sábado, 30 de mayo de 2015

LOS TÚMULOS DE CAHOKIA

A veces, cuando contemplamos en Europa o Asia, no digamos ya en nuestra España del alma, esos despojos que nos ha dejado la Historia, ruinas abandonadas de pasadas épocas gloriosas, algunas veces ni eso, sino sólo memoria de que allí hubo algo que nuestros antepasados cercanos demolieron sin contemplaciones porque era viejo y estorbaba, nos llevamos las manos a la cabeza ante la incomprensible barbarie de personas que, en ocasiones, se llamaban cultas, al menos instruídas para la época. También a veces, he oído (supongo que alguien más lo habrá escuchado) aquello de que si lo hubieran pillado los americanos (los del norte, claro), hubieran creado allí un lugar turístico aunque hubiera estado en el culo del mundo (con perdón).
Bueno, pues no siempre ha sido así, al parecer y en esto, como en tantas cosas, hay más de papanatismo que de realidad.
En un lugar situado cerca de Collinsville (Illinois), en la llanura del río Misisipi en el suroeste de dicho estado, cerca de la ciudad de San Luis (Misuri), está el Sitio Histórico Estatal de los Túmulos de Cahokia, declarado en 1982, nada menos que Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y está considerado como el mayor yacimiento relacionado con la cultura Misisipiana, que desarrolló una avanzada sociedad en el este de América del Norte antes de la llegada de los europeos.
Pero no siempre ha sido así, los túmulos son conocidos para la arqueología desde 1811, con las exploraciones de Henry Brackenridge, que quedó impresionado por la cantidad de túmulos que halló y escribió al presidente Thomas Jefferson informándole de lo que había visto, pero por lo que fuera, seguramente para no reconocer que aquellos salvajes a los que se estaba desposeyendo de sus tierras habían sido capaces de crear una cultura avanzada y seguir manteniendo la idea de la superioridad cultural de los blancos, aquello quedó en el olvido. Fieles a esta doctrina las universidades y otros templos del saber, enviaron a sus arqueólogos e investigadores a Europa y Asia, o sea al antiguo mundo grecorromano, de donde de verdad procedían los norteamericanos, herederos y perfeccionadores de aquella cultura y su democracia, como todo el mundo sabe y ellos procuran pregonar, dejando de lado, precisamente, lo que tenían la lado (valga la redundancia).
Para los habitantes de Saint Louis, a pocos kilómetros de Cahokia, los montículos eran poco más que depósitos de tierra de fácil acceso. Tardaron años en nivelar Big Mound (el Gran Túmulo), de unos 9 metros de alto y 91 de largo. Ajenos a su valor histórico, en 1869 retiraron los últimos restos de tierra para asentar la base de una vía férrea. En 1931, los agricultores de rúcula se llevaron otro para obtener material de relleno.
Hubo que esperar hasta hace relativamente bien poco, la década de los 50 del pasado siglo, cuando el Presidente Dwight Eisenhower llevó a cabo su gigantesco proyecto para llenar Estados Unidos de autopistas interestatales. Dicho programa contemplaba además una serie de disposiciones que favorecían la actividad arqueológica, allí donde se descubrieran restos. Y como dos de las autopistas cruzan justo donde hace cientos de años estuvo la plaza de Cahokia, hubo que investigar. Terminó entonces la masacre de túmulos, sobreviviendo sólo uno completamente intacto: el Túmulo 72, en donde se hicieron importantísimos hallazgos funerarios.
Ahora sí, el lugar donde cuatro siglos antes de la llegada de Colón a América, los indios de Illinois crearon una ciudad que llegó a sostener una población de 15.000 habitantes, con más de cien montículos de tierra y un vasto radio de influencia, se encuentra por fin en un espacio protegido, en el que los arqueólogos han hallado multitud de restos que nos hablan de una civilización compleja y avanzada.



viernes, 29 de mayo de 2015

LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA

Shanti Andía (Jorge Mistral), asiste, niño aún, al funeral y posterior entierro de su tío Juan de Aguirre (Manuel Luna), aunque la criada de la casa le advierte en secreto que su tío no ha muerto y que la caja está vacía, porque su tío era en realidad un pirata que está preso en Inglaterra, pero que su abuela ha decido darle por muerto. Esta historia despierta en Shanti la fantasía y su tío se convierte en un personaje fascinante para la mente del niño que, tras pasar su infancia en el pueblecito vasco de Lúzaro, acabará convirtiéndose en piloto de fragata, recorriendo los mares. Cuando regresa a su pueblo natal, su madre le envía a un caserío de su propiedad para que ponga al día las rentas que sus inquilinos les adeudan, Shanti se entrevista con el hombre que habita la casa, un tal Tristán de Ugarte, que vive allí con su hija Mary (Josita Hernán) y su criado Patricio Allen (Jesús Tordesillas), un antiguo marino irlandés.
Shanti se enamora de Mary y se promete en matrimonio con ella, tomándola bajo su protección cuando su padre fallece, no sin que antes Shanti haya descubierto que en realidad se trata de su tío Juan de Aguirre que ha regresado ocultando su verdadera identidad.
El film está basado en la novela homónima de Pío Baroja, adaptada por el propio realizador, Arturo Ruiz Castillo, con diálogos del propio D. Pío. La adaptación no fue muy feliz a pesar de las buenas intenciones del director que, para mayor eficacia, realizó personalmente hasta los decorados y diseñó el vestuario. Entre la pobreza de medios, y la endeblez del guión, que no sabe sacar partido de la historia, se queda en un intento malogrado.
 Ni la fotografía de Manuel Berenguer ni la música del navarro Jesús García Leoz, que incluye algunas canciones populares vascas y andaluzas,  pudieron hacer mucho para paliar los errores de planteamiento.


El personaje de Shanti, como otros protagonistas de las novelas barojianas, es tenido por muchos como un trasunto del autor. D. Pío era un aventurero, pero un aventuro de sillón, que corre sus aventuras en la imaginación a través de sus escritos y sus lecturas y el protagonista es un hombre que vive con cierta infelicidad por no haber llevado una vida de aventuras como la de su tío. En una de las escenas del film, se ve a la madre de Shanti con un libro en sus manos, se trata de una novela de Walter Scott, una lectura nada casual. 
Las inquietudes de Shanti Andía está plagada de elementos y referencias familiares del propio Baroja, de sus antepasados del linaje de los Goñi y Alzate, que habían sido capitanes de altura, de la época de las grandes compañías de Cádiz a Ultramar, de manera que le sirve para poner en el papel la mitología familiar, principalmente a través del tío Juan que, según se cuenta en la película, había sido piloto en la línea de Cádiz a Manila. Sin contar con que, casualmente, Goñi es un pueblo que está en las estribaciones de la sierra de Andía (ambos en Navarra), y muchos de los objetos que aparecen en el libro y se ven en la película, son recuerdos que se guardan en la casa familiar de Azea: instrumentos de navegación, daguerrotipos, los famosos magotes articulados, las cajas chinas...
Toda la cacharrería del alma que aparece en los rincones de la novela, en la casa solariega de Aguirretxe, a la que pertenece Shanti Andía.


Jorge Mistral encarna, como solía crear otros papeles, al protagonista Shanti. Más convincente era el Juan de Aguirre de Manuel Luna, sin que nada pudiera hacer, tampoco, Josita Hernán para sacar adelante su Mary. En el extenso reparto hay un huequecito para el propio Pío Baroja que, al final de la película, aparece escuchando el relato que de su vida, hace el propio Shanti. A Baroja le vemos con esa imagen que se ha hecho típica en nuestro imaginario a la hora de evocarle: chaqueta, boina y bufanda. 
Las partes de más acción y atractivo de la novela, pierden garra en la película, pues las imágenes marineras están resueltas en decorado, con un par de tomas exteriores en las que se ve a los marinos desplegando velas y otras de la quilla del barco rompiendo las olas, que se repiten una y otra vez. Hay también unas escenas de un rescate de pescadores en las cercanías de Lúzaro, que incluyen planos lejanos de lanchas bogando y otros montados a base de transparencias, para un resultado, como casi todo en el film, que destila mucha voluntad y poco acierto. La película es la persecución de un sueño, por un hombre que hecha de menos otros tiempos que, curiosamente, él no ha vivido, el que los vivió fue el tío Juan, con una vida realmente de libro de aventuras, a bordo de un barco negrero (geniales los diálogos tomados literalmente de la novela, entre el médico y el capitán sobre el valor de los negros como mercancía), en una época en la que la vela aún dominaba los mares, una época perdida en la niebla del tiempo en que los marineros vascos eran conocidos en los siete mares, como los hombres recios que eran.




jueves, 28 de mayo de 2015

EMILIA SERRANO, BARONESA DE WILSON

Esta granadina, nacida allá por 1833 o 1834, envuelta desde su nacimiento en un cierto misterio alrededor de su vida, supone uno de esos casos de mujeres inquietas en un mundo que aún no estaba preparado para que ellas tomaran las riendas de su propia vida.
Una pionera en muchos sentidos, integrante de ese grupo de féminas que abrió camino para que definitivamente, la mujer se incorporara de pleno derecho a la vida en su más amplia acepción.
Apenas una niña, viajó con sus padres a París siguiendo a la reina Isabel II, allí conocería a algunos de los nombres más relevantes del panorama literario del momento que visitaban la casa de D. Ramón Serrano y Dª María García, padres de nuestra protagonista, nombres como Lamartine, Dumas (hijo) o Martínez de la Rosa, no le fueron desconocidos y, de hecho, más adelante colaboraron en revistas editadas o dirigidas por Emilia Serrano; a otros, como Cecilia Böhl de Faber y Larrea (Fernán Caballero), les conocería después. A la educación que recibió de sus padres, en el prestigioso colegio del Sacre-Coeur parisino, hay que unir dos cosas fundamentales, los viajes por el continente europeo, que le llevaron a dominar varios idiomas y su afición por la lectura. Los libros que encontraba, sobre todo en la biblioteca de Máximo, un vecino de avanzada edad de la casa que frecuentaba la familia junto al lago Como, fueron despertando en ella la curiosidad por conocer mundo y en especial un continente: América. Ella misma relata la impresión que le produjo la lectura de "El último mohicano", de Fenimore Cooper. Autores como Humboldt y otros grandes científicos viajeros del XIX, junto a las crónicas de autores españoles (Alonso de Ercilla, Díaz del Castillo, Las Casas...), influyeron definitivamente en sus escritos sobre Hispanoámerica.
Emilia había conocido en París a Enrique Wilson, con el que se casó y tuvo una hija. Pronto murió el barón, del que ella tomaría el título que ni siquiera está claro que de verdad le correspondiera, falleció también su pequeña hija, Margarita Aurora. Se volvió a casar con el Dr. Antonio García Tornel. Emilia había tenido una apasionada relación con José Zorrilla que, al parecer, la nombra bajo el seudónimo de Leila en algunos de sus poemas, de hecho, investigaciones posteriores, dan pie a pensar que Margarita Aurora fue, en realidad, fruto del amor entre el poeta vallisoletano y Emilia, aunque por conveniencia fue inscrita como hija de Enrique Wilson.
Emilia Serrano recorrió el continente americano desde la Patagonia hasta Canadá, no como una turista, sino recogiendo todo tipo de experiencias y haciendo amistades que le reportaron conocimientos de primera mano. Nunca fue una militante por la causa de las mujeres, no tuvo problema alguno en escribir sobre moda o buenas costumbres en algunas de las revistas para las que trabajó, o en alguno de sus libros, pero a esto hay que unir sus escritos sobre otros asuntos en los  que reflejaba los conocimientos adquiridos sobre las regiones que visitaba, desde folclore o historia, hasta etnografía, geografía o literatura.
La Baronesa de Wilson fue una pionera, cuya figura es desconocida por varias razones, además de por ser mujer, porque este periodo de finales del XIX, principios de XX, está descuidado y también por ser española, sus coetáneas escritoras-viajeras británicas de la época victoriana, ya recibieron reconocimiento, incluso en vida.
Sus seis viajes a América (en aquella época, con las dificultades que suponía y lo largo que era el viaje), se prolongaron durante 30 años, publicó más de 20 libros y fue la primera española en viajar en solitario por América, además en un tiempo en el que una mujer viajando sola era sospechosa y víctima de la más cruel maledicencia.
Con la mitad de lo que hizo Emilia Serrano, si hubiera nacido en otro país, no me cabe duda de que sería una figura de renombre.



miércoles, 27 de mayo de 2015

LA SEÑORA MINIVER

La familia Miniver, compuesta por el matrimonio y tres hijos, pertenece a la clase media acomodada que vive en los alrededores de Londres, tienen una bonita casa en la campiña a orillas del Támesis, con embarcadero propio.
Mrs. Miniver (Greer Garson) es ama de casa, y disfruta haciendo compras de cosas caras, aunque después le remuerde la conciencia, pero como ella dice, le gusta vestir bien y las cosas buenas tienen su precio.
Clem Miniver (Walter Pidgeon), es arquitecto de cierto éxito, acaba de encargar un coche nuevo y también siente remordimiento por el gasto que le va suponer a la economía familiar.
El hijo mayor, Vin (Richard Ney), estudiante en Oxford, regresa de vacaciones y durante su estancia en el hogar familiar, reciben la visita de Carol Beldon (Teresa Wright), sobrina de Lady Beldon (Dame May Whitty), una aristócrata local. Ambos jóvenes comenzarán una relación que Lady Beldon no acaba de ver con buenos ojos debido a la diferencia de clase entre ambos.
El estallido de la guerra, cambiará la vida de todos ellos, comenzando por los más jóvenes, pues Vin se alista en las fuerzas aéreas y acelera los trámites para casarse con Carol; quieren vivir su momento por si llegaran tiempos peores.


Jan Struther, el nombre por el que era conocida la escritora inglesa Joyce Anstruther, había publicado a principios de los años 30 del pasado siglo, una serie de artículos para la revista Punch que llamaron la atención en el diario The Times, que le ofreció escribir una serie de trabajos sobre una mujer que podríamos llamar del montón, que llevara una vida normal, como le dijo Peter Fleming a la autora: una mujer como tú.
Jan Struther creó el personaje de la señora Miniver, que se transformó en un gran éxito, los trabajos fueron recopilados en un libro que se publicó en 1939, con el título de Mrs. Miniver.
En los artículos se habla, entre otras cosas, de la posibilidad de una guerra en la que podría verse involucrada Inglaterra, pero sólo el último de los que aparecen en la publicación fue escrito cuando Gran Bretaña había declarado la guerra a Alemania.
Estos artículos son los que sirven de base al guión de la película.


Aunque el film, en su presentación y primeros diálogos, subraya la condición de clase media de la familia, en el libro su estatus es algo más elevado y algunos de los detalles que vemos en la película, aún denotan que aquella gente está un peldaño por encima de lo que se podría considerar clase media estándar: tienen una casa al lado del Támesis con embarcadero propio, el coche que compra el sr. Miniver, no es precisamente un coche de serie, la casa cuenta con, al menos, dos sirvientas...
Por lo demás, el espíritu de los escritos de Struther, está bastante bien conseguido, una familia feliz, con un matrimonio que también lo es, que se preocupa por la economía familiar, pero que tampoco pasa agobios y que puede disponer de un nada desdeñable catálogo de comodidades, una cierta preocupación social que le aleja del estándar de las familias tradicionalmente conservadoras, pero todo ello dentro de unos parámetros totalmente convencionales.


Magníficamente interpretada, con una Greer Garson que, al tiempo que nos resulta encantadora, hace un tremendo trabajo, muy convincente y que sostiene casi todo el peso de la historia.
Quiero citar a un par de secundarios que logran también una excelente interpretación y que resultan de lo más conmovedores y atractivos por diferentes motivos: Dame May Whitty, interpretando a la vieja aristócrata, altiva y gruñona, pero con un corazón de oro en el fondo de su ser y el jefe de estación, Henry Travers, un tipo entrañable donde los haya, apasionado del cultivo de rosas, que pone el nombre de Señora Míniver a su última creación que le llevará a conseguir el premio en el concurso local de floricultura. Son muy divertidas las secuencias que protagoniza en el campanario de la Iglesia.
Hay algunas escenas de gran calidad, entre las que me han gustado especialmente aquella en la que se ven cientos de pequeñas naves de recreo y de pesca en el Támesis, que van a cruzar el Canal para participar en la conocida como Operación Dynamo que repatriará a los soldado británicos atrapados en Dunkerque. También muy emotivas las escenas que presentan a la familia en el refugio antiaéreo, soportando los bombardeos de la Luftwaffe, mientras la señora Miniver lee a los niños los cuentos de Lewis Carroll.


William Wyler era judío, nacido en Alemania y estaba muy preocupado por el desarrollo de los acontecimientos en Europa y la reticencia de EE.UU. para entrar en el conflicto, así que hizo este film con el principal objetivo de llamar la atención de la opinión pública norteamericana. Lo consiguió, la película se convirtió en un éxito de taquilla y fue recompensada con 6 Oscar, incluyendo mejor película, director y actriz (Greer Garson).
El film llega al espectador gracias a un buen guión, a unas buenas interpretaciones y a un director que consigue atraparnos con una historia sencilla, trufada de estupendos detalles de humor que arrancan la sonrisa del espectador. A pesar del ambiente en que se desarrolla y de la tragedia final, resulta una película amable, nada agresiva, ni siquiera se habla contra Alemania a lo largo de toda ella, sin embargo, el mensaje contra los nazis es demoledor sin necesidad de acudir a esos recursos.
Un film muy elegante, quizá algo pasteloso en algunos momentos, pero hasta eso nos hace gracia y nos cae bien gracias a la maestría de Wyler.




martes, 26 de mayo de 2015

EL LOBO DE LAS ESTEPAS

Los acontecimientos que tuvieron lugar cuando Gengis Khan era joven y que forjaron su personalidad, componen este apasionante relato.
El libro comienza cuando Gengis era Temujin el nombre que recibió de su padre, en recuerdo de Temujin-Uge, un guerrero tártaro al que Yesugei, el padre de Temujin, había dado muerte. Temujin nació con un coágulo de su sangre en la mano y se cree que eso provocó el temor en los que creían en este tipo de presagios.
El padre del joven Temujin lo llevó a la antigua tribu de su madre, los olkhun'ut, para encontrarle esposa, pero apenas permaneció allí unos pocos días, pues enseguida fueron a buscarle: su padre agonizaba tras ser mortalmente herido en una emboscada cuando regresaba al poblado, víctima de una traición. Cuando fallece, la tribu elige un nuevo khan y abandona a Hoelun, la madre de Temujin, junto a sus hijos, incluída la niña Temulun, apenas un bebé; nadie pensaba que fueran a sobrevivir a aquel invierno, el hecho de que sobrevivieran es una prueba de la valía de aquella mujer extraordinaria. El libro relata aquella peripecia, incluída la muerte de Bekter, el mayor de los hermanos a manos de Temujin y ayudado por su hermano Kachiun, después de haber comprobado que Bekter robaba la comida de los demás. Es una garrapata, sentenció Temujin, y ya se sabe lo que hay que hacer con las garrapatas.
Años después, la tribu envía una partida de hombres para averiguar qué ha sido de los hermanos y su madre, Temujin es atrapado mientras se enfrenta a ellos para dar tiempo a que huyan los demás. Llevado al campamento, es sometido a toda clase de crueldades por Eeluk, el nuevo khan, pero consigue escapar antes de morir.
Todas estas circunstancias hacen de Temujin un ser despiadado, aunque no cruel, se vanagloria de ser un hombre de honor, pero no tiene piedad con quien se enfrenta a él o intenta traicionarle.
Poco a poco, Temujin va uniendo, primero a los nómadas y a quienes han sido expulsados de las tribus y, más adelante, a las tribus mismas, su sueño es, primero derrotar a los tártaros para vengar la muerte de su padre y, más adelante, enfrentarse a los Jim, de los que Temujin se ha dado cuenta que llevan siglos enfrentando a los mongoles entre ellos a fin de debilitarles y mantener sus fronteras seguras.
Todos los episodios se desarrollan en el paraje de las estepas, un mundo duro e implacable con los débiles, los hombres se enfrentan entre ellos, pero al tiempo necesitan unos de otros, el que es abandonado a su suerte sin el amparo del clan, perece.
La historia es trepidante, llena de acción, peligros, traiciones, enfrentamientos armados y por encima de todo ello, la figura de un hombre que tiene un sueño: unir a todos los mongoles con el objetivo de ser los dueños de aquel confín del mundo.
Excelente novela, muy bien escrita, con un estilo que logra concitar la atención del lector y en la que nunca dejan de suceder cosas.




lunes, 25 de mayo de 2015

DE AQUÍ A LA ETERNIDAD

El soldado Robert E. Lee Prewit (Montgomery Clift), acaba de llegar trasladado a la base militar de Pearl Harbor (Hawai). El comandante de la compañía G, capitán Dana Holmes (Philip Ober), le ha reclamado para su unidad porque Prewit ha sido un destacado campeón de boxeo y desea integrarle en el equipo pugilístico de la unidad para obtener la victoria en los campeonatos militares, en la seguridad de que esto le proporcionará un ascenso. Sin embargo, Prewit tiene en su pasado algo que le hace no querer volver a pelear, lo que le traerá serios problemas con el capitán Holmes y el equipo de boxeo, que le someterán a lo que ellos llaman "el tratamiento" a fin de socavar su voluntad mediante continuas humillaciones.
Prew, sólo encontrará cierto apoyo en el sargento primero Milton Warden (Burt Lancaster), un hombre íntegro y con un claro sentido de la justicia; y en su amigo Angelo Maggio (Frank Sinatra), un soldado de su compañía, al que conoce de anteriores destinos.
Tanto Warden como Prewit mantienen inusuales relaciones sentimentales, el primero con Karen Holmes (Deborah Kerr), esposa del jefe de su unidad; y el segundo con Lorene (Donna Reed), una explosiva belleza que trabaja en un club de Honolulú.
La II Guerra Mundial asola Europa, y aunque no ha llegado allí, en las Hawaii, se respira cierto ambiente prebélico, pronto la base de Pearl Harbor sufrirá el conocido ataque japonés y la vida de todos dará un vuelco.


Basada en la novela del mismo título de James Jones, el puritanismo americano hizo de la película una sombra de lo que es la novela en cuanto a la crudeza con que la misma retrata la vida en el ejército por aquellos años y las relaciones entre los personajes, sobre todo las de las dos parejas protagonistas. El prostíbulo de Honolulú donde Prew conoce a Lorene, pasa a convertirse en el New Congress Club y ella de prostituta se convierte en chica de alterne que entretiene a los miembros del club bailando con ellos y tomando copas.
A Karen no la ha dejado estéril la operación a que se tuvo que someter por culpa de que su esposo la contagió una enfermedad venérea, sino como consecuencia del parto de su primer hijo que no sobrevivió.
De esas cosas que la censura obligó a cambiar, la peli tiene bastantes, algunas anecdóticas, como la faldita que obligaron a poner al bañador de Karen Holmes y la desaparición de escenas más explícitas en la relación de esta con el sargento Warden.


La película hace un retrato del comportamiento del Ejército de los EE.UU. en ese momento, la manera de pensar y las actitudes sobre todo de los soldados y los mandos intermedios, lo que sirve, en cierto modo, como reflejo de la sociedad norteamericana del momento, sin olvidarse de los problemas de las mujeres, vistas en aquellos años como un objeto decorativo en la vida de un hombre o como un simple objeto con el que descargar los apetitos sexuales.


Por el film desfilan una serie de estereotipos que lo mismo que sirven para la pequeña sociedad endogámica que es el ejército, los podemos encontrar en la vida civil: el sádico, el acomodaticio, el amigo incondicional, el personaje íntegro...
Pero aunque uno se deje seducir por las emotivas historias paralelas, sobre todo las de las dos parejas cuyo amor está condenado al fracaso, el verdadero protagonista del film es el ejército. La novela de Jones en que se basa el film, forma parte de una trilogía sobre la guerra que escribió este autor, junto a “La delgada línea roja” (1962) y la inacabada “Silbido” (1978), en ellas y en esta en particular, se nos traslada una visión realista de las fuerzas armadas, lejos de la épica y más fiel a lo que de verdad es su día a día, pero a pesar de que haya quien se quede sólo con lo negativo, al final, ese final que en este film a algunos no les gusta, seguramente porque no entienden el mensaje, se impone la atracción de estos hombres hacia el ejército, algo que puede parecer un contrasentido, pero que resume el diálogo de Lorene y Prewitt, cuando ella le pregunta por qué vuelve al cuartel con lo mal que le está tratando su capitán y el responde: "¿Por qué?, porque soy un soldado".
El ejército es la vida de estos hombres, sienten una lealtad hacia lo que representa que está por encima de situaciones por desagradables que estas sean, o de superiores incompetentes o sádicos, están casados con él, como le dice la señora Holmes al sargento Warden.
En la película está tratado casi de pasada, cuando vemos los castigos a que es sometido Prewitt, pero en la novela, Jones retrata de maravilla todos esos trabajos desagradables que constituyen el día a día de la vida cuartelera (las limpiezas, incluídas letrinas; las guardias; los servicios de cocina...), todo ello muy poco marcial, pero esa es la verdadera vida de milicia, sobre todo en tiempo de paz, entrenamiento, rutina y trabajos de limpieza.


Con unas actuaciones de gran nivel, incluídos los secundarios con el gran Ernest Borgnine interpretando al sargento James R. “Fatso” Judson y entre los protagonistas, Monty Clift en su mejor momento y brillando con luz propia, sin desmerecer al resto de figuras de renombre que le acompañan.
Aunque lo de los premios es relativo, estuvo nominada a los premios Oscar en 13 apartados, llevándose nada menos que 8, entre ellos los de mejor película y mejor director y los dos a mejor actor y actriz secundarios (Frank Sinatra y Donna Reed) y para algunos entendidos, la competencia entre Lancaster y Clift por el de mejor actor principal, dividió los votos que le hubieran dado (seguramente a Montgomery Clift) otro premio.


Esta ha sido siempre una de mis películas favoritas, con muchas secuencias de esas que quedan para la posteridad por lo conseguidas que están, quizá la más famosa sea la del revolcón (con perdón) en la playa de Lancaster y Kerr, pero yo recuerdo otras muchas: A Donna Reed en el sofá del club, o el emotivo toque de oración de Clift en homenaje a su amigo fallecido, que le pone a uno los pelos de punta.




sábado, 23 de mayo de 2015

GRANDES PRINCIPIOS DE NOVELA (LA REGENTA)

La Regenta, tenida por la mejor novela del realismo español, cuya publicación se encontró con no pocas dificultades en su momento, por su argumento, tenido por escandaloso y sobre el que la Iglesia plantó su dedo acusador y a la que la sociedad ovetense rechazó, pues en la ciudad de Vetusta, es claramente reconocible la capital asturiana y la tilda de ciudad pequeña, de provincias, con un ambiente de cotilleo, maledicencia, vulgaridad, incultura e hipocresía.
Sin embargo, el paso del tiempo ha ido poniendo a cada cual en su sitio y hoy, la capital del Principado, rinde homenaje a "Clarín" y a su novela, por medio del personaje de Ana Ozores que tiene una presencia destacada y perpetua en la plaza de la catedral.
La ironía es una de las claves de la prosa del autor, siempre la manejó con maestría, unas veces de manera explícita y otra de forma más solapada, pero es una de sus señas de identidad y el comienzo de La Regenta es una prueba fehaciente, ¿hay algo más heróico que dormir la siesta?
Y el retrato de la catedral, que se convierte en un personaje más de la novela, una obra de arte de la descripción.

LA REGENTA:

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de polluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo dieciséis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esa arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder nada de su espiritual grandeza...





viernes, 22 de mayo de 2015

LAS MINAS DEL REY SALOMÓN

Elizabeth Curtis (Deborah Kerr), viaja al continente africano desde Inglaterra acompañada de su hermano Richard (John Goode), con la pretensión de encontrar a su marido que tiempo atrás emprendió una expedición con el objetivo de hallar las míticas minas del Rey Salomón, siguiendo un mapa que le vendió un comerciante asegurándole que era auténtico.
Para poder llevar a cabo su proyecto, la señora Curtis solicita la ayuda de Allan Quatermain (Stewart Granger), un prestigioso guía especializado en llevar hasta los lugares de caza a los europeos que viajan a África para matar animales salvajes.
Quatermain no está por la labor, se encuentra cansado y alega que él no es explorador, sino cazador y que todo aquello le parece una locura, un puro suicidio dados los lugares que han de atravesar, con tribus peligrosas y territorios inexplorados. Sin embargo, Elizabeth, desea por encima de todo que sea él quien les guíe, pues confía en su experiencia y en su aparente honradez, por lo que le ofrece una elevada suma de dinero, ante lo que Quatermain accede, sobre todo pensando en que dejará solucionada la vida de su pequeño hijo que vive en Inglaterra huérfano de madre.
Se inicia entonces un peligroso viaje, en el que no faltarán todo tipo de incomodidades y peligros.


Basada en la novela del mismo título, de Henry Rider Haggard, posiblemente la mejor de las varias adaptaciones hechas para el cine. Su cambio más notorio respecto a la novela es la introducción del personaje de la señora Curtis, indudablemente con el objetivo de tener un personaje femenino que de la réplica al protagonista. Esta variación lleva a aparejada la historia romántica que se nos cuenta, bastante bien conseguida, por cierto, con momentos de tensión sexual contenida desde el inicio.


La novela es un clásico de aventuras y un estupendo argumento para un film, porque no le falta de nada de lo que requiere un buen film de aventuras: exotismo, entorno hostil, peligros desconocidos, parajes de gran belleza...
Creo que el film no aprovecha la parte final de la novela que tiene que ver con el hallazgo de las minas, pero por otro lado, nos ofrece maravillosas panorámicas naturales y conseguidas imágenes de la fauna africana, algunas veces utilizadas por medio de transparencias en la película, es cierto que algunas son muy inocentes, las avestruces, la tortuga, los puercoespines y algún otro animal parecen puestos de adorno, pero hay otras impactantes, como la estampida que es una de las escenas más conseguidas, mediante un hábil montaje que mezcla escenas de estudio y de exterior.
Hay alguna otra cosa que resulta un tanto ingenua, como ver a Stewart Granger perfectamente peinado y atusado en mitad de la selva, o la permanente que luce Deborah Kerr tras cortarse la larga melena, pero en general el film logra sus objetivos de entretener y mostrar paisajes, tipos y animales espectaculares.




jueves, 21 de mayo de 2015

EL FRACASO DE LA PAZ DE VERSALLES

Uno de los mayores fiascos de la política moderna fue el Tratado de Versalles, firmado el 28 de mayo de 1919, en el que las potencias vencedoras en la I Guerra Mundial, imponían sus condiciones a la derrotada Alemania.
Uno de los integrantes de la delegación británica en las negociaciones que dieron luz a los 453 artículos del tratado, era John Maynard Keynes, que apenas regresó a Inglaterra, publicó un libro llamado "Las consecuencias económicas de la paz", en el que criticó ácidamente los términos del Tratado de Versalles. Según Keynes, los alemanes jamás podrían hacer frente a las exhorbitantes indemnizaciones económicas que debían pagar por la paz. Respecto de Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos y uno de los principales arquitectos de la paz, no tuvo empacho en llamarlo un "ciego y sordo Don Quijote". De Georges Clemenceau, el líder de la delegación francesa, dijo directamente que era un xenófobo, con "una ilusión: Francia; y una desilusión: la humanidad". Y sus descalificaciones alcanzan un punto sublime cuando se refiere a Lloyd George, el británico, como "este bardo con pies de cabra, este visitante medio humano a nuestra era desde encantados y mágicamente embrujados bosques de la antigüedad celta".
Más allá de estas opiniones, rayanas con el insulto, Keynes hizo algunas siniestras profecías que, andando el tiempo, se harían realidad. Entre ellas, que la incapacidad de pagar la deuda de la guerra por parte de Alemania, sería una amenaza permanente para la paz europea. Lo que de verdad ocurrió, porque la crisis económica de postguerra que azotó a Alemania, pavimentó el camino al Nazismo, y el resto es historia conocida. En esto, Keynes fue mucho más visionario (o acaso simplemente más sensato) que los estadistas que en Versalles ganaron la guerra y se las arreglaron para perder la paz.
Keynes viviría hasta después de acabada la Segunda Guerra Mundial, y por lo tanto, llegó a ser testigo de que, en la segunda ocasión, los arquitectos de la paz se portaron de manera menos irresponsable y prepotente. De hecho, la idea de que los vencedores llevaran a cabo un abultado plan de inversiones en Europa para fortalecer sus economías e infraestructuras derruidas por la guerra y convertirlos en socios comerciales prósperos y boyantes (el Plan Marshall), en el fondo no es más que una aplicación pura y simple de las ideas keynesianas que no fueron tenidas en cuenta 30 años atrás.




miércoles, 20 de mayo de 2015

EL TÚNEL

Juan Pablo Castel (Carlos Thompson), expone sus pinturas en una galería de Buenos Aires y escucha aburrido los mismos comentarios de siempre, hechos por los críticos de siempre, sobre la calidad de su obra. De pronto ve a una desconocida contemplando uno de sus cuadros (una maternidad), fijándose en un pequeño detalle del mismo que nadie ha apreciado y que a Juan Pablo le lleva a pensar que aquella mujer es la única persona que de verdad puede entenderle. Ella desaparece sin que Juan Pablo sepa quién era, pero la obsesión por aquella espectadora de su arte, le impulsa a buscarla de manera obsesiva, hasta que la encuentra. Se trata de María Iribarne (Laura Hidalgo), una bella mujer, cuyo esposo ha quedado ciego hace unos años, que perturbará la vida de Juan Pablo.
Basada en la novela del mismo título de Ernesto Sábato, adaptada por él mismo y por Leon Klimovsky, también realizador del film, en un interesante intento de hacer un cine que se sale de los parámetros puramente comerciales para llevar al espectador la historia de un alma atormentada por su peculiar personalidad.
A mí me ha parecido reconocer en el protagonista, el tipo de un maltratador bastante habitual entre los de su especie, un tipo que bajo la pátina de intelectual que forma parte de la élite culta de la sociedad, sin embargo porta consigo instintos del más rancio machismo que se entrecruzan con algún problema de tipo psicológico.


Los personajes están bastante bien perfilados y junto al desequilibrado Juan Pablo, encontramos a la bellísima y enigmática María Iribarne, una mujer cuyo pasado acabará sacando a Juan Pablo de sus cabales, ya que su manera de ser, posesiva y desconfiada, le llevará a sospechar continuamente de su amante.
La película trata de un drama existencial, con una pasión amorosa que se llevará por delante a sus protagonistas, tiene un ligero toque policiaco, pero creo que el film está carente de cierta calidad a la hora de dramatizar la acción que resulta un tanto artificial y poco convincente.
Los decorados interiores, de gran calidad, son obra del gran Gori Muñoz, del que ya hemos hablado aquí en alguna ocasión y tiene algunos planos realmente conseguidos. Para mostrarnos lo problemas mentales del protagonista, utiliza imágenes caleidoscópicas y escenarios oníricos que sugieren opresión y agobio.
El film resulta interesante, a pesar de las carencias, por el intento que supone de hacer algo diferente y tratar de acercarnos la que para algunos es la mejor obra del escritor argentino.




martes, 19 de mayo de 2015

CIRCO MÁXIMO

Segunda novela de lo que será la trilogía sobre Marco Ulpio Trajano, el primer emperador de Roma nacido fuera de Italia.
En primer lugar, decir que, en cierto modo, y sólo en cierto modo, me ha sorprendido gratamente la novela, quizá por las pocas expectativas que tenía depositadas, dada la peculiar manera de escribir del autor y la experiencia con sus anteriores novelas.
Ha mejorado algo el estilo, ya no resulta tan desalentador ver el uso de adjetivos, onomatopeyas y demás defectillos, parece que se modera un poco, ¿o será que yo me he acostumbrado y sé lo que voy a encontrar? No, creo que es que se modera, pero eso sí, ahí siguen apareciendo de vez en cuando.
La novela recurre a ciertos recursos para hacerla atractiva e interesante al lector, pero algunas veces con argumentos un poco tramposos y en otras se ve demasiado el plumero del escritor que no maneja bien los tempos. Por ejemplo, cuando ha planteado una intriga y llega el momento de resolverla, es lícito y hasta lógico demorar un poco la solución del enigma para crear tensión, pero se regodea tanto en ello que te cansa y esa tensión que busca se traduce en cabreo porque parece que te está tomando el pelo (que ya sé que no).
Me han sobrado los esquemas que va poniendo cada poco de cómo está la situación de la carrera cuando nos cuenta las que disputa el auriga Celer en el Circo Máximo, parece que estás viendo una retransmisión de la Fórmula 1, pero en televisión las posiciones las sobreimpresionan, algo que aquí no ha lugar y que tampoco interesa al lector, al fin y al cabo, ya sabemos quién va a ganar, poco nos importa que el tercer auriga de los blancos llegue sexto, cuando ni siquiera sabemos quién es.
Las tramas paralelas que va metiendo en el libro, cuyo tema central es el de las Guerras Dacias, resultan desiguales, tanto en interés como en intensidad, pero es que esas mismas subtramas, también tienen altibajos.
Yo creo que todo ello viene de un defecto principal, al libro le sobran páginas, pero muchas páginas, lo mismo que cuenta, podría haberlo hecho con la mitad de hojas y evitarse innecesarias dilaciones, estirando las historias hasta extremos imposibles y muchas reiteraciones que parecen fruto de ese afán por añadir páginas al texto.
Tampoco me ha gustado el exceso de didactismo del que sigue adoleciendo, hay que dejar que el lector se implique y no tratarle como a un iletrado, por ejemplo, cito un párrafo textual: apretó los labios hasta que se pusieron blancos por falta de riego sanguíneo. Vaya, lo del riego sanguíneo sobra, porque si no va a tener que explicarnos por qué gritan los legionarios cuando les clavan una flecha. Bueno, de esas tiene unas cuantas, un tanto sonrojantes.
Por lo demás, ya digo, entretenida y muy bien documentada y yo contento por haberme quitado de encima este ladrillo que tenía apilado desde hace tiempo.




lunes, 18 de mayo de 2015

EL PRISIONERO DE ZENDA

Rudolf Rassendyll (Stewart Granger), es un súbdito británico que visita un país imaginario situado en Centroeuropa, llamado Ruritania, para practicar su deporte favorito: la pesca furtiva.
Su estancia en el país coincide con la próxima coronación del nuevo monarca, Rodolfo V (Stewart Granger), pariente lejano de Rassendyll, como consecuencia de una relación extramatrimonial del bisabuelo del nuevo monarca. Rodolfo y su séquito, tropiezan casualmente con el inglés durante un paseo por el campo, y al futuro monarca le hace gracia el parecido entre ambos, invitándole a cenar, en la que será la última noche antes de la coronación. Durante la cena y posterior velada, beben mucho, quedándose todos dormidos, sin darse cuenta de que la última botella de vino, de la que sólo ha bebido Rodolfo, contiene un potente somnífero que deja a este fuera de combate. Cuando son conscientes de ello, el ayudante de Rodolfo, convence a Rassendyll, para que suplante al monarca en su coronación, ya que se encuentra totalmente imposibilitado para comparecer y de no hacerlo, perderá sus derechos, lo que será aprovechado por su ambicioso hermanastro para hacerse con la regencia del reino.
El asunto de la coronación sale bastante bien, pero cuando regresan a recoger a Rodolfo del lugar donde lo han dejado escondido, se encuentran con que el verdadero rey ha sido secuestrado.


Adaptación de la novela del mismo título escrita por el británico Sir Anthony Hoppe Hawkins, uno de los títulos más famosos de la llamada literatura de capa y espada.
La película es un claro remake de la versión de 1937, protagonizada por Ronald Colman y Madeleine Carroll y, aunque con alguna diferencia notable, sigue prácticamente punto por punto el mismo guión, incluso la música es una adaptación de la compuesta por Alfred Newman para la versión 1937.


Con una ambientación desmesuradamente esteticista, incluso en los escasos planos rodados en exteriores, solapa dos historias, por un lado el secuestro del sucesor al trono de Ruritania, su suplantación por parte de su lejano pariente y el posterior rescate, y por otro, la historia romántica entre Rassendyll y la princesa Flavia (Deborah Kerr).
De lo mejor del film, la interpretación de James Manson, uno de los mejores villanos del cine, dando vida a Rupert de Hentzau, el personaje que secuestra al futuro monarca.
Escenas destacadas, la coronación y el baile posterior y el duelo a espada entre Rassendyll y De Hentzau.


La película tiene algunos diálogos interesantes, salpicados con acertadas dosis de humor, pero a la película le falta tensión, no llega a emocionar, creo que, en cierto modo, por lo previsible que resulta la historia.




sábado, 16 de mayo de 2015

LA BATALLA DE BICOCCA

En los primeros años del siglo XVI, España y Francia se disputan la supremacía en el continente europeo, dentro de los enfrentamientos armados que estas dos potencias sostienen, se produce el hecho del que tratamos hoy, una batalla a escasos kilómetros de Milán (hoy, la zona, es un barrio de la ciudad), donde se levantaba una pequeña fortificación (en italiano, bicocca). Las tropas españolas, al mando del condotiero Próspero Colonna (que antes había servido a los franceses),  mientras el ejército coaligado de franceses y venecianos, maniobraba al mando del Vizconde de Lautrec, confiando, sobre todo, en la invencibilidad de los mercenarios suizos que servían a su lado.
El siglo XV había sido la edad de oro de los aqueros ingleses y de los piqueros suizos, verdaderos maestros en el uso de este arma, con la que ensartaban a los caballos de la caballería pesada enemiga, descabalgaban al jinete y le dejaban inerme dentro de su armadura que le privaba de agilidad en sus movientos. La ventaja principal la obtenían los suizos al utilizar la táctica de las antiguas falanges griegas, es decir, orden y líneas muy juntas.
Aunque los franceses no querían avanzar aún, los mercenarios suizos no habían cobrado y exigieron atacar de inmediato, tal era la confianza que tenían en su poder bélico. Lautrec, ante la amenaza de quedarse sin aquella fuerza de choque, dejó que avanzaran, pero los españoles les tenían preparada una sorpresa, los 15.000 piqueros suizos se encontraron con los arcabuceros españoles que encontraron un blanco fácil de la prietas filas de los atacantes. La escabechina fue de las que no se olvidan y, para colmo, los pocos que lograron superar todos aquellos obstáculos, se encontraban como último impedimento para entablar combate directo, una zanja con una elevada pendiente al otro lado y cuando llegaban al final de aquella interminable subida, ¿quién les estaba esperando? ¡oh, sorpresa, los lansquenetes!, soldados alemanes entrenados para combatir con picas, ¡como los suizos! Así que los piqueros alemanes que servían a las órdenes de Colonna, no tuvieron ni que moverse del sitio para rematar la faena. Una masacre para el ejército franco-veneciano, con miles de bajas, y un muerto en las filas españolas, un pobre arcabucero que fue coceado por una mula cuando estaban recogiendo los pertrechos.
Ya saben de dónde viene la expresión de ser una bicoca cuando uno encuentra un chollo en la compra.




viernes, 15 de mayo de 2015

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO

Harry Street (Gregory Peck), un norteamericano que vive en París donde aspira llegar a labrarse un nombre como escritor, conoce a Cynthia Green (Ava Gardner), una compatriota que vivía allí con su padre. Ambos se van a vivir juntos y Harry ve publicado su primer libro, el inicio de una carrera como escritor de éxito que le proporciona el suficiente dinero para viajar a África, un lugar con el que siempre ha soñado, entre otras razones por su afición a la caza.
Cynthia desea una vida más sosegada y estable, pero se da cuenta de que Harry, no está dispuesto a dejar sus viajes, algo que para él resulta fundamental a la hora de construír sus novelas, así que le acaba abandonando.
Tras una serie de relaciones que le llevan de un desengaño a otro, Harry localiza la pista de Cynthia en España, donde ella trabaja como conductora de ambulancias en plena Guerra Civil. Harry se alista en las Brigadas Internacionales, llegando a socorrer a Cynthia que ha sufrido un grave accidente que acabará con su vida.
Harry se casa con Helen (Susan Hayward), una mujer rica, que le adora y que le sigue a África, donde trata de reencontrarse con su pasado, pero el recuerdo de Cynthia es permanente y no logra deshacerse de su memoria.


Basada en la obra del mismo título de Ernest Hemingway, construída como una serie de relatos, en los que el protagonista evoca su pasado desde la hamaca en la que está postrado a los pies del Kilimanjaro, como consecuencia de una herida en una pierna que se está gangrenando.
En un estado mitad febril, mitad lúcido, Harry reflexiona sobre su experiencias, sobre todo con las mujeres, sus fracasos, las cosas que ha hecho y las que ha dejado de hacer.
Aunque la novela acaba con la muerte del protagonista, aquí todo se hace más suave, más de acuerdo con los gustos de Hollywood y el "happy end", queda servido.
El mismo Hemingway, decía de esta adaptación que eran "Las nieves de Zanuck", en referencia al productor del film.


Con la llamativa presencia del trío protagonista, la película no resulta fácil de digerir en algunos tramos en los que, para mi gusto, se hace un poco pesada.
Adolece de un deficiente montaje, en el que están metidas de cualquier manera las excelentes imágenes que Charles G. Clarke filmó en África y, de cuando en cuando, se nos ofrece alguna interesante postal de París, de la Costa Azul, o de una corrida de toros.
Ciertos arranques de la particular forma de ser del protagonista, también resultan chocantes, cuando menos.


Para el recuerdo, las escenas de desbordante sensualidad, con Ava y Peck enciendo el cigarrillo con la misma cerilla, o cuando sellan su amor en el club de jazz parisino a los acordes del saxo de Benny Carter.
La historia de un novelista frustrado, no por falta de éxito, sino por haber errado el rumbo de su vida, por no haber sabido reconocer la oportunidad que la vida le presentaba en forma de mujer. ¿Un trasunto del propio Hemingway? Seguramente algo de eso hay.




jueves, 14 de mayo de 2015

LOS MAESTROS CERVECEROS

La saga de la familia Steenfort, sirve al multipremiado guionista de comics belga Jean Van Hamme para hacer un recorrido por determinados acontecimientos históricos a lo largo de 150 años, desde 1854, hasta el año 1999 en que fue publicada la última entrega de estos magníficos cuadernos.

Los albores de la sociedad industrial y el inicio de la lucha obrera por las mejoras sociales; la amarga digestión para los franceses del tratado de 1871, tras la guerra franco-prusiana que les hizo perder Alsacia y Lorena; el colonialismo europeo; la extensión del socialismo; la I Guerra Mundial y sus consecuencias terribles; la ineptitud de los políticos con el pacto de Versalles que impuso condiciones draconianas a los vencidos y fue el indirecto caldo de cultivo para la subsiguiente II Gran Guerra; la reconstrucción de Europa en la década de los 50, con el embrión de lo que sería la Unión Europea; el Telón de Acero; la nueva economía dominada por las multinacionales; la crisis del petróleo del 73; la caída del Muro. Esos son los principales acontecimientos que marcan la historia de estos años y que sirven de trasfondo a la narración que recuerda algunas de las series televisivas de los 80 que guardamos en nuestra memoria y que también se apoyaban en sagas familiares y en el mundo de los negocios. Títulos como Dallas o Falcon Crest, vienen inevitablemente a nuestra memoria, aunque sólo como referencia lejana.

Los distintos capítulos se van poblando de personajes muy bien definidos por el autor, con alguno de ellos que sobresale entre todos los demás por la fuerza de que consigue dotarlo, por el interés de la historia en la que son protagonistas, o por ambas razones. Precisamente ese interés, aunque mantiene cierta consistencia lineal a lo largo del conjunto de la obra, hace que alguno de los capítulos sea especialmente destacable por lo logrado del mismo, creo que en ese aspecto, los primeros se imponen a los últimos, pero esto no significa que la narración decaiga, sino sencillamente que no mantiene el nivel sobresaliente quedándose en muy buena, que no es poco.

Uno de los grandes logros del guión son los conseguidos giros que va tomando, algunas veces a través de historias paralelas, que dan dinamismo y vivacidad a la narración, pues está muy bien planificada su inclusión, manteniendo en todo momento nuestro interés, hasta acabar siendo atrapados y absorbidos. Como resultado nos vemos literalmente obligados a seguir.

El guión se apoya en unos excelentes dibujos del francés Francis Vallès, dibujos clásicos , de factura realista que una vez comenzada la lectura se nos hacen inseparables de la misma. Se aprecia un magnífico y, sin duda, exhaustivo trabajo de documentación que queda patente en esos detalles que tanto aprecia el aficionado que con ojo experto distingue y da valor a cada uno de ellos: la vestimenta, los anuncios, los automóviles, la decoración de las casas, en fin, todo eso que conocemos como la ambientación y que está logradísimo en toda la serie. A destacar también el trabajo para dar color a los dibujos de Marie Paule Alluard.

Aunque los acontecimientos socioeconómicos de la sociedad occidental marcan el devenir de los negocios de los Steenfort, en el fondo son sus relaciones personales, amoríos, venganzas, odios, celos o afinidades lo que va marcando el avance de la historia que está aderezada con algunos toques de erotismo en determinados momentos.

Además, los amantes de la Historia, disfrutamos de las referencias al rexismo de León Degrelle; las venganzas por colaboracionismo (que, en más de una ocasión, escondían rencillas personales) al final de la I Guerra y que se reprodujeron en la Segunda; la historia que nos habla de “Los Justos” (aquellos que ayudaron a los judíos contra el nazismo), etc.

Publicada en formato BD (la tradicional del cómic franco-belga), se presenta en cuatro volúmenes que incluyen dos capítulos cada uno, el último de ellos, dedicado a aclarar algunas de las tramas paralelas que han ido surgiendo a lo largo de la narración, algo que no hacía falta, pero que el autor nos trae bajo la forma de viñetas que fueron suprimidas, algo así como los extras en los DVD de películas, lo que hace que nos resulte muy atractivo y que ese sentimiento agridulce que nos queda cuando hemos llegado al final de una obra que nos ha gustado, quede algo atenuado, pues el final quedó atrás y esto es como ese postre dulce que nos deja un regusto agradable en el paladar.

FICHA:

  • Los Maestros Cerveceros, de Van Hamme & Vallès.
  • Editorial Planeta; Colección BD.
  • 4 volúmenes, algo menos de 400 páginas en total.

Esta reseña fue publicada en HISLIBRIS





miércoles, 13 de mayo de 2015

IVANHOE

En el siglo XII, al finalizar la 3ª Cruzada para la liberación de Tierra Santa, un caballero sajón llamado Wilfrido de Ivanhoe (Robert Taylor), emprendió una nueva cruzada por cuenta propia. El valeroso rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León (Norman Wooland), había desaparecido durante su marcha de regreso al reino, desvaneciéndose sin dejar rastro. Su desaparición asestó un duro golpe a su desventurado país, agitado a la sazón por la enconada rivalidad entre sajones y normandos. Con el tiempo, la mayoría de sus súbditos llegó a llorarle por muerto, pero Ivanhoe, firme en la creencia de que su rey seguía con vida, dedicose a una tenaz búsqueda de castillo en castillo, que finalmente le llevó a Austria.
Ricardo es prisionero del duque Leopoldo de Austria, que exige un rescate de 150.000 marcos, una condición que es conocida por Juan sin Tierra (Guy Rolfe), hermano de Ricardo y regente del Reino, que no quiere pagar para seguir en el trono, además hace correr el rumor de que Ricardo ha muerto.
Ivanhoe, decide reunir como sea el rescate, para lo que solicita el apoyo de la comunidad judía de Inglaterra. Enterado de estos movimientos el monarca, ordena que tanto Ivanhoe, como aquellos que le ayudan en su pretensión, sean detenidos.


Adaptación de la novela de Sir Walter Scott que, como en otros de sus trabajos, buscaba otras cosas por encima de la realidad histórica, por lo que el relato está lleno de inexactitudes históricas, comenzando por el enfrentamiento que plasma entre sajones y normandos, ya superado en la época, hasta el retrato que hace de ambos monarcas, el legítimo y el regente, que no se ajusta demasiado a la realidad. Todo ello no entorpece la calidad literaria de la novela y lo emocionante de la acción.


Con música del maestro Miklós Rózsa, apartado por el que fue nominada al Oscar, el film tiene el encanto del technicolor, con esa saturación tan característica del color y algunos planos realmente conseguidos, en los que Richard Thorpe demuestra su sobrado conocimiento del oficio.


La película, aparte de los diálogos, grandilocuentes y con ese peculiar lenguaje caballeresco de la Edad Media, se desarrolla alrededor de tres grandes momentos: El torneo de Ashby, el asalto al castillo de Torquilstone y el enfrentamiento en "Juicio de Dios" de Bois-Gilbert (George Sanders) e Ivanhoe.
Con un reparto estelar para la época en el que aparecen, aparte de los ya mencionados, dos bellezas del momento como eran Joan Fontaine y una guapísima Elizabeth Taylor.


La película tiene como fondo una bella historia de amor, con un triángulo formado por el protagonista y las actrices mencionadas, pero es sobre todo, una trepidante película de aventuras, llena de épica, con espléndidos duelos y torneos, de aquellas que hacían nuestras delicias en la infancia y que hoy, al verla con otros ojos, contemplamos con más ternura que admiración.