Tengo un libro en mis manos. Un libro escrito con el cariño y el esmero que se pone al hablar de las cosas de uno.
La autora, Helena Calsamiglia Blancafort, doctora en Filología Hispánica, especializada en un campo tan atractivo como la sociolingüística, ha sido profesora en las universidades Autónoma y Pompeu Fabra de Barcelona.
Hago este brevísimo apunte porque, a mi juicio, tiene su importancia, ya que se refleja en el texto su dominio del lenguaje y es posible que sea, al menos en parte, este saber manejar las palabras, lo que hace que el libro esté muy bien redactado y que su lectura resulte amena y atractiva.
La obra mezcla sabiamente la biografía y la crónica. Calsamiglia se vale de sus propias vivencias, que nos va desgranando, para llevarnos de la mano por una época tan atrayente de la vida española cual es el periodo entre los años que figuran en el título.
El libro no sigue una estructura puramente lineal, ya que algunas vivencias se solapan en el tiempo y como quiera que, en ocasiones, forman parte de distintas facetas de la vida de la narradora, ella vuelve de cuando en cuando sobre sus pasos para referirnos acontecimientos distintos coincidentes en una misma época.
Por sus páginas veremos desfilar un buen número de nombres conocidos que se han cruzado alguna vez por la vida de la escritora y a los que ha conocido personalmente, excepto al primero de los citados, unos de forma más o menos continua, otros apenas asomándose a ella y así nos hablará de Federico Mompou (amigo de su abuelo), los Goytisolo, Albert Blancafort (director de los coros de RTVE), Rafael Borrás, Serrano Suñer, Ana Mª Matute, Renata Tebaldi, la familia Maragall (Pasqual, Ernest…), Monseñor Briva Miravent, las hijas del alcalde Porcioles, José Manuel Blecua, Joan Reventós, Jiménez de Parga, Francisco Rico, Ernest Lluch, Pierre Vilar, Maurice Duverger, Montserrat Roig, José Mª Valverde, Vargas Llosa, Solé Tura, Sanchís Sinisterra, Magüi Mira, Josep Ramoneda, el futbolista Estanislao Basora y muchos más.
Quienes vivieran alguno de aquellos años, recordarán , como ella lo hace, la época en la que apenas había juguetes en las casas; la crema Nivea y el aceite UVE; las chocolatinas Nestlé; el diccionario Vox; los jugadores del Barça (Ramallets, Kubala, Manchón…); los tebeos, las novelas de Enyd Blyton, Hazañas bélicas, El Capitán Trueno; el Congreso Eucarístico de Barcelona; los desfiles de la Victoria; la radio, con sus anuncios, sus programas y sus canciones; la Semana Santa, con música sacra en la radio y películas bíblicas en el cine; los estuches y la llegada de la estilográfica y el boli; el cine de sesión continua… Y, más adelante, el cambio de los tiempos; el papado de Juan XXIII, la presidencia de Kennedy; las canciones italianas y francesas, la irrupción de los Beatles, más adelante Jara, Mercedes Sosa o Viglietti y la Nova Cançó.
La autora, Helena Calsamiglia Blancafort, doctora en Filología Hispánica, especializada en un campo tan atractivo como la sociolingüística, ha sido profesora en las universidades Autónoma y Pompeu Fabra de Barcelona.
Hago este brevísimo apunte porque, a mi juicio, tiene su importancia, ya que se refleja en el texto su dominio del lenguaje y es posible que sea, al menos en parte, este saber manejar las palabras, lo que hace que el libro esté muy bien redactado y que su lectura resulte amena y atractiva.
La obra mezcla sabiamente la biografía y la crónica. Calsamiglia se vale de sus propias vivencias, que nos va desgranando, para llevarnos de la mano por una época tan atrayente de la vida española cual es el periodo entre los años que figuran en el título.
El libro no sigue una estructura puramente lineal, ya que algunas vivencias se solapan en el tiempo y como quiera que, en ocasiones, forman parte de distintas facetas de la vida de la narradora, ella vuelve de cuando en cuando sobre sus pasos para referirnos acontecimientos distintos coincidentes en una misma época.
Por sus páginas veremos desfilar un buen número de nombres conocidos que se han cruzado alguna vez por la vida de la escritora y a los que ha conocido personalmente, excepto al primero de los citados, unos de forma más o menos continua, otros apenas asomándose a ella y así nos hablará de Federico Mompou (amigo de su abuelo), los Goytisolo, Albert Blancafort (director de los coros de RTVE), Rafael Borrás, Serrano Suñer, Ana Mª Matute, Renata Tebaldi, la familia Maragall (Pasqual, Ernest…), Monseñor Briva Miravent, las hijas del alcalde Porcioles, José Manuel Blecua, Joan Reventós, Jiménez de Parga, Francisco Rico, Ernest Lluch, Pierre Vilar, Maurice Duverger, Montserrat Roig, José Mª Valverde, Vargas Llosa, Solé Tura, Sanchís Sinisterra, Magüi Mira, Josep Ramoneda, el futbolista Estanislao Basora y muchos más.
Quienes vivieran alguno de aquellos años, recordarán , como ella lo hace, la época en la que apenas había juguetes en las casas; la crema Nivea y el aceite UVE; las chocolatinas Nestlé; el diccionario Vox; los jugadores del Barça (Ramallets, Kubala, Manchón…); los tebeos, las novelas de Enyd Blyton, Hazañas bélicas, El Capitán Trueno; el Congreso Eucarístico de Barcelona; los desfiles de la Victoria; la radio, con sus anuncios, sus programas y sus canciones; la Semana Santa, con música sacra en la radio y películas bíblicas en el cine; los estuches y la llegada de la estilográfica y el boli; el cine de sesión continua… Y, más adelante, el cambio de los tiempos; el papado de Juan XXIII, la presidencia de Kennedy; las canciones italianas y francesas, la irrupción de los Beatles, más adelante Jara, Mercedes Sosa o Viglietti y la Nova Cançó.
Nos relata sus vivencias y lo que hasta ella llegaba de acontecimientos que iban marcando el cambio de los tiempos: La “Capuchinada”, el concierto de Raimon en Madrid, la detención y presuntas torturas de Jordi Pujol, las huelgas universitarias, el nacimiento de la Facultad de Letras de la Autónoma, la Asamblea de Catalunya en los primeros 70 y la perspectiva nueva que le ofreció su estancia en Inglaterra, una vez acabado el Preu.
Su pertenencia a lo que podríamos llamar la burguesía catalana ilustrada, le permite estar en contacto con gentes que conservaban vivo, hasta donde podían, el espíritu de los Instituts Escola o quienes alrededor de la revista Dau al Set, mantenían en los lejanos años 50, cierta atención a las vanguardias artísticas.
Su padre, depurado de la enseñanza tras la guerra, tuvo que buscar nuevos modos para ganarse la vida y fue uno de los cofundadores de la editorial Ariel y la propia autora, años más tarde, participaría en la fundación de la librería Paidea en Sant Cugat del Vallès, así como en la puesta en marcha de la mítica revista Cuadernos de Pedagogía.
A pesar de convertirse en esposa y madre siendo muy joven, participa activamente en los movimientos políticos y académicos que se forman alrededor de la universidad y asistiremos, desde su memoria, en primera fila, a los cambios que se produjeron, tanto en la mujer que reivindicaba mayor participación en la vida fuera del hogar, como en la juventud o en la sociedad en general. Como tantos otros, tras haber vivido envuelta en esa especie de burbuja que le impedía tener conocimiento exacto de lo que estaba ocurriendo, va tomando conciencia de aquel desequilibrio entre el progreso económico y el político.
Reconociendo, en general, que fueron épocas felices, la autora sólo tiene un punto de amargura, cuando al hablar de su cultura bilingüe, nos habla del sentimiento de rabia que la invadió al darse cuenta de la ausencia de formación académica en su idioma materno.
Por su lenguaje sencillo pero cuidado y porque las vivencias que relata están recogidas a pie de calle, cuando no en primera persona, el libro resulta muy recomendable para cualquiera que desee tener una visión cercana de aquellos años. Quienes hayan vivido aquellos tiempos, recordarán los acontecimientos y la vida cotidiana de su infancia o juventud y los lectores que conozcan Cataluña o hayan vivido allí, además, reconocerán las geografías de las que habla y asistirán al cambio de fisonomía de la ciudad de Barcelona y de los lugares en los que pasaba sus vacaciones la autora.
Publicado en HISLIBRIS.
Su pertenencia a lo que podríamos llamar la burguesía catalana ilustrada, le permite estar en contacto con gentes que conservaban vivo, hasta donde podían, el espíritu de los Instituts Escola o quienes alrededor de la revista Dau al Set, mantenían en los lejanos años 50, cierta atención a las vanguardias artísticas.
Su padre, depurado de la enseñanza tras la guerra, tuvo que buscar nuevos modos para ganarse la vida y fue uno de los cofundadores de la editorial Ariel y la propia autora, años más tarde, participaría en la fundación de la librería Paidea en Sant Cugat del Vallès, así como en la puesta en marcha de la mítica revista Cuadernos de Pedagogía.
A pesar de convertirse en esposa y madre siendo muy joven, participa activamente en los movimientos políticos y académicos que se forman alrededor de la universidad y asistiremos, desde su memoria, en primera fila, a los cambios que se produjeron, tanto en la mujer que reivindicaba mayor participación en la vida fuera del hogar, como en la juventud o en la sociedad en general. Como tantos otros, tras haber vivido envuelta en esa especie de burbuja que le impedía tener conocimiento exacto de lo que estaba ocurriendo, va tomando conciencia de aquel desequilibrio entre el progreso económico y el político.
Reconociendo, en general, que fueron épocas felices, la autora sólo tiene un punto de amargura, cuando al hablar de su cultura bilingüe, nos habla del sentimiento de rabia que la invadió al darse cuenta de la ausencia de formación académica en su idioma materno.
Por su lenguaje sencillo pero cuidado y porque las vivencias que relata están recogidas a pie de calle, cuando no en primera persona, el libro resulta muy recomendable para cualquiera que desee tener una visión cercana de aquellos años. Quienes hayan vivido aquellos tiempos, recordarán los acontecimientos y la vida cotidiana de su infancia o juventud y los lectores que conozcan Cataluña o hayan vivido allí, además, reconocerán las geografías de las que habla y asistirán al cambio de fisonomía de la ciudad de Barcelona y de los lugares en los que pasaba sus vacaciones la autora.
Publicado en HISLIBRIS.
Como uno ya está mayorcito, me refiero a viejo porque muy grande no soy; me traen buenos recuerdos algunas de las cosas que mencionas en este post. Bueno otras no las he vivido: "que cojones, que tan viejo no soy". Saludos Trecce.
ResponderEliminarAunque algunas tampoco las conocí, por ser algo anteriores, a mi también me trajeron recuerdos algunas de las cosas que se cuentan en el libro.
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