lunes, 29 de diciembre de 2025

PRIMAVERA, VERANO, OTOÑO, INVIERNO... Y PRIMAVERA

 


En medio de un lago, como flotando en él, un pequeño templo alberga a un anciano monje y a su discípulo. Con cada estación, el discípulo entra en una nueva etapa de su vida, se enfrenta a nuevos sufrimientos, hasta que finalmente alcanza la iluminación, que marca el fin del invierno y el comienzo de la primavera.


Primavera: un niño monje aprende, incluso mediante las travesuras propias de su edad, a respetar el entorno en que vive y a los seres que le rodean. Verano: un monje adolescente conoce el amor. Otoño: un monje de treinta años hace algo que va contra su naturaleza y debe pagar las consecuencias. Invierno: el monje es ya un hombre maduro y alguien llega al monasterio. Primavera: el monje ha tomado el lugar de su maestro fallecido; cerca de él juega un niño monje.


El realizador coreano Kim Ki-duk, al hablar sobre esta película, decía: "Mi intención era retratar la alegría, la ira, la tristeza y el placer de nuestras vidas a través de cuatro estaciones y a través de la vida de un monje que vive en un templo en el estanque Jusan, rodeado de naturaleza."
 

En la película, Kim se aleja del cine contemporáneo y crea una metáfora budista autoconclusiva, representando las etapas de nuestra vida, las emociones relacionadas con el sufrimiento, el camino hacia la iluminación y la circularidad de la naturaleza, la vida y el universo a través de las cuatro estaciones, donde cada estación se convierte en una alegoría de una de las fases de la vida de un hombre y el sufrimiento asociado a ellas.


Curiosamente, Kim es un devoto católico, pero señala que la película se inspiró en parte en la relación entre sus propios valores religiosos y la cultura que lo rodea. Como telón de fondo para esta historia, eligió el estanque Jusan, un lago artificial creado en 1720 rodeado de montañas, cuya belleza solo es superada por su resonancia mística.
La película es un delicioso cuento sobre la vida, sus etapas y el valor que tiene la experiencia (errores incluidos) para poder vivirla en plenitud, todo ello con un envoltorio visual que, además de su simbolismo, resulta de una belleza cautivadora.




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