viernes, 8 de abril de 2016

FUNCIÓN DE NOCHE

En 1979 se estrena en Madrid la adaptación teatral de la novela de Miguel Delibes "Cinco horas con Mario". El núcleo central de la novela y también de la obra teatral, es el soliloquio de Menchu cuando está velando a su difunto marido con el que habla desgranando sus pensamientos y exponiendo las frustraciones de su vida y los reproches hacia el difunto y lo que ha supuesto su matrimonio.
Durante veinte años, la obra fue interpretada por Lola Herrera que llegó a identificarse en cierto modo con el personaje, observando que ella podía ser en alguna medida, un trasunto de la protagonista. En una de las representaciones, Lola sufre un desmayo y el productor de la obra, José Sámano y la directora Josefina Molina, además amigos de la actriz, le proponen una especie de terapia, grabar un encuentro con su ex-marido (Daniel Dicenta), del que lleva casi quince años separada y con el que tiene dos hijos y ver qué sale de aquello, con la idea de hacer una película si el material que obtengan lo permite.
De este modo, se prepara el camerino de Lola con cámaras ocultas tras varios espejos y se rueda la extensa conversación entre la pareja, en la que salen a relucir todas las frustraciones de sus años en común y ambos reflexionan sobre el motivo de su fracaso.
La película se comenzó sin guión previo, Daniel y Lola hablaban y con este material y algunas escenas que narran la presentación de la demanda de nulidad en el Obispado de Madrid; los paseos de Lola con su amiga Juana Ginzo y algunas intervenciones de los hijos (Natalia y Daniel Dicenta Herrera), se montó esta peculiar película que tiene mucho de docudrama y bebe en algunos aspectos de modelos del cinema verité.


Aunque los protagonistas echan parte de la culpa de su fracaso matrimonial a la educación recibida (la culpa siempre es de otro) y Josefina Molina aprovecha todo eso para tratar de hacer un retrato de las mujeres de la generación de postguerra, presentándolas como reprimidas y educadas para estar sometidas al marido, lo cierto es que la historia de Lola y Daniel tiene algo de intemporal, pues si bien es cierto que la educación es una parte importante del posterior desarrollo de tu vida, al final son las personas las que sostienen una relación y en el matrimonio siempre hay un componente de aventura, de no saber exactamente cómo va a salir aquello, pues todos sabemos de las dificultades de la vida en común, lo que tiene de agradable, pero también de renuncia y eso hay parejas que no logran superarlo.
He de hacer mención al exquisito trabajo fotográfico de Teo Escamilla y a la delicada música de Alejandro Massó que incluye una composición de Luis Eduardo Aute.
Ante tanta basura televisiva que nos tragamos, quizá la principal lección de este film es la manera elegante en que están presentados unos problemas individuales que trasciendes a las personas que los sufren, y la forma en que se nos hace llegar el mensaje, en un diálogo respetuoso, sin voces, escuchando al interlocutor sin interrumpirle, con un lenguaje cotidiano pero perfectamente inteligible y sin expresiones groseras. Todo ello sin tapujos y sin esconder nada por íntimo que fuere, los personajes realmente se desnudan interiormente para el espectador, pero lo hacen sin buscar el morbo, sin humillar al otro, asumiendo cada cual su parte en la culpa.
De agradecer la valentía de Daniel Dicenta para prestarse al "experimento" y la magnífica presencia de Lola Herrera.
La película tuvo cierta repercusión más allá de nuestras fronteras, donde obtuvo algunos premios y el público no español que la presenciaba, siempre se quedaba con la duda de si aquellas dos personas estaban hablando de sí mismas, o eran dos actores representando un guión.




2 comentarios:

  1. Una película sincera, se puede ver hoy en día sin problemas a pesar del paso del tiempo por ella. De lo mejorcito del cine patrio.
    Saludos.

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