"Los cultivos de almendra y pistacho del Valle Central de California, azotados por una ola de robos". Esa era la noticia que leía el otro día en la prensa económica. Pensé que era lo de siempre, el campo no tiene puertas y mucho menos, vallas. Nuestros cultivadores nacionales de sandías, melones, incluso cebollas, últimamente, se han visto toda la vida, víctimas de los amigos de lo ajeno. Pero la cosa empezó a no cuadrarme cuando vi que las pérdidas calculadas en el año 2015 por este motivo, ascendían nada menos que a 4,6 millones de dólares USA. Así que me picó la curiosidad y me enteré que, al parecer, los cultivadores californianos, ya estaban acostumbrados a esos pequeños hurtos de los que antes hablaba, el tío que va de paseo por el campo y se lleva un capazo de almendras a casa, estaba ya descontado en el precio y asumido como inevitable, pero ahora se trataba de otra cosa, estamos hablando del robo de toneladas de producto.
En California se producen, nada menos, que el 80% de los frutos secos que se consumen en el mundo. Esta zona se ve afectada desde hace cuatro años por una tremenda sequía, con lo que el precio del producto se ha puesto por las nubes, 18 toneladas y media de pistachos, pueden valer hasta medio millón de dólares. Pues bien, las bandas organizadas, toda una mafia del latrocinio, percibió el negocio, así que se pusieron manos a la obra e idearon un método que trae de cabeza a las autoridades. Los criminales hackean la página web de un intermediario que ha anunciado que un productor tiene un cargamento de almendras o pistachos listo para ser transportado. El transportista que ofrezca el precio más barato por el traslado, será el que se quede con el encargo.
Los hackers cambian el teléfono de contacto y la dirección de destino. El conductor, que está tan tranquilo, ya que su situación es legal y no tiene nada que esconder, recoge la mercancía, la lleva a un lugar en Los Ángeles que cree es el sitio legítimo de entrega y llama a un teléfono, que no sabe que es del grupo criminal. Allí le dicen que en 20 o 30 días le llegará su cheque por el trabajo realizado.
Ni el conductor cobra por su trabajo, ni la empresa recibe el cargamento.
Cuando las fuerzas de seguridad son alertadas por quienes debían recibir el pedido, la mercancía lleva perdida 4 o 5 días en los que los delincuentes han tenido tiempo de redistribuirla y hacer perder su rastro.
La policía de California asegura que está muy de cerca de hacer alguna detención relacionada con el caso, pero de momento, todavía no han tenido resultado alguno y es que se enfrentan a un enemigo perfectamente organizado y, como ellos dicen, los pistachos no llevan número de serie y las almendras no pueden ser rastreadas en la red. Además, una vez consumida, la prueba se destruye.
Bomito negocio el de los cacos a cuenta de almendras y pistachos. Tendrán que volver a implantar la ley de la horca que regía cuando en el XIX se llevaban los cuatreros los terneros de los ranchos.
ResponderEliminarLos cacos, como se ve, se ponen al día.
Eliminar