lunes, 18 de abril de 2016

IRRATIONAL MAN

Un nuevo profesor de filosofía llega al pequeño campus de un pueblo cercano a Newport, Rhode Island. Su nombre, Abe Lucas (Joaquin Phoenix) y le precede su dudosa reputación. Abe se dice que es un mujeriego y alcohólico. Pero lo que la gente no sabe es que él es un idealista desilusionado. Desde que ha tomado conciencia de su incapacidad para cambiar el mundo, vive en un estado de profundo nihilismo y arrogante desesperación.
Todas estas cosas afectan también a otros aspectos de su vida y en el terreno sexual se ha convertido en un auténtico desastre, algo que se pone de manifiesto en sus relaciones con una de las profesoras del centro.
Lucas no puede evitar sentirse atraído por una de sus estudiantes, bonita y brillante, Jill Pollard (Emma Stone). Comienza una relación con ella, que sigue siendo platónica, incluso cuando Jill le pide algo más. La situación se mantiene sin cambios durante un tiempo hasta que, un día, en un restaurante, Abe y Jill sorprenden una conversación que cambiará el curso de su vida de manera espectacular. Abe siente dentro de sí una llamada para hacer algo efectivo en vez de seguir elucubrando y haciendo planteamientos en el plano puramente filosófico, se dice que si quieres que algo cambie, no puedes esperar a que lo haga has de hacerlo cambiar tú mismo.


No es la primera vez que el maestro de Brooklyn reflexiona sobre el delito y más concretamente sobre el asesinato, aunque en esta ocasión, aunque haya un crimen de por medio, el argumento gira en torno a la moralidad más que a la diferencia entre el bien y el mal. La empatía que el espectador puede sentir (y de hecho siente) con el asesino por considerar que su acción ha sido en pro de la justicia, se rompe cuando una tercera persona, ajena a todo esto, puede cargar con el muerto (perdón por el chiste fácil).
Muy bien fotografiada y con una selección musical que es una verdadera delicia, el guión parece que sólo se interesa por ese planteamiento sobre lo moral y lo inmoral y es como si el resto le importase un pimiento y al espectador (bueno, a mí), le queda la sensación de que está poco trabajado y que podía haberse conseguido un producto mucho más brillante.
Buen trabajo de Joaquin Phoenix que impone su arrolladora presencia y destacable el magnetismo de Emma Stone.
Como hemos dicho tantas veces, lo que tratándose de otro hubiera sido considerado como un trabajo de cierto nivel, al menos interesante, tratándose de Mr. Allen, la sensación que nos queda es la de una obra menor dentro de su filmografía, aunque entre las últimas que ha hecho, no sea de las que más desmerecen.
Lo mejor de todo, el magnífico final.




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