lunes, 14 de marzo de 2011

MANHATTAN

Nos llama la atención, en ocasiones, que algunas películas obtienen desiguales resultados en la taquilla, entre la crítica o a la hora de recibir el reconocimiento de los jurados de distintos festivales.
Aunque Woody Allen no las tenía todas consigo antes del estreno de esta, hasta el punto de llegar a ofrecer el rodaje de un documental de manera totalmente gratuita a la productora, para el caso de no obtener buenos resultados con Manhattan, la película recibió el aplauso casi unánime de los distintos sectores que componen este tinglado: Buenas críticas, varios premios y un par de nominaciones a los oscar y una excelente recaudación.
Así que, por una vez y sin que sirva de precedente, todos contentos y, yo creo que para bien, porque lo cierto es que estamos ante una magnífica película, hasta el punto de que es sabido que, para muchos, es la mejor película de Allen, algo que, como no me canso de repetir, siempre resulta subjetivo.


A mí siempre me ha parecido una especie, no de mezcla, sino de punto equidistante entre Annie Hall e Interiores. El director mezcla esas miradas subjetivas, ese contar lo personal, con la visión externa, con el contar una historia más genérica y no tan centrada en lo individual.
Y creo que lo hace bastante bien, porque partiendo de una historia que nos puede parecer banal, hace un retrato de toda una época, de toda una generación, si bien centrado en un grupo, esa especia de pseudoélite intelectual (o intelectualoide, si se quiere) que pulula por la Gran Manzana, centro neurálgico de las modernas vanguardias.
Eso sí, un retrato al más puro estilo Woody Allen, con personajes neuróticos, con prisas, divertidos, ingeniosos e irónicos, que están en una especie de búsqueda eterna del lugar que les corresponde en la vida, insatisfechos con su estatus, con su trabajo, con su vida en general y que buscan soluciones, casi siempre, en el lugar equivocado.


Inolvidable el comienzo, con las postales de ese Nueva York tan magníficamente retratado por Gordon Willis, con la Rhapsody in Blue de Gershwin, interpretada por la Filarmónica de Nueva York, dirigida por Zubin Mehta, un lujo auténtico.
Los personajes, entrañables, con esa tierna y a la vez madura Tracy (Mariel Hemingway), la historia menor, pero muy avanzada para la época, con una pareja de lesbianas educando al hijo de una de ellas y encarnada por la ex-esposa del protagonista, que interpreta una entonces poco conocida Meryl Streep... Muchos mensajes sobre la vida misma y sobre todos ellos, la esperanza de la juventud pura y sensata que se impone a este grupo de maduros en edad e inmaduros en forma de ser.
Y todo ello, con un magnífico guion, del que alguna vez vi reproducido el original, ya no recuerdo dónde y del que me llamó la atención que estaban reflejados en él, todos los detalles, los tartamudeos de los actores, las intervenciones simultáneas, en las que varios hablan a la vez.
Y la imagen de Woody Allen y Diane Keaton, sentados en un banco frente al Puente de Brooklyn.






8 comentarios:

  1. Para mi, hasta el momento, la mejor película de Allen. Se tiene que amar mucho un lugar de este mundo (corazón urbano de EEUU) para mostrarlo como el maestro lo hace. Dice en un momento del film; "La gente de Manhattan está todo el rato creándose neurosis innecesarias para no tener que enfeentarse con los problemas terroríficos e irresolubles del universo", es decir la falsa modernidad. Mucho se puede escribir sobre esta obra maestra, pero mucho. Un saludo

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  2. Y seguimos admirando las maravillas que nos enseña Gordon Willis.

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  3. Mucho me gusta Woody Allen, pero creo que esta es su mejor película. Claro que, para gustos se hicieron colores, y si hay que elegir cual es la mejor, yo sin dudar elijo esta.

    Saludos coerdiales

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  4. Pues sí, es la mejor película de Allen junto a "Annie Hall".
    En pocas películas se retrata/fotografía Nueva York de una manera tan magistral como en esta.

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  5. Los que opinan como tú, José Luis, son legión, así que algo tendrá la peli.

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  6. Una maravilla de fotografía en un maravilloso blanco y negro.
    Saludos, Natalia.

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  7. Cuando una película deja imágenes para la memoria colectiva, cuando te deja recuerdos imborrables de escenas o secuencias o planos como ese que apuntas al final, es que la película es especial.
    Obra maestra.

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  8. Pues si Vd. lo dice, no tengo nada que añadir.

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