lunes, 18 de enero de 2021

EL TIGRE DE ESNAPUR

 


Harald Berger (Paul Hubschmid) es un afamado arquitecto cuyos servicios han sido demandados por el maharajá Chandra (Walther Reyer) del reino de Esnapur. De camino, Harald salva a la bella bailarina Seetha (Debra Paget) de las fauces de un tigre. El flechazo entre los dos es instantáneo, pero el maharajá, dominado por los celos, no está dispuesto a que esta relación siga adelante, pues pretende desposar a Seetha a pesar de la feroz oposición de algunas facciones dentro de su propia corte.


El guión se basa en una novela de Thea von Harbou, que fue esposa del realizador del film, Fritz Lang, durante una década, hasta su divorciaron en 1933 y tendría una segunda parte titulada "La tumba india". La obra de Harbou ya había sido llevada a la pantalla en otras ocasiones, en concreto, por Joe May en 1921, antes de la llegada del sonoro, y en 1938 por Richard Eichberg


Nadie va a descubrir ahora que Fritz Lang sabía hacer cine, pero he de apuntar mi modesta opinión de simple aficionado: De no ser porque la dirigió, esta película no estaría hoy entre las que revisan los cinéfilos de vez en cuando.
A pesar de que encontraréis por ahí montones de críticas que hacen una exégesis extensa del film, muchas de ellas poniéndolo por las nubes, no creo que sea para tanto.
Fastuosos edificios y un mundo de riqueza y opulencia (aunque se vean imágenes, de vez en cuando que reflejan también la miseria del pueblo, son tan contadas y lo hacen de modo tan superficial que no cuentan), con una historia de amor y una corte plagada de intrigas. Eso es el film.
Una India que recuerda los relatos de Salgari, incluso de Kipling, totalmente idealizada y que a mí me ha llevado a aquellas películas de aventuras, las sesiones dobles de tarde de domingo en las que el argumento, lleno de truculencias, hacía disfrutar a nuestras mentes infantiles.
Por cierto, aquí quiero mencionar la presencia sensual, sugerente (bueno, más que sugerente, explícita) de una bellísima Debra Paget y no puedo por menos de imaginar lo que pasaría por las mentes calenturientas de tantos adolescentes como pudieran ver el film en la España de la recién comenzada década de los sesenta, pues muestra mucho más que en cualquier película de la época pudiera verse.
Hay escenas del film muy conseguidas y otras (muchas), que, vistas hoy, mueven a perplejidad tratándose de quien se trata cuando hablamos del director. Ni hablemos ya de la ambientación, muy lograda cuando refleja el lujo y la pompa y penosa en las escenas en que el protagonistas (por cierto, bastante soso), deambula por los subterráneos de palacio, todo cartón piedra y donde se supone que debe haber grutas misteriosas y lúgubres, encontramos unas paredes y un suelo impolutos y con una iluminación tan exagerada que puedes encontrar un alfiler.
La película tiene una segunda parte que se anuncia al final del film y que, al parecer, está más entretenida que esta. Yo no sé si la veré algún día, mis horas en este mundo están contadas y quizá no me de tiempo, no lloraré por ello.
Yo creo que Lang se embarcó en este proyecto porque en su día, allá por los años 20 del pasado siglo, quiso llevarla a la pantalla, cuando trabajaba con Thea von Harbou, que le escribiría el guión de la mítica Metrópolis y no le dejaron, de hecho la dirigió quien iba a ser su productor y cuando 37 años después le ofrecieron hacer el remake, no pudo resistirse, simplemente le apetecía e hizo muy bien en darse el gustazo.
No obstante lo dicho, he de añadir que el film tiene ese regusto de las películas de aventuras, de ese cine con colores brillantes y que en absoluto desaconsejo que la vean, pero que sepan a lo que van.




6 comentarios:

  1. Me estoy dando cuenta de los muchos clásicos que me faltan por ver. Pero por ahora lo único que me apetece es ver series. De todos modos me anoto este título por si un día me da el puntazo y la veo.
    ¡Saludos!

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  2. Es una película sorprendente. Las actuaciones son tirando a penosas (a excepción de Debra Paget) y todo muy de cartón-piedra, desde el argumento a los decorados. Sin embargo, vista como el relato de aventuras inocente que es -aunque algo menos simple de lo que parece a primera vista-, todavía cabe apreciar en muchas escenas la facilidad narrativa de su director.

    Saludos.

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    1. Ya en su día tuvo críticas que la calificaban como una película para niños y jóvenes, porque básicamente no tiene más que eso, aventuras y tampoco son nada del otro mundo.

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  3. Suscribo plenamente las palabras de Ricard. De hecho, una película como ésta ni puede ni debe ser valorada según los parámetros actuales. Se trata, más bien, del capricho de un director ya veterano que, a sabiendas de que se acerca el final de su carrera, hace mutis por el foro con un guiño a sus orígenes y al cine de su infancia. Vistas así, tanto "La tumba india" como "El tigre de Esnapur" adquieren el encanto de todo pastiche creado con voluntad de serlo.

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    1. Sencillamente tenía ganas de hacerla desde que se vio frustrado su intento un montón de años antes.

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