Volumen número once de la serie que Émile Zola escribió bajo el título genérico de Les Rougon-Macquart, uno de los grandes hitos del llamado Naturalismo literario.
Denise Baudu se traslada desde Valognes a París junto a sus dos hermanos, Jean y Pépé, el primero es un adolescente aficionado a las faldas y Pépé que tiene apenas 4 años. Denise se siente responsable de ambos y busca un medio de vida para sacarlos adelante, espera que su tío, propietario de una tienda de tejidos (El Viejo Elbeuf), pueda ayudarles. Pero llegan en mal momento, el pequeño comercio está de capa caída, asistimos a los años en los que despegan los grandes almacenes que se llevan tras de si a toda la clientela del comercio tradicional. Denise encuentra trabajo en uno de ellos: El Paraiso de las Damas (Au Bonheur des Dames), propiedad del joven talento de los negocios Octave Mouret.
Además de las historias personales, de las relaciones clásicas de amistad, amores, envidias, desencuentros, etc., que se dan entre los personajes y que son muy interesantes, lo más particular de esta novela, el gran tema alrededor del que giran los demás, es la destrucción del pequeño comercio y el nacimiento de las grandes galerias comerciales. Me ha resultado curiosísimo cómo una novela de 1883, detalla un montón de estrategias comerciales y de marketing que yo, en mi supina ignorancia, suponía mucho más modernas, pero se ve que vienen de antiguo. Desde algunas más clásicas, como la colocación de los escaparates, hasta la distribución de las mercancias a la venta en las distintas secciones del gran almacen, situando en el lugar más recóndito los productos más demandados, con objeto de que las clientas hubieran de pasar previamente ante todo un desfile de tentaciones que, aunque no les hiciera falta, alguno de aquellos otros productos acababa siendo comprado. Se nos detallan unas cuantas de estas técnicas que aún siguen vigentes, como por ejemplo vender el producto más demandado (en este caso la seda) a bajo precio, incluso por debajo del coste, con objeto de atraer clientela que, ante aquella bicoca, baja la guardia y acaba comprando otro montón de cosas, alguna de ellas a precios nada económicos; o mostrar chucherías en la parte baja de los expositores, para que llamaran la atención de los niños, de manera que, al detenerse, las señoras repararan en las lujosas mercancias situadas en lo alto de los mismos.
La novela nos relata una serie de dramas personales, también la relación de amor y odio entre el dueño de El Paraiso, capaz de dominar a las mujeres a su antojo y la joven e inocente dependienta venida de provincias. Pero también nos acerca a un elemento qie se nos antoja fundamental en la configuración del nuevo espacio urbano de finales del XIX: El almacén de novedades y su nueva arquitectura de hierro y cristal que contrasta con las anteriores de madera, ladrillo y piedra y marca una nueva forma de construir, una revolución también, que se perfila como una construcción moderna, con grandes escaparates, mucha luz, espejos y cristal en contraposición con el paisaje urbano tradicional oscuro y pesado y que supone también una nueva relación laboral, con los empleados cobrando una buena parte de su salario a base comisiones de venta y otra forma de relacionarse con el cliente, sobre todo con la introducción del sistema de precio fijo.
Aquí dejo algunas fotos de almacenes parisinos de la época que responden a las descripciones que hace Zola de este tipo de establecimientos en su novela, no en vano se inspira en la realidad que le circunda.
Denise Baudu se traslada desde Valognes a París junto a sus dos hermanos, Jean y Pépé, el primero es un adolescente aficionado a las faldas y Pépé que tiene apenas 4 años. Denise se siente responsable de ambos y busca un medio de vida para sacarlos adelante, espera que su tío, propietario de una tienda de tejidos (El Viejo Elbeuf), pueda ayudarles. Pero llegan en mal momento, el pequeño comercio está de capa caída, asistimos a los años en los que despegan los grandes almacenes que se llevan tras de si a toda la clientela del comercio tradicional. Denise encuentra trabajo en uno de ellos: El Paraiso de las Damas (Au Bonheur des Dames), propiedad del joven talento de los negocios Octave Mouret.
Además de las historias personales, de las relaciones clásicas de amistad, amores, envidias, desencuentros, etc., que se dan entre los personajes y que son muy interesantes, lo más particular de esta novela, el gran tema alrededor del que giran los demás, es la destrucción del pequeño comercio y el nacimiento de las grandes galerias comerciales. Me ha resultado curiosísimo cómo una novela de 1883, detalla un montón de estrategias comerciales y de marketing que yo, en mi supina ignorancia, suponía mucho más modernas, pero se ve que vienen de antiguo. Desde algunas más clásicas, como la colocación de los escaparates, hasta la distribución de las mercancias a la venta en las distintas secciones del gran almacen, situando en el lugar más recóndito los productos más demandados, con objeto de que las clientas hubieran de pasar previamente ante todo un desfile de tentaciones que, aunque no les hiciera falta, alguno de aquellos otros productos acababa siendo comprado. Se nos detallan unas cuantas de estas técnicas que aún siguen vigentes, como por ejemplo vender el producto más demandado (en este caso la seda) a bajo precio, incluso por debajo del coste, con objeto de atraer clientela que, ante aquella bicoca, baja la guardia y acaba comprando otro montón de cosas, alguna de ellas a precios nada económicos; o mostrar chucherías en la parte baja de los expositores, para que llamaran la atención de los niños, de manera que, al detenerse, las señoras repararan en las lujosas mercancias situadas en lo alto de los mismos.
La novela nos relata una serie de dramas personales, también la relación de amor y odio entre el dueño de El Paraiso, capaz de dominar a las mujeres a su antojo y la joven e inocente dependienta venida de provincias. Pero también nos acerca a un elemento qie se nos antoja fundamental en la configuración del nuevo espacio urbano de finales del XIX: El almacén de novedades y su nueva arquitectura de hierro y cristal que contrasta con las anteriores de madera, ladrillo y piedra y marca una nueva forma de construir, una revolución también, que se perfila como una construcción moderna, con grandes escaparates, mucha luz, espejos y cristal en contraposición con el paisaje urbano tradicional oscuro y pesado y que supone también una nueva relación laboral, con los empleados cobrando una buena parte de su salario a base comisiones de venta y otra forma de relacionarse con el cliente, sobre todo con la introducción del sistema de precio fijo.
Aquí dejo algunas fotos de almacenes parisinos de la época que responden a las descripciones que hace Zola de este tipo de establecimientos en su novela, no en vano se inspira en la realidad que le circunda.
Si es que algo nuevo bajo el sol casi no hay nada, variaciones sobre el mismo tema o modas desechadas y recuperadas después como algo novísimo y con las características propias de cada época.
ResponderEliminarSaludos.
Modas muchas veces impuestas que, como borregos, seguimos a ojos cerrados en beneficio de unos cuantos.
EliminarNo la he leído pero si es curioso lo que explicas de las técnicas comerciales y de marketing que creemos que son inventos modernos.
ResponderEliminarLas fotos dan un toque estupendo a la entrada.
Me gustaron mucho (las fotos), porque son de almacenes de la época en la que se escribió la novela y están tal cual nos describe Zola "El Paraíso de las Damas"
EliminarLas técnicas serán parecidas, pero supongo que ahora la falta de escrúpulos será mayor.
ResponderEliminarNo lo creas, amigo, estos ya pisoteaban cadáveres.
EliminarYo tampoco lo he leído, pero esas fotos de los almacenes son una autentica maravilla. Creo que se podría pasar uno horas observando sus detalles y no se aburriría.
ResponderEliminarSaludos-
Consideraciones morales aparte, los edificios y su interior, son verdaderas joyas de arquitectura urbana de la época del segundo imperio.
Eliminar¡Qué casualidad, mi apreciado Trecce! Acabo de encontrar esta entrada buscando información sobre Gómez Carrillo y... ¡me ha encantado!
ResponderEliminarLa novela es exquisita, un documento.; aunque sobre esta materia no debemos olvidar todo el comienzo de Fortunata y Jacinta (Galdós) o las descripciones que sobre una tieda aparecen en La rampa, de Carmen de Burgos (1917)
Lo dicho, un placer... Y un saludo
El placer es mío al encontrarte en este humilde rincón.
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