Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis), es un prospector de Texas de comienzos del siglo XX, en los primeros años del negocio del petróleo. Con varios pozos en funcionamiento, eso le permite tener unos buenos ingresos, pero no consigue convencer a los propietarios para que le vendan las tierras.
Un misterioso joven, le propone un negocio: Le dirá dónde puede encontrar petróleo a cambio de 10.000 dólares en efectivo. Se trata del lugar en que vive, Little Boston, un pueblo pequeño, miserable y polvoriento, pero que bajo el suelo, esconde un auténtico mar de petróleo.
Daniel consigue comprar un buen número de acres de tierra de la zona y comienza los trabajos para la extracción del crudo que pronto empieza a salir a la superficie.
Precisamente, cuando están perforando el primero pozo, revienta la bolsa de gas y se produce una explosión que afecta a su hijo, H.W. (Dillon Freasier), causándole una lesión que le deja sordo de por vida.
A medida que el petróleo les va haciendo cada vez más ricos, los conflictos van apareciendo: la corrupción, la mentira y las ingentes cantidades de petróleo, pondrán en serio peligro valores humanos como el amor, la esperanza, la solidaridad, la confianza. La ambición consigue resquebrajar incluso el vínculo entre padre e hijo, que se rebela contra él y tras casarse, le anuncia que quiere marcharse a México para dirigir su propio negocio petrolífero, lo que el padre toma como una traición.
El guión se basa en la novela Oil! (¡Petróleo!) (1927), de Upton Sinclair, aunque en realidad solo utiliza las primeras páginas, el resto se aleja del relato del libro.
Esa primera parte de la novela queda bastante bien reflejada en la película y somos así testigos de la agitación producida por la explotación del oro negro: conflictos vecinales, compra-venta fraudulenta de tierras, competencia desleal entre compañías, la perforación de los pozos, su explotación y el levantamiento del entramado industrial y social que se crea a su alrededor, todo ello descrito con detalle, ritmo e interés.
La religión es pintada como colaboradora interesada del sistema capitalista, siempre que de él obtenga el diezmo que le permita continuar su labor de proselitismo y, a cambio, mantendrá a las masas adormecidas con las promesas del más allá. Si el capital se niega a colaborar, en este caso con la autodenominada Iglesia de la Tercera Revelación, capitaneada por el iluminado e interesado Eli Sunday (Paul Dano), pondrán a la gente en su contra.
La película es el retrato de una época y una sociedad, la estadounidense de principios del siglo pasado, con la eclosión del capitalismo vinculado al petróleo y el dinero que fluye a raudales, pero que, al tiempo, provoca conflictos, como el que vive el protagonista en primera persona, pasando de ser un emprendedor ilusionado y arriesgado, a un ser malévolo y desconfiado a quien no le importa pasar por encima de quien se cruce en el camino de sus cada vez, más materialistas intereses.
De gran calidad técnica y artística, con buenas interpretaciones y una banda sonora excelente, estamos ante una película que despertó disparidad de criterios a la hora de enjuiciarla, desde quien observó falta de emoción en su mensaje, hasta quienes veían un film hecho al modo clásico que huye de efectismos.
Muy buena. Solo tiene un defecto en mi opinión: el exceso en la actuación de Day-Lewis. De todas formas, creo que el tiempo la colocará en su lugar: entre una de las mejores muestras del cine de comienzos del siglo XXI.
ResponderEliminarAparece en prácticamente todas y cada una de las escenas de la película y, además, al final, parece que sobreactúa.
EliminarSabiendo que el petróleo está formado en parte por los restos de los dinosaurios, se podría decir que todos los conflictos que ha provocado, provoca y provocará el oro negro, es la venganza de los antiguos dominadores de la tierra.
ResponderEliminarQue se lo digan a los yankees que se meten en todos.
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