lunes, 31 de marzo de 2014

BLOODY SUNDAY

En agosto de 1971, el gobierno británico puso en vigor en Irlanda del Norte la ley conocida como "internment", por la que era posible detener a personas sospechosas de haber actuado, estar actuando o que pudieran actuar en alguna forma que fuera perjudicial para la preservación de la paz y el orden público. Vamos, que se podía detener a cualquiera (¡ya me dirán!). El 9 de agosto 342 personas fueron arrestadas sin cargo alguno, muchas de ellas en base a la simplista creencia del ejército de que toda persona que viviera en un barrio católico, estaba asociado a actos de terrorismo.
El 30 de enero de 1972, el diputado del Parlamento de Irlanda del Norte, Ivan Averill Cooper (James Nesbitt), junto a otros destacados activistas de la lucha por los derechos civiles, convocó a la población, por encima de credos religiosos, a manifestarse contra el "internment". Más de 15.000 personas de todas las edades y condiciones, participaron, de forma pacífica, en la marcha, que había sido prohibida por las autoridades. El hecho de que un pequeño grupo de descontrolados, abandonando el trayecto de la marcha, se parapetara tras una barricada y se dedicara a tirar piedras a las fuerzas del orden, fue suficiente disculpa para que el Primer Batallón de Paracaidistas del Reino Unido, de servicio en Derry, abriera fuego indiscriminadamente. 13 civiles desarmados (se convirtieron en 14, meses más tarde), murieron como consecuencia de los disparos y más de 30 resultaron heridos.



La historia de Irlanda está llena de domingos sangrientos, desde el ocurrido en Dublín el 31 de agosto de 1913 durante el Dublin Lockout, en el que los trabajadores luchaban por el derecho de sindicación; pasando por la masacre de Croke Park en 1920, cuando el ejército británico disparó contra la gente en un partido de fútbol durante la guerra de la independencia; hasta este bloody sunday del que se ocupa la película de la que hablamos hoy.


Rodada cámara en mano, toda ella, y sin iluminación añadida, el director, Paul Greengrass, consigue con estos recursos técnicos (mejor, con la ausencia de ellos), con la magnífica puesta en escena y con la actuación, sobre todo de James Nesbitt, no sólo darle al film ese aire documental que tiene, sino transmitir una absoluta credibilidad al espectador y hacernos pensar, durante su visionado, que somos participes de aquel sinsentido que se produjo en Londonderry un trágico domingo de enero del 72.


Alternando muy bien las escenas que nos describen lo que ocurre en lo que podíamos llamar los tres puntos calientes del suceso: El centro de mando policial; la organización de la manifestación; y el lugar donde están concentrados los paracaidistas; vamos teniendo una idea bastante aproximada y fiel a los hechos reales, de lo que que ocurrió allí, el porqué y el cómo de todo aquello. Las razones de cada uno quedan expuestas, la insistencia de los organizadores en que todo se desarrolle de forma pacífica; la exaltación del grupo de jóvenes que desea enfrentarse al ejército; el nerviosismo de los paracaidistas, impacientes por entrar en acción y vengar a los soldados que han dado su vida en aquella guerra no declarada; la impotencia del centro de coordinación policial para sustraerse al deseo del general Ford (Tim Pigott-Smith), máximo responsable del ejército en Irlanda del Norte, de dar un escarmiento contundente; la actitud interesada del I.R.A. para sacar partido de todo aquello...


El espectador es el que sí acaba tomando partido, sintiendo la decepción de Nesbitt, el hombre que pretendía emular a Gandhi y a Luther King y que llora por el desastre ocasionado y por la irresponsabilidad del ejército que, como dijo el propio Nesbitt a la prensa, aquel día entregó al I.R.A. su mayor victoria, cientos de jóvenes se alistaron dispuestos a vengar a sus compatriotas muertos.
Cuando suena el “Sunday Bloody Sunday” de U2, sobre los créditos finales, uno queda un poco hundido en el asiento, reflexionando sobre esta manía aborrecible que tenemos los humanos de acudir a la violencia irracional para solucionar ciertos problemas.
A mi memoria regresaron épocas casi olvidadas, cuando era casi un niño, y lugares y personas hasta entonces desconocidos, como Londonderry o la diputada Bernadette Devlin (Mary Moulds), se colaron en nuestras casas a través de la televisión y, por desgracia, nos acompañaron durante mucho tiempo.




sábado, 29 de marzo de 2014

LA ESFINGE DE LOS HIELOS

Otro curioso libro de Verne, que figura entre los escritos en la etapa final de su vida. Está dedicado a la memoria de Edgar Poe (así le llama Verne, omitiendo el "Allan"), del que era profundo admirador.
Pero es que la novela es algo más que un libro dedicado a Poe, es todo un homenaje al autor norteamericano a través de su libro "Las aventuras de Arthur Gordon Pym", pues "La esfinge de los hielos" está escrita como si fuera la secuela de aquella otra.
A través de las páginas del libro, en el que se nos narra el viaje que el capitán Len Guy, a bordo de su goleta Hallbrane, realiza en busca de los desaparecidos tripulantes la Jane, el barco que capitaneaba su hermano William Guy, vamos reviviendo algunos de los episodios de la novela de Poe, mientras Verne nos aclara muchas de las dudas que nos habían quedado, fruto del lenguaje algo oscuro de Poe y de que en su novela deja un final totalmente abierto.
Es otra de las novelas marineras de Verne, en la que demuestra su gran dominio del lenguaje náutico, adornando las aventuras, a veces angustiosas, de los tripulantes de la Hallbrane, con muchos datos sobre latitudes, temperaturas, y otros fenómenos físicos y geográficos.
Como en otras novelas de Verne, la agilidad narrativa, la estudiada disposición de la intriga al final de cada capítulo y la claridad en el lenguaje, hace que su lectura resulte fácil y que lo hagamos con cierta avidez por conocer el desenlace de cada episodio.


viernes, 28 de marzo de 2014

OCHO APELLIDOS VASCOS

Rafa (Dani Rovira), un sevillano de pelo engominado y buena planta, acostumbrado a llevarse de calle a las chicas en las que pone el ojo, tiene un altercado con Amaia (Clara Lago), una joven vasca a la que sus amigas han llevado a Sevilla de despedida de soltera, la han vestido con bata de cola y acaban la fiesta en un tablao. La disputa se origina porque Rafa sube al escenario a contar chistes y comienza contando los típicos chistes sobre vascos, Amaia que ya está rebotada de antes, sale por peteneras (perdón por el chiste fácil) y ambos se las tienen tiesas. Rafa saca a Amaia a empellones de la sala, el caso es que acaban en la cama de Rafa, sin que ocurra nada más entre ellos, pues están algo bebidos.
Por la mañana, al despertar, Rafa ve a la chica a su lado y se levanta para llevarle el desayuno a la cama, pero cuando regresa, Amaia se ha largado olvidando el bolso con sus pertenencias. El chico está seguro de que se ha enamorado y, en contra del parecer de sus amigos, emprende viaje a Euzkadi para ver a la muchacha con la disculpa de devolverle el bolso. Lo que en principio va a ser un viaje de ida y vuelta sin más consecuencias, ya que Amaia no quiere saber nada de Rafa, se complica cuando aparece en escena Koldo (Karra Elejalde), padre de Amaia que cree que su hija se va a casar y quiere pagarle la boda. Amaia no está por la labor de explicarle a su padre que el novio con el que, en efecto, se iba a casar, un tal Antxon, la ha abandonado y le pide a Rafa que se haga pasar por Antxon. El enredo está servido.


Que de repente, tal y como está el panorama, una película española, por mucha campaña promocional que hayan hecho los de Tele 5, salte la banca y se convierta en un exitazo de taquilla, me llamó mucho la atención, así que me decidí, no sin reparos, a pasarme por la sala más cercana cuando tuviera un ratillo libre. Debo confesar que, al contrario de lo que les ha sucedido a algunos, yo ya iba avisado de que la cosa de la carcajada tampoco era para tanto, tal vez por eso no me llevé ninguna decepción.


Además, el hecho de que los guionistas fueran Borja Cobeaga y Diego San José, picó mi curiosidad. Con el libreto que han escrito en esta ocasión, salen del paso, oficio no les falta, pero no puede decirse que se hayan esforzado demasiado, o al menos, no se ve reflejado, me ha resultado bastante desigual, construido a base de una sucesión de bromas a costa de los tópicos más tópicos sobre vascos y andaluces.
No se puede decir que sea uno de esos guiones genéricos, porque en algunos tramos se ve que está algo trabajado, pero le falta ser incisivo en ciertos momentos que se prestaban para ello.


Con una fotografía que se beneficia de los espléndidos paisajes de Donostia, Zarautz, Getaria o Zumaya, precisamente la belleza de esas imágenes hace que, de la puesta en escena, lo mejor de todo sean las escenas de transición, dedicadas a mostrarnos estas maravillas de auténtica postal.
En cuanto a las actuaciones, no voy a entrar a juzgar, me conformo con decir que ver la interpretación de Karra Elejalde y el partido que le ha sabido sacar a su papel, me ha resultado lo suficientemente gratificante, como para no querer meterme en más detalles.


Una película que a mí me recordaba las de Paco Martínez Soria, entretenida, sin demasiadas pretensiones, en las que junto a algunos momentos realmente brillantes, conviven situaciones y gags sonrojantes.
Emilio Martínez Lázaro no engaña a nadie, va con su verdad por delante y él mismo ha dicho más de una vez que si este es el cine que sabe hacer, ¿por qué va a tratar de hacer otro? No se le puede negar que es efectivo, sus películas son garantía de éxito, otra cosa es lo exigente que uno sea o el tipo de cine que uno busque, el caso es que cuando sales de la sala, lo que oyes decir a la gente es que lo que venían buscando, lo han hallado: desconectar de la cruda realidad y soltar unas risas.
Como final, sobre los títulos de créditos, Leire Martínez (de Rentería ella)y David de María (jerezano él), en un postrer guiño a la naturaleza de los dos protagonistas, interpretan la canción "No te marches jamás", el tema original escrito para la película.




jueves, 27 de marzo de 2014

INVIERNO EN MADRID

Ambientada en el Madrid de los primeros años de la posguerra civil, cuando Europa se desangra en la que será conocida como la II Guerra Mundial, la novela nos pinta a la capital de España como un hervidero de espías, sobre todo nazis y británicos, estos últimos, empeñados en tener la información más fidedigna sobre la posible entrada de España en la guerra como aliada de Hitler.
En tales circunstancias, Harry Brett, un veterano de Dunkerque, es reclutado por el servicio secreto británico para que entable relación con un compatriota que se encuentra en España, Sandy Forsyth, antiguo compañero de colegio y que está metido en un negocio consistente en la prospección de una posible mina de oro en la sierra madrileña. El gobierno de Churchill, teme que de encontrar oro, el régimen de Franco sea capaz de encontrar nuevos cauces de abastecimiento que le permitan saltarse el bloqueo marítimo de la Royal Navy y entre definitivamente en el conflicto del lado del Eje. La tapadera de Brett será un trabajo como traductor en la embajada.
Un nuevo personaje entrará en la trama, descubrimos que Bernie Piper, otro antiguo conocido de Sandy y de Harry, se encuentra prisionero en un campo de reclusión en los alrededores de Cuenca. Piper, comunista que combatió en las Brigadas Internacionales, fue dado por muerto, pero un soldado que estuvo en el campo de detención, ya licenciado, se pone en contacto con Barbara Clare, su antigua novia y ahora amante de Sandy, proponiéndole la fuga de Bernie a cambio de dinero.
Este es, a grandes rasgos, el planteamiento del libro, básicamente un thriller que a mí no me ha llegado a emocionar, creo que a la historia le falta garra, por más que el autor se ha esforzado en dar un giro inesperado a la solución final, buscando sorprender al lector.
El Madrid que nos presenta es sombrío y silencioso, donde el miedo se palpa en el ambiente y los personajes se mueven en un entorno de constante peligro, acechados por las fuerzas de seguridad y las consabidas denuncias de personajes fundamentalistas (falangistas de nuevo cuño, sacerdotes, beatas, convencidos del régimen, etc.).
Acudiendo a figuras estereotipadas, se nos relata la miseria, la especulación, es estraperlo, las represalias contra los simpatizantes de la República derrocada, el enfrentamiento entre falangistas y monárquicos, el fundamentalismo de la Iglesia y la vida en el campo de prisioneros.
Por otro lado, las tensiones dentro de la embajada británica, entre los miembros del espionaje y los funcionarios diplomáticos que no ven a aquellos con buenos ojos. El libro presenta una visión crítica del embajador Samuel Hoare.
Creo que la historia no acaba de enganchar del todo al lector (esto es muy subjetivo, claro) y que, aunque algunas anécdotas que relata y que pueden parecer increíbles, están documentadas, en general, se nota un conocimiento un tanto superficial de la sociedad española del momento. Por ejemplo, se habla de una ciudad con una iglesia quemada a la vuelta de cada esquina, o se hace comer cocido a los personajes hasta para cenar.
El aspecto histórico tampoco está muy trabajado, se nota que el autor ha leído alguno de los libros clásicos sobre la Guerra Civil, pero se queda en generalidades y no entra en demasiados detalles, no es la parte que más preocupe al novelista, al menos eso parece, fuera de que le sirva como marco para relatar lo que realmente le interesa que es la rocambolesca historia de los personajes protagonistas.
La idea podría haber dado algo más de sí, los peligros que corre Harry cuando está tratando de descubrir lo que ocurre con la mina de oro, o las peripecias de Bárbara y Piper en el asunto del campo de prisioneros, quizá podrían haber dado sensación de más tensión y suspense del que provocan.
Si uno no es demasiado exigente, puede ser una novela entretenida, pero en general, mi opinión es que no acaba de tomar altura.

Esta reseña fue publicada en su día en HISLIBRIS





miércoles, 26 de marzo de 2014

GENERACIÓN ROBADA

El gobierno australiano dicta una serie de normas dirigidas a la población aborigen. El llamado Jefe Protector de los aborígenes en Australia Oriental es A.O. Neville (Kenneth Branagh) y conforme a la ley, es el tutor legal de estas gentes, sus poderes incluyen la separación de los niños mestizos de sus madres.
En consecuencia con estas atribuciones, el Sr. Neville, se dedica a una auténtica caza de estos niños para enviarlos a una institución, llamada Moore River, donde son educados en la cultura occidental y preparados para ejercer labores en el servicio doméstico.
Entre estas criaturas, están Molly Craig (Everlyn Sampi), su hermana Deisy (Tianna Sansbury) y la prima de ambas, Gracie (Laura Monaghan). Ellas viven con su madre y su abuela en Jigalong, siendo víctimas de ese "rapto legal" y trasladadas a más de mil kilómetros, a esa especie de gulag que es Moore River.
Molly no se resigna a su suerte y decide escapar llevándose a las dos pequeñas; para llegar hasta su casa, seguirán la alambrada a prueba de conejos que atraviesa buena parte del territorio australiano.
El intento se presenta imposible, pues habrán de atravesar el desierto y despistar a Moodoo (David Gulpilil), el rastreador que desde Moore River han enviado tras ellas.


El guión, de Christine Olsen, se basa en el libro “Follow The Rabbit Proof Fence”, escrito por Doris Pilkington, hija de Molly Craig y consigue un adecuado equilibrio entre las imágenes y la banda sonora, del inglés Peter Gabriel, un elemento, el musical, que tiene su importancia en este film, a la hora de crear más que una atmósfera de primitivismo, un clima de algo sagrado.


Phillip Noyce, realizador australiano, afronta plasmar en imágenes uno de los episodios más controvertidos y, si se me permite, vergonzosos de la historia. Si es cierto que sólo ha habido un Hitler y que hablar de nazismo es sinónimo de limpieza étnica, no es menos real que ha habido muchos otros personajes y organizaciones que, sin alcanzar tal relevancia, han cometido tropelías contra personas y colectivos, del mismo o parecido calibre que sufrieron los judíos con la llamada "solución final".
Hay algunos pasajes del discurso de Neville, verdaderamente aleccionadores de lo que se estaba haciendo con los aborígenes y, más concretamente, con los mestizos; por ejemplo, en la reunión con un grupo de mujeres blancas, les dice: "No vamos a permitir la creación de una tercera raza"; o cuando habla de proteger y cuidar a los aborígenes "a pesar de sí mismos".
Las siguientes palabras, del propio Noyce, nos ahorran más explicaciones: “Rabbit Proof Fence" me tuvo pensando sobre los 300 oscuros rostros sin nombre, pensando en una historia alternativa de Australia desde la perspectiva del hombre negro. Es una historia de pérdida: pérdida de tierra, pérdida de cultura, pérdida de orgullo, pérdida incluso de sus propios niños. Es la historia de gente a la cual se le dijo que tenía que estar avergonzada del color de su piel y que tenía que mantenerse de su lado de la cerca. Como los conejos”.


El título original, hace referencia a la cerca a prueba de conejos que separaba los terrenos donde estaban los roedores de las tierras cultivadas, miles de kilómetros de alambre, para que los conejos se quedaran en su lado. El realizador juega con los varios sentidos que esa valla refleja, por un lado sirve de guía a los niños, pues la valla pasaba cerca de su casa y saben que siguiéndola en la dirección adecuada llegarán de nuevo a su hogar, pero también es símbolo de separación, los niños son tratados como conejos, como si fueran una plaga, se les tiene encerrados en Moore River como en una jaula, viviendo juntos en un barracón sin ninguna intimidad y cuando se escapan, el rastreador va tras ellos como si fuera de caza.
Por cierto, el personaje del rastreador, es muy entrañable, es un aborigen que se ve obligado a realizar ese trabajo, del que se avergüenza, porque su hija es una de las niñas de Moore River y le extorsionan con esa situación, mediante veladas amenazas sobre las consecuencias que el abandono de su puesto puede tener sobre la niña.


Noyce, no sólo no trata de hurgar en la herida buscando la lágrima fácil, sino que hace un relato suave, amable por momentos. No obstante hay momentos que, sin buscar regodearse en la crueldad, son desgarradores, como el dramático instante en que las niñas son separadas de su madre y de su abuela; o las breves escenas en las que se nos muestra la crueldad de la vida en Moore River, donde las niñas, sometidas a disciplina carcelaria, son obligadas a renunciar a cualquier resto de dignidad que pueda quedarles, para convertirlas en seres sumisos y asustados, privados de todo recuerdo de su origen y su cultura.
La película además muestra un cine que no se conforma con las proposiciones del cine habitual, por medio de tomas y encuadres poco ortodoxos, trata de dar la imagen de un cine un tanto documental, en el que el territorio cobra vida como si fuese un personaje más, un film en que cada imagen debe verse con paciencia.
Una puesta en escena que no necesita de elementos efectistas, en el que las imágenes predominan sobre las palabras, que lleva al espectador a comulgar y admirar con esas tres niñas, tres seres enternecedores, cuya contemplación remueve muchas pulsiones en nuestro interior.
Aunque parezca increíble, algunas de las normas de esta legislación sobre aborígenes, siguieron vigentes hasta 1970; hay personas que, actualmente, siguen buscando a sus familiares, a los que jamás volvieron a ver.




martes, 25 de marzo de 2014

FAMILIA SIN NOMBRE

Ambientada durante el conflicto que, en la primera mitad del siglo XIX, mantuvo la población francófona de Canadá contra Inglaterra, a la sazón potencia que controlaba gran parte del territorio de ese país, la novela relata la lucha por limpiar su mancillado nombre que mantiene la familia de Simón Morgaz, nombre aborrecido hasta en las más humildes aldeas de las provincias canadienses. Simón de Morgaz había entregado, a cambio de dinero, el nombre de sus cómplices y los detalles de la conspiración de Chambly, muchos de sus cabecillas fueron pasados por las armas y otros hubieron de huir.
Su esposa y sus dos hijos, se plantean como única misión en este mundo la de resarcir a los patriotas franco-canadienses todo el mal que ha hecho su padre. Uno de ellos, Juan, conocido como Juan sin nombre, será uno de los líderes de los nuevos levantamientos que se preparan.
Este es otro de los libros atípicos de Julio Verne, pues aún cuando conserva ese estilo tan peculiar que nos involucra en las aventuras que narra, el asunto toma tintes claramente políticos, poniéndose el narrador de parte de los franco-canadienses (como no podía ser menos) y pintándonos a los militares ingleses y a los voluntarios realistas, como gente sanguinaria que ejerce una represión absoluta sobre los levantiscos y las poblaciones que les apoyan.
Julio Verne hace constantes referencias, a lo largo de la novela, al escritor norteamericano Fenimore Cooper, a su libro "El último mohicano" y a algunos de sus personajes.




lunes, 24 de marzo de 2014

WINDTALKERS (CÓDIGOS DE GUERRA)

Durante la llamada Batalla del Pacífico, que libraron Japón y EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial, el ejército norteamericano, tuvo un verdadero problema con las claves utilizadas en las transmisiones, los japoneses eran capaces de descifrarlas rápidamente y se enteraban de todos los planes del ejército enemigo.
El Alto Mando estadounidense, decide rescatar una vieja idea que se había puesto en práctica durante la I Guerra Mundial, en la que un grupo de indios cherokees utilizaron un lenguaje en clave basado en su idioma durante la Segunda Batalla de Somme. En esta ocasión, los indios navajos serán empleados como locutores de claves para el envío de mensajes secretos. Varias decenas de miembros de esta tribu, serán entrenados para acompañar a los marines en su avance por los archipiélagos del Pacífico, siendo su participación más destacada en la Batalla de la isla de Saipán, en el archipiélago de las Marianas (por allí anduvieron los españoles en otros tiempos), lugar donde se desarrollan los combates que narra el film.
Los mandos, sin embargo, tienen una gran preocupación con que estos operadores sean capturados por los nipones y obligados a revelar las claves, así que deciden poner a cada uno una especie de guardaespaldas que tendrá como única misión proteger la integridad de los navajos, ¿o tal vez sus ódenes van más allá?...


La utilización de operadores navajos en la Batalla del Pacífico, es quizá uno de los hechos más conocidos dentro de las pequeñas historias del enfretamiento entre americanos y japoneses en la II Gran Guerra. John Woo toma como base ese episodio para desarrollar, con un flojísimo guión, una película que nada nuevo aporta a las que han tratado el tema de este conflicto y tampoco al cine bélico en general.


Un reparto encabezado por Nicolas Cage, que debe representar a un tipo que arrastra las consecuencias de haber perdido a todo su pelotón en la primera acción de guerra y haber sufrido él mismo graves heridas. Está afectado psicológicamente, pero además, su pasado civil es el de un inadaptado. ¿Cómo afronta el papel?, pues poniendo cara de tener úlcera de estómago.
El guión monta una historia de amor totalmente increíble entre el propio Cage y una enfermera a la que da vida Frances O'Connor, empeñada en atraer a un tipo que la mira con displicencia y cara de asco.


El realizador se empeña en largos combates, plagados de efectos especiales que, sin embargo, jamás llegan a emocionarnos, en más de una ocasión estamos deseando que acaben de pegar tiros a ver si nos cuentan algo de una vez y es que también se puede uno pasar con el exceso de acción, más cuando vemos a un sinfín de japoneses atacando a un reducido pelotón de yankees, a los que hieren en pienas y brazos, pero a los que nunca acaban de rematar, como si de repente perdieran la puntería y les dieran la opción de guarecerse, a rastras y cojeando, mientras llega el apoyo aéreo.


La película echa mano de todos los clichés del cine bélico, exprimiéndolos hasta llegar a hartarnos. Podría haberse beneficiado de ahorrarnos los últimos minutos (y algunos más) y haber buscado otro final menos complaciente, más crudo, pero más cercano a lo que sería el cumplimiento de las órdenes que se basaban en sacrificar a los menos por la mayoría cuando llegara el caso.
Y es que los atisbos de antibelicismo que asoman alguna vez, poniendo en duda la pertinencia de órdenes que significan un sacrificio de vidas más que cuestionable, quedan a medias, nada que ver con películas como Senderos de gloria o Gallipoli, por citar las dos primeras que se me vienen a la cabeza.


Con un asunto que, como idea de base, podía haber dado mucho más de sí, el film se olvida de la historia y de los personajes y se ceba en la recreación de los combates, en los que además todo resulta demasiado teatral, excesivo. Si la guerra es un infierno, aquí acaba por parecer un ejercicio pleno de efectismo, como si pretendiera mostrarnos su gran capacidad técnica y, a base de esa violencia artísticamente coreografiada, acaba hasta por perder el atractivo visual, para terminar siendo una película de guerra dolorosamente mediocre.





sábado, 22 de marzo de 2014

RETRIBUCIONES EN ESPECIE

Las retribuciones en especie tendrán que cotizar a la Seguridad Social.
Vales de comida, seguro médico, aportaciones a planes de pensiones privados, cheques guardería, pluses de transporte...
La verdad es que en muchas ocasiones todos estos complementos en especie, sobre todo para los sueldos más bajos, suponen una ayuda casi indispensable para llegar a fin de mes, pero cada vez estaban tomando más auge en las empresas, porque estaban exentos de cotización a la Seguridad Social. Suponen 200.000 millones de euros, más de la mitad que los salarios declarados en nómina, que ascienden a 290.000 millones.
El principal problema para el trabajador era cuando alguien perdía ese sueldo modesto, pues su prestación por desempleo o su jubilación eran menores de las que le hubieran correspondido por la retribución real.
De cualquier modo, me limito a exponer los fríos datos, no entro en el fondo del asunto, porque mis conocimientos no alcanzan para atisbar qué consecuencias puede acarrear esta medida, que seguro que no todas serán positivas, una cosa es lo que se prevee sobre el papel y otra la realidad resultante.
Mientras, las empresas, sobre todo las grandes empresas, ya tendrán a sus ingenieros de finanzas trabajando en nuevas maneras de burlar impuestos y cotizaciones.
 
 
 

viernes, 21 de marzo de 2014

K-19: THE WIDOWMAKER

En 1961, el mundo se hallaba en el comienza de los momentos más álgidos de la llamada "Guerra Fría" (valga el contrasentido), la Unión Soviética disponía de un arsenal nuclear capaz de destruir dos veces el planeta y los EE.UU., por su parte, tenían en su poder armamento para destruirlo diez veces.
Los norteamericanos habían desplegado submarinos nucleares que tenían a tiro ciudades como Leningrado o la misma Moscú, por lo que las autoridades soviéticas pensaban que la única manera de prevenir un ataque era disponer de medios que hicieran pensar a los americanos en la posibilidad cierta de una pronta respuesta.
Los rusos estaban construyendo un submarino dotado con misiles balísticos atómicos desde hacía más de dos años, pero todas estas circunstancias hicieron que las autoridades aceleraran el proceso de construcción, lo que afectaba al equipamiento y a la seguridad futura de la nave, algo que es puesto en evidencia por su comandante, el capitán Mikhail Polenin (Liam Neeson). En lugar de una advertencia para evitar accidentes indeseados, sus superiores toman la actitud de Polenin como deslealtad al partido y le relevan del mando, aunque continuará como segundo de a bordo. Su puesto será ocupado por el capitán Alexei Vostrikov (Harrison Ford), que no consigue acabar de hacerse con el cariño y respeto de la tripulación, buena parte de la cual, sigue considerando a Polenin como su capitán.


Basada en hechos reales, buena parte de los cuales son reflejados en el guión, aunque otros son interpretados a la manera hollywoodense y algunos otros más, inventados o muy alterados, sobre todo los que se refieren a los enfrentamientos entre el antiguo y el nuevo capitán y el intento de sedición de una parte de la tripulación, lo que provocó la protesta escrita de los antiguos tripulantes de la nave.


Muy bien ambientada y recreado a la perfección el interior del submarino. Las dificultades de rodaje en espacios tan reducidos, las podemos suponer, solucionarlas, supuso todo un despliegue de imaginación por parte del equipo técnico.
La atmósfera tan peculiar que este tipo de espacios procura, está muy bien conseguida.


Magnífico el duelo interpretativo entre Neeson y Ford, que centra buena parte del interés de la película, con sus enfrentamientos por las distintas visiones a la hora de encarar los problemas y el trato con la tripulación, pero con el triunfo final de la camaradería y el respeto a la jerarquía. 
Es muy interesante la evolución del personaje de Harrison Ford, un hombre que siente el rechazo de parte de la tripulación por su manera de haber llegado al mando (aunque él no tenga la culpa), que trata de ganarse el respeto y la obediencia de su gente por medio de una férrea disciplina y una obediencia ciega a las instrucciones del mando, hasta que se da cuenta, cuando llegan los difíciles momentos del accidente, que deben ser tratados más como miembros de una familia que como subordinados.


La película logra mantener la tensión y el interés en todo momento y creo que está en la línea de los grandes films sobre submarinos (La caza del octubre rojo o Das boot, por ejemplo).
Kathryn Bigelow, nos habla en su película, no de unos rusos malos que desean acabar con la paz mundial, ese demoniaco enemigo comunista, sino de unos hombres obligados a convivir, cuya supervivencia está ligada a la del compañero y que son capaces de sacrificar su propia existencia en pro del deber, sí, pero también, y sobre todo, por lealtad a sus camaradas de tripulación. Ello no impide que la crítica al oscurantismo del régimen y a la ineptitud de sus dirigentes, esté presente en todo el film.





jueves, 20 de marzo de 2014

EL ARCHIPIÉLAGO EN LLAMAS

Ambientada durante el conflicto armado que los revolucionarios griegos mantuvieron entre 1821 y 1832 contra el Imperio Otomano y que, gracias la ayuda final de las potencias occidentales (Rusia, Francia e Inglaterra), acabó dando la independencia al país heleno.
Nos hallamos ante un Verne un tanto desconocido, tanto porque la novela no es de las más editadas del autor, como por el asunto y la forma de tratarlo. Al contrario que en las novelas de fantasía, esas que han sido llevadas al cine y publicadas miles de veces, la narración tiene un trasfondo histórico perfectamente delimitado y del que el autor, toma algunos hechos reales.
Además , en la forma, a mí me recuerda mucho a Emilio Salgari, quizá por el ambiente marinero y por los piratas, pues el protagonista, el oficial francés filoheleno Henry D'Albaret, al mando de la corbeta "Syphanta", recorre las costas griegas en busca de piratas que entorpecen el comercio y se aprovechan de la situación bélica para cometer todo tipo de tropelías.
Su principal enemigo es el oscuro Sacratif, un tipo ambicioso y falto de escrúpulos, griego de nacimiento pero que no duda en colaborar con los turcos con tal de obtener réditos, buena parte de los cuales provienen del tráfico de esclavos, condición a la que son sometidos los prisioneros de la península para venderlos en los mercados de Argel.
Además de las aventuras en las que acompañamos a la tripulación del "Syphanta", Verne nos da toda una lección de geografía, recorremos las islas que salpican el Jónico y el Egeo entre jarcias, obenques y abordajes.
Entretenido relato en el que la fantasía y la realidad se conjugan gracias a la hábil pluma del maestro francés.




miércoles, 19 de marzo de 2014

HERO

Hace mas de dos mil años, el actual territorio de China, estaba dividido en siete reinos que luchaban entre sí por alcanzar la hegemonía sobre los demás.
El rey Qin (Daoming Chen), vive obsesionado con la unificación de esos reinos enfrentados, considera que es su misión en la tierra. Debido a estas disputas y a que está considerado por algunos como un tirano, su vida está en constante peligro, una serie de guerreros que buscan venganza, acechan la vida del rey, poniéndola en constante peligro, la cabeza de los más peligrosos, es puesta a precio.
Un guerrero llamado Sin Nombre (Jet Li), consigue acabar con los tres enemigos más peligrosos del rey, los llamados Espada Rota (Tony Chiu Wai Leung), Nieve (Maggie Cheung) y Cielo (Donnie Yen). El rey le manda llamar a su presencia para recibir las pruebas de la muerte de sus enemigos y recompensar a quien le ha prestado tan alto servicio.
Cuando tiene a Sin Nombre ante sí, el rey descubre que las cosas no han ocurrido como él había creído y que todo forma parte de un complot urdido por el héroe y los tres guerreros a los que, supuestamente, ha dado muerte.


El guión, se basa en las leyendas e historias que se entremezclan a la hora de explicar los orígenes del imperio Chino. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de acontecimientos que se remontan a más de 200 años antes de nuestra era (siglo III a. C.) y, por tanto, la linea entre leyenda y hechos reales, es difusa en más de una ocasión.
Aunque la narración se centra en un hecho concreto, recoge algunos aspectos que reflejan la historia real de los acontecimientos de aquella época, si bien la mayor parte del relato se articula alrededor de elementos épicos derivados de la leyenda.


El argumento gira en torno al enfrentamiento entre Sin Nombre y sus tres supuestos adversarios enfocándolo desde distintas perspectivas. Por medio de flashbacks sucesivos se nos cuenta, primero, el relato que hace Sin Nombre al monarca de cómo pudo deshacerse de los tres guerreros, para después reconstruir los hechos a través de la visión del rey, una vez ha descubierto que todo es una trama urdida para asesinarle; otras variaciones sobre el mismo asunto se suceden, de manera que estamos viendo el mismo enfrentamiento una vez y otra.


Dos años después de la multioscarizada "Tigre y dragón", la película taiwanesa que arrasó en las pantallas mundiales, el chino Zhang Yimou, se lanza a esta especie de sueño de colores, para cuya realización contó con todo el apoyo de las autoridades chinas: gran presupuesto y miles de extras.
Con una puesta en escena deslumbrante, y una fotografía que hace honor a los orígenes del realizador como director de fotografía. Mucho juego de simbolismos con los colores, en los que el director hace especial hincapié. Los detalles están cuidados hasta resultar verdaderamente obsesivos en el afán de perfeccionismo.
Los combates de artes marciales se adornan con efectos especiales al estilo "Matrix" que harán las delicias de los aficionados a estos trucos.
El vestuario fue diseñado por la conocida diseñadora japonesa Emi Wada (Ran), y en el reparto figuran algunos de los intérpretes más prestigiosos de la escena china del momento.


La película es sobre todo, un espectáculo estético y visual de primer orden, no tanto así el guión, pero la belleza de los decorados, la espectacularidad de los planos de masas, la orgía de colores y los preciosos planos exteriores, con unos paisajes sublimes, todo ello acompañado de una banda sonora muy acorde, hacen de la película un producto de gran belleza artística.
Zhang Yimou acude a algunas escenas que pueden resultar muy del agrado del gran público, aunque a mí me han resultado un tanto estomagantes por aquello de que riza el rizo y que no hacía falta llegar a extremos tales que estropean un poco el conjunto por la reiteración (primeros planos con las gotas de lluvia golpeando el rostro de los protagonista, y mucha cámara lenta sobre detalles puntuales, por ejemplo)
Sin duda las autoridades chinas quedarían satisfechas con el resultado final y dieron el dinero por bien invertido, pues el mensaje final del film, es el sacrificio del individuo por el bien de la mayoría y el de que todo sacrificio es poco para que China esté unida bajo un mismo cielo.
El film no acababa de estrenarse en EE.UU., no me pregunten qué problemas tendría, el caso es que hasta dos años después de su estreno, no se vio en Norteamérica y fue gracias a la intervención de Quentin Tarantino, gran admirador, como es sabido, del cine oriental.




martes, 18 de marzo de 2014

CUMBRES BORRASCOSAS

Publicada bajo seudónimo un año antes de la muerte de su autora, la novela es considerada como una de las joyas de la literatura universal.
Ambientada entre paisajes agrestes y de grandes contrastes, como los que habitaban Emily Brontë y su familia, el libro es el relato de las pasiones desatadas entre Catherine Earnshaw y sus dos pretendientes, Heathcliff, que ha crecido con ella como si fuera su hermano y Edgar Linton. Catherine se debate entre el corazón y la razón, dando prioridad a esta última a la hora de decidir, algo que le traerá consecuencias hasta el día de su muerte y que se extenderá más allá incluso, a través de su propia hija.
Personajes sujetos a poderosas e irresistibles pasiones, presos del odio y la venganza, alguno de los cuales, sin embargo, encuentra hueco para la piedad y el amor.
Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights) es el nombre de la vieja casa en que habitan los Earnshaw, situada en la granja de su propiedad. La palabra “wuthering“, es un significativo adjetivo provinciano, como dice la propia Emily irónicamente, descriptivo de la atmósfera tumultuosa a la cual su mansión está expuesta en tiempo tormentoso (la explicación que da la autora del título de su obra, Wuthering Heights: "Wuthering" es un expresivo epíteto dialectal del verbo "wuther", que significa rugir o bramar irritadamente).
Emily Brontë nos ofrece espléndidas pinturas de las marismas agrestes y lóbregas que ondulan en torno a Cumbres Borrascosas durante todas las estaciones del año y durante todos los climas. Las describe en invierno, cuando el cielo y las sombrías colinas se confunden en un violento y asfixiante torbellino de viento y nieve; en primavera, cuando cantan las alondras bajo un cielo azul y todos los riachuelos fluyen henchidos y suaves; en verano, cuando las abejas zumban somnolientas sobre los brezos purpúreos; en el frescor del atardecer, cuando, bajo un cielo claro, las pálidas mariposas revolotean entre campanillas azuladas. El paisaje que pinta en esta novela es soberbio, sin rival en la ficción inglesa.
La autora hace que contemplemos, sin evasión posible, algunos de los temas humanos más poderosamente primarios, en continuo conflicto con un pasado tormentoso, selvático y feroz. Y la grandeza con que reviste ese trágico espectáculo fortalece y estimula el espíritu del lector para que se vuelva más libre y comprensivo, más autocrítico y, por lo tanto, más tolerante.
Los personajes de la novela, van desde la maldad perversa, hasta la más absoluta necedad, pero la autora, no los censura por actuar de acuerdo con el destino que la naturaleza les ha dado, aunque tampoco los disculpa; se limita a describirlos con implacable verosimilitud sintiendo por ellos una compasión sin límites.



lunes, 17 de marzo de 2014

GANGS OF NEW YORK

El reverendo Vallon (Liam Neeson), es el líder de la comunidad Irlandesa de New York, que está siendo acosada por los grupos que se oponen a los inmigrantes por considerar que vienen a invadir su país; en un determinado momento, el enfrentamiento es tan fuerte que deciden saldarlo con una pelea, por un lado, las bandas irlandesas, con los llamados "Conejos muertos" al frente y por otro, los "Nativos", que se autoproclaman herederos de los primeros pobladores americanos, liderados por Bill "El carnicero" (Daniel Day-Lewis).
Durante la batalla campal que se desencadena, Vallon muere a manos de Bill, en presencia de su hijo pequeño. El niño es internado en un reformatorio, de donde regresa al cabo de los años convertido en un joven practicamente adulto. La mente de Amsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio) está ocupada por un único pensamiento, una idea fija: vengar la muerte de su padre.
Consigue introducirse en el círculo de los íntimos de Bill a base de formar parte de la banda de facinerosos que lidera y de destacarse en el cumplimiento de los deseos de El carnicero, sin embargo, cuando tiene todo preparado para llevar a cabo su plan de venganza, una delación le deja al descubieto.


Si hay algún autor apegado a una ciudad, ese es Martin Scorsese y la ciudad, por supuesto, es New York. Es cierto que Woody Allen es el otro gran representante del cine de temática neoyorkina, pero de vez en cuando se ha desmarcado, sobre todo en la última época, de su querida ciudad. Scorsese, en cambio, sigue fiel, de hecho en su último film apenas recién estrenado, así lo demuestra.
Como si de una persona de carne y hueso se tratara, la metrópoli también tiene su lado oscuro, quizá esta más que otras, y en esas aguas negras que se tragan la Biblia del joven Vallon al principio del film, es donde bucea el realizador de "El Lobo de Wall Street".


Estamos hablando de una época, la del despegue de la ciudad como gran urbe, conflictiva, peligrosa y oscura, los libros de historia pasan por ella casi de puntillas y, desde luego, para el gran público europeo, son episodios prácticamente desconocidos.
Basada muy libremente en el libro homónimo de Herbert Asbury, en el que se relatan los disturbios que asolaron la ciudad en 1863, cuyo desencadenante fueron los alistamientos obligatorios para luchar en la Guerra de Secesión, pero en cuyo trasfondo latía la tremenda desigualdad entre las clases acomodadas y los humildes, sobre todo inmigrantes irlandeses que llegaban por miles a la ciudad huyendo de la hambruna que castigaba la isla.


Los enfrentamientos entre las bandas, origen remoto de las mafias que tomarían su relevo en el control del poder y su intervención a favor o en contra de los candidatos a los puestos relevantes, donde el crimen y la traición, disfrazados de democracia, dejan en evidencia la supuesta igualdad de los votantes. Para trasladarnos la historia, el guión dibuja una serie de personajes que, en ocasiones, nos producen una doble reacción repulsión/atracción, pues todos tienen sus razones, pero al final, el odio, la violencia, los intereses o la ambición, pueden con ellos.
Con dos actuaciones sobresalientes, una la de Liam Neeson, breve, pero cuya presencia dota el film de un inicio arrollador y otra, con mucha más presencia a lo largo de la película, la de Daniel Day-Lewis, que se zampa al resto del reparto.
Magníficos decorados, con una peculiar ambientación, un estupendo montaje y una banda sonora que se remata con la canción "The Hands That Built America" interpretada por U2.


Un par de curiosidades a la que no puedo sustraerme: El principe Alberto de Mónaco, participó en la financiación del film. Y otra es una aclaración al nombre de la banda "Los conejos muertos", "Dead Rabbits" en la versión original. "Rabbit", es una corrupción fonética de la palabra gaélica "Ráibéad", que viene a significar hombre temido, u hombre a temer o que debe ser temido. "Dead", se emplea como una intensificación de la palabra "Very" ("muy"), así que el sentido real de "Los conejos muertos", sería el de Hombres muy temidos.
En definitiva, película casi épica, de ritmo trepidante, en la que se nos narra la sangre, la muerte y el odio que hay debajo de las espaciosas avenidas y los grandes edificios que componen la Gran Manzana y también la tremenda corrupción de la política que ofrece su cara amable al votante, mientras entre bambalinas, están utilizando el garrote y el juego sucio para acabar con el oponente. Al fin y al cabo, poco han cambiado algunas cosas.