de todos los premios y nominaciones a ellos que tiene, creo que es un film modesto y sencillo sin muchas cosas destacables y que, incluso, aburrirá a más de uno.


Dicho lo dicho y admitiendo por más acertadas cuantas opiniones en contra pueda haber, debo añadir que el principal valor de la película es que sabe sacar partido a eso precísamente, a su modestia y sencillez. Pilar Palomero, debutante en la pantalla grande, nos cuenta una historia que, supongo, podría ser perfectamente la de ella misma salvando puntos y situaciones concretas, pero que seguramente, si no las ha vivido en primera persona, las ha sentido de cerca. El film refleja con bastante exactitud, no exenta de una crítica más ácida de lo que pueda aparentar su aparente bondad, la realidad de un determinado colectivo en una determinada época de la España reciente. Ese colectivo es el de las personas que estudiaban en colegios religiosos a principios de los noventa, más concretamente el de las niñas que lo hacían en colegios de monjas, pues la enseñanza pública ya no era así por aquellos años. Ese empecinamiento en la sumisión, en el machismo, en la negación de lo humano en pro de lo divino (pero a su manera, claro), esa especie de opresión a que son sometidas las niñas para que no se salgan del carril del bien... y esto sí que lo refleja Palomero con bastante exactitud. 
Pero el film tiene más, aparte del documento de época que es, también lo es del despertar adolescente de una niña rodeada de una educación como la que hemos expuesto y con una madre acobardada por su situación personal que no sabe cómo acompañar a su hija en el crecimiento sin renunciar a las pequeñas mentiras de que hasta entonces se ha servido y que ahora se convierten en grandes y ya no valen. Todo eso nos lo acerca Palomero con sencillez, pero con certeza, con buen gusto, con dominio de la técnica y con buena mano en la dirección de actores. 
Y además está Andrea Fandos, sin duda el gran descubrimiento del film, a la que la cámara sigue durante toda la película, que nos cautiva desde la primera escena con esa cara y esa mirada inocente que a mí me ha recordado en cierto modo a los de Ana Torrent con aquellos ojos que se convirtieron en los más famosos del cine español.




domingo, 14 de febrero de 2021

BLISS

 


Una prometedora pintora se enfrenta al peor bloqueo creativo de su carrera, incapaz de completar lo que ella considera podría ser su obra maestra. Para salir del bache, no duda en adentrarse en un mundo de sexo, drogas y asesinatos en la periferia de la ciudad de Los Ángeles.


Película controvertida, para unos todo un paso adelante en la forma de hacer cine de su realizador, aunque es cierto que tanto el argumento como su desarrollo dejan bastante qué desear. Basada en experiencias propias, Joe Begos nos da un buen paseo por un mundo desenfrenado de drogas superduras, alcohol a mansalva y algo de sexo, en el que espectador se enfrenta a discernir qué es realidad y qué fruto de las más retorcidas fantasías de la protagonista, interpretada de manera convincente por Dora Madison.


La crítica coincide en que es la más interesante de las tres películas estrenadas hasta el momento por el realizador y guionista estadounidense. Fotografía supersaturada, muchas escenas de alucinaciones, entre lo onírico y lo lisérgico, una banda sonora muy potente y un lenguaje extremadamente soez que se repite machaconamente en prácticamente todas las escenas. Escenas de vampirismo pretendidamente moderno y de casi canibalismo, todo muy gore, con mucha salsa de tomate y unos efectos especiales bastante de andar por casa, lo que puede perdonarse si tenemos en cuenta el modestísimo presupuesto (200.000 dólares, según he leído por ahí). 
Dependiendo de cómo seas, del tipo de cine que busques, te resultará atractiva o, sencillamente, un pequeño bodrio, pero seguro que no quedas indiferente.




sábado, 13 de febrero de 2021

CORPUS CHRISTI

 


Daniel (Bartosz Bielenia), de 20 años de edad, experimenta una transformación espiritual mientras permanece recluído en un centro de detención juvenil. Su genuína pasión por la palabra de Dios, hace que el sacerdote del centro lo elija para ayudarle en el oficio religioso. Daniel quiere ser sacerdote, pero esto es imposible debido a sus antecedentes penales. Ante el peligro que la llegada de un nuevo interno puede suponer para Daniel, el capellán se asegura de que lo envíen a trabajar a un taller de carpintería en una pequeña localidad, a su llegada se hace pasar por sacerdote y se hace cargo accidentalmente de la parroquia local. La llegada del joven y carismático predicador es una oportunidad para que la comunidad local comience el proceso de sanación tras una tragedia ocurrida en esa pequeña población.


El cura, que ni siquiera es cura, se ve libre de las ataduras que supone estar sujeto a la jerarquía eclesiástica y a esa especie de diplomacia que se ven obligados a mantener con la autoridad civil y pone patas arriba todo el status quo del pueblo. Todo esto en un país como Polonia, donde la Iglesia católica es todo un referente, no olvidemos que el movimiento iniciado en los astilleros de Gdansk, auspiciado por un sindicato de fuertes raíces católicas, fue el comienzo del fin de la URSS. 
Daniel llega a un pueblo herido, en el que un trágico suceso ha supuesto que afloren los odios y no se para en barras para solventar aquel desencuentro aún a costa de saltarse todas las convenciones escritas y no escritas.


En realidad la película va sobre la culpa y la redención, una historia que nos han contado mil veces, pero el hecho diferencial es cómo Jan Komasa y su guionista, Mateusz Pacewicz, nos lo cuentan. Narración que pone sobre la mesa lo que es la religión en sí, una mezcla de odio y amor, de pasión y compasión y con un algo de hipocresía. Un film para pensar que no deja indiferente al espectador, sobre rabia y perdón, que queda claro lo difícil que resulta poner la otra mejilla en determinadas circunstancias.