lunes, 21 de marzo de 2011

LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO

Ni es la primera, ni será la última vez que el cine se mira a sí mismo desde la mente del guionista y desde la visión de un director, para hacer comedias, tragedias, dramas o simples y puras recreaciones de lo que este sector representa.
Pero pocas tan originales, tan sencillas y a la vez tan sugerentes y emotivas como esta que nos trajo en su día Woody Allen.
Ya lo he comentado alguna vez, que los que dicen que Woody siempre hace la misma película, tienen razón sólo en parte y para muestra esta, sin ir más lejos.
Una manera de demostrar cómo un film puede tener matices dramáticos y ser divertida; cómo se puede desarrollar una historia totalmente surrealista y que, al tiempo, nos parezca tan real como la vida misma; cómo se pueden retratar las miserias de la existencia humana e hilvanarlas con el mundo de los sueños y las esperanzas.
Una película que, aunque no sea una obra maestra, tiene la frescura de lo distinto y lo original y que hace disfrutar a los cinéfilos y a los que no siéndolo, se dejan penetrar por su argumento y su mensaje.


Pero la película no es un mero homenaje al cine. Aún siéndolo, es también el retrato de una época, de la gran depresión de principios de los 30, en la que mucha gente era como Cecilia, iba al cine a olvidarse de la crudeza del día a día y a soñar, eso que llamamos evadirse.


Y mucha gente, también eran como el marido de la protagonista, gente que se había visto privada de su modus vivendi y había caído en la abulia y en la rutina de no hacer nada. Y eso nos lo retrata muy bien la película, una pareja que malvive con el sueldo que le dan a la esposa por un trabajo mal pagado, y un marido que se dedica a beber, a estar con los amigotes, a jugarse los cuatro cuartos que ella le da y a pegarla de vez en cuando.


No dejan de sorprenderme quienes tachan a esta peli de absurda, como si su argumento lo fuera y no es más absurdo que lo que cualquier día podemos ver a nuestro alrededor, con gente que pierde el sentido por su equipo favorito o quienes se transforman al volante de un automóvil, unos y otros muchas veces violentos, molestando a la gente que va los espectáulos deportivos a divertirse o poniendo en peligro a quienes circulan tranquilamente por la carretera.
Más valdría que les diera por soñar viendo una peli o leyendo un libro.


Otra de las originalidades de la película es la de retratar a los espectadores. Muchas veces, cuando el cine mira para sí mismo, lo hace con la vista puesta en el ombligo, esta vez no, aquí nosotros, los del patio de butacas, formamos parte de la historia y si nosotros les necsesitamos a ellos para soñar y divertirnos, ellos nos necesitan a nosotros y cuando la peli comienza, si la magia nos llega cuando las luces se apagan, la pantalla desaparece y cuando la sesión acaba y salimos a la calle, nos preguntamos dónde estamos, porque aún no hemos abandonado del todo la ficción. Esa magia era especial en aquellos cines como el que retrata Allen en la peli, con su patio de butacas en el que cada cual repetía los tics que formaban parte del ritual y que era más evasión que ahora, pues era, junto con la radio, la evasión por excelencia.


Una delicia, en fin, sobre todo para los que alguna vez han soñado (hemos soñado), gracias a la magia de la pantalla, sobre todo cuando de chiquillos nos dejamos subyugar por la historia que nos transmite el celuloide y que, por algún instante nos ha convertido en piratas, en vaqueros, en exploradores, en princesas... en todas esas cosas que nos han rescatado de la vida real para hacernos pasar unos momentos de ensueño.
Y Fred Astaire, cantando "Cheek to Cheek" (Heaven, I'm in heaven, and my heart beats so that I can hardly speak...)




8 comentarios:

  1. Ese fotograma que muestras de Mia Farrow, con esa mirada emocionada en la penumbra de la sala de cine es, para mí, un homenaje a todos los que nos fascina el cine, Allen entre incluido. Un saludo

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  2. Cierto, a mí me recuerda a la escena del principio de "Sueños de un seductor", en la que es el propio Allen el que está fascinado viendo "Casablanca". Saludos.

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  3. La primera (o de las primeras, nunca se sabe) es esa comedia de Keaton "El Moderno Sherlock Holmes", tronchante.
    Esta que comentas es de mis favoritas de Woody.
    Saludos!

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  4. Muy divertida la de Keaton, en efecto.
    Un saludo, Ethan.

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  5. El cine es magia.
    Sentarse en una sala y por espacio de hora y media vivir otras vidas, evasión pura y dura, sentir y ser.
    Decía O´Selznick que "nunca había perdido la idea de traspasar la pantalla y ser él quién besara a Scarlatta O´Hara y no Gable".

    A mi me gustó mucho "La Rosa Púrpura del Cairo".
    Esa mirada de ensoñación de Farrow,de ilusión, es impagable.

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  6. Y lo que ayuda en algunos trances (y no señalo, que por desgracia no hace falta) lo de evadirse en una sala de cine.

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  7. Enhorabuena por sus comentarios sobre cine, que es una materia que reconozco adorar, pero de la que soy un gran ignorante.
    Un abrazo.

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  8. Gracias. Al menos reconoce no saber, como yo, que tampoco tengo mucha idea más allá de la simple afición, porque ahora todo el mundo sabe de cualquier cosa. Estamos plagados de listillos.

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