Ted Kramer (Dustin Hoffman) trabaja como publicista y está muy bien considerado en su empresa, donde gana un salario más que digno. El día en que consigue el sueño de que su jefe le adjudique la mejor cuenta de publicidad con que cuenta la empresa, regresa a casa y se encuentra con que su esposa ha decidido abandonar el hogar sin darle más alternativa, simplemente siente que la casa asfixia sus posibilidades como mujer y no aguanta más la situación.
Ted se encuentra de pronto con que tiene que hacerse cargo de su pequeño hijo al tiempo que ha de atender a un trabajo que va a demandar su dedicación exclusiva. No está preparado y aquello supone una pequeña ruina en su vida, apenas se desenvuelve en la cocina, su hijo, a pesar de su corta edad, sabe más que él de cómo hacer la compra en el supermercado y para colmo, toda esta situación complica su vida laboral.
Sin embargo, a medida que se va asentado, afronta la nueva situación y va cogiendo cierto dominio de las tareas domésticas y de las responsabilidades paternales, además de descubrir que no todo es negativo, su nueva vida le permite disfrutar más de su hijo en una relación hasta entonces inexistente, charla y juega con él, acude como padre a algunos de los eventos del colegio, le lleva al parque, comparte sus alegrías, sus preocupaciones y cuida del niño cuando está enfermo. En el trabajo, por contra, se le achaca que no dedica el tiempo suficiente a sus nuevas responsabilidades profesionales y acaba siendo despedido, lo que no impide que Ted encuentre empleo rápidamente aunque sea a costa de una rebaja en su sueldo.
Pero lo peor está por llegar, cuando más está empezando a disfrutar de sus tareas como padre, su exmujer reaparece y demanda para sí la custodia del niño, comienza un proceso judicial que supondrá una dura prueba para todos ellos, incluido el pequeño Billy (Justin Henry).
Basada en la novela del mismo título de Avery Corman, la película tiene un argumento sencillo y de lo más cotidiano, con personajes que se nos antojan de carne y hueso y con unas situaciones que están presentes en el día a día de nuestra sociedad, incluso de algunos de nosotros, o de personas muy cercanas, por lo que todo resulta cercano y casi familiar, sin vueltas de tuerca, ni situaciones forzadas, todo muy natural. Ese es uno de los principales activos de la película.
En una sociedad (la de los años 60, primeros 70), en que la llamada liberación de la mujer pretendía dar sus pasos definitivos, se nos plantea el conflicto entre las obligaciones familiares y profesionales y entre los roles que la sociedad de manera inmemorial adjudica al hombre y la mujer.
Ted Kramer es el proveedor de la familia y lo hace bien, los suyos llevan un ritmo de vida más que cómodo, con sus necesidades cubiertas de sobra, pero su esposa es infeliz, ha tenido que abandonar cualquier aspiración profesional y Ted no quiere ni oír hablar de que trabaje fuera de casa.
Por otro lado, cuando este tipo de conflictos salen a la superficie y se plantea el problema de los hijos, los tribunales, sin detenerse en mayores consideraciones, suelen optar por el papel preponderante de la madre en detrimento de la figura paterna.
Este es básicamente el planteamiento de este melodrama que rompió moldes en su momento y que se me antoja que sigue bastante vigente, invitando a la reflexión sobre lo arriesgado que es generalizar en estos asuntos.
Hoffman interpreta con la solvencia que le es característica su papel, consiguiendo, una vez más, una de esas actuaciones inolvidables, bien arropado por el resto del elenco, con una casi debutante Meryl Streep que presenta las credenciales para futuros trabajos.
Un film que nos atrapa desde el inicio, con la historia muy bien desarrollada y que procura dejar claras las posiciones y motivos de unos y otros, sin señalar culpables.
Un par de curiosidades para terminar. Justin Henry es la persona más joven en ser nominada para un Oscar y, creo que sigue ostentado ese record a día de hoy. La fotografía estuvo a cargo del gran Néstor Almendros que, aparte de su magnífico trabajo, hizo una sugerencia curiosa y creo que acertada: La habitación del niño estaba decorada con personajes de Disney, pero Almendros dijo que mejor una decoración más neutra para no quitar protagonismo a la trama del film, al final, lo que muestra el film son paredes decoradas con nubes.
Me gustó, me gustó la película.
ResponderEliminarSalud Trecce y buen fin de semana.
Es muy emotiva.
Eliminar