Mañe (César Badillo) atraviesa una difícil situación económica. Ha perdido una pierna y por ello no puede conseguir empleo, no puede pagar su renta y es blanco de las burlas y el desprecio de sus semejantes. Mientras recorre las calles buscando cómo sobrevivir, conoce a un inusual personaje, un hombre que se dedica a cargar gente a su espalda por el centro de Bogotá, cobrando 500 pesos. Dada la manera en que pueden ayudarse mutuamente, surgirá entre ellos una complicada pero genuina amistad que hará sus vidas más llevaderas y les dará una oportunidad de redención. Pero ambos comparten un pasado, el pasado de violencia que ha acompañado a muchos colombianos. Este pasado los une y a la vez los separa, los descubre como seres que lo han perdido todo, excepto la esperanza de volver a empezar.
Rodada en Bogotá, la película refleja un centro urbano abigarrado, con mucha gente en las calles, puestos callejeros y una sensación de supervivencia que se acentúa cuando la acción se traslada a los barrios perífericos o directamente fuera de la zona urbana, donde viven los protagonistas y la sensación de pobreza y miseria se acentúa.
Está filmada en un blanco y negro que subraya esas sensaciones, nada del pulcro blanco y negro de las producciones clásicas.
En Colombia da la sensación de que llevan toda la vida conviviendo con la muerte y la violencia, cuando no es la guerrilla, es la contra, cuando no es el narcotráfico, es el ejército, el caso es que difícil resulta hallar una familia en que las heridas de esa violencia no hayan dejado su huella profunda. Conflictos que parece no tienen solución, pues unos no se muestran proclives a pedir perdón y otros no están dispuestos a perdonar. El caso es que esos enfrentamientos, esas consecuencias de la violencia, aparecen en el día a día y en cualquier situación cotidiana te puedes encontrar con alguien que está o ha estado con los de enfrente.
Eso es lo que cuenta el film, pero lo hace sin recurrir a los planteamientos clásicos, a mostrar directamente los hechos, sino que nos acerca a dos perdedores (al final todos pierden en estas batallas) cuyas vidas están más conectadas de lo que pensaban cuando se encontraron sin conocerse de nada. Lo que nos muestra el film es la huella de ese conflicto, su lado humano, complejo e íntimo a un tiempo.
El film tiene fallos, se nota sobre todo en el montaje, pero era la ópera prima del Ciro Guerra (la rodó con 23 años y el guión, al parecer, lo había escrito cuatro años antes) y la escasez de medios fue patente, de hecho la postproducción se acabó gracias al premio "Cine en Construcción" que le dieron en el Festival de San Sebastián 2003. Pero todo eso queda obviado por lo inteligente del planteamiento, las buenas actuaciones (sobre todo del personaje de Mañe), con personajes muy bien construídos y una modesta puesta en escena que consigue transmitirnos toda la tragedia de unas vidas condenadas a la miseria y el dolor desde la cuna.
Es de valorar atreverse con el blanco y negro cuando ya no es obligatorio.
ResponderEliminarCreo que con este formato se subraya la triste situación que vive el país.
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