jueves, 30 de septiembre de 2021

MERCENARIOS SIN GLORIA

 


El coronel Masters (Nigel Green), dirige un grupo de indeseables que trabajan como mercenarios para el ejército británico. Sus mandos están muy descontentos con sus actuaciones, no hace más que gastar dinero, material y devolver muertos a  los oficiales que el ejército envía para supervisar sus acciones, así que están a punto de romper con él.
Se le encomienda una última misión, destruír los depósitos de combustible que las tropas nazis tienen en el norte de África, sin los cuales, Rommel no podrá llevar a cabo sus planes. El mando efectivo lo tendrá el capitán Cyril Leech (Nigel Davenport), uno de los hombres de Master, sin embargo, sobre el papel y de forma puramente teórica, pues es un hombre sin experiencia en combate, el mando recae en el capitán  Douglas (Michael Caine), un ingeniero que trabaja para la British Petroleum y que ha sido movilizado para dirigir tareas de descarga de combustible. Desde el primer momento, se verá desbordado en esta misión en la que se harán pasar por miembros del ejército italiano.


La película fue rodada en tierras de Almería que pasaron a convertirse en el desierto del Sahara. El veterano André De Toth, realizador del film, ya conocía Almería, pues había sido director de la segunda unidad de Lawrence de Arabia.
Además de conocidos secundarios británicos, de esos cuyas caras reconocemos en cuanto aparecen en pantalla, también intervino algún actor español como es el caso de Enrique Ávila, en el papel de uno de los mercenarios, un griego llamado Kalarides, o el torero y actor Rafael Albaicín, que hace un pequeño papel sin diálogos como jefe de la tribu nómada que se encuentran en un oasis.


Si quieren ver héroes, busquen otra película, aquí todos son villanos, la pandilla de delincuentes que conforman el comando, además son peligrosos y amorales. La guerra que nos presentan es la de la supervivencia, con situaciones límite, algunas escabrosas y violentas. Nada de caballerosidad, ni de jugar limpio y si les reprochas algo de sus actuaciones, te responderán, no sin razón, que ninguna guerra es limpia, todas son sucias y en ellas muere gente, así que de lo que se trata es de salvar el pellejo, porque si te pierdes en tonterías, vendrá otro que te llevará por delante, las heroicidades para quien las quiera.
Y para completar el panorama está la hipocresía de los mandos, a los que nada importa dejar vendidos a sus hombres, tan cínicos y falsos que, al final, simpatizas más con los despreciables miembros del comando que con sus superiores.
Todo ello para llegar a un final tan poco complaciente como la misma historia que hemos contemplado y en el medio, muertes salvajes, un intento de violación en grupo a una enfermera alemana y algo que llama la atención en una película de 1969, dos árabes, miembros del grupo, son homosexuales y aunque en la versión española, como no podía ser menos, pasan por hermanos, supongo que no colaría. Imagínense a dos jóvenes en edad militar haciéndose arrumacos, dándose besos, poniéndose ojitos y yendo de la mano, literalmente.
Sobre todo al principio, tiene algún pasaje con tono humorístico cargado de sarcasmo y en el mensaje del film hay algo de antibelicista, incluso contrario a la jerarquía que establece una institución como el ejército, con unas escenas de acción bastante espectaculares.




miércoles, 29 de septiembre de 2021

CRY MACHO

 


Texas, 1980. Mike Milo (Clint Eastwood) es una ex estrella de rodeo y criador de caballos jubilado que lleva una vida tranquila alejada de las competiciones. Un día, su antiguo jefe y socio, Howard Polk (Dwight Yoakam), le pide un favor: traer de vuelta a su hijo Rafael (Eduardo Minett), que vive en México con su problemática madre Leta (Fernanda Urrejola). Lo que al principio parece un trabajo sencillo, desemboca en una peligrosa aventura llena de obstáculos que complican el camino para regresar a casa.


Basada en la novela del mismo título de N. Richard Nash, inicialmente escrita como guión cinematográfico, de ahí que su autor, a pesar de haber fallecido en 2.000, figure también como guionista en los títulos de crédito junto a Nick Schenk, con quien Eastwood ya ha trabajado en Gran Torino o The mule.
Hubo varios intentos de llevarla a la pantalla anteriormente, uno de ellos impulsado por Arnold Schwarzenegger, que tenía planeado regresar al cine con este film tras su etapa como gobernador de California.


Desde el respeto que me merece la figura de veteranísimo actor y director Clint Eastwood, una leyenda viva del cine, esta es una película muy menor tanto en su faceta interpretativa como en la de realizador. Se pueden sacar lectura positivas, claro que sí, los momentos de ternura, el encanto del baile a los compases de "Sabor a mi" (aunque a algunos seguro que les resulta repetitivo de algunas de sus películas) o las críticas al machismo de un tipo que fue el "macho" por excelencia en algunos de sus films. Pero estoy de acuerdo con las críticas sobre la endeblez del guión y ya no digamos sobre las interpretaciones de las que quizá se salva Natalia Traven
Sabido por sus seguidores es que Eastwood, sobre todo desde que, allá por el lejano 1967, creó Malpaso Productions, rueda en una o, como mucho, dos tomas y eso, para que funcione, requiere intérpretes buenos, al menos competentes, para lo cual, la labor de casting es fundamental, algo que se ve aquí no ha funcionado, al menos a mi juicio, se les nota envarados, como si compartir secuencia con un mito les quitara naturalidad o tal vez es que no dan la talla simplemente. 
Eso sí, van a disfrutar de una fotografía esplendorosa, de unos paisajes muy bien retratados y de algunas tomas que son auténticas postales impresionantes por su belleza. 
Añado a ello algo que me llamó la atención: El montaje de las primeras secuencias del film, con algunas tomas muy buenas que están magníficamente ensambladas.




martes, 28 de septiembre de 2021

LA ESPAÑA VACÍA

 

Ahora la llaman la España vaciada, a esta España de interior, despoblada y, en cierto modo, olvidada, a la que de forma recurrente políticos, artistas, en general gente influyente en sus respectivos campos, vuelve la vista de vez en cuando, unas veces de forma sincera y otras porque siempre queda bien acordarse de los menos favorecidos, nadie se lo va a reprochar.
Sergio del Molino enfoca su libro como un ensayo literario, no como un documento científico y así nos lo advierte, reflexionando sobre diversas circunstancias que rodean a esta España que, según el autor, siempre estuvo vacía por más que ahora parece que se ha agudizado la situación, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo pasado, tiempo en el que la paulatina pero imparable mecanización de las tareas agrícolas acabó expulsando hacia las ciudades a quienes vivían de esas labores y ya no eran necesarios.
Y es que si recorremos los viejos textos de los viajeros que atravesaron estas tierras en épocas pretéritas, pero no tanto, una de las circunstancias que más les llamaban la atención era la despoblación, la distancia entre núcleos urbanos entre los que no había prácticamente nada, ni siquiera árboles, cuanto menos casas y gente.
En la línea de costa que discurre desde Barcelona al Mar Menor, se sucede un continuo urbano interrumpido por tramos muy cortos de costa salvaje donde viven más de 14 millones de personas. En Andalucía, algo más de 8 millones, de los que más de cinco lo hacen en el litoral. Las regiones del norte peninsular tienen una densidad de población cercana a los estándares europeos, con núcleos cercanos entre sí y un rico pasado industrial que une a siete millones de habitantes. En el resto, hay pocas personas y muy alejadas unas de otras.
Esto es una rareza que no tiene igual en los países europeos con los que España suele compararse (lease Francia e Italia)  y mucho más alejada de las realidades que viven en naciones como Gran Bretaña o Alemania. Viajar por carretera a través de Francia, Inglaterra o Alemania consiste en una sucesión ininterrumpida de viviendas y pueblos, con apenas puntos en los que transitar sin testigos. En Europa occidental, sólo Irlanda tiene una densidad de población inferior a la nuestra, en la que, a su vez, nada tiene que ver la densidad de Madrid con la de Teruel o Zamora, por ejemplo.
Las razones de esta situación son las que ocupan este libro, las razones que apunta el autor, claro, quizá otros opinen de otra manera. Una de ellas (porque varias son), es el paisaje, aquello de que lo verde empieza en los Pirineos, no es solo el título ambiguo de una película, es literalmente así y cuando se viaja de sur a norte, al atravesar la gran cordillera, se pasa, sin transición, de un clima seco a uno húmedo, del arbusto espinoso al césped.
Siglos de abandono y atraso han hecho del campo español un escenario de casas apiñadas y pequeñas que es la morfología predominante en Castilla, Aragón o Extremadura y, por supuesto, localidades despobladas; un pueblo rico de la meseta, nunca fue tan rico como uno pobre de Europa central.
Como digo, reflexiones sobre el tema y sobre las actitudes de los políticos o de los nacionalismos, a los que se les llena la boca al hablar de la superioridad moral del campo sobre la urbe, pero quienes lo dicen (salvo raras excepciones), siguen viviendo cómodamente en las ciudades y solo van allí de visita, normalmente interesada.
Hablamos de una España de la que, si no en primera, sí en segunda o tercera generación, proceden millones de españoles, que ya no existe y, en muchos aspectos, ha sido mitificada, como una especie de Alicia en el país de las maravillas y pese a que algunas formas de patriotismo parece que renacen, una vez superada, poco a poco, la mala prensa del lastre franquista, parece muy difícil conseguir que la despoblación se corrija, así que, al menos, nos queda pedir que se tome conciencia de lo peculiar que es España y que se escuchen esos silencios, ya que ruidos no hay, que llegan desde el yermo, para ver si así somos capaces de imaginar una convivencia que tenga en cuenta las rarezas demográficas y sentimentales de este trozo de tierra al sur de Europa. 



lunes, 27 de septiembre de 2021

COMANDO DE LA MUERTE

 


Un pequeño grupo del ejército británico es enviado a destruir un depósito de suministros alemán en el Norte de África, como parte de los preparativos para un gran ataque en la campaña del norte del continente. Mientras están allí, ven una gran cantidad de tanques y son conscientes de que el almacén de combustible es bastante más grande de lo que conoce la inteligencia del Ejército y que deben informar de su hallazgo al alto mando. Los alemanes están igualmente decididos a no permitirles que regresen a su base, y el resultado es una tensa persecución por el desierto.


Tiene el sabor de las producciones británicas, cuidada, bien ambientada en el desierto libio y con buenas interpretaciones.


A pesar de todo ello y de que sabe mantener con buen pulso la tensión de la persecución, retratar las penalidades de los soldados atravesando cientos de kilómetros en el desierto y una buena reproducción de los combates, uno tiene la sensación de estar contemplando algo ya visto muchas otras veces. Interesante y entretenida como película bélica y poco original en el resto.




sábado, 25 de septiembre de 2021

COMANDO EN EL DESIERTO

 


El capitán Alex Foster (Richard Burton) es un oficial de inteligencia británico elegido para liderar un atrevido ataque contra las defensas costeras alemanas en Tobruk. Al infiltrarse en un convoy alemán que conduce prisioneros de guerra, Foster descubre que la mayoría del comando con quien debía reunirse, ha sido eliminado y que los prisioneros a quienes custodian pertenecen a una unidad británica de sanidad militar dirigida por un cuáquero objetor de conciencia. Con la ayuda de MacKenzie (John Colicos), uno de los comandos supervivientes, Foster convierte al grupo heterogéneo de prisioneros en una fuerza de combate que tendrá un encuentro inesperado con el mismísimo Zorro del Desierto, el mariscal de campo Erwin Rommel (Wolfgang Preiss).


La película tiene unas cuantas cosas de esas que sonrojan porque denotan un guión flojucho y en el que parece no se esforzaron demasiado, quizá la más llamativa, que no la única, es la inclusión en la historia de una mujer (interpretada por la actriz francesa Danielle De Metz), supuesta amante de un general italiano, que no pinta absolutamente nada en el film. 
Otra de las cosas llamativas es la inclusión de muchas imágenes (no estamos hablando de fotogramas sueltos, sino de largas secuencias) de la película de 1967, Tobruk, hasta tal punto se utilizan y está claro que estaba previsto hacerlo, que Richard Burton aparece teñido de rubio para que en las tomas lejanas pase por el personaje que interpreta en Tobruk George Peppard
Y para acabar de rematarlo, los alemanes parecen tontos de cintura para arriba e idiotas de cintura para abajo, el capitán Foster les engaña con más facilidad que un trilero de feria y, por si fuera poco que lo hiciera con simples combatientes, lo hace con el propio Rommel. Un despropósito absoluto.


Película mediocre, y lo digo por el respeto que me merece toda creación artística, porque, como digo siempre: ponte tú a hacerlo a ver lo que te sale; pero me consta que, en general, los calificativos, no son tan benévolos. 
Entonces (1971), lo del teletrabajo estaba por llegar, pero si hubiera sido ahora, un director como Henry Hathaway, podría haber hecho esta película perfectamente desde su casa.




viernes, 24 de septiembre de 2021

LOS DUELISTAS

 


A principios del XIX, a punto de comenzar las guerras napoleónicas, un teniente de húsares del ejército francés, el aristócrata Armand D'Hubert (Keith Carradine), recibe la orden de arrestar al teniente Feraud (Harvey Keitel) por haber participado en un duelo. Feraud, encolerizado, desafiará una y otra vez a D'Hubert durante quince años.


Basada en el relato de Joseph Conrad The Duel (El duelo), la pieza tuvo hasta tres títulos diferentes, al ya indicado habría que añadir, Los duelistas y Un asunto de honor, este último a sugerencia de su amigo Ford Madox Ford
Se ambienta en las campañas napoleónicas entre 1801-1815 y más que centrarse exhaustivamente en el desarrollo militar de la época, el autor lo enfoca en dos jóvenes oficiales, además de servir a Conrad para reflexionar sobre lo absurdo de las guerras y los enfrentamientos armados en general. 
La historia tiene su origen en un hecho real, Dupont y François Fournier Sarlovèze, a quienes Conrad cambió los nombres de Dupont a D'Hubert y de Fournier a Feraud, eran dos oficiales de húsares del ejército napoleónico que se retaron a duelo durante años. El primer duelo entre estos dos oficiales tuvo lugar en 1794, tras el cual Fournier exigió una revancha. Esta revancha y muchas otras, ocasionaron finalmente más de treinta duelos durante los siguientes diecinueve años, en los cuales lucharon a caballo, a pie, con espadas y con sables. El duelo se truncaba por algún motivo, o Fournier nunca quedaba conforme con el resultado y volvía a buscar a su enemigo para seguir luchando. Finalmente, el enfrentamiento se resolvió cuando Dupont fue capaz de superar a Fournier en un duelo a pistola y, a pesar de tener su vida entre las manos, lo perdonó y lo obligó a prometer que nunca lo molestaría de nuevo.


En el fondo de la historia de Conrad, subyace, además de esa crítica hacia la resolución de los conflictos acudiendo a las armas y a la muerte del contrario, una realidad que se dio en el ejército napoleómico y que aquí solo queda apuntada y dejada a la deducción del espectador más despierto o que pasará desapercibida para quien no tenga sólidas nociones sociopolíticas de la historia del momento: Napoleón dio paso a que los plebeyos alcanzarán grados entre la tropa, pero siempre hubo un resquemos entre los oficiales que procedían de las clase bajas hacia los que venían de la nobleza, por los que se sentían menospreciados. El caso es el que representan los dos contendientes, Feraud procede del pueblo y su oponente de la nobleza. el primero es furibundo defensor de Napoleón y al segundo no se le nota ningún entusiasmo por el emperador. Esa especie de inferioridad que siente Feraud, es lo que le lleva a odiar y a perseguir la muerte de manera casi enfermiza, de su contrincante. Cuando la monarquía es restaurada, D'Hubert conservará todos los privilegios de su clase, mientras el otro, aún con el grado de general, pasará a ser una especie de don nadie que se acabará de hundir cuando se ponga de nuevo a las órdenes de Napoleón a su regreso de Elba y sea posterior y definitivamente derrotado, un proscrito, en tanto D'Hubert seguirá progresando en su carrera.
Algún crítico dijo de ella que parecían cuadros en movimiento y creo que no está mal la definición. El magnífico vestuario, la recreación exacta de los uniformes, el conocimiento preciso de la esgrima del siglo XIX, con enfrentamientos muy bien coreografiados, las cuidadas composiciones, el paisaje, tanto exterior como de interiores, hacen del film una película exuberante en muchos sentidos que se mueve entre un suave barroquismo y el naturalismo.
Lo que está claro es que la belleza visual atrapa y también las buenas interpretaciones de los dos protagonistas. Un film que quizá no habría existido sin el estreno anterior de Barry Lyndon, la película que cautivó a Ridley Scott, hasta entonces dedicado casi exclusivamente al mundo del audiovisual comercial y que quiso emular al maestro Kubrick al que consigue acercarse por momentos atrapando toda la belleza de una historia violenta en unas imágenes que, como contrapunto, está cargadas de poesía.




jueves, 23 de septiembre de 2021

FIRST COW

 


Oregon 1920. Otis "Cookie" Figowitz (John Magaro), viaja junto a un grupo de cazadores que le han contratado para que les haga la comida. El carácter delicado y tranquilo de Otis, choca con el ruidoso y agresivo de los cazadores a cada instante. 
Una noche, se encuentra con King-Lu (Orion Lee), un misterioso inmigrante chino que huye de unos hombres que le persiguen por matar a un ruso. Cookie permite a Lu esconderse en su tienda por la noche y lo ve escapar a través del río al día siguiente, aunque se reunirán de nuevo, más tarde, en la choza de Lu. Entre ambos se irá forjando una creciente amistad en este ambiente hostil.


Basada en la novela The Half-Life de Jonathan Raymond, que escribe el guión junto a la realizadora Kelly Reichardt, quien a la vez también edita su film.


En línea a sus anteriores trabajos y en lo que ya se puede considerar como un sello propio de estilo, la realizadora estadounidense nos acerca un film que tiene algo de contemplativo, sobre todo en su primera mitad, escenas en las que el espectador puede detenerse simplemente a disfrutar de planos bien compuestos y muy detallistas como suele ser también típico en el cine de Reichardt. Son de esas secuencias en las que da la impresión de que no pasa nada y en realidad, lo que está ocurriendo es una larga presentación de los dos personajes protagonistas, del entorno y de su amistad, tratada con la sutileza con que suele hacerlo, en la que muchos ven su forma de hacer femenina, más que feminista, pues aunque personajes masculinos, son seres que tienen cierta fragilidad, alejados del estereotipo del pionero arrojado y valeroso y, aunque se enfrentan a peligros y a una cierta hostilidad del ambiente en que viven, lo hacen con la normalidad de personas corrientes, sin atisbo alguno de romanticismo y con tomas que huyen de la cosificación de los seres humanos que en ellas aparecen. La segunda mitad de film, justo desde la aparición de la vaca, que se convierte en un personaje más de la película, se torna algo más dinámica, o esa es la sensación que nos da, quizá porque entra en juego la intriga sobre el desenlace del proyecto que acometen ambos amigos, una especie de metáfora sobre el sueño americano que, aunque nos resulta previsible, nos atrapa en su desarrollo. 
En esta ocasión hay un detalle que cambia respecto a otras películas de la guionista y realizadora de Florida y es que en vez de diluirse la historia, el final nos queda bastante claro gracias a la escena que abre el film en la que nos queda explicado en qué acabó la aventura de aquellos dos atípicos seres.




miércoles, 22 de septiembre de 2021

LA BALADA DE BUSTER SCRUGGS

 


Antología de seis capítulos, cada uno enfocado desde una perspectiva distinta con respecto a la frontera norteamericana y a los peculiares personajes que habitan en sus alrededores. Cada parte cuenta una historia distinta basada en las convenciones del Lejano Oeste de los Estados Unidos. Seguimos a un pistolero que canta, un ladrón de bancos, un empresario viajero, un anciano buscador de oro, una caravana y una perversa pareja de cazarrecompensas.


Primera escena con Monument Valley como paisaje de fondo, último relato que se desarrolla en una diligencia. La evocación fordiana no puede ser más explícita en un film que se mueve entre la parodia y el homenaje a los clásicos del western, una especie de compendio de los estereotipos de estos relatos de frontera en los que vemos desfilar el desierto, pero también el verde y recóndito valle no hollado por el hombre, con su riachuelo atravesándolo; los indios; la caravana; el banco que va a ser atracado; el saloon; el prostíbulo; el empresario que recorre con su espectáculo, que cabe en una carreta, los distintos lugares de este mundo lejano e inhóspito; la horca; la interminable pradera...


Dicen que los productores o la distribuidora (no lo se, ni me consta), querían hacer una serie televisiva con estos relatos y hay críticos que señalan que la diversidad de las historias hacen de la película un producto desigual. Bueno, no dejan de ser opiniones, como la de aquellos que, en base a sus legítimos gustos, ensalzan unos relatos y dicen de otros que son peores o que no les gustan. Yo disiento en general de estas opiniones, para mí la película está bien como está y los relatos son todos de gran nivel, unos más largos, otros más concisos, pero todos ellos, pequeñas maravillas cinematográficas, con esplendorosa fotografía y un humor negro y cáustico tan propio de los Coen. Historias con el nexo común de la muerte, algo que, con el nacimiento, es lo único que nos hace iguales a todos, de la que saben reírse o reflexionar los de Mineápolis con ese retrato del Oeste que nos lleva a los clásicos en un tono de respeto y cariño adornado con divertimento y sonrisa, pero también emotivo y evocador.




martes, 21 de septiembre de 2021

LA BATALLA DEL EBRO

 

La más larga, en la que intervinieron más combatiente y de las más sangrientas de la Guerra Civil, así fue la Batalla del Ebro, librada entre las fuerzas franquistas y las republicanas entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938 en una zona, la Terra Alta de Tarragona, de escaso valor estratégico y que el general republicano Vicente Rojo, diseñó e inició para distraer al enemigo que acosaba Levante y porque el presidente Negrín quería ganar tiempo en la esperanza de enlazar el conflicto español con la guerra europea que se presumía cercana y de ese modo lograr que Francia y Gran Bretaña apoyaran la causa republicana.
¿Por qué el paso del Ebro, la conquista de un reducido espacio de terreno y, lo dicho, de un valor estratégico no especialmente relevante una vez contenido el avance, se convirtió en un episodio decisivo?
En primer lugar, porque Franco decidió aceptar el reto del enemigo y plantarle cara en el lugar que le proponía, pero, sobre todo, porque no deseaba iniciar una contraofensiva desde Lérida, ya en poder de sus tropas y con la que hubiera podido envolver a sus enemigos. La siguiente pregunta es obvia: ¿Por qué no atacar desde Lérida? Porque no deseaba desplegar su ejército en un territorio fronterizo con Francia, pues entre las tropas rebeldes había unidades italianas y la aviación alemana, y no deseaba que el gobierno galo, ante la amenaza de ese ejército cerca de su frontera, abriera sus pasos para facilitar la llegada de material bélico hasta la zona republicana.
La batalla, casi desde el comienzo, una vez superada la sorpresa inicial, estabilizó el frente y los pequeños avances de unos y otros, eran replicados con la reconquista del escueto territorio perdido. Una guerra de trincheras en la que tuvo actuaciones destacadas la artillería y la aviación, mientras se producía una auténtica sangría de tropas de infantería empeñadas en combates cuerpo a cuerpo que iban diezmando las unidades. 130.000 hombres de ambos bandos resultaron muertos o heridos entre las viñas, los olivos, los picos desnudos, las escarpaduras o las vegas de la Terra Alta, en una batalla que algunos entendidos calificaron como la más innecesaria y absurda de cuantas se libraron en aquella guerra.
Además de analizar la batalla en si y de cómo la artillería nacional fue adquiriendo cada vez más efectividad o cómo los llamados rojos demostraron una capacidad defensiva inusitada y con una moral muy elevada que sorprendió a sus contrincantes que, con medios y fuerzas superiores, no eran capaces de romper el frente, Jorge Martínez Reverte nos va relatando las tensiones que se vivían en ambos lados. En uno, ante la hegemonía que tomaban los comunistas, en el otro, las disensiones en el estado mayor de Franco entre los generales y las distintas posturas ante la estrategia a seguir.
A eso, en un estilo que me ha recordado el del británico Antony Beevor, añade lo que llamo la Historia pequeña, esa que no figura en los manuales al uso, los testimonios de los humildes, de los combatientes de a pie o de personas sin importancia en las grandes decisiones y, de este modo, sabemos de manera cercana de las calamidades que sufrieron, de las injusticias o de las pequeñas y sencillas alegrías, de cómo en los días de calma chicha que precedieron al desenlace, se dedicaban a matar perros asilvestrados, una actividad en la que estaban de acuerdo ambos bandos, porque no lo hacían por diversión, sino porque estos animales se habían quedado sin dueño, porque en los pueblos no quedó un alma, todos habían tenido que huír y los perros que un día fueron domésticos, no tenían quien les alimentara y disputaban el alimento a los hombres y cuando les atacaban, no lo hacían como cualquier animal salvaje, sino que ellos, que convivieron antaño con el hombre, sabían cómo hacerlo y se habían convertido en un peligro real.
De esas historias hay unas cuantas que hacen del libro algo más que un trabajo sobre la guerra y sobre una batalla cuyo desenlace selló definitivamente el destino final de la contienda.



jueves, 16 de septiembre de 2021

LOS HERMANOS SISTERS

 


1850. Los hermanos Charlie y Eli Sisters viven en un mundo salvaje y hostil, en plena fiebre del oro. Tienen las manos manchadas de sangre, tanto de criminales como de personas inocentes. No tienen escrúpulos a la hora de matar. Es su trabajo. Charlie (Joaquin Phoenix), el hermano pequeño, nació para matar. Eli (John C. Reilly), sin embargo, sueña con llevar una vida normal. Ambos son contratados por el Comodoro (Rutger Hauer) para encontrar y matar a Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed), un buscador de oro. De Oregón a California arranca una caza despiadada, un viaje que pondrá a prueba el demencial vínculo entre los dos hermanos.


El guión se basa en la novela del mismo título del canadiense Patrick deWitt, publicada en 2011. 
La novela no es sólo la historia del encuentro con el excéntrico, sabio y aventurero Hermann Kermit Warm, a quien no saben por qué deben matar, sino que es también el camino, la cambiante relación entre los dos hermanos y los encuentros y aventuras que en esa deriva por el lejano Oeste se suceden: vagabundos, locos, burdeles, putas y hasta una peculiar contable que fascina a Eli, un moralista transitoriamente amoral a quien a veces le pesan su oficio y su soledad.
La película, con participación española en la producción, se rodó casi toda en España, concretamente en Tabernas (Almería) y en localizaciones de Navarra y Aragón.


Si no fuera por las reflexiones a que da lugar el viaje, estaríamos ante un western convencional del que, como mucho, hablaríamos para dilucidar si está mejor o peor rodado y cosas por el estilo. Sin embargo, ese viaje de los dos hermanos supone una catarsis en sus relaciones y en sus propias vidas, hasta el punto de que, cuando acaba, ni son los mismos, ni lo serán sus existencias. Parece una historia convencional, una persecución de las que tantas hemos visto en los films del oeste, pero nada más lejos de la realidad, los diálogos están muy bien trabajados y los personajes tienen gran profundidad, todos ellos. Magnífica la partitura de Alexandre Desplat y muy buena la fotografía de Benoît Debie que se beneficia de la belleza de los paisajes del Alto Aragón de los que sabe sacar muy buen partido. No quiero dejar de mencionar la participación de la italiana Milena Canonero, toda una referencia en el diseño de vestuario. 
A pesar de la excelente acogida entre la crítica (premio al mejor director en el Festival de Venecia y cuatro premios César de 9 nominaciones), el film no tuvo el mismo reflejo en taquilla, pero sí que puedo decir que, a mi juicio, estamos ante una de esas películas que ya desde las primeras escenas te dan la sensación de que vas a ver un buen film y así resulta ser.




miércoles, 15 de septiembre de 2021

QUO VADIS, AIDA?

 


Aida Selmanagic (Jasna Djuricic), es una maestra de escuela que trabaja como traductora para la ONU en Srebrenica. Pero con el acercamiento del ejército serbio a la ciudad, su familia se ve obligada a huir, al igual que otras miles de personas que buscarán refugio en los campos de la ONU. Aida entonces deberá elegir entre ceñirse a su trabajo de las negociaciones con el ejército o ayudar a su familia a escapar y sobrevivir.


Ambientada en Bosnia en julio de 1995, en fechas que corresponden al sangriento y triste episodio de la Guerra de los Balcanes conocido como La Masacre de Srebrenica, se palpa toda la tensión que desembocaría en aquella tragedia, que consistió en el asesinato de más de 8000 personas, musulmanes bosnios a manos de unidades del VRS (Ejército de los Servios de Bosnia), bajo el mando del general Ratko Mladić (Boris Isakovic), así como por un grupo paramilitar serbio conocido como «Los Escorpiones». Se produjo en una zona previamente declarada como «segura» por las Naciones Unidas ya que en ese momento se encontraba bajo la supuesta protección de 400 cascos azules neerlandeses. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY), calificó los acontecimientos de Srebrenica como un acto de genocidio, ya que este hecho constituye el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La película se inspira en el libro de Hasan Nuhanovic "Bajo la bandera de la ONU: la comunidad internacional y el Genocidio de Srebrenica". 


Película dura donde las haya, pero porque la realidad lo es a veces y, desde luego, la realidad de lo que fue la historia que nos traslada el film fue dura, sangrienta, cruel y vergonzosa. Si episodios como este resultan aberrantes cuando leemos viejas páginas de guerras antiguas, lo son mucho más trasladados a conflictos ocurridos en el mundo moderno, pero que hayan sucedido anteayer, como quien dice y que continúen sucediendo en algunos paises en la actualidad, es, a más de una aberración, algo que nos debería avergonzar a la humanidad entera, a uno por uno de nosotros. Entre la incompetencia de unos, la poca de vergüenza de otros y la cruel inmoralidad de los ejecutores, más de ocho mil personas fueron ejecutadas sin posibilidad alguna de defenderse solo por pertenecer a una etnia y profesar una religión, algunos, seguramente, ni siquiera por eso, simplemente porque sí, porque estaban allí en aquel momento, ese fue su crimen. 
La película tiene un aire general como de cine amateur (la verdad es que no sé como explicarlo, porque tampoco es que sea esa la impresión exacta), no se si por falta de medios o que su realizadora filma así, pero curiosamente, esto juega a favor del film, porque le da un aire de naturalidad, de realidad más que de realismo, sin necesidad de recurrir a golpe de efecto alguno, que nos hace sumergirnos de lleno en una historia que sigue un paulatino crescendo hasta hacerse casi insoportable, no por la película en sí, de ninguna manera, sino porque realmente la historia resulta agobiante por lo cruel e injusta que fue y que el film nos logra transmitir. Miles de personas amontonadas (perdón por la expresión, pero es lo que parece) en el umbral de lo que consideran su último refugio, con las puertas cerradas en sus narices y con los soldados de la ONU incapaces de protegerles, sabiendo, unos y otros, lo que se les viene encima. Una especie de crónica de una muerte anunciada que, repito una vez más la palabra, resulta vergonzosa. 
Hay quien piensa que si la película hubiera concluído en el momento en que alcanza su clímax, el film hubiera resultado más redondo, mejor acabado y más impactante, con unos acontecimientos que se producen fuera de campo, pero que estamos viendo en nuestro interior porque no hace falta que nos los muestren de manera explícita, el nudo en la garganta ya lo tenemos. 
Sin embargo, Jasmila Zbanic, alarga el film quince minutos más que, para mí, no sobran, seguramente le sirvieron para tratar de cerrar su propio duelo, para acabar de rematar su propia historia y lo hace con un mensaje de esperanza que, después de todo lo que hemos visto hasta ese momento, no creo que estén fuera de lugar y más aún con la delicadeza con que están rodados, en pocas imágenes se nos muestra el dolor de después; la rabia por ver a los sanguinarios viviendo plácidamente rodeados de su familia (algo de lo que se ha privado a los supervivientes de la masacre) y la esperanza de los niños que, en su inocencia, nada saben de rencores y, por humillante que haya sido el pasado, solo saben mirar hacia delante y obligarnos a los demás a mantener la esperanza de un futuro mejor.


lunes, 13 de septiembre de 2021

TOBRUK

 


Septiembre de 1942. Con el Afrika Korps de Erwin Rommel avanzando hacia Egipto con intención de tomar el Canal de Suez, una unidad de fuerzas especiales, compuesta por judíos alemanes que sirven con los británicos a pesar del resentimiento mutuo entre ambos, secuestra al Mayor Donald Craig (Rock Hudson) un oficial canadiense, topógrafo experto, prisionero por los franceses de Vichy en Argelia a punto de ser trasladado al país galo. El oficial viajará con el comando de británicos y judíos alemanes a través de 800 millas del Sahara para ayudar por tierra en un ataque coordinado con la aviación y la marina de guerra, contra la enorme base de almacenamiento de combustible de Tobruk, una misión en que se sucede un inconveniente tras otro y que descubre un obstáculo imprevisto.


La película se basa en una acción real que tuvo lugar los días 13 y 14 de septiembre de 1942, llevada a cabo por fuerzas británicas, rodesias y neozelandesas en Tobruk, conocida como "Operation Agreement" y que, al contrario de lo que ocurre en el film, fue un absoluto fracaso para las tropas aliadas con cientos de hombres muertos, heridos o capturados por los alemanes e italianos.
Sin embargo, el film, es una historia totalmente ficticia y, por momentos, bastante exagerada.


La película cuenta una historia bastante increíble, pero sin embargo, la tensión dramática que proporcionan los distintos incidentes que surgen en el recorrido por el desierto, está bastante bien conseguida (insisto que resulta por creíble, sobre todo en algunos tramos), pero sin duda, lo más espectacular de la película son los efectos especiales, en aquella época en que lo eran de verdad, nada de recursos digitales. Es una de las cosas a las que acudimos cuando una película nos dice poco, eso y comentar la fotografía o el empeño de los actores en las interpretaciones, pero de veras que, en este caso, los efectos especiales llaman la atención y, de hecho, la película tuvo una nominación al Oscar en este apartado. 
Aunque puede resultar algo pretenciosa y cae en algunos tópicos como presentar a los alemanes como unos incompetentes a quienes engañan los británicos una y otra vez, las escenas de acción están bastante bien y las dos estrellas del film, sobre todo Hudson ya en horas bajas, están muy bien rodeados por unos secundarios de cierto nivel.


viernes, 10 de septiembre de 2021

MORITURI

 


Segunda Guerra Mundial (1939-1945). A bordo de un barco de carga germano se encuentra un alemán, Robert Crain (Marlon Brando),  un bon vivant, que está contra todo tipo de guerras, que lleva dos años viviendo en Calcuta bajo identidad falsa tras no haberse presentado a la llamada del ejército alemán y que es reclutado bajo chantaje por el Servicio Secreto Británico. Su misión consiste en sabotear el barco y entregar su valioso cargamento de caucho a los aliados. Por su parte, Rolf Mueller (Yul Brinner), el capitán del barco, es un hombre amargado por los horrores de la guerra, también chantajeado para que se haga cargo de un barco en cuya tripulación no confía, pero no tiene más remedio que cumplir con sus obligaciones.


El guión se basa en la novela del mismo título del escritor, periodista y guionista alemán Werner Jörg Lüddecke.


Lo cierto es que la historia que narra, resulta algo inverosímil, pero bueno, esto es cine y cuando los resultados son aceptables, parece que uno es más proclive a dar un poco de margen a esa especie de "trampas" que el guión establece para abrir camino a la narración, pero sí, tiene unas cuantas cosillas que resultan, cuando menos, poco creíbles.
Contiene un cierto mensaje pacifista y no se recrea en evidenciar lo buenos que son unos y lo malos que son otros, sino que todos ellos, los británicos o los prisioneros norteamericanos, por un lado y los alemanes, por otro, cometen cada cual sus tropelías.
Por otra parte, el suspense está bastante logrado, al punto de mantener al espectador atento a pesar de las dos horas de metraje y tiene muchas tomas arriesgadas y resueltas de maravilla, con picados y contrapicados, sobre todo en la sala de máquinas, cuando el protagonista está tratando de desactivas las cargas explosivas que son auténticas obras de arte, al igual que otras secuencias en que juega con el fondo de campo para mostrarnos a los personajes en planos distintos.
Bien interpretada, quizá alguna de las historias paralelas, como la de la prisionera judía o la de los soldados norteamericanos trasladados al carguero, resulten forzadas y aportan poco o nada a la historia general del film sino es para dar un par de mensajes morales, por ejemplo, algunos de los prisioneros norteamericanos, se unen al complot a cambio de los favores sexuales de la chica (interpretada por Janet Margolin) , lo que les deja como unos desalmados.
Estupenda fotografía en blanco y negro de Conrad L. Hall, por la que estuvo nominada al Oscar y unas interpretaciones a la altura de dos grandes de la pantalla como son Brando y Brinner, para una película que se convierte en un hermoso drama bélico con ese mensaje de fondo en que se contraponen el rechazo a la guerra y la pérdida de vidas que supone y el deber moral de contribuír con el propio sacrificio a terminar con el conflicto. 




jueves, 9 de septiembre de 2021

THE ASSISTANT

 

Jane (Julia Garner) es una recién graduada universitaria y aspirante a productora de cine que hace cinco semanas ha conseguido un empleo, aparentemente ideal, como asistente de un poderoso ejecutivo de la industria del entretenimiento. Su día a día es muy similar al de cualquier otro asistente: preparar café, abrir el correo, cambiar el papel en la fotocopiadora, ordenar el almuerzo, reservar vuelos, organizar reuniones, fotocopiar guiones o recibir mensajes telefónicos, es decir, tareas poco agradecidas; pero también le toca adecentar el despacho del jefe cada mañana, lo que significa limpiar las manchas en el sofá que dejan las sesiones de 'casting' y recoger del suelo algún pendiente perdido en espera de que su avergonzada propietaria acuda a recuperarlo. Y es ella quien le coge el teléfono a la esposa burlada, y aguanta sus ataques de ira mientras el marido probablemente está ocupado con una de las mujeres a las que ha prometido una carrera a cambio de sexo. Pero a medida que Jane sigue su rutina diaria, es cada vez más conscientes del abuso que rodea insidiosamente cada aspecto de su jornada laboral, una acumulación de degradaciones contra las cuales Jane decide adoptar una posición, quizás solo para descubrir la verdadera profundidad del sistema del que ella ya forma parte.


La película transcurre durante una jornada laboral de la protagonista, comienza cuando aún no ha amanecido y las calles están vacías y termina bien entrada la noche, con las calles, de nuevo, sin apenas gente. Esto ya nos da una idea de una de las facetas del trabajo de Jane: una jornada agotadora. 
Por lo que ve y oye en el despacho de su jefe, por los comentarios inconvenientes y subidos de tono de otros ejecutivos o de sus propios compañeros asistentes, por las llamadas de la esposa, Jane presupone con bastante fundamento lo que ocurre en la empresa y de qué pasta está hecho este tipo, al que coloca en el botiquín, entre otras cosas, unas cuantas cajas de "Alprostadil", unas inyecciones para combatir la disfunción erectil. 
Es claro que el primer largometraje de ficción de la realizadora, guionista y editora Kitty Green es fácil de enlazar con el movimiento #MeToo y el tristemente famoso caso de abusos sexuales de Harvey Weinstein. Sin embargo, al mandamás de Miramax no se le nombra ni una sola vez, es más, al jefe de Jane ni le vemos, solo oímos sus gritos y sus salidas de tono a través de la línea telefónica. Y es que la realizadora australiana, autora también del guión, no quiere circunscribir el asunto a una persona aislada, como si el caso de Weinstein fuera un hecho aislado en el mundo de la industria audiovisual, muy al contrario, lo que trata es de darle un enfoque universal por medio de esa ausencia visual del personaje, puede ser cualquiera, porque fueron (y seguro que aún sigue habiéndolo) muchos a lo largo de la historia, no solo del cine, sino del teatro o de otro tipo de espectáculos (en España, por ejemplo, estaba muy vinculado este tipo de abusos al mundo de la llamada revista teatral).


El film trascurre de manera pausada, deteniéndose mucho en los detalles, algo que puede resultar aburrido a algunos, pero con ello, la realizadora, pretende hacernos llegar lo poco agradecido del trabajo de Jane y subrayar también que no sólo es intolerable el comportamiento de su jefe, sino que algunos de sus compañeros, dejan bastante qué desear, tratándola de modo altanero y abusando de que están, quizá y en el mejor de los casos, tan solo un escalón por encima de ella en el organigrama: Dejan las tazas usadas de cualquier manera, para que Jane las enjuague o, sencillamente, la ignoran, como si fuera un elemento más del mobiliario de la oficina. 
Lo que decide a Jane a acudir al servicio de personal de la empresa es que una chica que viene de un pueblo, cuyo trabajo anterior era de camarera, ha sido contratada como asistente, tras pasar una noche en el hotel en el que, "casualmente", está alojado el jefe. Jane sabe que esa chica no tiene preparación alguna y que es bastante guapa (ella fue la encargada de acompañarla al hotel) y, como se dice por aquí: blanco y en botella... Qué hace quien la recibe (no sabemos si es un simple empleado, un ejecutivo, un psicólogo o qué), pues nada, sencillamente dejar caer a Jane que si quiere conservar el trabajo y seguir aspirando a llegar algún día a ser productora, deje las cosas como están y añadir un comentario totalmente fuera de lugar, pero que deja claro que sabe de sobra lo que está ocurriendo: No deberías estar preocupada, no eres su tipo
El film no muestra nada, sugiere, para que sea el espectador quien saque sus conclusiones sobre lo que ocurre y deja en el aire, aunque lo suponemos, qué es lo que hará Jane en el futuro. Un acierto de la película a mi juicio es conseguir transmitir al espectador ese ambiente tóxico a través de esos pequeños detalles que comentaba más arriba, que ponen de relieve la corrupción y un cierto tipo de maltrato camuflado bajo la apariencia de exigencias laborales y poner al espectador en la tesitura en la que se hallan tantas personas: ¿Denunciar sin saber si va servir de algo o seguir mirando para otro lado y conservar lo que uno tiene? 
Gran trabajo de Julia Garner, presente en todas y cada una de las secuencias de la película, con una actuación contenida y, para algunos críticos, desaprovechada por la falta de diálogos y el exceso de silencios.