viernes, 25 de enero de 2013

MOULIN ROUGE

Christian (Ewan McGregor), decide abandonar su educación burguesa y desoyendo los consejos de su padre, se instala en el barrio parisino de Montmartre (según muchas opiniones, el hogar de la depravación). Una vez allí, empieza a escribir su primera novela, para ello elige el tema del amor, pero al no haberse enamorado nunca, la inspiración le es esquiva.
Al poco de instalarse en lo que va a ser su nuevo hogar, el techo se derrumba y cae un hombre. Poco después aparecen en la puerta un enano que dice llamarse Toulouse-Lautrec (John Leguizamo) junto con otras personas. Piden disculpas explicándole que están ensayando una obra titulada “Spectacular, spectacular”. Christian les dice que es escritor, y estos le piden que redacte el guión de su obra. A cambio, los actores le introducen en el mundo de la vida bohemia.
 
 
Pretenden que la obra se estrene en el Moulin Rouge, pero para eso han convencer a Satine (Nicole Kidman) para que utilice sus encantos con el objetivo de que Harold Zidler (Jim Broadbent), dueño del local, no rechace como escritor de la obra a un primerizo. Así que Toulouse y los demás crean un plan para que Christian tenga una cita con Satine. Le introducen en el Moulin Rouge y tras una serie de erorres o coincidencias, Satine confunde a Christian con el Duque (Richard Roxburgh), un futuro inversor del establecimiento al que Zidler quiere que Satine "agasaje". Christian y Satine se reúnen en una estancia con forma de elefante y mientras ella se ofrece sexualmente, él le ofrece su poesía, con lo que se produce una situación realmente divertida. El escritor no sabe que hacer así que canta una canción muy romántica y cuando acaba, ella le confiesa que se ha enamorado, pero él le dice que no es un duque y la magia desaparece... ¿O no?

 
Fastuoso intento de revisar y poner al día el género musical, que incluyó en su día, una gran campaña publicitaria. Película excesiva y barroca, visualmente impresionante y con gran despliegue de efectos especiales. Vestuario y decoración espectaculares, con una más que notable banda sonora, para arropar unas interpretaciones muy logradas de ambos protagonistas (ellos no tienen la culpa del histrionismo en el que cae el guión en algunos pasajes) y unos secundarios que dan el perfecto contrapunto, con las buenas actuaciones de John Leguizamo, Jim Broadbent y Richard Roxburgh (en un papel, a mi juicio, poco agradecido).

 
Moulin Rouge despierta repulsas y adhesiones incondicionales a partes iguales entre los expertos y los aficionados iniciados, pero lo cierto es que el gran público quedó deslumbrado por ella. ¿Por qué al espectador habitual le produce una mezcla encontrada de sentimientos? Yo pienso que los momentos en los que Kidman y McGregor toman el protagonismo auténtico del film, son la clave de que incluso los descontentos, no puedan rechazarla del todo. La química existente entre ambos, patente ya desde la escena en la que ella desciende en un columpio sobre el escenario, es la principal baza de la película y eso el director sabe exprimirlo bien, consiguiendo sacar todo el jugo que esa magnética relación ofrece: Primeros planos, captar el peso de las miradas y una acertada selección musical.

 
A nivel formal, tenemos un poco de todo, desde planos bellísmos y travellings imposibles, hasta el empleo más que cuestionable de la cámara lenta, efectos sonoros un tanto grotescos y unos efectos especiales en los que parece que, a veces, se gusta el realizador, junto a pasajes que pueden resultar mareantes.

 
Notable trabajo de montaje (sonoro incluído) y un encomiable trabajo de arreglo y adaptación musical. Nos encontramos con pasajes musicales que forman parte de la memoria musical colectiva: "Like a virgen" (Madonna), "Show must go on" (Queen), "Your song" (Elton John), "Roxane" (Police) (transformada en tango y cantada por José Feliciano), "Lady Marmalade" (Labelle), "All you needs is love" (John Lennon), "One more night" (Phil Collins), "Pride" (U2), "Heroes" (David Bowie), o el acertado remix "Elephant love medley".
Mezclar y armonizar todos esos títulos es un trabajo increíble y el resultado brillante que consigue Craig Armstrong, está sólo al alcance de un genio.

 
Habrá quien se pregunte qué queda de Moulin Rouge si arañamos la pátina que le dan el envidiable diseño de vestuario y su delirante parafernalia de fuegos artificiales. Creo que a pesar de la poca consistencia de las historias paralelas, queda la historia de amor, con ese aroma de lo clásico, por más que trate de disimularlo bajo ese barniz futurista, o que se aproveche de la manipulación de los sentimientos del espectador; queda el ritmo trepidante; quedan los números musicales, algunos de los cuales funcionarían perfectamente por sí solos y queda Nicole Kidman...

 
 
 

6 comentarios:

  1. Excelente descripción. Me gusta la película.

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  2. Como dices se ha convertido en un clásico, otra cosa es como todo los habrá que les gustará más o menos. Yo ya hace mucho tiempo que la vi, pero no me importará volver a verla.

    Saludos Trecce.

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