Publicada en 1912, es la sexta y última novela de la quinta serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdósla. La novela comienza por contar lo que prometía el título de la anterior y no hizo: la aventura de Sagunto, con la proclamación del rey Alfonso XII tras el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos, y su posterior entrada triunfal en Madrid. Los protagonistas son los mismos de toda esta quinta serie: Tito Liviano y Mariclío. El primero, curioso testigo de la Historia de España, y la segunda, diosa o musa de la Historia. Tito observa, comenta y escribe los acontecimientos históricos, siempre al servicio de su musa, que, en recompensa, le proporciona el sustento material y los contactos precisos para que lleve a cabo su tarea. El problema para Tito es que su exaltada imaginación le juega malas pasadas, y nunca sabe si los sucesos que vive son reales o imaginarios.
En el terreno político, mientras la Tercera Guerra Carlista toca a su fin, el gobierno conservador de Cánovas persigue a políticos y militares republicanos, que tienen que exiliarse a Francia, desde donde conspiran inútilmente, mientras que Sagasta funda el partido liberal-monárquico, luego llamado Partido Constitucional, y más tarde, Partido Fusionista, convirtiéndose en alternativa de poder y comenzando lo que se conocería como el turno de partidos, por el que conservadores y liberales se alternarían en el poder, un turno pacífico, mediante el cual se creó una apariencia de democracia que ponía fin a la inestabilidad política que arrastraba el país desde décadas anteriores.
La visión que nos presenta Galdós es más triste y desesperanzada que en anteriores ocasiones. Con los republicanos en el exilio, Galdós, por medio de su álter ego Tito, ve el ascenso de la influencia de los llamados «moderados», en realidad ultraconservadores, y de la Iglesia católica en la política española, y comenta con amargura que la derrota de los carlistas no ha servido de nada, pues han impuesto sus ideales por la puerta de atrás. De hecho, una de las situaciones que más lamenta es la llegada de religiosos franceses que, huyendo de la progresiva laicidad del país galo, aterrizan en España dispuestos a fundar instituciones educativas que, para Galdós, serán el fermento del atraso secular de nuestro país. Será Mariclío la encargada de decir en voz alta que «más que la monarquía, lo que se restauró en la Restauración fue el poder político y social de la Iglesia, especialmente de las Órdenes religiosas, a cuyo frente figuraban los jesuitas».
Cánovas es el último de los Episodios publicados, aunque Galdós tenía en mente seguir con la serie, algo que su muerte impidió y jamás pudo escribir los que ya tenía pensados: Sagasta, Las colonias perdidas, La reina regente y Alfonso XII.
Hay que ver la de veces que los franceses se han llevado las culpas de lo que ha sucedido por aquí. Más de uno ha deseado que los Pirineos fueran más altos.
ResponderEliminarHabrá habido de todo.
EliminarComo todas las novelas de Pérez Galdós, esta también es extraordinaria. Nos da una visión del ambiente en que se movía Cánovas, que más que una novela, parece historia de verdad. Es una pena, que se acabara aquí la producción literaria de Galdós
ResponderEliminarEn efecto, siempre nos quedaremos con las ganas de haber podido seguir acompañándole en este jugoso relato histórico que son los Episodios Nacionales.
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