viernes, 30 de octubre de 2020

EL HOYO

 


En un futuro distópico no muy lejano, hay personas, algunas forzadas y otras libremente, que ingresan en "El Hoyo", un lugar distribuido por niveles, con dos personas en cada nivel, en el que cada día, por una plataforma que desciende por el hueco que hay en el centro, reciben comida, bajando desde el nivel 0 hasta el fondo. Solamente disponen de unos minutos para comer y lo harán con la comida que vayan dejando los de los pisos superiores. 
Goreng (Ivan Massagué), que ha ingresado allí con el propósito de dejar de fumar y leer "El Quijote", se despierta en el nivel 48, junto a un compañero llamado Trimagasi (Zorion Eguileor), que le irá informando del funcionamiento y las reglas de El Hoyo, que son sencillas: 1º, cada preso llega al Hoyo con un objeto personal elegido desde el exterior; 2º, los internos no pueden mantener la comida fuera de la plataforma bajo pena de morir por calor o frío extremos y 3º, una vez al mes todos los internos son dormidos usando gas para intercambiarlos a todos de nivel. 
Goren, cada 30 días, se encontrará en distintos niveles, unas veces arriba y otras abajo o muy abajo, conocerá peculiares personas y situaciones diferentes, algunas muy peligrosas y verá cómo su forma de pensar y de ser, irán sufriendo un profundo cambio.


Debuta con pie firme Galder Gaztelu-Urrutia en su primer largometraje que ha alcanzado reconocimiento internacional. 
La película parte de un interesante propuesta que tiene mucho de parábola social y en la que muchos ven referencias a "Cube" o Snowpiercer, pero en la que se pueden rastrear influencias de otros muchos films conocidos. La historia está cargada de pesimismo y en ella afloran los peores instintos humanos, bien es verdad que forzados por situaciones límite que parten de un presupuesto que tampoco se esfuerzan demasiado en hacer parece verosímil. 
Con cierta tendencia a excesos gore, también tiene el guión una inclinación a la crítica social y al estudio psicológico de los comportamientos humanos a través de personajes que, en cierto modo, representan estereotipos.


Creo que la propuesta es interesante, que tiene algo de original (no tanto como algunos han querido ver) y que sabe crear el clima agobiante que pretende, pero también es cierto que en algunos aspectos parece un tanto forzada, que no demuestra demasiado interés por seguir una cierta lógica, con algunos giros interesados en el guión y que, a mi modo de ver, se pierde un poco cuando se pone en plan intelectual, con sus referencias al Quijote o las disquisiciones filosóficas de algunos personajes que no siempre están desarrolladas con acierto y parece que se limitan a un recitado de buenas prácticas o de frases y pensamientos pretendidamente brillantes. 
El final abierto da lugar a interpretaciones varias, una opción que, para algunos pretende hacer reflexionar a los espectadores sobre lo que han visto y para otros se trata de un remate poco conseguido para salir del embrollo en el que se han metido y del que no saben cómo salir. Como tantas veces, opiniones para todos los gustos sobre una película que, si algo consigue, es no dejar indiferente.




jueves, 29 de octubre de 2020

SINÓNIMOS (SYNONYMES)

 


En París, las cosas no comienzan bien para Yoav (Tom Mercier), un joven israelí que llega a la capital francesa con grandes expectativas, decidido a deshacerse de su nacionalidad lo más rápido posible. Para él, ser israelí es como un tumor que debe ser extirpado. Convertirse en francés, por otra parte, simplemente significaría su salvación. Para borrar sus orígenes, Yoav primero decide no hablar una sola palabra de hebreo. El diccionario se convierte en su mejor compañero. Las visitas a la embajada israelí le molestan. Pero el proceso también tiene sus trampas y la joven pareja francesa de la que se hace amigo tiene algunas ideas bastante extrañas sobre cómo ayudarlo.


Basada en las experiencias de la vida real del director y coguionista Nadav Lapid, que se mudó a París a finales de los 90, tras acabar su servicio militar en Israel (como el protagonista), impulsado por sus tres ídolos: Napoleón, Godard y Zidane, el film explora el ámbito conflictivo del nacionalismo ferviente y los desafíos de echar raíces en una tierra extranjera.
Con algunas cosas que recuerdan a la Nouvelle Vague y más concretamente a Godard (no es que lo que diga yo, es que así lo reconoce Lapid), el film nos traslada una crítica ácida, al tiempo que impregnada de cierto regusto poético, sobre la inmigración y también sobre lo que el propio escritor y cineasta israelí considera que supone la identidad judía en los momentos actuales.
Con una narración aparentemente desordenada pero que responde a una cuidada planificación, mezclando secuencias tomadas con cámara en mano y otras con la cámara estática, quizá uno de sus mayores problemas para llegar al gran público, es la concepción intelectual de su discurso que obliga a seguir con mucha atención su desarrollo y a tratar de descubrir lo que el autor nos está queriendo transmitir con sus imágenes y diálogos, pues a veces resulta algo densa y difícil de interpretar.


La película suponía el regreso de Nadav Lapid a la gran pantalla tras la celebrada La profesora de parvulario (2014) y fue galardonada con el Oso Oro en el Festival de Berlín de 2019. 
Me han llamado la atención un par de cosas, por una lado, la excelente interpretación de su protagonista y, por otro, que se haya financiado, en parte, con dinero público a pesar de ser un film nada complaciente, tanto con Francia como con Israel como naciones y que haya podido ser considerada por algunos sectores como un mensaje duro y radical. A pesar de ello, como digo, se ve que ha sido rodada con gran libertad. Otra cosa es si consigue hacer llegar su mensaje contra la hipocresía de una sociedad que se enorgullece de valores como la razón, la igualdad o la democracia, mientras explota a la comunidad inmigrante, carente de verdaderas oportunidades de prosperar.




miércoles, 28 de octubre de 2020

SYSTEM CRASHER

 


A pesar de tener tan solo 9 años, Bernadette Klaaß (Helena Zengel) resulta un verdadero peligro y de donde quiera que esté, la niña es expulsada de inmediato, se ha convertido en lo que los servicios de protección infantil llaman una "system crasher" ("destructora del sistema"). Ella no colabora a la hora de intentar cambiar su comportamiento, porque su único objetivo es volver a casa con su mamá. Pero Bianca (Lisa Hagmeister) tiene miedo de su propia hija. La señora Bafané (Gabriela Maria Schmeide), de los servicios de protección infantil, está haciendo todo lo posible por encontrar un hogar permanente para Benni y contrata un educador, especialista en controlar la ira llamado Michael Heller (Albrecht Schuch), que actúa como una especie de acompañante escolar de la niña y, de repente, parece que brota una semilla de esperanza y parece atisbarse que Micha podría tener éxito donde todos los demás fracasaron y fueron víctimas de la desesperación.


La película es una historia de fracasos. El fracaso vital de una niña que no encuentra su sitio en una sociedad por la que se siente acorralada; el fracaso de los servicios sociales que, poniendo de su parte profesionalidad y buena voluntad, no hallan la manera de encontrar cómo encajarla en el conjunto social; el fracaso de una madre inestable que deja a su hija en manos del estado porque no se siente capaz de educarla y, en definitiva, el fracaso de una sociedad que se ve desbordada por estos seres incomprendidos y problemáticos. 
El film tiene una banda sonora que ayuda a trasmitir su mensaje. La película nos acerca los miedos y traumas de la niña por medio de flashes encadenados en los que predomina el tono rosa. También vemos secuencias de los sueños que tiene en los que queda reflejado todo el ansia de amor y protección que lleva dentro, solo equiparable a la ira que encierra en si contra una sociedad en la que no encuentra sitio.


En la película no hay héroes ni villanos. Los trabajadores sociales son personas muy entregadas, pero que hacen su trabajo hasta donde pueden y algunas veces fracasan, de manera que no hay lecciones morales, ni se nos presenta una historia melodramática, sino un relato duro, angustioso y, en ocasiones, violento, al fin y al cabo, pura realidad, sin retoques que lo suavicen o que lleven a un final de esperanza, más bien todo lo contrario. 
Excepcional la interpretación de Helena Zengel, en la que desde el primer momento vemos a Beni olvidándonos de que es una niña interpretando un papel.




martes, 27 de octubre de 2020

EL PUENTE LUDENDORFF, EN REMAGEN (SEGUNDA GUERRA MUNDIAL)

Tras la dura confrontación de las Ardenas, en las que el ejército angloamericano fue frenado en seco en su intento de invadir Alemania, el avance se reanudó y el siete de marzo de 1945, Colonia había caído. Sin embargo con ella, también había caído el enlace hacia el otro lado del Rin. A las doce del mediodía del día anterior, 365 metros del puente Hohenzollern fueron derruídos. Las expectativas de I Ejército de una pronta travesía, parecían cada vez más vagas, el río no era vadeable por ningún sitio, ni siquiera en su nivel más bajo y la mayoría de los 31 puentes del Rin habían sido demolidos por hombres con una excepcional aptitud para la destrucción. En realidad los aliados no tenían interés en tomar ningún puente, pues sabían que se encontrarían todos destruídos, o preparados para serlo en cuanto pusieran un pie en ellos, así que la aviación se dedicaba a bombardearlos para entorpecer el repliegue alemán y, a principios de marzo, tenían preparados en los puestos avanzados 1.100 lanchas de asalto, 124 lanchas de desembarco, 2.500 motores fuera borda, millón y medio de tablas de madera, 6.000 puentes flotantes y suficiente acero y pilotes para construír más de 60 puentes. No obstante, todos estaban de acuerdo en que todo sería más fácil si consiguieran capturar uno que ya estuviese construído.
Precisamente, ese puente con el que nadie contaba, se encontraba 24 kilómetros al sur de Bonn, en Remagen, una antigua ciudad romana a horcajadas sobre una carretera construída por Marco Aurelio. El puente se había construído en 1918 y llevaba el nombre del general Erich Ludendorff, con más de 300 metros de longitud y una anchura capaz para dos trenes, con dos pasarelas laterales para peatones. Los raíles no suponían obstáculo, pues se podían colocar sobre ellos planchas de madera para facilitar el tráfico motorizado.
En 1938 se habían instalado en el puente 50 cajas forradas de zinc, para alojar explosivos, unidas por cables que, a través de gruesos conductos se conectaban a un interruptor eléctrico de encendido en el interior del túnel del tren. Debido a la voladura de otros puentes cercanos a Colonia, una orden del Führer indicaba que las cargas explosivas en el puente de Remagen se colocaran cuando las tropas americanas se encontraran a ocho kilómetros, retrasando la ignición hasta que la demolición pareciera inevitable. Cuando los americanos descubrieron el puente intacto, se frotaron los ojos y decidieron jugarse el todo por el todo. Cerca de las 13:00 horas del siete de marzo, los soldados alemanes al otro lado de Remagen, comenzaron a oír los primeros disparos de las armas estadounidenses desde el norte. Poco después, a las 13:20 horas, la Compañía A hizo su aparición en la ciudad con los tanques M-26 Pershing, topándose de frente con alguna resistencia de jóvenes de la Volkstrumm, SA y milicias locales, que fueron fáciles de eliminar. Poco después, los tanques americanos Sherman y Pershing se dividieron en dos alas dentro de Remagen y convergieron en la rampa de raíles que ascendía al Puente Ludendorf. Nada más llegar a ese punto, los tanques americanos comenzaron a recibir fuego de la Colina de Erpel, eso dio tiempo a los alemanes a explosionar una carga en la rampa que subía al puente provocando un gran cráter, lo que incapacitó a los americanos a cruzarlo con tanques. Fue el turno entonces de los infantes del 14th Batallón Blindado y de sus Compañías A, B y C, que empezaron a disparar desde la rampa hacia los alemanes en el puente. Durante el combate los asaltantes consiguieron desconectar algunas cargas, aunque no todas. Tras más de una hora de combates, por fin se dio la orden de demolición. El capitán de la guarnición que defendía el Puente Ludendorff, Carl Friesenhahn, giró la llave del interruptor de contacto. No pasó nada. La giró de nuevo una y otra vez, sin efecto alguno. Un sargento alemán recorrió a toda velocidad los ochenta metros que separaban el túnel del puente y encendió a mano el cable principal, regresando a todo correr bajo el fuego enemigo. Una gran detonación, seguida por una nube de polvo, con las planchas de madera volando sobre la vía hechas astillas siguió a este nuevo intento de voladura. El Ludendorff pareció levitar unos instantes, pero se asentó de nuevo sobre sus cimientos de piedra y quedó practicable.
Nadie ha explicado de forma inequívoca por qué cuarenta y cinco kilos de explosivos no consiguieron detonar correctamente, el caso es que los soldados americanos corrieron hacía el puente cortando cables y lanzando cargas al agua. El sargento Alex Drabik de Toledo, fue el primer americano en pisar la otra orilla del Rin.
Cuando Heisenhower fue informado del hecho por Omar Bradley, exclamó: Brad, eso es maravilloso. Cruzad inmediatamente con todo lo que tengáis. En la cena que estaba celebrando no lejos de la catedral de Notre Dame, junto a varios comandantes de tropas aerotransportadas, se brindó con champán por el puente y los valientes muchachos que lo habían tomado. Es cierto que nadie habría elegido aquel puente como el idóneo y que pronto se formó allí un cuello de botella, pero aquel inesperado regalo permitió cruzar a un gran número de tropas y equipo, entre ellos, el 5º Pelotón de la Compañía K del 394º Regimiento de Infantería, que cruzó el puente el 12 de marzo, eran singulares porque se trataba de uno de los 53 pelotones de infantería formado por soldados negros.
Mientras tanto, las tropas de ingenieros americanas, se afanaban por reparar los muchos desperfectos del puente Ludendorff, a quien ya apodaban "Ludy", las mediciones revelaban que se inclinaba un poco del lado de contracorriente, pero los ingenieros creían que su estructura se había estabilizado. No era así. A las tres de la tarde del sábado diecisiete de marzo, saltó un remache con un fuerte ¡pop! Otros se fueron soltando, un estribo vertical se partió, siguió una nube de polvo y los maderos comenzaron a saltar mientras el acero chirriaba. A continuación el puente entero pareció doblarse sobre sí mismo, antes del hundirse en el Rin. Al cabo de una semana, ocho puentes cruzaban el Rin cerca de Remagen, alimentando la cabeza de puente que ahora tenía cuarenta kilómetros de ancho y trece de profundidad.
La deblacle de Remagen originó represalias en el bando alemán, el mariscal Gerd Von Rundest, fue relevado por el mariscal de campo Albrecht Kesselring. Peor suerte tuvieron cuatro oficiales subalternos considerados responsables de haber echado a perder la demolición del Ludendorff. Un consejo de guerra sumarísimo, los acusó, juzgó y condenó en 30 minutos. Tras negarles un sacerdote y despojarlos de sus galones de rango, fueron ejecutados con un disparo en la nuca y enterrados en una tumba a ras de tierra. Las cartas que se les había permitido escribir a sus familias, fueron quemadas.



lunes, 26 de octubre de 2020

THE ODD FAMILY: ZOMBIE ON SALE

 


Una peculiar familia coreana, regenta una gasolinera cuyo negocio no marcha demasiado bien. Un día, un joven que se comporta de manera extraña aparece en el pueblo y se cuela en el almacén de los Gul. En realidad se trata de zombie que se infectó, de manera fortuita, por culpa de los experimentos ilegales de una compañía farmacéutica y a costa del que los Gul montarán un negocio con el que esperan conseguir pingües beneficios.


Curiosa película coreana que, aún echando mano de casi todos los clichés del cine de zombis, consigue, a base de humor y situaciones disparatadas, convertirse por momentos en una parodia, pero sin renunciar a las constantes del género.


Los personajes están muy bien dibujados; el joven zombie resulta entrañable desde el primer momento; las mujeres de la familia parecen las más inteligentes y las que sacan al núcleo de apuros, mientras los hombres parecen inmaduros, un poco tontos, pánfilos y bastante ingenuos; además hay una serie de personajes o colectivos secundarios muy bien aprovechados: los ancianos del pueblo, con unas cuantas situaciones cómicas a las que dan lugar, así como los policías y los propios zombis. Por si fuera poco, la fotografìa es muy buena, hecha con mucho detalle y nos acerca a través de bellas imágenes y conseguidos encuadres al mundo rural en que se desarrolla el film. 
Es llamativo que sea la primera película de su realizador, Lee Min-jae, por el dominio del medio que demuestra y además es él quien firma un guión que tiene unas cuantas buenas ideas y que sabe introducir sin estridencia un atisbo de historia romántica en medio de la comedia. Como decimos, la película no renuncia a los tópicos del subgénero y, llegado el momento, pone en pantalla a toda una pléyade de zombis desatados en su ansía de lograr carne fresca.


La película resulta muy divertida y en la parodia destaca la familia protagonista, con momentos muy logrados, y un final que, aunque a algunos les pueda resultar complaciente, pienso que pone un buen broche a esta entretenida propuesta cargada de originalidad.




viernes, 23 de octubre de 2020

SOLO NOS QUEDA BAILAR

 


Ambientada en la conservadora sociedad georgiana moderna, el film nos cuenta la historia de Merab (Levan Gelbakhiani), un entregado bailarín que ha estado entrenando durante años con su compañera Mary (Ana Javakishvili) para lograr un puesto en la Compañía Nacional de Danza de Georgia. La llegada de otro bailarín, Irakli (Bachi Valishvili), dotado de mejores facultades y con una vena rebelde, desequilibra a Merab, convirtiendo a Irakli en su mayor rival, pero también en su mayor objeto de deseo, lo que puede llevarle a arriesgar su futuro en la danza, así como sus relaciones con Mary y con su familia.


Cuando el realizador sueco de ascendencia georgiana, Levan Akin, vio unas imágenes en televisión de una marcha del orgullo gay en Georgia, en la que el escaso número de osados que se atrevieron a participar en ella, fueron casi linchados por un millar de ortodoxos que arremetieron contra ellos, consideró que debía hacer algo por apoyar de manera visible, la causa de estos auténticos héroes. 
Ese es el germen de la película, cuyo rodaje tuvo problemas reales en Georgia, donde el equipo estuvo amenazado de muerte, hasta el punto de que hubieron de contar con protección en el set de rodaje y el coreógrafo de danza georgiana de la película, decidió permanecer en el anonimato, por lo que no aparece en los títulos de crédito. 
Eso, aparte de que cuando pidieron apoyo al prestigioso Ballet Nacional de Georgia "Sukhishvili", de inmediato fueron rechazados con el argumento de que la homosexualidad no existía en Georgia, el mismo argumento que emplearon desde el Ministerio de Cultura y Protección de Monumentos de Georgia para no financiar el viaje del equipo de filmación a Cannes donde se estrenó la película.


Anécdotas tan tristes como ruines aparte, el film está realizado de forma cuidadosa y detallista, con algunos planos y una fotografía realmente buenos y unas actuaciones del trío protagonista (incluída Ana Javakishvili, con menos peso en el film que sus dos compañeros, pero que transmite un inmenso magnetismo) de gran nivel. Es una historia muy emotiva la de este romance prohibido que, además de la belleza de la propia danza georgiana y del drama que viven sus dos protagonistas masculinos, nos muestra la dureza del entrenamiento de los bailarines y la realidad de la vida en Tiflis, la capital de Georgia, con una economía de subsistencia basada en trabajos precarios y en negocios de bajísimo nivel con los que la población sobrevive como puede a los problemas originados por su pobre economía. 
Por todo ello, por la manera en que nos transmite, también, el sentimiento de identidad y la problemática georgiana, además de por el drama romántico que centra la narración, pienso que es una película que merece la pena ver.




jueves, 22 de octubre de 2020

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN

 


Helga Pato (Pilar Castro), editora en horas bajas, acaba de internar a su marido en un psiquiátrico. En el tren de vuelta, un desconocido se le presenta como Ángel Sanagustín (Ernesto Alterio), psiquiatra que trabaja en la misma clínica investigando trastornos de personalidad a través de los escritos de los pacientes. Durante el trayecto, Ángel le cuenta a Helga la historia de Martín Urales de Úbeda (Luis Tosar), un enfermo paranoico extremadamente peligroso obsesionado, con la basura.


El guión adapta la novela del madrileño, profesor de la universidad de Almería, Antonio Orejudo, publicada en 2000. Era su segunda novela y fue galardonada con el Premio Andalucía de Novela.


La película puede mirarse como tres capítulos aparentemente independientes o como un relato total dividido en partes que convergen. Cuenta la historia de la editora Helga Pato, una cuarentona que por casualidad conoce en un tren al que dice ser el psiquiatra Ángel Sanagustín, quien le cuenta (primer capítulo) la historia de uno de sus personajes, un paciente llamado Martín Urales, quien se alistó en el ejército, fue enviado a luchar en la Guerra de Kosovo donde conoció a la Dra. Linares (Stéphanie Magnin Vella), una mujer decidida y compasiva que al intentar crear un hospital infantil para curar los daños de la guerra, se ve obligada a hacer un trato peculiar y repugnante: A cambio de obtener financiación para el hospital, Linares debe traer un niño al mes a sus benefactores, ella cree que para ser vendidos a familias que les adoptarán, pero más adelante se entera que era para filmar películas para adultos y snuff. Al regresar a casa después de ser despedido del ejército por intentar alertar a sus superiores, el anciano padre de Martín rechaza la historia y rechaza a su hijo, lo que obliga a Martín a marcharse de la casa paterna de forma definitiva. 
En este punto de la narración, Sanagustín baja en una estación de tren a comprar algo para comer pero no tiene tiempo de regresar, y Helga encuentra la carpeta de Sanagustín frente a ella. Leyendo la historia clínica de los pacientes (capítulo dos) Helga recuerda su propia historia cuando, luego de separarse de un famoso escritor, conoció a Emilio (Quim Gutiérrez), un hombre aparentemente tranquilo con el que inicia una relación en la que se verá gradualmente humillada y degradada por un Emilio esquizoide y obsesionado por convertir a Helga en un perro y tratarla como tal. Drogándolo para escapar unos días con su madre y recuperar su libertad, Helga regresa para encontrarse a Emilio, delirante, hurgando en sus propios excrementos, obteniendo suficientes motivos para internarlo en un manicomio justo antes de conocer a Sanagustín
Fascinada por la carpeta (capítulo tres), Helga decide localizar a Urales y descubrir lo que hay tras los registros médicos de la carpeta, encontrando que la realidad sobre Sanagustín y Martín es más retorcida y peligrosa de lo que podía imaginar.


Película peculiar, diferente, inclasificable, que se aparta de lo que estamos acostumbrados a ver y que, desde luego, no es para cualquier tipo de espectador. Prácticamente todo lo que vemos en el film está en la novela de Orejudo y el gran mérito de su joven realizador, Aritz Moreno y del guionista Javier Gullón, ha sido, de una parte trasladar con acierto a imágenes la novela, algo que no resultaba sencillo y, de otra, la maestría demostrada en la dirección de actores, muchos de ellos consagrados dentro del panorama cinematográfico nacional. Señalar también que me ha parecido muy bueno el trabajo de montaje de Raúl López, dada la estructura narrativa del film con muchas idas y venidas temporales y mezcla de imaginación y realidad en lo que los intérpretes nos cuentan. 
Y es que ya la novela en que está basada es también diferente, su autor, nacido en los sesenta, como otros de su generación, ya libre de las heridas de la Guerra Civil, apenas adolescente cuando desaparece el franquismo y arriba la democracia, deja atrás aquellas historias sociales que reflejaban la tristeza del hambre y la posguerra y toma otros rumbos que tienen a la literatura como algo lúdico, hecho para el disfrute del lector y que también retornan a los clásicos y es que la novela y por ende, la película, tienen algo de cervantino que los críticos, al menos los de a pie, no han sabido apreciar, como por ejemplo el episodio de los minusválidos y su viaje a París (Rosa y Gárate, interpretados por Macarena García y Javier Botet), magnífico por sí mismo y que dicen que no casa con el resto del film. Eso está así en la novela y es (salvando las distancias, claro), lo mismo que ocurre con Las bodas de Camacho en el Quijote, son episodios excéntricos, que tienen propia personalidad en el contexto de la obra, que parecen metidos en ella de manera inconsecuente a primera vista, pero que, cuando se reflexiona con calma sobre ello, tienen su porqué y quedan bien en el conjunto. 
El propio personaje de Gárate, es un homenaje implícito a la figura de Don Quijote. A causa de la debilidad de su estructura ósea, Gárate ha vivido, desde niño, postrado en una cama y todo lo que sabe del mundo es a través de lecturas y del cine. Cuando ayudado por un armazón ortopédico logra cierta independencia para moverse y sale al mundo real, se admira de que no se parece a lo que él imaginaba y para acabar de fastidiarla, cuando tiene un encuentro íntimo con Rosa, pone en práctica su experiencia amorosa que deriva de lo visto en películas pornográficas, con lo que la chica huye despavorida. Exactamente igual que hacía Alonso Quijano que veía el mundo a través de la óptica de los libros de caballería que le tenían sorbido el seso y sus actuaciones resultaban excéntricas, cuando no directamente desastrosas. 
De cualquier modo, uno de los personajes aclara la duda que pudiera haber en una sola frase: ¿Para qué tanto esfuerzo en parecer real si todo el mundo sabe que no es más que un libro? 
La película critica o ironiza, sobre todo lo habido y por haber: la pederastia, las snuff-movies, los poderes fácticos (la iglesia, las grandes corporaciones, la industria farmacéutica...), los políticos y altos funcionarios, el abuso y sometimiento de la mujer en la pareja, el consumo desaforado... Todo ello con un tono de humor negro muy particular, un humor cercano al absurdo que tiene algo de kafkiano y que entiendo que a algunos les pueda resultar desagradable cuando no directamente repulsivo, pero que está hecho con inteligencia y de forma absolutamente irreverente. Ya digo que no es película para cualquier espectador, pero quien tenga la suerte de comulgar con su lenguaje, disfrutará de un buen producto, entretenido, original, diferente y de propuesta arriesgada y valiente que, por añadidura, nos deja una reflexión sobre la delgada línea que separa la locura de la normalidad.




miércoles, 21 de octubre de 2020

BACURAU

 


En un futuro cercano, el pueblo de Bacurau llora la muerte de su matriarca Carmelita (Lia de Itamaracá), que falleció a los 94 años. 
Teresa (Bárbara Colen) ha regresado a la aldea tras la muerte de su abuela, para encontrarse envuelta en una serie de extraños acontecimientos que afectan al pueblo: Se ha cortado el suministro de agua, los caballos de un rancho próximo corren en estampida por las calles, los ataúdes vacíos están apareciendo en la carretera, la señal telefónica se apaga y el nombre de la aldea y su ubicación, desaparecen de los mapas online. 
Bajo la amenaza de un enemigo desconocido, Bacurau se prepara para una sangrienta y brutal lucha por la supervivencia.


Coproducción entre Brasil y Francia que transita por varios estilos, de forma aparentemente desordenada. Estamos en una comunidad rural y multiétnica que recuerda un poco a los relatos del realismo mágico. Un pueblo que se ve acosado por desconocidos intereses económicos venidos de fuera y que se dedican a comprar voluntades de dirigentes locales que someten a Bacurau a una especie de cerco que, al parecer, trata de ahogar las posibilidades de futuro de la aldea: Una presa ha cortado el suministro de agua y la señal del teléfono y la del satélite, desaparecen, mientras la carretera sufre un corte que deja al pueblo incomunicado.


Con un formato nada convencional, sus realizadores y guionistas, Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, nos ofrecen un viaje que va desde la ciencia ficción realista, hasta el drama social, con reflexiones sobre antropología y escenas, sobre todo las del final, que parecen inspiradas en el Spaghetti Western (a mi particularmente algunas secuencias me recordaron Infierno de cobardes). Quizá el mensaje del film, que incluye críticas implícitas (o quizá no tan implícitas) a la situación de Brasil en la actualidad, quede algo desleído por la, a mi juicio, excesiva duración del film (hay momentos en que parece que no avanza y eso incide en el ritmo de la película) y por algunas situaciones que caen en el puro efectismo, con lo que al final, uno no sabe muy bien si tomarse en serio la película o quedarse con el mero entretenimiento de un film que se sale un poco de lo que estamos acostumbrados a ver.




martes, 20 de octubre de 2020

LOS CAÍN

Creo percibir que algunos de los lectores de la novela, se acercan a ella pensando que es un thriller, dejándose llevar de algunas reseñas, incluída la de la propia editorial, pero no es este el especial aliciente del libro, es más, en mi opinión, la parte que pueda tener de misterio o de novela de intriga, no es lo más logrado de la obra. Los Caín es sobre todo una inmersión en el mundo rural de España representado en el imaginario pueblo de Somino, pretendidamente ubicado en un lugar cualquiera de la Castilla esteparia y, aunque por pistas que nos va dejando el autor sabemos que estamos en los 60 0 70 del pasado siglo, no queda tan lejos de la realidad actual. La visión que nos pinta es la que tiene un maestro que, desde Madrid, llega a su primer destino a este lugar que se presenta como un mundo encerrado en sí mismo, con sus gentes cargadas de prejuicios y con algo oscuro de su pasado enquistado en esta sociedad aislada, desconfiada y hasta peligrosa para quien llega de fuera, que se ahoga en las envidias y resentimientos de unos contra otros, seres divididos a los que solamente consigue unir su prevención contra todo lo que llega de fuera.
Enrique confiesa en las entrevistas concedidas tras la publicación que bebe de los clásicos contemporáneos castellanos y especialmente de Delibes o Martín Gaite entre otros y que alienta una especial preocupación por el lenguaje y la recuperación de léxicos y palabras en desuso o directamente olvidadas que formaron parte de este mundo rural.
Más que retratar, pienso que el joven autor zamorano, en esta su primera novela, traza una caricatura de la llamada España negra. En los pueblos pequeños la prevención contra lo que viene de fuera, convive con el deseo de mostrarse atentos, incluso amables con el forastero. En este Somino ideado por Enrique Llamas, todo es negativo, las gentes son cerradas, el ambiente malsano y su habitantes parece que no tienen mejor cosa que hacer que causar daño al vecino. En los pueblos, al lado de envidias y rencillas que, en ocasiones causan desgracias irreparables, incluso dan lugar a crímenes horrendos, hay un ambiente de solidaridad entre convecinos que se ayudan cuando lo necesitan, aunque poco antes hayan estado murmurando de aquel al que ahora echan una mano, eso es típico de cualquier sociedad cerrada. Pero aquí, en este pueblo que tiene algo de distópico, todo es negativo, sus lugareños se muestran insolidarios y solamente se unen para acorralar al foráneo hasta conseguir que se marche.
El libro está bien escrito, se nota preocupación por el lenguaje en su autor que quizá tiene un problema con las explicaciones, en ocasiones exhaustivas, sobre todo con los vocablos moribundos que emplea en ocasiones y en lugar de dejar que el lector sobreentienda por el contexto lo que es una buchina, por ejemplo, da explicaciones sobre el significado del vocablo que resultan reiterativas. Claro que esto es una opinión muy personal, seguro que habrá muchos lectores que están encantados con que les guíen y les den todo frito y migado.
Enrique acaba de publicar su segundo libro hace breves fechas y aún tiene mucho camino por delante y ocasión de ir puliendo su estilo en este complicado mundo de la literatura en el que ya ha dado sus primeros pasos, los más difíciles por las dificultades que tiene la publicación de una primera novela, así que esperemos que todo le vaya fenomenal una vez conseguido el objetivo de asomarse a los escaparates de las librerías y con buenas críticas en general.
La novela recibió el premio Memorial Silverio Cañada 2018 al mejor debut de novela negra, que entrega la Semana Negra de Gijón.



lunes, 19 de octubre de 2020

LA CAMARISTA


Evelina (Gabriela Cartol) es una joven camarera de piso que trabaja en uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad de México. Las jornadas tan extensas y laboriosas hacen que Eve no pueda cuidar a su hijo de cuatro años mientras trabaja, pero ella está convencida de que su situación mejorará cuando sea ascendida a un mejor puesto.


La mexicana Lila Avilés, actriz y directora teatral, debuta en el cine con este retrato de lo que aquí conocemos como una Kelly. Una mujer invisible magníficamente interpretada por Gabriela Cartol que, prácticamente, aparece en todas y cada una de las tomas y que soporta el peso de la película sobre su personaje. 
La película quiere ofrecer una cara distinta del México violento que últimamente aparece en los noticiarios, una especie de oda a la clase trabajadora que, en medio de todas las dificultades que les rodean, mantienen vivo al país. 
Conscientemente renuncia a relatar las "aventuras" de la camarista, esos relatos a que podrían haber dado pie todas y cada una de las pequeñas cosas que las manías o las formas de ser de los clientes o el ambiente que se vive en el hotel. A cambio trata de dar visibilidad a esta persona que pasa desapercibida en una filmación que, por momentos, se torna minimalista y con un ritmo que no quiere ser demasiado vivo, pero que puede llevar al aburrimiento a algunos espectadores.


Porque en el fondo, no ocurre nada especial fuera del día a día de esta mujer que se esfuerza por mejorar su futuro, asistiendo a clases para adultos o desarrollando su trabajo con pulcritud y eficacia, alejada de las disputas y las envidias entre compañeros y que, al final, apenas encuentra recompensa más allá de vagas promesas que no dejan de ser ilusiones que no está claro se vayan a cumplir, al menos en el corto plazo. Es un film muy reflexivo, para algunos quizá demasiado, sobre un colectivo al que podíamos llamar sirviente de los sirvientes, porque además del poco reconocimiento social y profesional, es una mujer en un mundo todavía muy machista. Lo hace sin maniqueísmos, mostrando, más que el desprecio, la ignorancia con que la tratan la mayoría de los clientes, pero sin hacer hincapié en las diferencias de clase, pues también hay alguno de ellos que la trata con cierto respeto, incluso en tono casi de igualdad. 
La inspiración para el guión, vino del libro de la fotógrafa francesa Sophie Calle, L`Hotel. En 1981, Sophie trabajó como camarera para hacer una sustitución de tres semanas en un hotel de Venecia y se dedicó ha hacer fotografías de los objetos que encontraba en las habitaciones antes de limpiarlas y de tomar notas en una especie de cuaderno de campo, para imaginar historias a partir de esos objetos y de cómo serían las personas a las que pertenecían, a las que raramente conoce, pero a las que observa e investiga. Aunque tiene algunos rasgos del mismo en algunas secuencias, la película toma su propio camino y los clientes y sus desperdicios o sus objetos personales, pasan a formar parte de un todo, pero no son el centro del argumento.


 

viernes, 16 de octubre de 2020

INCREÍBLE PERO FALSO

 


En un mundo donde no existe la mentira, ni siquiera como concepto, donde todos dicen siempre la verdad sin pensar en las consecuencias, Mark Bellison (Ricky Gervais), un perdedor nato que trabaja como guionista y está a punto de ser despedido, desarrolla inesperadamente la capacidad de mentir y pronto se da cuenta de que la falta de sinceridad tiene grandes ventajas. En ese tipo de sociedad, Mark no tiene problemas para prosperar y hacer fortuna inventándose historias que todo el mundo cree a pie juntillas.


Ricky Gervais es protagonista y, junto a Matthew Robinson, también autor del guión y realizador del film. 
La estrella británica  de la televisión, se lanza a la gran pantalla en el territorio que mejor conoce: la comedia. Es una lástima que no acabe de encontrar el nexo para pasar de una comedia de humor al romance clásico en que se convierte el film en su última parte, pues la idea que da origen al guión, podría haber dado para bastante más en manos de este hombre.


Gervais es un iconoclasta y no hay más que repasar las cinco ocasiones en que ha presentado la gala de entrega de premios de lo Globos de Oro que levantaron no pocas ampollas entre algunos de los asistentes del mundo artístico de Hollywood, que se removía en sus butacas entre divertido e incómodo, pero nunca indiferente a los sarcasmos del anfitrión. 
Por más que algunos quieran ver otras interpretaciones, como por ejemplo la influencia de la mentira, sus grados, dependiendo de que sean grandes o pequeñas u otras cosas por el estilo, yo pienso que este film es, sobre todo, una crítica en toda regla a las religiones y su forma de embaucar al ser humano, algo que tan bien les viene a los gobernantes para poder tener sujeto al rebaño y que no se les suba a las barbas. Su ironía directa sobre el cristianismo, extensible a las otras religiones, sobre todo las monoteístas, pero todas en general, no puede ser más evidente y no deja de sorprenderme que algunos centren sus críticas alrededor de la temática del film sobre otros aspectos cuando este el eje sobre el que gira todo el film. Por otra parte, Gervais es un declarado ateo, así que nada más lógico que lleve sus ideas a la pantalla y lo haga en forma de sátira, un formato que domina a la perfección. 
La película pierde altura cuando se adentra en el terreno de la comedia romántica, convirtiéndose en un film edulcorado que nos lleva a un final previsible y condescendiente, a pesar de lo cual, en su conjunto, resulta una película entretenida, bastante bien hecha y, en muchos momentos, divertida y con secuencias de gran nivel, como la presentación de ese remedo de los Diez Mandamientos, escritos en cajas de pizza, o la despedida del protagonista a su madre agonizante cargada de ternura e ironía.




jueves, 15 de octubre de 2020

SUPER EMPOLLONAS

 


Dos excelentes estudiantes y grandes amigas, en la víspera de su graduación en el instituto, de repente se dan cuenta de que podrían haberse esforzado algo menos en clase y haberse divertido más. Así que deciden hacer algo al respecto para compensar tanto estudio y tan poca diversión: recuperar los años perdidos en una noche loca o lo que es lo mismo, meter la diversión de cuatro años en una sola noche.


Para su debut en la gran pantalla como realizadora, la actriz estadounidense Olivia Wilde, elije esta comedia de adolescentes, en la que trata de dar un poco la vuelta a las típicas comedias del género que, prácticamente, un año sí y otro también se estrenan en salas comerciales. Para ello, trata de huír de estereotipos demasiado manidos, de jóvenes poco atractivas o que se ven víctimas de abusos y a lo largo del film, cual crisálidas, se transforman en bellas mariposas, o logran vengarse de sus abusadores. Aquí son dos chicas estudiosas, que han optado por apartase de las diversiones y centrarse en su objetivo de sacar una buena nota para poder elegir entre las mejores universidades, que no están cercadas por los graciosillos o los matones de alrededor, más allá de las típicas bromas y piques entre adolescentes.


Lo cierto es que la película tampoco es demasiado novedosa, al final se reproducen muchos de los clichés de estos films, lo que ocurre es la química entre las dos protagonistas es muy buena resultan ambas muy divertidas. Tiene alguna escena graciosa y los diálogos pretenden ser inteligentes, aunque no siempre lo logren, pero para pasar el rato, no está nada mal.




miércoles, 14 de octubre de 2020

PUÑALES POR LA ESPALDA

 


Cuando el renombrado escritor de novelas de misterio Harlan Thrombey (Christopher Plummer) es encontrado muerto en su mansión, justo después de la celebración familiar de su 85 cumpleaños, el inquisitivo y cortés detective Benoit Blanc (Daniel Craig) es misteriosamente reclutado para investigar el asunto. Se moverá entre una red de pistas falsas y mentiras interesadas para tratar de descubrir la verdad tras la muerte del escritor.


La película se mueve entre los relatos de Agatha Christie y los de Hércules Poirot, Sherlock Holmes o Jessica Fletcher (la heroína de la serie "Se ha escrito un crimen" a quien daba vida Angela Lansbury), entre otros famosos detectives que la literatura ha dado, modelos de los que el film no se esconde, ni trata de disimular, todo lo contrario, desde el decorado a los personajes, todo está lleno de referencias a estos autores y personajes inmortales, incluso vemos en la tele alguna secuencia de "Se ha escrito un crimen". 
El film cuenta con un elenco de actores muy conocidos en el mundo de la escena cinematográfica (además de los mencionados, están Chris Evans, Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Don Johnson, Michael Shannon...), que logran interpretaciones de buen nivel en una película que destila sentido del humor y unos diálogos ingeniosos, además de unos bien llevados y dosificados giros de guión que mantienen la atención del espectador.


Si bien se mira, la película no aporta nada nuevo a los relatos clásicos del género, lo que ocurre es que últimamente estábamos desacostumbrados a películas de misterio detectivesco que tuvieran cierto nivel y es de agradecer que, de repente, el escritor, productor y realizador Rian Johnson se haya destapado con esta película que acierta al retornar a los clásicos y se deja de experimentos para ofrecernos un film entretenido, divertido y que consigue mantener la tensión del relato durante toda la proyección a base de buen ritmo narrativo, de una exposición de los hechos y situaciones que evita embrollos y se sigue con claridad, contando con sus buenas dosis de ingenio, como ese buen final que deja en el aire de manera sutil, si la protagonista era tan buena como nos ha parecido durante toda la película o es mucho más inteligente de lo que pensábamos y lo urdió todo para conseguir sus propósitos. 
Por cierto, muy bien la hispano-cubana Ana de Armas, que mantiene perfectamente el tipo y el nivel de actuación de sus compañeros de reparto, actores y actrices de renombre, ante los que no desmerece, sino todo lo contrario. Se comenta que su participación en la última entrega de James Bond que protagoniza Daniel Craig (Sin tiempo para morir), se debe a la recomendación de este actor que quedó encantado con el trabajo y la química conseguida con su compañera de reparto. 
Y ya que de Craig hablamos, es muy gratificante verle en este film, demostrando lo buen actor que es y verle en un registro muy diferente al de sus interpretaciones como James Bond, ofreciéndonos una interpretación de gran nivel y con un tono humorístico y un tanto gamberro en algunos momentos.
Película bien hecha, magníficamente interpretada, muy entretenida y de la que los amantes del género, sin duda, disfrutarán.




martes, 13 de octubre de 2020

PRIMEROS SOLDADOS ALIADOS EN PISAR ALEMANIA (SEGUNDA GUERRA MUNDIAL)

El lunes 11 de septiembre de 1944, poco después de la 18:00 horas, un jeep americano en el que iba una patrulla de cinco hombres de la Tropa B del 85º Escuadrón de Reconocimiento, se dirigía hacia el norte por la carretera que salía de Vianden bordeando el río, al nordeste de Luxemburgo. El jeep fue dando tumbos hasta que se detuvo junto a las ruinas de un puente sobre el pequeño río Our, que había sido volado unos días antes. El sargento de Estado Mayor Warner William Holzinger, natural de Reedsburg (Wisconsin), que sabía hablar alemán, bajó con dificultad hasta la orilla del río, seguido de un fusilero y un intérprete francés contratado por el escuadrón en París. Las órdenes de la 5ª División acorazada que había recibido Holzinger, le instaban a actuar con cautela, pero añadían: "Si los sondeos indican una gran debilidad en algún sector de la línea fronteriza, puede penetrar en territorio enemigo". El sargento detectó gran debilidad y con el agua cristalina del Our llegándole al remate de las botas, sus dos compañeros y él avanzaron veinte metro para convertirse en los primeros soldados aliados que entraban en Alemania.
Unos cuatrocientos metros más allá, tras subir un repecho, llegaron hasta un conglomerado de casas, donde un campesino les informó que la retaguardia alemana se había ido un día antes. Llevándose como guía a aquel hombre, los soldados americanos caminaron poco más de un kilómetro, hasta la cresta de un monte que ofrecía una panorámica sobre el curso del río. Escrutando las colinas con sus prismáticos de campaña, Holzinger contó veinte posiciones fortificadas de hormigón escondidas entre los claros del bosque y la arboleda. Todas parecían vacías. Como estaba a punto de caer la noche, volvió a cruzar el río a toda prisa y regresó a comunicar por radio que sus hombres habían localizado la Línea Sigfrido.
Algunos mandos del ejército invasor se frotaban las manos. En Navidades estaremos en Berlín, pensaban.
Tres meses más tarde, ningún ejército aliado, había penetrado más de 35 kilómetros en territorio alemán.