jueves, 31 de agosto de 2017

LA CONVERSACIÓN

Harry Caul (Gene Hackman) es un devoto católico y gran amante de la música de jazz que toca con su saxofón mientras escucha sus discos de jazz. Profesionalmente, Harry es un experto en vigilancia electrónica y desde San Francisco, donde tiene su sede, opera su propia empresa de vigilancia. Reconocido dentro de la profesión como el mejor, él y su gente diseñan y construyen sus propios equipos de vigilancia. Harry es una persona extremadamente celosa de su privacidad y muy solitario en su vida personal y profesional, lo que molesta especialmente a Stan (John Cazale), su socio de negocios, que a menudo se siente excluido de lo que está sucediendo con su trabajo. Esta privacidad, que incluye no permitir que nadie entre en su apartamento y llamar siempre a sus clientes desde teléfonos públicos, en parte, tiene como objetivo controlar lo que sucede a su alrededor. El trabajo más reciente de Harry y Stan (bastante complicado por otra parte) es registrar la conversación privada de una joven pareja en medio del gentío ruidoso que puebla Union Square. El acuerdo con su cliente, que se da a conocer únicamente como "el director", es proporcionar la grabación de audio de la conversación.
Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta tras la banalidad del caso, ya que su cliente se niega a identificarse, utilizando siempre intermediarios.


El proyecto de este film estaba en la mente de Coppola desde la década anterior (el film es de 1974), pero no encontraba financiación, hasta que el inusitado éxito de El Padrino, le permitió embarcarse de lleno en el mismo. Algo que, no obstante no impidió que acabasen un tanto justos de dinero. Entre eso y que Coppola estaba ya metido de lleno en la 2ª parte de la adaptación de la novela de Mario Puzo, hubieron de echar mano de ingenio para poder llevar a término la película.
Entre los recursos a los que acudieron está el repetir tomas anteriores en las que se ven las imágenes del principio y se escucha la grabación que efectuaron. Otras veces, solo se ve a Hackman escuchando las voces en su cabeza.


Lejos de quedar mal, merced a un espléndido trabajo de montaje obra de Walter Murch, esas voces recurrentes, ese escuchar casi machaconamente fragmentos de lo que la pareja espiada dice, va involucrando al espectador en la duda que siente el protagonista y metiéndonos de lleno en una especie de claustrofobia agobiante.
La voz dulce de Ann (Cindy Williams), sobre todo cuando repara en el mendigo que dormita en el banco de la plaza y se apiada de él, al principio nos hace empatizar con ella, pero las sucesivas repeticiones de su reflexión, nos llevan a pensar si tras el personaje de voz aniñada no habrá algo que se nos oculta.
El espectador se va dejando llevar cada vez más por el sonido y las imágenes pasan a ser un acompañamiento, justo al contrario de lo que ocurre habitualmente en las películas.
El film contiene una reflexión profunda, que al principio no se nos hace evidente, sobre la moralidad de ciertos trabajos y no me refiero a las profesiones en sí, sino a determinados trabajos puntuales dentro de esa profesión. Hay gente que ejerce trabajos absolutamente honorables que un determinado momento, se ve impelida a hacer cosas cuando menos dudosas por órdenes superiores, problemas familiares o económicos, por miedo a perder su trabajo, por querer brillar y tal vez lograr un ascenso u obtener prestigio profesional, o simplemente porque no es consciente de lo que aquello conlleva, hasta que pone nombre y apellidos, rostro y voz a quien queda atrapado por su acción. Habrá quien ni siquiera sienta el más mínimo resquemor, otros que pensarán que ellos no tienen la culpa, sino quienes les han encargado u obligado a hacerlo y otros, por fin, a quienes su conciencia les hará reflexionar y, cuando menos, desasosegarlos y hacerles perder el sueño.


Brillante interpretación de Gene Hackman en un film que cuenta con la presencia de John Cazale (El inolvidable Fredo de El Padrino) y un, entonces, casi desconocido Harrison Ford.
Entre el éxito fulgurante de la y parte del El Padrino, Coppola se saca de la manga esta pequeña joya con la que compitió contra sí mismo en los Oscar y con la que se llevó la Palma de Oro en Cannes. Ahí es nada.




miércoles, 30 de agosto de 2017

DIARIO DE UN SKIN

Antonio Salas (Tristán Ulloa), es un periodista que, tras perder a su compañero de trabajo Víctor (Frank Spano) a manos de un grupo de neonazis, decide hacerse pasar por uno de ellos para encontrar a los culpables y llevarlos ante la justicia.
Además de un compañero y amigo, Víctor era también el hermano de su novia Mónica (Juana Acosta), lo que provoca que la implicación de Antonio en su búsqueda sea mayor en todo momento. Primero intenta introducirse en el universo de los cabezas rapadas a través de chats de internet, lo que no le resulta nada fácil a pesar de su habilidad para escribir. Pero para enfrentarse cara a cara con los verdugos de Víctor, Antonio se verá obligado a moldear su aspecto y su forma de expresarse de una manera más radical. Horrorizada, Mónica es testigo de los intentos de su novio por convertirse en un monstruo que pasaría desapercibido entre los asesinos que acabaron con su hermano.
Antonio deberá debatirse entre el odio y el asco que le producen sus nuevos compañeros de viaje y la misión que se ha autoimpuesto para tratar de desenmascarar a estas tribus urbanas y lo que se esconde detrás de ellas, que es el verdadero peligro, ya que sus integrantes, muchas veces están manipulados, aprovechándose de los problemas emocionales que padecen muchos de ellos.


Se estrenó en televisión tres años después del final de su rodaje y dos después de su lanzamiento en DVD. Que yo sepa, nunca llegó a las salas comerciales.
El guión se basa en el libro del mismo título de Antonio Salas, pseudónimo detrás del cual se esconde un conocido periodista de investigación.


El principal valor de la película es el testimonio que desmonta los argumentos de algunos sobre lo que significan estos grupos. No son chavales descerebrados que se dedican a destrozar lo que encuentran a su paso, esos, en todo caso, son la punta del iceberg, lo que se ve desde fuera, pero detrás de ellos hay todo un entramado que maneja dinero, contactos y, sobre todo, una ideología basada en el odio a lo diferente y alimentada por gente de sólida formación que nada tiene que ver con los que en las calles montan el numerito y pegan palos. En esta ocasión son grupos de extrema derecha, en otras fueron quienes protagonizaban la kale borroka en las calles del País Vasco, y ahora los grupos islamistas que siembran el terror o los más novedosos radicales que actúan contra el turismo.
En el film observamos la capacidad de penetración en páginas en Internet, locales, publicaciones y grupos musicales. Explica el proceso de reclutamiento y concienciación a través de los atractivos que representan para tantos jóvenes la estética personal, la canalización de las actitudes rebeldes más elementales a través del odio y los mensajes simples, la música, los elementos contraculturales como el exotismo pagano, esotérico y ocultista... y, sobre todo, la consolidación del sentido de pertenencia a una tribu urbana que les protege e intimida a los demás, generando autoestima y un sentido primario de superioridad.
La película en sí, rodada en algunos momentos como si de un documental o de un reportaje televisivo se tratara, tampoco es nada del otro mundo, pero repito que el valor testimonial y de conocimiento y comprensión de cómo son y cómo actúan estos grupos, la hace tremendamente interesante.




martes, 29 de agosto de 2017

LA LIBRERÍA DE LOS FINALES FELICES

Sara Lindqvist, una sueca de 28 años y Amy Harrys, de 65, que reside en un pueblecito de Iowa llamado Broken Wheel, se han estado carteando durante dos años. Este intercambio epistolar venía acompañado de libros que se intercambiaban, pues la pasión por la lectura era el nexo que unía a las dos mujeres, pero además, se han ido contando cosas de sus vidas y sus formas de pensar y de ser, sobre todo en el caso de Amy, que le ha puesto al día de las cosas que ocurren en su pueblo, una localidad venida a menos tras las sucesivas crisis petrolíferas, de modo que Sara, sin haberlos visto nunca, prácticamente conoce a todos los habitantes de Broken Whell.Amy la invita a pasar una temporada en su casa y como Sara no tiene nada mejor que hacer, al haber cerrado la librería en la que trabaja, consigue un visado para pasar unos meses en EE.UU., con la mala suerte de que cuando llega a Ioawa, Amy acaba de fallecer. Sin embargo descubre, no sin sorpresa, que los habitantes de Broken Whell, saben de su llegada, la alojan en la casa de Amy y procuran hacer su vida agradable, porque ese hubiera sido el deseo de la difunta.
La novela nos narra una historia de relaciones peculiares entre los habitantes de esta pequeña localidad, agonizante por la despoblación y su visitante europea, una chica que no tiene habilidades especiales y que sin embargo, impelida por la gratitud hacia quienes la han acogido con una mezcla de recelo y ternura, decide devolverles algo montando una librería con los muchos libros que Amy tenía en su casa para uso y disfrute de sus convecinos, de modo que parece que la comunidad de Broken Whell, por un lado y la propia Sara, por otro, se despiertan mutuamente del letargo en el que transcurren sus vidas, que toman nuevos bríos. En ambos casos, unos y otra, son conscientes de esa especie de simbiosis que les ha dado nuevas energías.
El libro tiene algo de historia romántica y mucho de homenaje a los libros, es uno de esos textos que tanto nos llama la atención a quienes amamos la lectura porque encontramos en él a personas que obtienen ese mismo placer. En la novela se citan unos cuantos autores y títulos, mezclando clásicos con libros actuales, desde Jane Austen o las hermanas Brontë, hasta los más modernos como Stieg Larsson, el autor de la saga Millenium o Helen Fielding y su clásico de la literatura chick lit, El diario de Bridget Jones.
Una historia sencilla, de tono amable, que se lee bien y que tiene algunos momentos divertidos. Sin grandes sorpresas en su desarrollo, es un relato que destila amor por todos sus costados, lo que a algunos les puede resultar un tanto pasteloso, aunque esas continuas referencias literarias, quizá sean lo mejor del libro, al menos para quienes estamos un poco chiflados por los libros.




lunes, 28 de agosto de 2017

CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE

Charlie Bucket (Freddie Highmore) vive junto a su madre (Helena Bonham Carter), su padre (Noah Taylor), y sus dos abuelos y abuelas en una vieja casa diminuta, destartalada y con corrientes de aire, pero llena de amor. La mayoría de las noches en el hogar de los Bucket, la cena es un tazón de sopa de repollo aguada, que ellos comparten con mucho gusto. Tras la frugal cena, cuando se va a la cama, lo último que Charlie ve desde su ventana es la gran fábrica de chocolate, y se queda dormido soñando con lo que habrá dentro. Desde hace casi quince años, nadie ha visto entrar o salir de la fábrica a un solo trabajador, y tampoco han visto al propio Willy Wonka (Johnny Depp), y sin embargo, misteriosamente, se siguen elaborando grandes cantidades de chocolate que se envían a tiendas de todo el mundo. En casa de Charlie sólo entra una tableta de chocolate al año, justo por su cumpleaños, pero tendrá la suerte de encontrar uno de los cinco billetes dorados que acreditan a los ganadores del concurso para disfrutar de una visita de un día a la gigantesca fábrica de chocolate del excéntrico Willy Wonka y su equipo de Oompa-Loompas. Cuatro niños más de diferentes partes del mundo lo acompañan a través de un mundo fantástico y mágico lleno de diferentes sabores.


Basada en la novela homónima del británico Roald Dahl, de la que se han vendido más de 13 millones de ejemplares y ha sido traducida a 32 idiomas. Existe una versión de 1971, titulada Willy Bonka y la fábrica de chocolate.


Dicen que Tim Burton se dedica a adaptar al cine las historias que le gustaban cuando era niño, seguramente este es el caso.
Es cierto que ya había una versión anterior y que a unos cuantos les parece que no hacía falta este remake, pero he de señalar que, coincidiendo en lo primordial, Burton construye una historia diferente a la de la anterior película, aquí vemos una especie de sublimación del amor fraternal que se vive en una familia pobre, en contraposición con la infancia infeliz del señor Wonka, algo que se inventa Burton y que junto al castigo que van recibiendo los otros niños que acompañan a Charlie, todos ellos bastante repelentes y malcriados, viene a subrayar lo que es el principal mensaje de la película.
Nueva versión, por tanto, de este villano de los que empatizan con el público, correctamente realizada, y con horribles números musicales, se podía haber esforzado un poco más mister Burton o, sencillamente, haber prescindido de ellos.
Seguramente a los niños les gustará la historia y la película, a mí me impactó más la versión de 1971.




martes, 22 de agosto de 2017

HISTORIA DE LA OJE

José Ignacio Fernández de Carranza y Delgado, fue Jefe Nacional de la Organización Juvenil Española en dos etapas diferentes, desde 1972 hasta 1976 y desde 1978 hasta 2012. Con anterioridad, siempre desde el nacimiento de la misma, ostentó cargos de Dirigente en ella, por lo que pocos mejor que él, si los hubiere, podrían narrar los avatares y vicisitudes de la OJE en sus 50 años largos de existencia.
Confieso que me enfrentaba al libro cargado de prevenciones, pero he de reconocer que José Ignacio nos entrega una historia certera, realista y en la que, además de los logros de la Organización, no elude hablar de los asuntos más controvertidos referentes a la misma y lo hace sin esconderse, ni esconder lo que fue público y notorio y algunas cosas que no lo fueron tanto.
Por más que se piense que, en uno u otro momento, buena parte de la juventud de España perteneció a la OJE a partir de su creación en 1960, hay un dato objetivo que viene a poner en tela de juicio esta creencia: Entre 1960 y 2017, cuarenta millones de jóvenes españoles han estado o están en edad de pertenecer a ella, pero unicamente 700.000 lo han estado, con lo que escasamente un 1,5 % de españoles han pasado por sus filas. Es cierto que estos datos son un poco engañosos, porque supongo que entre 1960 y 1976, el porcentaje sería algo mayor, pero no mucho, con lo que la primera consecuencia que se extrae de los fríos números es que la presencia de la OJE en la vida pública fue bastante más intensa que lo que correspondía a su número de afiliados.
Aunque su nacimiento oficial tiene fecha, el 18 de julio de 1960, en que fueron publicados sus estatutos en el BOE, el nacimiento de la Organización se venía gestando, al menos, desde un lustro antes, cuando un hombre clarividente, Jesús López Cancio, entre los recelos de la vieja guardia del Régimen y los comentarios poco edificantes del sector reformista del mismo, este hombre, que sustituyó al mítico José Antonio Elola Olaso como delegado nacional del Frente de Juventudes, vio la necesidad de acomodar a los nuevos tiempos, las ya obsoletas Falanges Juveniles de Franco.
Tomando cosas de los movimientos scouts, pero sin renunciar a una serie de postulados que se presumían necesarios, vio la luz la nueva Organización, despojada de una parte del lastre del pasado, pero heredera directa de él e innegablemente integrada en el sistema político vigente.
Hasta que el 1 de abril de 1977, desaparece todo el aparato formal, jurídico y patrimonial de Movimiento Nacional y con él, la Secretaría General del Movimiento y, por ende, la Delegación Nacional de la Juventud, soporte legal de la OJE. Cuando unos y otros se debatían entre el ser o no ser, entre el continuísmo o la ruptura y muchos optaron por el llamado consenso, aunque buena parte lo hiciera de manera interesada, como se ha visto más adelante, una parte de lo que quedó de la OJE, apostó por continuar la obra iniciada adaptada a la nueva realidad, sin ataduras, subordinaciones, tutores o padrinos, totalmente alejada de la contienda partidista. Aquello devino en unos años durísimos, sometidos a presión de políticos sectarios, por un lado y al abandono del barco de antiguos dirigentes y afiliados que entraron en las nuevas formaciones políticas en espera de las migajas con que algunos fueron recompensados por su, en ocasiones, milagrosa conversión a demócratas de toda la vida. Desde la izquierda el acoso, desde la derecha se vuelva la cabeza por no querer ver a esos jóvenes molestos que vienen a recordar el pasado inmediato de unos y otros que, en buena parte, se habían formado en las filas de la OJE. La torpeza, el revanchismo y el sectarismo de algunos políticos obligó a quienes quedaron a dedicar gran parte de sus energías a la lucha por la supervivencia y a no pensar sino en el mañana inmediato.
Pasados aquellos no tan lejanos 80 y buena parte de los noventa, la OJE consiguió consolidarse en muchos lugares de nuestra Patria, desde Canarias hasta Ferrol, desde Baleares a Salamanca, pese a la sorpresa de muchos, que la dan por desaparecida, olvidada y enterrada, la Organización sigue en su tarea, es cierto que de manera humilde y con muchos menos medios que antaño, pero quizá con más entusiasmo que nunca, en su empeño de formación de jóvenes a través de actividades de tiempo libre, campamentos y tareas solidarias, liberada totalmente de ataduras políticas, pero sin esconder lo que un día fueron, al contrario de otros que han borrado su pasado, la gente de la OJE está orgullosa de su ayer en el que muchas veces fue utilizada como escaparate y con fines interesados.
En una época en la que ciertas cosas no se llevan, la actual Organización Juvenil Española, totalmente sometida al respeto a la Constitución, como rezan sus estatutos (aprobados el 21 de noviembre de 1977, más de un año antes de que la Carta Magna fuera refrendada por los españoles), adecuada a la irrenunciable senda de los tiempos, en los que la democracia y la libertad deben ser patrimonio de todos y no de unos pocos, sigue fiel a algunos principio, ademas de los citados, que parece no gustan tanto, como si las palabras Patria, España, Justicia, Trabajo, Sacrificio, Capacidad, Entrega... fueran poco menos que pecaminosas.
Aceptada en organismos juveniles internacionales, de los que es miembro de pleno derecho, aún hoy, tanto tiempo después, sin que cupiera que nadie le exigiera tener que demostrar nada, porque de sobra ha demostrado que no quiere otra cosa que formar a los jóvenes que voluntariamente lo demanden en valores que están lejos del sectarismo, alejada de cualquier vínculo político, aún hoy, decimos por aquello tan español (así nos va el pelo a veces), de no reconocer lo bueno que puedan hacer otros, cuando no de un revanchismo trasnochado, la OJE, cuando cree que esas rencillas están superadas, se encuentra con la patada que no se atrevieron en dar en vida Franco y se la dan ahora a una Organización que, repito, sin renunciar a sus orígenes, ha demostrado de sobra que se ha adaptado a los nuevos tiempos.
Podrían contar unas cuantas anécdotas tan verídicas como vergonzosas, que José Ignacio cita en su libro, pero sería un tanto prolijo, lo dejo para que quien tenga interés o curiosidad, las lea en esta obra que nos acerca a una parte del pasado reciente y de la realidad actual, a través de la ya larga andadura de la OJE, que es la de los hombres y mujeres que en algún momento formaron parte de ella, en la mayoría de los casos de forma anónima y callada, participando en actividades y campamentos, cantando sus canciones y aprendiendo a respetar una serie de valores que se me antojan permanentes más allá de ideologías o vientos políticos.
Personalmente le doy las gracias al autor, no sólo por el libro, que también, sino por su testimonio como persona y por su valentía para afrontar el futuro sin perderle la cara al pasado, por haber tenido el arrojo de capitanear la nave en medio de un tropel de deserciones, algunas realmente justificadas, otras muchas, poco edificantes cuando menos.
VALE QUIEN SIRVE.



lunes, 21 de agosto de 2017

AMOR IDIOTA

Una pequeña crisis lleva a Pere-Lluc Solans (Santi Millán), el protagonista, a cometer un acto infantil, inmaduro y exhibicionista en un restaurante. Allí conoceremos a sus dos amigos y compañeros, Àlex (Marc Cartes) y Jordina (Mercè Pons), sobre todo esta última, que lo salva de la situación con determinación y muestra el tipo de amistad que mantienen, y que marca su relación. Al cabo de unos días, Pere-Lluc se entera de la muerte en Argentina de su amigo Nicco Zenone (Gonzalo Cunill), sale de copas, solo, para olvidar la pena, de regreso para casa, borracho, tropieza con la escalera de aluminio de una chica que se dedica a colgar banderolas en las farolas, cae al suelo y, medio conmocionado, se queda fascinado con ella.
Durante unas cuantas semanas intenta olvidar esa noche, con aquella aventura tan rara. Pere-Lluc se obsesiona más y más por la chica. Un día se acerca a la empresa donde ella trabaja y descubre a la chica con su marido, a punto de cerrar e irse para casa. En vez de dejarlo correr, los sigue hasta su casa, entra a escondidas y los espía desde fuera. Pere-Lluc recupera la energía que le ha faltado durante tantos años a causa de esta nueva situación. Se dedica a espiar a la chica sistemáticamente. Se vuelve descuidado y llega un momento en que es consciente de que la chica sospecha que alguien ronda alrededor de su vida, tanto en su casa, como en Barcelona, durante el trabajo nocturno.


Basada en una novela de Lluís-Anton Baulenas, de la que adquirió los derechos el realizador y productor del film, Ventura Pons, está ambientada en una Barcelona que, a pesar de los años transcurridos, aún recuerda el cambio sufrido a raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992.


La película pierde bastante cuando pretende ponerse seria y trascendente y reflexionar sobre la infelicidad y la muerte de un ser querido. Sin embargo, cuando recupera el tono de comedia, tiene sus momentos.
La verdad es que no sé lo que quisieron hacer con este film, pero su mayor logro, además de un par de gags bastante logrados, es su alto contenido erótico. Recuerdo que en la época del destape en el cine español, se hacía mucho hincapié en la diferencia entre erotismo y pornografía. Bien, pues esta es una película erótica que recomiendo a los amantes del género, que hay más de los que pueda parecer. Mucha, pero que mucha sugerencia y bastante carne mostrada con cierta elegancia, Cayetana Guillén Cuervo luce palmito y hasta Santi Millán pone la morcilla encima de la mesa (literalmente), así que los defensores del igualitarismo no pueden estar de queja.
No se molesten en buscar más cosas, pues como digo, cuando se pone trascendente, pierde el norte y puede perderlo el espectador si pretende sacar alguna conclusión de la historia que nos narra. Mejor dedicarse a mirar y ver sin buscar mayores conclusiones.




viernes, 18 de agosto de 2017

UNA SERIE DE CATASTRÓFICAS DESDICHAS DE LEMONY SNICKET

Violet (Emily Browning), Klaus (Liam Aiken) y Sunny (Kara y Shelby Hoffman) son los tres hermanos Baudelaire. Violet es una gran inventora y en muchas ocasiones, su imaginación desbordante, está maquinando nuevos inventos. Nadie mejor que su inteligente hermano Klaus para probarlos, Klaus es un empedernido lector y todo lo que lee, lo recuerda. La pequeña Sunny, muerde todo lo que está a su alcance y habla un lenguaje de bebé, cuyos sonidos, solamente sus hermanos pueden entender. Los tres viven una infancia feliz con sus padres, pero un día, esta idílica existencia se verá quebrada por un misterioso incendio que destruye la casa familiar, muriendo los padres en él. Los pequeños Baudelaire se ven huérfanos de repente.
El Sr. Poe (Timothy Spall), encargado del patrimonio Baudelaire, los confía a su "pariente más cercano", el desagradable conde Olaf (Jim Carrey), que sólo está interesado en el dinero que Violet heredará cuando cumpla 18 años. Pierde la custodia de los niños después de haber intentado sin éxito deshacerse de ellos en un accidente de tren.
Poe decide envíar a los Baudelaire a vivir con su tío, el Dr. Montgomery Montgomery (Billy Connolly), un herpetólogo alegremente excéntrico. Planifica un viaje con los niños al Perú, pero su estancia con el tío Monty se corta cuando Olaf aparece disfrazado como un hombre llamado Stephano, que asesina a Monty.


Aún recuerdo con agradable nostalgia, la lectura de los libros que sirven de base a esta película, escritos por Daniel Handler bajo el seudónimo de Lemony Snicket, e ilustrados por Brett Helquist, con una acertada traducción de Néstor Busquets. En una cuidada edición de LUMEN, sólo llegué a leer los cuatro primeros (la serie consta de trece), que son los que estaban en la estantería de mi hijo. Libros de literatura juvenil, rezan los catálogos, pero creo que son adecuados para los adultos y, desde luego, están escritos pensando que los niños no son tontos y que tienen suficiente inteligencia como para disfrutar de sus ingeniosos argumentos.
La película se basa en los tres primeros relatos y, en principio, pensaban hacer una segunda película, algo que nunca se llegó a realizar.


Brad Silberling llevó a la pantalla esta parte de la historia de los pequeños Baudelaire, creo que con bastante acierto, con unos maravillosos decorados y con unas interpretaciones dignas de alabanza. El histrionismo de Jim Carrey, si bien en algún instante se hace un poco pesado, le viene bien al personaje y los niños están encantadores todos ellos, incluso las mellizas que interpretan a Sunny. También intervienen en ella algunos actores muy conocidos, Meryl Streep (siempre estupenda), Billy Connolly, una brevísima aparición de Dustin Hoffman o la voz del narrador de Jude Law en la versión original.
La película logra captar el especial atractivo de la historia, que a mí me recuerda de lejos, algunos de los relatos de Dickens, con esos toques góticos y el particular humor negro que acompaña las desventuras de los muchachos, de las que salen con bien gracias a su inteligencia y, sobre todo a la solidaridad y el amor que preside su fraternal relación.
Película muy entretenida, divertida y bien realizada pero, si pueden, no se pierdan los libros, al menos alguno de ellos.




jueves, 17 de agosto de 2017

ZONA HOSTIL

A un convoy americano escoltado por la Legión española le estalla una mina al norte de Afganistán, y el inexperto Teniente Conte (Raúl Mérida) queda al mando de una dotación para proteger a los heridos hasta que los evacuen. La capitán Varela (Ariadna Gil), médico militar, acude al rescate en un helicóptero del Ejército Español, pero el terreno cede durante el aterrizaje y el helicóptero vuelca, dejando a los rescatadores atrapados junto a los legionarios en medio de la nada. El impulsivo Comandante Ledesma (Antonio Garrido) propone un arriesgado plan para rescatarlos a todos y, además, llevarse el aparato siniestrado.
La película dice estar basada en hechos reales y así es, en efecto, este es el relato resumido del comandante Francisco Antonio Barbancho Leal, publicado en el número 874 de la revista Ejército:
Dos helicópteros superpuma despegaron de la base de Herat en misión de rescate durante la noche del 3 de agosto de 2012. Uno de ellos, medicalizado, intenta aterrizar, mientras el otro permanece en vuelo, alerta para una posible intervención de cobertura.
El aterrizaje del HD.21-12 no salió bien. Tras dos intentos de posarse en el suelo, frustrados por la gran cantidad de polvo que levantaba (y que impedía ver bien el suelo sobre el que se iban a posar), al tercer intento el suelo cedió bajo la rueda trasera izquierda, el helicóptero se inclinó hacia babor y volcó de ese lado. Afortunadamente entre la tripulación del aparato no había heridos. A las 22:25 el otro Super Puma, que permanecía en vuelo, comunicó lo ocurrido a Herat. El comandante del helicóptero accidentado ordenó a su compañero, aún en vuelo, dirigirse a la base española de Qala-i-Naw, a 100 Km de allí, ante la falta de combustible.


Inmediatamente de tener noticia del accidente, el Ejército de Tierra español en Afganistán, comenzó a trabajar en una misión de rescate en dos fases: Una primera para rescatar a la tripulación y otra para, por medio de un Chinook (el helicóptero de transporte de mayor tamaño que tiene España), tratar de llevarse los 6.000 kilos del Superpuma accidentado hasta un lugar seguro. Mientras, dos Black Hawk estadounidenses aterrizaron en el lugar del incidente, evacuando a sus compatriotas.
A las 6:58, cuando los helicópteros españoles se aproximan a la zona, son conminados por tropas norteamericanas que están sobre el terreno, a no entrar allí, pues están siendo atacados por insurgentes. Dos helicópteros de ataque Mangusta AW-129 del Ejército italiano son enviados al lugar y, tras algún intento infructuoso, logran despejar la zona y poner en fuga a los insurgentes.
Los dos Chinook españoles llegan por fin a la zona, tienen el tiempo muy limitado: dispone de sólo 5 minutos para enganchar el HD.21-12 con una eslinga de 200 metros. La operación no es nada fácil pues se levanta mucho polvo, pero finalmente se consigue el objetivo y en unas condiciones extremas, la preciada carga es izada y llevada por el Chinook a Qala-i-Naw, con la escolta de uno de los Mangusta italianos. El otro permanece en el lugar del incidente para proteger al otro Chinook, que aterriza para recoger al personal y el equipo que ha desmontado del HD.21-12. El primer Chinook y el Super Puma rescatado junto a su escolta italiano llegan a Qala-i-Naw a las 12:37. Diez minutos después llega el segundo Chinook con su escolta.




Traigo a colación la historia real, porque el film se toma algunas licencias que, en primer lugar, en nada hacen desmerecer a la película en sí y, por otro lado, son más debidas al escaso presupuesto que a la voluntad de guionistas y realizador por ocultar o cambiar cosas, o enaltecer más de la cuenta la actuación de los españoles. Y es que se olvida por completo la actuación de americanos e italianos una vez producido el accidente. Los americanos transportaron a sus heridos y los italianos fueron los que dispersaron desde el aire a los insurgentes abriendo lo que en lenguaje militar se conoce como una ventana para que pudieran intervenir los Chinook del Ejército español. Pero con un casi ridículo presupuesto de 5 millones de euros, pretender que los americanos hubieran prestado helicópteros Apache o los italianos sus Mangusta, era pedir demasiado, así que el guión ha dejado todo el peso de la trama para los soldados españoles, pero insisto en que el resultado queda igual de bien.
Además, también cito esa historia, porque, por una vez (y espero que sirva de precedente), alguien ha sabido desarrollar un guión sobre un hecho real que lo estaba pidiendo a gritos.


El desierto de Almería, el emblemático entorno del spaghetti western, fue donde se rodó esta película que, en líneas generales, está bien hecha, técnicamente es bastante buena, con magníficos efectos especiales, buenos ángulos de filmación y estupendas escenas de combate. Los actores, bien elegidos y con interpretaciones creíbles, cualquier persona normal y corriente puede verse reflejada en estas mujeres y hombres sometidos a una situación límite y que se apoyan en el grupo para resolverla.
La tensión está bien mantenida a lo largo del film, pero todo ello sin estridencias, sin acudir al recurso de actos heroicos que tanto vemos en este tipo de films bélicos, todo es aparentemente sencillo dentro de la tremenda dificultad y el peligro, podríamos decir que muy humano y esa es una de las mayores virtudes del film.
La pena que te queda es que no haya más películas de este tipo en nuestra filmografía, uno ha de retrotraerse para encontrar algo parecido a Guerreros, de Daniel Calpasoro, aunque el trabajo de Adolfo Martínez es superior se mire por donde se mire. Aquí, como digo, no hay heroicidades, pero tampoco blandenguerías, se presenta a unos soldados muy profesionales, respetuosos con el protocolo de actuación, pero que cuando tienen que disparar y matar al ser atacados, no tienen mayores reparos.
La orden, disfrazada de consejo, que la capitán Varela dirige a la novata cabo Sánchez (Ingrid García Jonsson), que acude como sanitaria a su primera misión de guerra, es quizá un buen resumen de lo que quieren contar y cuentan con esta película: "Ten siempre a punto tu material. Aquí nunca ocurre nada hasta que ocurre"


Sobre la película, opinaba Arturo Pérez Reverte: "Zona hostil no es militarista ni antimilitarista. Cuenta cosas y las cuenta bien. Quien haya vivido la guerra la reconocerá en ella. Y reconforta ver banderas españolas llevadas con naturalidad, como identificación,sin que nadie las ondee ni tampoco escupa en ellas"
"Con más películas como Zona hostil, quizá España sería diferente, o quizá es como es porque no se hacen películas como esta".

Un buena película, muy entretenida, bien resuelta y con algunas secuencias y planos realmente buenos. Muy recomendable.




miércoles, 16 de agosto de 2017

EL MERCADER DE VENECIA

Venecia, 1596. Como en tantos otros lugares de Europa, corren tiempos de tremenda intolerancia con los judíos y la ciudad estado no es una excepción a pesar de su tradición liberal.
Bassanio (Joseph Fiennes) pide ayuda a su amigo Antonio (Jeremy Irons) para que le preste dinero y así poder conseguir la mano de la bella Porcia (Lynn Collins), pero Antonio ha invertido toda su fortuna en la carga de unos buques, con lo que carece de efectivo, por lo que decide pedir un préstamo de 3.000 ducados al prestamista judio Shylock (Al Pacino). Enojado por los insultos que le profiere Antonio, Shylock deja muy claras las condiciones que se deberán cumplir en caso de que aquél se demore en el pago del préstamo. Cuando los negocios de ultramar de Antonio se van al traste por culpa de una tormenta, Shylock se enfurece todavía más, pues su hija Jessica (Zuleikha Robinson) se ha fugado con el noble Lorenzo (Charlie Cox). Al no devolvérsele el préstamo, Shylock reclama ante el tribunal de Venecia, que se le resarza con una libra de carne del propio Antonio, tal cual establece el contrato que firmaron. Con desespero, Bassanio trata de evitar este destino reservado a su amigo, pero Shylock reclama la ejecución del trato, sin aceptar otro acuerdo que el cumplimiento de lo establecido en el contrato.


El guión se basa en la obra homónima de William Shakespeare. A primera vista puede resultar curioso que el genio de la literatura inglesa haya sido adaptado a la gran pantalla en muchas ocasiones y, sin embargo, esta sea la primera vez que se traslada a la misma "El mercader de Venecia".
Claro que si nos paramos a pensar en el mensaje de la obra, el asunto se nos vuelve menos extraño, pues su claro y cruel mensaje antisemita, sin duda hace que esta obra de Shakespeare, resulte poco adecuada, cuando no repulsiva a los ojos del espectador actual en lo que a su retrato del judío Shylock y, por extensión, a sus hermanos de raza y religión se refiere.


La versión sigue bastante fielmente el original, aunque despojado del aire cómico que el autor le confirió.
Vestuario muy cuidado, las interpretaciones desiguales, aunque sin duda, destaca el magnífico trabajo de Al Pacino.
Estoy seguro de que no es la mejor adaptación de esta obra, de hecho hay muchas representaciones teatrales que son bastante mejores que esta versión, pero siempre resulta agradable acercarse a un clásico de la talla de Shakespeare y descubrir ese lado oscuro que representa el odio a los judíos que se les profesaba en toda la Europa del momento y que aquí se quiere achacar a la Iglesia católica, cuando en la Inglaterra de entonces, también estaban en igual situación.




martes, 15 de agosto de 2017

LA LIBRERÍA DEL CALLEJÓN

Libro curioso que, como ya he comentado con otros en ocasiones anteriores, ha dejado en mí sensaciones contrapuestas, por un lado, como siempre, mi respeto por una persona que es capaz de escribir un libro que tiene interés y consigue publicarlo, como es el caso de Manuel Hurtado Marjalizo, por otro, he de confesar que se me ha hecho pesado.
El libro narra la historia de un pintor, Adrián Fadrique, que en los años 30 sufre una especie de desdoblamiento de personalidad, y que, durante el frustado alzamiento militar en Madrid, es víctima de una brutal agresión por los rebeldes que le hace perder la memoria de unos cuantos años de su vida. Cuando la Guerra se da por perdida, Fadrique, que ha estado trabajando como restaurador en el Museo del Prado, huye a Francia y tras un año de exilio regresa a Madrid en busca de su pasado.
Al tiempo, hay una historia paralela que tiene que ver con un cuadro que pintó Fadrique y es comprado en una subasta de Sotheby’s por el Museo Modernista de Madrid, pero que traerá muchos problemas al director del mismo que ha sido quien lo adquirió, ya que tanto unos supuestos continuadores de la siniestra labor de la Ahnenerbe alemana, como el Mossad israelí están interesados en hacerse con el cuadro a cualquier precio porque esconde un secreto de suma importancia.
La novela está ambientada en el Madrid de la posguerra en lo que respecta a la historia de Fadrique, una ciudad plagada de espías extranjeros que conspiran para que el Régimen entre en la guerra o se mantenga neutral, según los intereses de cada cual, retrata las penurias de la época que tiene sumida a la población en el hambre y las dificultades económicas y de abastecimiento.
Mezcla situaciones y personajes reales, con otros fruto de la imaginación de autor, así junto a las zonas míseras de Madrid y a la abandonada librería que da título al libro, visitaremos el café Pombo o la sala de fiestas Pasapoga y al lado de los personajes creados para la novela, desfilan por ella Serrano Súñer, el general Gómez-Jordana, el ministro Valentín Galarza, el empresario del wolframio Johannes Bernhardt, o los embajadores Eberhard von Stohrer(Alemania), Georges Renom de la Baume (Francia) o Samuel Hoare (Reino Unido) y, sobre todo la persona que va a extorsionar a Fadrique, Hans Lazar, el agregado de prensa de la embajada alemana, un tipo peculiar, cuya historia es poco conocida actualmente, pero que tuvo mucho poder en la España de los primeros años cuarenta. Lazar es un personaje realmente fascinante, porque hay constancia de que era el hombre más influyente y más poderoso de la colonia alemana en Madrid. En aquella etapa de carencias tremendas, durante la que no había prácticamente comida y las cartillas de racionamiento estaban a la orden del día, Lazar daba fabulosas fiestas en su casa de Madrid, un fastuoso palacio de la Castellana que era propiedad de la familia Hohenlohe. Estaba casado con una condesa rumana, la baronesa de Petrino, y con los bienes y el dinero que manejaban las 350 empresas alemanas que había en España consiguió comprar las voluntades de periodistas muy influyentes de la época.
Por todo ello, no es de extrañar que Lazar fuera un personaje realmente odiado por los Aliados. Samuel Hoare, el embajador británico por aquella época, lo catalogaba como una persona repulsiva cuando escribió sus memorias, poco después de la Segunda Guerra Mundial, aunque al tiempo señalaba que era la persona más influyente y más poderosa del Madrid de aquella época puesto que conseguía colocar las ideas de Hitler en la mayoría de los periódicos españoles. Y si bien los Aliados intentaban lo mismo, nunca tuvieron ni parecido éxito. La verdad es que Lazar era un hombre muy curioso del que se sabía muy poco. Tenía una gran afición por las obras de arte, con las que mercadeaba en la capital de España, y mantenía unas excelentes relaciones con la Iglesia. No en vano, solía proponer a numerosos párrocos repartidos por toda la geografía española el tener su propia parroquia gratis y, en definitiva, transmitir las ideas a sus feligreses gratuitamente. Yo les montó su hoja parroquial, su propaganda eclesiástica, con dinero de las empresas alemanas en España, les decía, y los curas aceptaban pensando que era una buena oportunidad para trasladar sus ideas a los fieles. Sin embargo, en aquellas hojas parroquiales, más de 250, Lazar conseguía incluir la propaganda a favor de Hitler y de esta forma influir en la sociedad española.
La verdad es que la historia que monta Hurtado Marjalizo es muy atractiva, pero se pierde en explicaciones prolijas, repeticiones y, en muchas ocasiones, situaciones muy, pero que muy poco creíbles, como si le faltara imaginación para crear una trama realmente convincente.
Quizá a lectores que estén un poco perdidos en la reciente historia de España, les entretenga descubrir ciertas cosas de la época, a otros nada nuevo les aportará en este aspecto.
La parte de la historia que se refiere a Fadrique, no está mal, aún con todas sus carencias, pero la ambientada en la época actual queda bastante increíble desde su propio inicio, que no hay quien se lo trague y con muchas de las situaciones que propone, todos sabemos como se las gasta el Mossad y, sin embargo, aquí parecen principiantes. Además tiene un tufillo a Código da Vinci que echa para atrás.
En fin, luces y sombras y, sobre todo, demasiado larga para lo que cuenta.



lunes, 14 de agosto de 2017

YO PUTA (WHORE)

Rebecca Smith (Denise Richards), una atractiva estudiante universitaria, prepara su doctorado en antropología, para lo cual intenta escribir un libro sobre la prostitución, viéndose arrastrada al circulo mas exclusivo de ese mundo. La encargada de guiarla entre prostitutas y proxenetas es Adriana (Daryl Hannah), vecina del mismo portal, una actriz venida a menos que utiliza sus encantos para seducir a amantes ricos. Entre sus clientes está Pierre (Joaquim de Almeida), un atractivo y morboso "voyeur" que intentará seducir a Rebecca.
La película, dirigida por María Lidón, toma como base el best seller de la escritora uruguaya Isabel Pisano en el que entrevista a unos cuantos personajes que se mueven alrededor de este mundo de la prostitución, personas de varias nacionalidades, algunas conectadas con el ambiente de la pornografía, mujeres (y hombres también), que han llegado a vivir de su cuerpo de diversas maneras, desde la prostituta clásica que se gana la vida en la calle o en tugurios más o menos presentables, hasta aquellas otras que lo hacen porque su nivel de vida necesita complementos salariales que, de llevar un tren más discreto no necesitarían, pasando por aquellas que lo hacen sin motivo aparente, puede que por morbo o para aumentar su autoestima al verse deseadas por hombres que están dispuestos a pagar por disfrutar de su compañía y de su cuerpo.


La película pierde buena parte de la profundidad que tiene el libro, está más pendiente de lo que podríamos llamar la parte estética y se olvida de ahondar en la denuncia que queda enunciada y en buena medida en segundo plano.
Las imágenes del film están concebidas a base de planos clásicos en este tipo de películas que incluyen entrevistas, con primeros planos del entrevistado, utilizando " imágenes en "croma" como fondo y, de vez en cuando, juagando con incursiones vanguardistas que no siempre vienen a cuento.
Un film que utiliza el morbo para atraer al espectador y que se queda a medio camino entre el documental y la película, sin decantarse por ninguno y sin saber conjugar ambos. Al final, ni lo uno, ni lo otro.




viernes, 11 de agosto de 2017

YO, ROBOT

1. Un robot no puede dañar a un ser humano ni, con su inactividad, permitir que un ser humano sufra daño alguno.
2. Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes supongan conflicto con la Primera Ley
3. Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha protección no suponga conflicto con la Primera ni con la Segunda Ley.
Son las tres leyes de la robótica que deben presidir las relaciones entre los robots y los humanos. En el Chicago del año 2035, los humanos viven en completa armonía con robots inteligentes. Cocinan para ellos, conducen sus aviones, cuidan de sus hijos y confian plenamente en ellos debido a que se rigen por las Tres Leyes de la Robótica que les protegen de cualquier daño. Inesperadamente un robot se ve implicado en el crimen de un brillante científico y el detective Del Spooner (Will Smith) queda a cargo de la investigación, ayudado por una psicóloga de robots, la Dra. Susan Cavin (Bridget Moynahan) y un robot programado para tener sentimientos, Sonny (Alan Tudyk). Este trío se verá inmerso en una impactante carrera contra el tiempo, llena de desagradables imprevistos. Su único objetivo será evitar que se lleve a cabo un complot donde los robots dominarán la raza humana.


“La película está inspirada en la obra de Isaac Asimov, pero no es en realidad una traducción directa de la misma,” manifiesta Alex Proyas, realizador del film. “Ha sido difícil llevarla a la pantalla porque tratar de derivar una narración concisa de la colección original de nueve relatos breves es virtualmente imposible. Nos hemos tomado, evidentemente, no pocas licencias para crear nuestro propio relato dentro de los límites del mundo y las ideas de Asimov. Hemos intentado seguir el espíritu de lo que él creó a la vez que aportábamos una toma cinematográfica nueva a este mundo.”


Es precisamente esta última frase de Proyas (...aportábamos una toma cinematográfica nueva a este mundo), la que encierra el quid de las distintas maneras de ver el film entre quienes son acérrimos de la obra de Asimov y quienes ven un film que adapta a la pantalla algunos de los relatos del norteamericano de origen ruso.
El film introduce cosas que para nada están en esos relatos, pero con ellas quiere dar dinamismo, cuando no puro entretenimiento a la narración.
De este modo, puede haber a quien le rechinen un tanto las gracietas de Will Smith, por poner un ejemplo, pero yo creo que, en general, la adaptación está bastante conseguida, añadiéndole ese toque de entretenimiento, a través de las persecuciones, sobre todo, tan del cine de Hollywood y que pienso que en este caso, están bastante conseguidas.


Así pues, la película mezcla el universo de un mundo en el que los robots están integrados en la vida diaria, con todos los problemas morales que esto plantea, es decir, el que podríamos llamar universo de Asimov, con otra parte que podríamos llamar más comercial, puro entretenimiento, pero cuidando los detalles, por ejemplo, los automóviles que utilizan, el Audi que conduce Smith, no está pensado de cualquier manera, sino que realmente fueron variando las formas de los modelos que hay en la actualidad y pensando con cierta lógica cómo podría ser en el año 35 de nuestro siglo.
Para mí, una película muy entretenida, con un buen ritmo narrativo y un planteamiento lo suficientemente interesante como para mantener al espectador atento a la pantalla, en buena parte, gracias a la historia, a un pequeño punto de suspense que se resuelve casi al final y a los estupendos efectos visuales.




jueves, 10 de agosto de 2017

EL PUENTE DE REMAGEN

Estamos en los meses finales de la II Guerra Mundial, cuando los ejércitos aliados han conseguido llegar a las puertas de territorio alemán.
Hasta ese momento, los alemanes han vivido una guerra que se libraba fuera de sus fronteras, si bien es cierto que los bombardeos, cada vez más continuos, ya les llevaban castigando desde tiempo atrás. Sin embargo, a partir de que las tropas aliadas llegan a las fronteras germanas, van a sentir en su propio suelo lo que ellos han estado haciendo durante años con las naciones vecinas: serán ocupados por tropas extranjeras.
Pero para que esto se produzca, los aliados buscan desesperadamente una manera segura de atravesar el Rin (Rhein en alemán), un río que se presenta como una barrera infranqueable. Los alemanes, en su desesperado repliegue, han ido volando todos y cada uno de los puentes que unen las dos orillas de este río, de modo que el 1 de marzo de 1945, sólo quedaban cuatro puentes sobre el Rin: en Colonia, Bonn, Urmitz y Remagen. Los alemanes hicieron estallar el puente Hohenzollern en Colonia el 6 de marzo; el puente de Bonn en la tarde del 8 de marzo; y el príncipe Wilhelm (un puente ferroviario) en Urmitz el 9 de marzo. Los norteamericanos descubren que, increiblemente, el puente de Ludendorff en Remagen, continúa intacto, aunque los alemanes se aprestan a su voladura a costa de quedar a 50.000 de sus soldados, lo que resta del XV Ejército, en la orilla equivocada. ¿Lo harán dejando a tantos hombres copados a merced del enemigo? ¿Lograrán los norteamericanos salvar el puente antes de que salte por los aires?


El film narra los hechos ocurridos alrededor del Puente de Ludendorff, el único que sobrevivió a la destrucción sistemática de las comunicaciones entre ambas orillas del Rin cuando el ejército germano comenzó el repliegue a su propio territorio. Hitler había dado la orden de que ninguna fuerza extranjera pisara el suelo de la amada patria, como si eso dependiera de su voluntad o de la fe ciega que en él mantenían aún una parte de los combatientes y de la población, cada vez menos, es cierto.
El caso es que el puente no pudo ser dinamitado porque la tubería metálica por la que discurrían los cables que unían los explosivos al detonador, había sido dañada por el fuego artillero y cuando se procedió a ejecutar el plan B, que consistía en encender una mecha al modo tradicional, la baja calidad y escasa potencia de los explosivos que les habían enviado, hizo que la detonación que, al final se produjo, no consiguiera derribar el puente.
En cualquier caso, debido a los daños estructurales, el puente se derrumbó diez días después de ser tomado por los aliados, no sin antes haber permitido el paso de vehículos y tropas al otro lado.


Los hechos históricos se recogen con veracidad a grandes rasgos y se nos cuentan a través del avance de un contingente blindado de reconocimiento, que los americanos envían por delante del grueso de las tropas.
Esta patrulla, al mando del teniente Phil Hartman (George Segal) y su segundo, el sargento Angelo (Ben Gazzara), no encuentra tregua en su avance, sin apenas descanso, muertos de sueño y fatiga, van quedando diezmados y serán la avanzadilla que hará posible la toma del puente defendido por un puñado de hombres, bajo el mando del mayor Paul Kreuger (Robert Vaughn).
La película narra la tensión que existe entre estos hombres, enviados al sacrificio, pues como dice un general norteamericano, más vale perder cien hombre si con ellos salvamos miles de vidas, que se enfrenta a las decisiones de sus superiores, pero que acaba acatando, a pesar de ver como van cayendo la mayor parte de los integrantes de la patrulla.
El film retrata con cierta ecuanimidad a los contendientes, los alemanes son tratados con respeto y como combatientes esforzados que cumplen las órdenes con valor. ¿Que barren para casa en algunas cosas?, bueno es lógico, pero no lo hacen con el descaro que en algunas otras películas, de hecho puede pasar desapercibido para el espectador medio y si se ve a los norteamericanos descontentos con las órdenes de sus superiores, lo mismo se refleja en los alemanes que esperan unos refuerzos que nunca llegarán, al tiempo que se les exige resistencia hasta más allá del límite.


Bastante bien fotografiada, con algunos planos realmente brillantes, las escenas bélicas son de gran calidad, de lo mejor que he visto, tanto los combates artilleros, como el avance de los tanques, sin recrearse en ese recurso tan típico de la colocación de los explosivos para crear tensión en el espectador, no le hace falta recurrir a ello, porque, sobre todo en la segunda parte, el film tiene suficiente brío como para mantener el interés.
Buena ambientación, con detalles muy cuidados en cuanto a uniformidad, armamento, etc. Un ejempo: Algunos de los jeeps que emplea la patrulla norteamericana, llevan una barra vertical en la parte delantera. Esto está tomado de la realidad y era para cortar los finos cables colocados por los alemanes entre dos árboles, que conseguían en algunas ocasiones decapitar a los soldados enemigos.
Una buena película bélica, sin grandes estrellas en el reparto, pero con algunos de los grandes secundarios del cine de Hollywood, lo que contribuye a dar protagonismo al conjunto sin centrarse especialmente en ninguno de ellos.
Como anécdota, contar que el film comenzó a rodarse en Checoslovaquia en 1968 y se vio interrumpido por la invasión soviética, el equipo hubo de ser evacuado deprisa y corriendo en 28 taxis y el rodaje continuó en tierras de Austria e Italia.
Los agentes soviéticos difundieron el rumor de que los soldados norteamericanos de la película eran reales, cuando la mayor parte de ellos eran extras contratados entre estudiantes checos. Además los accesorios utilizados en el film, fueron presentados como prueba de los envíos de armas a los "reaccionarios" locales e incluso se informó de que tanques estadounidenses estaban circulando por las calles y ocupando las ciudades.




miércoles, 9 de agosto de 2017

3 METROS SOBRE EL CIELO

Babi (María Valverde) y Hugo Olivera Castro (Mario Casas) son dos jóvenes que viven en mundos absolutamente diferentes que no tienen nada que ver el uno con otro. Ella pertenece a una familia adinerada que quiere para su hija al mejor hombre que pisa la Tierra. Él es un chico de barrio que, montado en su moto, recorre la vida a toda velocidad.
Ya en la primera escena, vemos a H (así le gusta que le llamen) como acusado de un delito de lesiones en un juicio y cuando acaba la vista, sale sin querer saber nada de la gente que le ha ayudado (su padre, su hermano, su abogado...) para volver a lanzarse a la vorágine de las calles donde el se siente verdaderamente a gusto, desafiando a la sociedad que le rodea, incumpliendo sus normas constantemente, tratando de vivir siempre al límite del sentido común.
Ella, por contra, es una chica de clase media-alta educada en la bondad, en la inocencia y en el sometimiento a las normas.
Un día, cuando sus destinos se cruzan, entenderán que a partir de ese instante será difícil separarles. Su historia se convertirá en un amor imposible y los arrastrará a la peor de las locuras: enamorarse perdidamente y sin remedio. Pasión, celos, peleas y un deseo irrefrenable caracterizan esta historia que quiere poner de manifiesto la existencia, a veces, de estrechas relaciones entre dos mundos opuestos.


Tres metros sobre el cielo es una película española dirigida por Fernando González Molina y protagonizada por Mario Casas, Álvaro Cervantes, María Valverde y Marina Salas. Basada en la novela homónima publicada por el italiano Federico Moccia, se estrenó el 3 de diciembre de 2010 y se convirtió en la película más taquillera del año en España.
Ya había sido adaptada en Italia con el título de "Tre metri sopra il cielo", dirigida por Luca Lucini.


Película increíble por la que, al parecer, las quinceañeras (y otras que ya ven de muy de lejos esa edad), perdían el sentido, supongo que merced a los atributos corporales de Mario Casas que no hace más que quitarse la camiseta y quedarse a pecho descubierto, sin necesitar excusa alguna.
A mí me ha parecido el retrato de un maltratador, el perfil es de manual, repite constantemente "puta" y "hostia", aunque de vez en cuando varía e introduce la palabra "gilipollas". Cuando algo le contraría, es decir, siempre, se lía a golpes con lo que tiene más a mano, lo mismo le da la pared, el teléfono o alguien que pase por allí, así que le rompe la nariz a otro macarra como él, al amante de su mami, al pretendiente de la chica que le gusta, a un conductor que se apresta a socorrer a la chica... y para rematar la faena, un día que está enfadado, o sea, un día cualquiera, porque siempre lo está, le mete una "hostia" (perdón, es su lenguaje, recuerdo) a su novia, que le queda la cara del revés.
¿Ella qué hace?, ¡ay!, le quiere mucho, si bien al final pretenden suavizarlo un poco porque le deja, aunque creo que hay secuelas, en las que supongo que volverán a las andadas.
El tipo es un rebelde, pero tiene una moto de gran cilindrada, y no trabaja que se vea, así que es de esos que pueden permitírselo, para ello tiene un hermano al que desprecia porque no sabe vivir la vida y se dedica al mundo de los negocios, pero no tiene reparo en sacarle la pasta y, encima, se le mete en casa, duerme hasta el mediodía y se junta con otra panda de gente como él que se dedica a hacer competiciones para ver quien está más tonto de todos (esa es la impresión que me dio a mí), aunque parece que eso es lo que les gusta a las bobas que les rodean (lo siento, pero así las pintan).
En fin, una joya de película, de argumento y de enseñanzas para los y las jóvenes.